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Nueva vida.

POV's Colby

Me encontraba despierto hace un buen rato. Duermo como si fuera humano pero mis sentidos están tan agudizados como los vampiros. Tengo diecisiete años pero mi crecimiento ha sido tan placentero y acelerado, que en realidad parezco de unos diecinueve o veinte años. Por supuesto, nuestro crecimiento es acelerado, pero a cierta edad o etapa de desarrollo, nos detenemos.

Mi cuerpo ha cambiado, al igual que yo.

- Col, cariño, es hora de que te alistes. - Escucho la voz de mi madre hablarme desde el otro lado de la puerta.

Sonrío al escuchar su voz, reconociendo que la amo. Ella sabe darme mi propio espacio pero también sabe en qué momentos la necesito y me encuentra. Siempre lo hace.

Sólo hago un leve sonido de afirmación que ella escucha perfectamente y me siento en el borde de mi cama, listo para entrar al baño. Tía Mel transformó una de las tantas habitaciones que hay en la mansión a mi propio gusto; está se encuentra ubicada en el último piso, siendo la más alejada de todas.

Ella la decoró pero yo elegí lo que llevaría; después de todo: es MI habitación.

El empapelado es de un color beige casi blanco, con una enorme linea negra por el centro. Tengo una repisa enorme, llena de libros que he leído sin parar y, junto a ella, una enorme cómoda donde está mi televisor, junto a un equipo de música. Mi habitación es a prueba de sonido y decidí que fuese así.

Me levanto de la cama, dirigiéndome al baño con toda la lentitud del mundo, observándome en el espejo con detenimiento: mi cabello rubio cae, aunque no en su totalidad, por mi mandíbula, con suaves ondas en las puntas. Mis ojos azul verdoso, iguales a los de mi padre, observan aquel reflejo con detenimiento.

Mi cuerpo está suavemente marcado en los lugares necesarios, aunque no hago mucho ejercicio. Mis brazos están en un punto medio entre gruesos y delgados; no me muero de hambre ni me mato por vanidad. Y sí, duermo sin camiseta; es más cómodo para mí.

Sacudo levemente mi cabeza, metiéndome a la ducha, listo para darme un baño.

Luego de unos quince minutos bajo el agua, cierro el grifo del agua y salgo de la ducha, envolviendo una toalla alrededor de mi cintura. Al salir del baño, no me sorprendo al ver a Faith, sentada sobre mi cama, con su pierna derecha cruzada sobre la izquierda, mirando su celular. Su perfume se podía sentir a kilómetros.

- Faith, eres mi hermana y te amo pero... - suspiré, guardando silencio; es caso perdido con ella - ¿qué necesitas? - Levantó su vista, sonriendo.

- Papá dice que debemos irnos en tu deportivo. Él no puede llevarnos y mamá tampoco. - Asentí, acercándome a mi armario, buscando mi ropa.

Al girarme, Faith seguía sobre mi cama; fruncí mi ceño, mirándola con confusión.

- ¿Algo más? - Ella sonrió, negando en silencio. - De acuerdo, no preguntaré. - Ella rió con suavidad, saliendo de mi habitación.

Me vestí con rapidez, bajando a desayunar al estar listo; al entrar a la cocina, abuela Fel se encontraba ahí junto a mi madre.

- Buenos días. - Me acerqué a las dos, dejando un beso en sus cabezas.

- Buenos días, pequeño. ¿Cómo amaneces? - Sonreí ante el comentario de la abuela.

- Buenos días, cariño. - Asentí al sentir el beso de mi madre en mi mejilla.

- Estoy bien, abuela, ¿y tú? - Ella sonrió.

- Bien, querido. - Tomé asiento, viendo a mi madre servir el desayuno para mí y Faith, que bajó veinte segundos después.

- Colby, tu padre y yo iremos a hacer algunas diligencias, así que se quedarán con Felicia, ¿de acuerdo? - Asentí, mirando a mi madre en silencio. - Cualquier cosa, nos llaman. - Rodé mis ojos.

