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Capítulo 6

Dex DeCostello

Puerto Vallarta Jalisco, México

Esperaba poder encontrármela de nuevo en el centro comercial, a ver si tenía suerte en volverla a ver, ese día llevaba prisa, pero me daría un tiempo necesario para ir a buscarla, tenía que regresar a ese lugar.

–Dex, tú no cambias amigo – Luis se burlaba – Te has echado una bronca con tu padre por esa razón, porque no dejas de andar de mujer en mujer y aquí no has entrado a trabajar ni nada y ya estás pensando en ligarte a alguien.

No tenía que ver una cosa con la otra, el ojo era un ente con vida propia, no lo podía evitar era parte de mí, admirar la belleza donde la había, y esa mujer me había impresionado sobre manera, tenía algo sumamente atrayente, porque había sido como un flechazo, su mirada era muy penetrante y me encantó que no desvió la mirada hasta que ya no pudimos vernos.

–Ya pues, no te voy a contar nada – me indigné – Ella, no es como nadie de las que he tenido, es bellísima, tiene un cabello oscuro, es morena y está preciosa y tiene unos ojos encantadores.

Creo que era lo que más me había gustado en ella, esa mirada penetrante, como si me impusiera un reto y yo de retos, sabia un mundo, porque no podía estar delante de un reto, era imposible para mí no quererlo hacer, lo que me había ganado muchos regaños de mis padres, pero no se podían quejar, y ni siquiera se podían atrever a negar, que eso lo traía en la sangre, porque netre más me lo prohibieran, más ganas de hacerlo me daba.

–Olvida a esa preciosidad y prepárate, que ya vamos a llegar al set del canal. Espero que al menos, me escucharas cuando te dije, que la mayor parte de los programas del canal, se graban en la playa.

–Eso sí lo sabía, ya me lo habías dicho. Espero que tú tío me acepte, yo no pienso regresar como un fracasado a New York, quiero mostrarles a mis padres, que sólo puedo salir adelante – Aseguré – Espero, no sea muy difícil lo que tenga que hacer, nunca he trabajado de nada. A la empresa de papá, iba solo a estar encima de las mujeres.

Sabía que era un cínico, pero era sincero, yo no les prometía nada a esas mujeres y ellas estaban contenta con lo que les daba, y así los dos salíamos ganando, porque yo no me iba a comprometer estando tan joven, la vida la tenía que gozar, así que eso se iba a seguir dando.

–Eres el colmo y te estaba diciendo que mi papá, habló con mi tío. Tienes ya el trabajo y vivienda segura, estarás a prueba 3 meses y si no funcionas, pues te vas. De ti depende, Dex, el demostrarles a tus padres, que puedes ser autosuficiente solo y por favor, no me decepciones, que he abogado con mi tío, por ti.

–Gracias, Luis. No te voy a decepcionar, lo prometo.

Luis se estacionó en una zona exclusiva marcada como el estacionamiento de los empleados del canal. No pensé que él, aunque trabaja con su tío, tenía que usar el mismo estacionamiento de los empleados, era algo diferente de lo de allá de New York. Bajamos del auto y caminamos por en medio de la playa y un señor, como de la edad de mis papás, se acercó a nosotros.

–Hola jóvenes – nos saludó – Tú debes ser, Dexter DeCostello. Bienvenido a Puerto Vallarta y al lugar, dónde sucede la magia de la televisión.

–Hola tío – Luis, saludó al señor – Así es, él es uno de mis mejores amigos Dexter DeCostello y tiene muchas granas de trabajar.

El tío de Luis, me podía poner donde fuera, aquí las ganas sobraban, pues el mundo me lo quería comer de un solo bocado, y daría todo lo mejor de mí, para salir adelante, dos brazos y dos piernas tenía en muy buen estado.

–Buenas tardes señor – Estreché su mano – Mucho gusto, Dex DeCostello, a sus órdenes, gracias por la bienvenida. Estoy listo para trabajar.

–Señor no, llámame Alan, que estoy viejo, pero soy soltero. Ven conmigo, te daré una vuelta por las instalaciones, mientras que Luis se va a hacer su trabajo.

–Gracias por tu sutileza tío – respondió Luis – Dex, te dejo en buenas manos. Ahorita nos vemos.

–Gracias, amigo.

Me fui caminando por la playa con el señor Alan y me fue enseñando, más o menos lo que yo haría. Me dijo que me contrató en el mismo puesto que Luis, para el departamento de iluminación y de fotografía, pues no tenía experiencia, para estar en otro departamento. Me llevó caminando hasta la zona, dónde me presentó a unos miembros del equipo y después, me presentó con una chica de unos 30 años, muy agradable.

–Silvana, te presento a Dexter DeCostello, él se integra al equipo a partir de hoy – Alan me presentó – Espero, que lo traten bien y que más tarde, lo lleves al departamento que le corresponde.

–Encantada de conocerte Dexter – ella me dio una calurosa bienvenida – Bienvenido al equipo, supongo que Alan ya te anda dando el recorrido.

–Mucho gusto, Silvana – respondí – Así es, Alan ya me está explicando un poco de todo.

–Lo que necesites, estoy a tu servicio – dijo amablemente – Cuando terminemos aquí en el trabajo, te llevaré a que te instales, como dijo Alan.

–Claro, muchas gracias.

Alan y yo, seguimos caminando y me estaba explicando de un programa que se grababa a esas horas de la tarde, dónde el atractivo de ese programa además de su contenido, eran las impresionantes vistas de la puesta de sol. Estaba al aire un conductor, que por la pinta que tenía, parecía ser muy creído; Sin embargo, me gustaba mucho la conducción y me quedé viéndolo, cuando Alan, llamó a alguien.

–Valeria, ven acá – Alan nombraba a una mujer – Arregla la camisa de Raymundo por favor, que para eso te pago.

Me imaginaba que el presentador era de esos delicados, que tenía que estar impecable, pues era parte de su presentación y de seguro ya se había quejado de la chica, que no se había dado cuenta de que la camisa estaba un poco salida.

–Claro que sí, enseguida lo hago Alan – escuché una voz muy dulce a mis espaldas.

–Valeria, antes que lo hagas déjame presentarte al nuevo integrante del equipo, él es Dexter DeCostello – Dijo Alan y ella apareció frente a mis ojos – Nos ayudará en el staff y espero lo trates bien, que vea que, en México, hay gente muy buena.

No podía creerlo, estaba frente a esa hermosa mujer, por la que estaba dispuesto a volver, las veces que fueran necesarias al centro comercial. Nos quedamos inmersos en el mismo contacto visual, que hace un rato cuando nos vimos en el centro comercial. No sé lo que pasaba por su mente, pero sí lo que pasaba por la mía, que Valeria no tardaría nada en ser mía.

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