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Silencios.

Mi cuerpo se sentía tenso. Mis manos apretaron el volante con fuerza mientras mi mente corría a mil por hora, intentando decidir qué hacer.

- Col, ¡haz algo! - La voz de mi hermana salió en un volumen bastante bajo y muy urgente, haciéndome caer en la realidad.

Aquel ser se acercaba a nosotros a paso lento mientras su mirada escaneaba nuestros "cuerpos" con una sonrisa socarrona. Lo único que se me ocurrió en el momento fue acelerar.

Pisé a fondo el acelerador del auto, haciendo que las revoluciones viajaran a más de doscientos mientras el auto era movido con fuerza de su lugar y las llantas rechinaban al mismo tiempo.

Nuestras distancias se iban acercando cada vez más y temía por la vida de los que estaban conmigo.

De acuerdo, me preocupaba más mi mejor amigo.

Al estar frente a frente, el auto lo atravesó como si se tratara de una neblina de humo o algo parecido, pero no me detuve.

Miré por el espejo retrovisor viendo cómo se desvanecía aquella cosa en medio de la vía y respiré con algo de calma, manteniendo mi pulso sosegado.

Al llegar al instituto, ninguno quería bajarse del auto y mirábamos a todos lados, buscando algo sospechoso.

- No diremos nada, ¿de acuerdo? - Miré a mi hermana y amigo; ellos se miraron un momento, volviendo sus ojos a mí, mirándome con confusión.

- No puedes esperar que no diga nada, Col. Estoy segura de que vinieron por ti. Tenemos que decirle a nuestros padres. - Negué en silencio.

- No, Faith. Deja que algo más intenso ocurra; confía en mí. - Ella suspiró pero asintió a las malas; miramos a Brandon, quien miraba al suelo.

Al sentir nuestras miradas sobre él, nos observó con algo de sorpresa e inseguridad.

- ¿Qué? No voy a decir nada. Si ustedes no lo hacen, yo tampoco. Aunque quisiera hacerlo. - Sonreí al escuchar la contrariedad en su voz, asintiendo en silencio.

Bajamos del auto, viendo a Faith irse con su grupo de amigas. Brandon y yo nos dirigimos a nuestra clase, entre bromas y conversaciones "serias". Al llegar a nuestro puesto, nos sentamos en silencio, intentando observar de manera disimulada todo nuestro alrededor.

- Hola, chicos. - Dirigí mi vista a la castaña que estaba frente a nosotros y sonreí.

- Hola, Claire. - Saludé. Ella sonrió, acercándose a dejar un beso en mi mejilla.

- Hey, Claire. - Brandon sonrió y se entretuvo en su cuaderno, haciéndose el desinteresado.

- ¿Cómo está tu hermana? - Sentí que Brandon se tensó a mi lado, al igual que yo lo hice, dejando a su mente correr con curiosidad. Yo no le había dicho nada acerca de eso; ni siquiera lo mencioné.

- Bien, gracias. Sólo fue un susto, nada más. ¿Cómo sabías? - Ella sonrió un poco, intentando restarle importancia.

- El director vino y nos comentó. - Fruncí mi ceño, sintiéndome peor de confundido.

El director nunca le informa a los estudiantes; siempre informa a los profesores y lo que avisa es algo mínimo.

- Mmm, entiendo. - Brandon me miró expectante y luego pasó a Claire.

- Oye, Claire, no quiero ser grosero ni rudo pero quiero estudiar y el imbécil de mi mejor amigo no me deja concentrar. - Lo miré con incredulidad pero ella rió, asintiendo.

- Claro, Bran. Nos vemos más tarde.

Ambos asentimos y la vimos alejarse de nosotros para ubicarse en su puesto. Brandon me miró para, luego, bajar su mirada a su cuaderno y hablar en un susurro que sólo yo podía escuchar.

- Sabes que el director nunca hace eso, Col. - Asentí imperceptiblemente.

- Lo sé. Algo no me cuadra. - Brandon levantó su mirada del cuaderno, fijándola en mí.

- ¿Crees que...? - Negué con rapidez. Es imposible.

- No lo creo, Bran, ya lo habríamos notado; aunque debemos estar muy pendientes. - Él asintió, concentrándose en su cuaderno nuevamente.