- Estaremos bien, mamá. Puedo cuidarme y cuidarlas. - Ella rió suavemente, dejando un beso en mi cabeza; se acercó a Faith, dejando otro beso en su cabeza por igual. Se despidió de la abuela y salió de la cocina.

- Abuela, creo que esta tarde me reuniré con unas amigas, no hay problema, ¿verdad? - Miré a Faith con sospecha.

- No, mi cielo, claro que no. Sólo no llegues tarde, ¿está bien? - Faith lanzó un leve gritito y se abalanzó sobre la abuela.

Rodé mi ojos, negando en silencio. Parece una niña consentida y todo porque el tío Carlo la tiene así; aunque, no debería decirle tío pero no puedo evitarlo; yo lo veo así.

Me levanté de la mesa, recogiendo mi desorden y, al salir, dejé un beso en la mejilla de la abuela. Subí a cepillar mis dientes, recogiendo mis cosas en el camino; al estar listo, bajé con rapidez, yendo en busca de mi deportivo. Papá me lo regaló de cumpleaños, enseñándome a conducirlo, no por mi edad, sino por mi estatura.

Al ver mi auto, un Camaro negro, suspiro en silencio. No me gusta ser tan ostentoso pero papá dice que este auto viene equipado con blindaje del mejor. Sólo por "precaución".

- Buenos días, señor. - Me giro en silencio, sonriendo hacia Calixto. - No le gusta ostentar demasiado, ¿no es así? - Negué en silencio.

- Pienso que no es necesario pero ellos insisten en protegerme. - Calixto asiente.

- Y es así, señor. Usted es un tesoro que necesita ser protegido. - Sonreí sin ganas y asentí. - Qué tenga un buen día, señor.

- Gracias, Calixto. Tú igual. - Él sonrió, desapareciendo de mi vista.

Subí al auto, lo encendí y avancé hasta la entrada, esperando por mi hermana. Al salir, venía con un jean oscuro de talle alto, más o menos; una blusa que dejaba ver parte de su abdomen y una medio chaqueta. Ni siquiera cumplía el requisito de chaqueta. Se subió al auto con una sonrisa.

- No vas a ir vestida de esa manera, Faith Brighton. Ve a cambiarte. - Ella rodó sus ojos, negando en silencio.

- No lo haré, Col. Me gusta esta ropa. - Suspiré frustrado.

- De acuerdo, ve así. Pero más te vale que ninguno de esos atarvanes que tienes de "amigos" se pasen contigo, porque juro que los asesino. Y sabes que lo digo en serio. - La miré con toda la seriedad del mundo, viéndola sonreír y dejar un beso en mi mejilla.

- Por eso es que te amo, hermanito. - Negué en silencio con una medio sonrisa, emprendiendo el viaje hasta el instituto.

El trayecto hasta el instituto fue así: Faith iba cantando a todo pulmón cada canción que reprodujera desde su celular. Me tenía con dolor de cabeza. Literalmente.

Al llegar al instituto, desconectó su celular y bajó con rapidez, dejándome ver cuando se reunía con sus amigas que, a mi parecer, sólo están con ella por interés. Suspiré mientras negaba en silencio, bajando del auto con lentitud, echándole seguro.

- ¡Hey, Colby! - Miré hacia la voz que me llamaba, sonriendo al ver a mi mejor amigo.

- Hola, Brandon. - Se acercó con rapidez a mí estrechando nuestras manos, dándonos el saludo.

- Vamos a clase. Ya va a sonar la campana. - Asentí, dirigiéndonos a nuestro salón en una charla muy tranquila.

Brandon es mi compañero de clase, pero por alguna extraña razón, hoy se hizo casi al otro lado del salón. No dije nada, así que sólo me ubiqué en mi lugar, sacando los libros para la clase de biología que veríamos hoy. Estaba concentrado en eso, cuando sentí una esencia a mi lado, que hizo que mordiera mi lengua para no producir sonido alguno.

- Hola, Col. - Su voz, no tan exasperante pero casi, llenó mis oídos, causando que cerrara mis ojos con cierto fastidio. - ¿Por qué me estás evadiendo?

- Quizás sea porque no estoy interesado en ti, Valeria. - Abrí mis ojos sin despegarlos del libro, sintiendo cómo se tensaba. Su mente corría a mil, lanzando improperios hacia mí.

- Te arrepentirás de rechazarme, Colby. Me verás con otros y querrás estar conmigo. Ya verás. - Sonreí con ironía.

- Sí, lo que tú digas, Valeria. Ahora, ¿te importaría dejarme tranquilo? Necesito estudiar. - Señalé mis libros mientras, ella, me miraba con ganas de asesinarme y no la culpo.

No es nada caballero decirle esas cosas a una mujer pero es que ella se pasa de calidad y, de todas las formas amables que he podido encontrar, le he dicho que no quiero nada con ella pero es como si no entendiera. Dio un leve golpe a la mesa, alejándose de mí, hecha toda una furia; pasé una de mis manos por mi cabello, dando un leve suspiro cansado.

- Mal día, ¿eh? - Miré a Claire con una sonrisa.

- Parece que no entendiera lo que digo. Quizás hablo en otro idioma. - La miré fijamente, viéndola cohibirse ante mi mirada. - ¿Lo hago? - Negó en silencio mientras, yo, sonreía. - ¿A qué debo el placer? - Sonrió.

- Hablé con Brandon para que me dejara sentarme aquí mientras él habla con Theressa. - Miré hacia donde estaba mi amigo, viéndolo sonreír con picardía; la estaba halagando.

A él le encanta Theressa y no lo culpo. Ojos verdes, piel bronceada, cabello negro; es linda. Miré a Claire, asintiendo.

- No tengo problema ante el pequeño cambio. - Ella mordió su labio inferior, despertando en mí, unas enormes ganas por besarla.

Mantén la calma, Colby. No pierdas los estribos.

No puedo negar que siento algo extraño con esta chica. Como una necesidad de tenerla conmigo siempre, pero para no asustarla, la dejo ser libre. He hablado con mis padres acerca de todo esto y ambos están de acuerdo en que no puede ser sólo un gusto o algo pasajero. Debe ser algo más.

Sus bellos ojos azules, más claros que el mismo cielo, me miran en silencio, intentando adivinar lo que pasa por mi cabeza. Sonrío.

- No es de buena educación mirar a las personas de esa manera. - Ella ríe con suavidad.

- Tú también lo haces y nadie te dice nada. - Reí, aceptando que es verdad.

Iba a decir algo más cuando la profesora de biología entró al salón; todos guardamos silencio y la clase dio inicio. Diez minutos pasaron cuando escuché que alguien me llamaba; disimuladamente miré a todos lados, buscando la fuente, cuando la reconocí.

Faith.

Agudicé mi oído, escuchando que me llamaba desde la biblioteca. ¿Qué hace allá? ¿Por qué no está en clase? Me levanté de mi puesto con rapidez al escuchar lo que sucedía, dándome cuenta que todos me miraban como si estuviese loco.

- Espero que tenga una buena razón para levantarse de esa manera, señor Brighton. - La profesora me miraba por encima de sus gafas, intentando no acabarme.

- Así es, profesora Bateman. La cabeza me está matando y quisiera ir a la enfermería. - La miré como si fuera cierto y ella suspiró, asintiendo en silencio.

Mis amigos me miraban extrañados, pero en estos momentos no me importaba. Necesitaba ir por Faith. Salí del salón, asegurándome de que no había nadie cerca y eché a correr, haciéndome un borrón.

Al llegar a mi destino, la esencia de Faith golpeaba mis fosas nasales con fuerza, aunque también había otra que nunca antes había sentido. Mis músculos se tensaron con rapidez, llevándome hacia donde se encontraba mi hermana. Al verla, un chico, quizás mayor que yo, aunque no parecía, la sostenía del cuello.

- Suelta a mi hermana. - Hablé entre dientes, sintiendo el color de mis ojos cambiar. La necesidad de sangre comenzaba a hervir dentro de mí. Mi lengua se sentía seca.