Nuestro día transcurrió con bastante normalidad y nada nuevo que agregar; bueno, si a eso le aceptamos que Faith estuvo con nosotros en cada momento libre que hubo. No es que me moleste pero es extraño. Ella siempre está con su grupo de amigas.

Me encuentro sentado en una de las mesas que hay fuera de la cafetería con Faith frente a mí. Brandon fue a conseguir algo para comer.

- ¿Por qué has estado con nosotros en los tiempos libres, Faith? - Me miró unos leves segundos, dejándome ver cómo sus ojos tomaban ese tono morado que tanto conozco; me apresuré a hablar, intentando aclarar mis palabras. - No me malentiendas, hermana. Te amo y me encanta que pases tiempo con nosotros pero... - la miré con curiosidad - ¿qué sucedió?

Ella suspiró levemente, desviando sus ojos de mi mirada, levantando sus hombros, sin saber qué decirme.

- No me hagas leer tu mente, Faith. - Ella me miró sorprendida y negó con rapidez, suspirando en silencio.

- No lo sé, Col. Mis "amigas" me hicieron a un lado desde la segunda hora de clase. Fui al baño un momento y, cuando regresé, todo había cambiado. - Fruncí mi ceño algo extrañado. - Ojalá tuviera los poderes de la tía Mel o incluso el tuyo. Todo sería mucho más sencillo.

Tomé una de sus manos, dándole un leve apretón; ella sonrió con tristeza, negando en silencio. Sabía de sobra lo que pasaba por su cabeza.

- No saben de lo que se pierden, Faith. No dejes que nadie te diga lo contrario. - Ella sonrió un poco, asintiendo.

- ¡Chicos! - Ambos dirigimos nuestras miradas hacia donde estaba Brandon, quien venía corriendo hacia nosotros; fruncí mi ceño con confusión. - Bien. - Comenzó a respirar al estar con nosotros, intentando aplacar su ritmo cardíaco. - Hablé... Con... El... Director...

- Brandon, siéntate de una buena vez, respira y ¡habla! - Miré mal a mi hermana por hablarle así a mi mejor amigo pero vi que Brandon hizo caso.

Comenzó a respirar con más calma, pasando saliva por su garganta reseca. Sus latidos comenzaron a estabilizarse y, cuando se sintió mejor, sonrió con satisfacción.

- ¡Bien! Gracias, Faith. - Ella asintió. - Hablé con el director, ya que me pareció algo extraño lo que Claire dijo esta mañana. - Ambos lo mirábamos expectantes. - Dijo que sólo le había comunicado a los profesores que ustedes faltarían; me explicó que no dio razones ni motivos porque no le pareció indicado hacerlo.

Faith y yo nos miramos, dudosos de lo que sucedía. Si el director no dijo nada...

¿Cómo hizo Claire para enterarse? ¿Cómo supo que fue por mi hermana que tuvimos que salir y que ella era quien estaba "enferma"? Faith comenzó a pensar lo mismo que Brandon, haciéndome negar en silencio.

- No lo creo, Faith. Ya nos habríamos dado cuenta. O al menos, ya habríamos notado algo extraño. - Ella fijó su mirada entre los árboles, dejándose llevar por sus pensamientos.

- Pero no lo sabemos, Col. ¿Y si es alguien que tiene poderes distintos a los que conocemos? - Miré a Faith en silencio, al igual que Brandon. - Mira lo que sucedió esta mañana. Algo o alguien está cerca pero nosotros no somos como nuestros padres, tíos o abuelos. Ellos tienen experiencia en...

Sus palabras quedaron en el aire, dejando una curiosidad asesina dentro de mí.

Lo sé. Sé que ellos tienen experiencia en todo esto pero no quiero preocuparlos más. No me puedo imaginar de lo que son capaces.

O quizás sí.

El día transcurrió con tranquilidad después de aquella charla que tuvimos, y cuando nuestras clases terminaron, los tres subimos a mi auto, dirigiéndonos a la mansión.

Al llegar, bajamos del auto, llegando hasta la cocina para comer algo; ninguno de la familia se encontraba en casa, lo que es poco común, pero decidimos no prestar atención.

Luego de comer algo, nos sentamos en el comedor, deseando terminar con nuestros deberes y trabajos en un silencio relajante. El tiempo transcurrió con rapidez, sacándome una sonrisa cuando sentí su esencia y escuché su voz desde la entrada. Levanté mi cabeza a tiempo de verla entrar, lanzándose sobre mí. Reí en silencio.