El chico se giró, dejando la espalda de Faith contra los libreros, mirándome con burla. Mis puños se cerraron con fuerza mientras mis ojos viajaban entre mi hermana y aquel desconocido.

¿Cómo es posible que no haya nadie por aquí? ¿Por qué este lugar está tan solo? Miré a Faith, viendo que sus ojos tenían leves lágrimas que comenzaban a escapar; él la estaba lastimando y no tengo idea de cómo.

- Así que tú eres el híbrido. - Su voz burlona no me daba tranquilidad, y su esencia era tan fuerte que me producía ganas de...

De todo menos de seguir aquí.

- Suelta. A. Mi. Hermana. - En mi voz la amenaza iba plasmada.

Sentía que mi cuerpo iba a explotar de tanta tensión; debía hacer algo. Dí un leve paso hacia él pero enseguida me arrepentí: escuché el leve quejido de Faith y, al verla, sus manos intentaban con desespero quitarse a ese hombre de encima mientras, yo, me sentía impotente y desesperado.

- Mira, no sé lo que quieras, sólo deja ir a mi hermana, por favor. No la lastimes. Ella no tiene culpa de nada. Por favor. - Ver su rostro lleno de dolor me hacía sentir miserable.

Lo que hizo después me dejó en total quietud, debido a la sorpresa.

Con una rapidez enorme, se acercó a la pared más cercana, golpeando la cabeza de Faith con fuerza, haciendo un hueco en ella. Las lágrimas de Faith continuaron su recorrido pero disminuían conforme pasaban los segundos. La dejó caer al suelo, desapareciendo de mi vista; corrí hacia mi hermana, levantándola entre mis brazos.

- Faith, ¿estás bien? - Escuché el leve quejido que salió de su boca y me apresuré a llevarla al auto.

- Señor Brighton, ¿qué sucedió? - El director Jackman nos miraba con sorpresa.

- No lo sé, señor. Planeo llevarla a casa o a la clínica donde trabaja mi abuelo. - Él asintió con rapidez.

- Por favor, avíseme cualquier cosa que necesite. Informaré a sus profesores. Vaya, no pierda tiempo. - Asentí y corrí a velocidad humana hasta llegar al auto.

La estaba acomodando en la parte trasera del auto, cuando mi sangre se congeló en mis venas al detallar su cuello. Había sido mordida.

¡HABÍA SIDO MORDIDA POR AQUEL INFELIZ!

Mi ira comenzó a hacer presencia y necesité respirar más de una vez para mantenerme en control.

- ¡Col! - Me giré a ver a Brandon, sintiendo a mi mal genio queriendo acabar con aquel maldito. Brandon dio una mirada rápida, observando Faith con sorpresa. - ¡Rápido, Colby! ¡Hay que llevarla a casa!

Asentí en silencio, viendo a Brandon subir al asiento del copiloto, intentando no hablar. Sabe de sobra lo mal que reacciono. Es mi hermanita. ¿Qué le pasa a ese degenerado por la cabeza?

Golpeé el timón con fuerza y hundí el acelerador hasta el fondo, conteniendo mi ira; no hacía caso a la presencia de Brandon a mi lado. Sólo pensaba en mi hermana.

A los cinco minutos me encontraba frente a las puertas de la mansión, siendo recibido por Calixto, con su ceño fruncido. Brandon me ayudó a mover la silla para poder bajar a Faith.

- Brandon, ve a buscar a Felicia y dile que llame a Adam. Estaré en el sótano. - Brandon salió corriendo, en sus fuerzas humanas, en busca de mi abuela.

- ¿Qué sucedió, señor? - Apreté mi mandíbula con enojo.

- No lo sé pero creéme que, apenas lo descubra, el mal nacido lo pagará.

Corrí con Faith entre mis brazos, llegando a la habitación que el tío Leonardo había adecuado. La acomodé en la camilla, viendo que a los pocos segundos llegaba mi abuela con Brandon sobre su espalda. Brandon bajó de su espalda mientras mi abuela me miraba con interrogación, dolor, frustración, enojo; una infinidad de emociones que no podía describir. Ni siquiera descifrar.

- ¿Qué fue lo que sucedió?

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