- Hola, pequeña. - Ella dejó un beso en mi mejilla, separándose de mí para saludar al resto.

- Les trajimos algo de cenar. Mamá sabía que tía Cam y tío Tom no están. - Vimos entrar a tía Mel con una caja de pizza en su mano.

- ¡Ufff, qué alivio! ¡Me muero de hambre! - Reímos al escuchar a Brandon, viendo a la tía Mel colocar la caja en medio de nuestro desorden.

- Hola, chicos. ¿Qué tal todo? - Los tres nos miramos en silencio, sin saber qué decir; tía Mel sonrió con paciencia, asintiendo. - Adelante, coman.

Dejó un beso en nuestras cabezas y salió de la cocina, dándonos nuestro espacio.

Comenzamos a comer entre risas y comentarios estúpidos, intentando cambiar el ambiente. Mia estaba ubicada a mi lado, siendo parte de nuestra conversación, riéndose de las estupideces con las que Brandon salía.

En medio de todo el desorden, mis oídos se agudizaron, haciéndome prestar atención a aquello que escuchaban.

- Están bien, Cami. Sí, estaban aquí en casa haciendo sus deberes. No, tranquila, todo estaba en orden.

Un silencio bastante largo le siguió y me preguntaba ¿qué le estaría diciendo mi madre?

- No lo sé, Cami. Todos estaban muy calmados cuando llegué, aunque pude sentir un atisbo de preocupación en Faith. Está bien, estaré pendiente.

El silencio que le siguió fue total; seguro habrán cortado la llamada. ¿Dónde estarán mis padres? ¿Por qué no llamarnos a nosotros?

- ¡Colby! - Parpadeé varias veces, concentrándome en tres pares de ojos que me miraban con ganas de asesinarme.

- Lo siento, ¿me decían algo? - Faith rodó sus ojos al igual que Brandon mientras Mia sólo sonreía.

- Sí eres idiota. - Sonreí al escuchar a mi hermana decir aquello.

- Pero así me amas. - Ella sonrió, asintiendo. - ¿De qué me perdí?

- Nada. Sólo nos poníamos de acuerdo para ver si nos encerrábamos a ver películas. - Miré a Brandon y asentí con una sonrisa.

Todos nos levantamos de nuestros asientos, intentando salir de la cocina entre charlas, pero ellos no se dieron cuenta de que me había quedado ahí, petrificado en mi lugar. Un sonido extraño, junto a un olor fétido me golpeaban con fuerza, mientras una voz desconocida resonaba en mi cabeza.

- ¿Eres tan valiente, como aparentas ser, para morir en sus lugares? - Fruncí mi ceño, alejándome lentamente de aquella silla, mirando hacia afuera por una de las ventanas.

La oscuridad se cernía sobre el bosque que había frente a mí pero eso no me impedía ver con claridad.

La misma cosa que habíamos visto en la mañana, estaba de pie, en aquel límite que dividía nuestra casa del bosque. Aunque parecía una sombra, se podían ver sus facciones de hombre con mucha claridad.

Su sonrisa macabra hizo que una corriente extraña recorriera mi espina dorsal, enviando leves choques eléctricos a todo mi cuerpo, sacudiéndome levemente, dejándome pegado al suelo.

- Colby, cariño, todos están... - Las palabras de mi tía Mel quedaron en el aire al darse cuenta de que no me movía. - ¿Colby?

Mi cuerpo no reaccionaba por más que quisiera. Era como si algo, o alguien, me estuviese sosteniendo con fuerza para que no me moviera y no me perdiera lo que iba a suceder después.

Por la periferia de mi ojo derecho, tía Mel apareció en mi campo visual, mirándome con confusión, dirigiendo su mirada hacia donde yo lo hacía; pude ver y sentir la tensión que soltó su cuerpo hacia el mío, viéndola posicionarse frente a mí, mirándome con urgencia.

- Muévete, Colby. ¡Ahora! - Aunque sus palabras causaron impacto, mi cuerpo no respondía.

Mis ojos se posaron en aquella cosa, viendo cómo su sonrisa se ensanchaba mucho más, causando un leve temor en mi ser.

Mi mente corría a mil por hora, intentando pensar en algo que le impidiera hacer cualquier cosa contra mi familia o contra mí; sentí las manos de tía Mel en mi abdomen, haciendo que la mirara.

Comenzó a moverme con rapidez, alejándome de aquella ventana, sacándome de la cocina y llevándome a la sala.

Al llegar a ella, en un segundo se perdió, cerrando ventanas y cortinas a su paso con rapidez, cuando mis ojos se clavaron en los de una pelirroja que me miraba con cierto horror en la entrada de la sala. Quizás sea por mí. Quizás no. Se acercó a paso lento mientras mi cuerpo estaba estático.

- Respira, Col. - Su delicada mano recorrió mi mejilla y mis ojos se cerraron, intentando mantener la calma, respirando con lentitud.

Aquella voz seguía golpeando mi mente con fuerza, enviando corrientes de ansiedad por todo mi cuerpo; sentía que comenzaba a tener una necesidad espantosa por clavar mis colmillos en algún lado y la necesidad de sangre se hacía más fuerte con cada segundo que pasaba.

Intentaba, de alguna manera, bloquear mi cerebro pero me era imposible. No sabía cómo hacerlo o qué debía hacer.

- Mia, ve en busca de Faith y dile que llame a Eddie. Dile que es urgente. - Mia me miró, dudando en hacerlo, pero asentí y la vi desaparecer en un segundo. - Ven aquí, Col.

Las manos de tía Mel me atrajeron a su cuerpo, acomodándome en uno de los sillones, sentándose a mi lado. Agarré mi cabeza con fuerza, sintiendo una enorme presión en mi pecho, queriendo gritar hasta quedarme sin pulmones. Formé una línea con mis labios, evitando el grito desgarrador que quería escapar de mi pecho y labios.

- Colby, necesito que te calmes. Sé que no es fácil y que te sientes desesperado pero debes calmarte. - Miré a tía Mel, negando en silencio y con dolor.

- N-no p-pue-edo... - Sus brazos me envolvieron con fuerza, comenzando a acariciar mi cabeza, tarareando alguna canción que no podía escuchar.

Aquella voz no dejaba de martillar mi cerebro. No me dejaba escuchar ni mis propios pensamientos. Me estaba atormentando cada vez más, conforme cada minuto pasaba.

Sus palabras, algunas entendibles y otras no tanto, me hacían perder la razón.

¿¡Qué carajos hice para merecer esto!?

- El abuelo ya viene, tía. Preguntó qué sucedía pero no supe qué decirle. - Miré a Faith y, al conectar nuestros ojos, su rostro se transformó en uno preocupado. - ¡Col!

Se acercó a mí, separándome de tía Mel, tomando mi rostro entre sus manos, detallando cada parte de este. Sus dedos pulgares hacían pequeños círculos en mi mejilla mientras sus ojos se llenaban del líquido salino.

No sé qué aspecto tengo. No sé cómo me ven ellos y tampoco quiero verlo o saberlo.

- ¡Col!, ¿estás bien? - Brandon se acercó a nosotros, colocando una de sus manos en mi hombro. Sonreí lo mejor que pude, queriendo darles paz, siendo interrumpidos por otra voz.

- Mamá, ¿puedes sentirlo? - Todas nuestras miradas fueron a parar en Mia, quien estaba en la entrada de la sala, mirando hacia el techo.

- Mia, ven aquí. - Mis ojos no se apartaban de ella, ni de sus movimientos. Aunque tía Mel la había llamado, ella no se movía.

- Tú puedes sentirlo tanto o más que yo, mamá. - Los ojos de Mia recorrían cada parte del techo mientras su cuerpo se tensaba cada vez más. Tía Mel me miró con significado y asentí con dolor.

- Pequeña, ¿podrías venir? - Aunque no quería, sus ojos se posaron sobre mí y asintió en silencio al escuchar el malestar en mi voz.

Al estar cerca, aparté a Faith con cuidado y abrí mis brazos para ella; sin dudarlo, se metió dentro de ellos, acomodándose en mi regazo, abrazándome con fuerza mientras mi nariz se ubicaba en su cabeza, inspirando el aroma que desprendía.

De alguna extraña manera, esta pequeña le hace bien a mi cuerpo e incluso mente.

Todo mi ser comenzó a relajarse, absorbiendo su aroma delicioso que distraía a mi mente, haciéndome descansar con rapidez.

Mis ojos se cerraron y nos acomodé en aquel sillón, intentando no aplastar a Mia con mi propio peso, pero sin alejarla demasiado de mí. La necesitaba con urgencia.

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