5. | LA TENTACIÓN EN PERSONA
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Este capítulo contiene escenas +18, si no te gustan este tipo de escenas puedes saltarte esa parte hasta lo último del capítulo, si lo leerás completo será bajo tu propia responsabilidad.
NARRADOR: RAQUEL.
Quisiera decir que me resistí, que lo empujé lejos de mí en cuanto me beso, pero la verdad es otra.
Sus labios son tan suaves y carnosos, imposible de resistirse a ellos.
El beso primero comenzó con movimientos lentos, segundos después, su lengua abrió paso en mi boca para profundizar el beso y subirlo de intensidad.
Cuando estuvo seguro que no me separaría, Erick soltó mis manos y llevo las suyas a mi cintura para pegarme lo más posible a su cuerpo, y siento lo duro que comenzó a ponerse a través del pantalón del traje. Enrollo mis brazos alrededor de su cuello, y juego con su cabello entre mis dedos.
Sin perder contacto, él dió algunos pasos atrás conmigo hasta que la parte de atrás de su pierna chocó con la cama y cayó sentado sobre la misma. A horcajadas me siento sobre él y jadeo entre sus labios al sentir su dura erección contra mi entrepierna. Tomo su cara entre mis manos, y lo sigo besando con salvajismo, con desespero.
Erick bajó sus manos a mí trasero para presionarme contra él, moviéndome contra su erección, hacia adelante y hacia atrás. Provocando que, cada parte de mi palpitara, en especial, mi intimidad.
En un movimiento ágil, él se posicionó encima de mí en la cama y de manera desesperada de deshizo de mi enterizo, dejándome solo con las bragas.
Él, por un momento, se levantó para quitar su camisa y su pantalón, su mirada recorriendo mi cuerpo semidesnudo en todo momento. Se quedó solamente en bóxer, después se incorporó nuevamente entre mis piernas. Su miembro rozó mi intimidad a través de la fina tela de nuestra ropa interior y me besó con una brusquedad deliciosa, provocando que me encendiera más.
Su lengua invadió mi boca posesivamente, y deslizó una mano hasta mi intimidad, sus dedos hicieron a un lado mi ropa interior y cuando los siento ahí, jadeo entre sus labios.
— Estás tan mojada —susurró divertido cerca de mí oído, dejando besos húmedos en mi cuello. Gruñó al meter un dedo dentro de mí, mientras otro dedo juega con ese botón sensible que me hace estremecer.
Gimo en sus labios, y vuelvo a besarlo con más ganas, sus dedos resbalando en mi intimidad y volviéndome completamente loca.
Erick se separó de mí y sus manos ágiles sacaron las únicas piezas que cubren mi cuerpo dejándome expuesta ante él. Él lamió su labio inferior mirándome con detenimiento, grabándose cada centímetro de mi cuerpo desnudo en su mente.
— Joder, eres la tentación en persona —dijo, después de unos segundos en silencio.
Erick hizo un recorrido de besos húmedos desde mi cuello, se detuvo en mis pechos, lamió y chupó con fuerza la piel alrededor de mis pechos, y en cuanto su lengua rozó el punto sensible de los mismos arqueo la espalda, un gemido se escapó de mis labios.
— ¿Te gusta? — preguntó, cortando el contacto, su respiración peor que la mía.
Me limito solo a asentir, queriendo que hiciera contacto nuevamente con mis pechos y, como si leyera mi mente, Erick atacó mis pechos sin piedad alguna, una combinación de placer y de dolor me llevó a la locura.
Dejó mis pechos y siguió bajando mientras deja besos húmedos por mi abdomen, mi vientre y se detuvo en cuanto se acercó a mí intimidad. Dejó besos por toda la piel de mis muslos, y la sensación de su boca tan cerca de mí intimidad me hizo arquear una vez más la espalda.
Lo único que quiero es sentirlo ahí, dentro de mí.
— Erick —murmuro entre gemidos.
Y, de pronto, él posó sus labios sobre mi intimidad y chupó, también haciendo movimientos deliciosos con su lengua dentro de mí. Gemí sin control enredando mis dedos en su cabello, mi pecho se mueve abajo y arriba pesadamente.
En cuestión de minutos, olas tras olas de puro placer me cruzó , tensado mis músculos, haciendo que perdiera la poca cordura que tengo. Sé que no debía estar haciendo esto con él, pero joder, se siente tan bien.
Erick volvió a mis labios y me dió un corto beso.
— Necesito estar dentro de ti ya — dijo con su voz agitada por la excitación, su miembro contra mi intimidad se pone más y más duró.
— Y... —relamo mi labio inferior. — ¿Qué estás esperando para hacerlo? — Digo, sin dejar de hacer contacto visual con él.
Mi mano se deslizó lentamente por su abdomen hasta llegar a su bóxer, meto la mano dentro y lo sacó su miembro erecto, y hago movimientos con mis manos de arriba hacia abajo sin dejar de mirar su erección.
Él gruñó y echó hacia atrás su cabeza mientras cerró sus ojos por el placer que sintió, lo empiezo a hacer todavía más rápido, hacia arriba y hacia abajo. Se ve tan sexy encima de mí, gimiendo y maldiciendo por lo bajo sin poder controlarse.
— ¡Maldición! —quitó mi mano de su miembro, se levantó y busco algo en su mesita de noche: un condón. Se lo puso y volvió a mí.
Su miembro rozó una vez más mi intimidad, resbalando por lo mojada que está y se siente tan bien.
Enrollo una pierna en su cintura exponiendome, él tomó su miembro y lo posicionó en mi entrada, luego lo introdujo sin contemplación, causando un dolor tremendo que hizo que cerrará mis ojos de manera inconsciente.
— Lo siento — murmuró. — Estás demasiado estrecha.
Él se quedó unos segundos sin moverse, solo me miró, esto para que me acostumbre tamaño de su miembro; luego fue moviéndose con delicadeza dentro de mí.
Todavía siento dolor, pero a medida que su miembro sale y entra dentro de mí aquel dolor se convirtió en puro placer.
— ¿Te duele? —pregunto, escondió su cabeza en mi cuello, sin dejar de moverse dentro de mí—. ¿Quieres que pare?
— No —suelto en un gemido—. Si-sigue.
Aumentó sus movimientos, las embestidas cada vez fueron más rápidas, nuestros cuerpos sudorosos encajan a la perfección, formando uno solo.
Nuestros gemidos, el sonido de nuestra piel al compactar con cada embestida hacen eco por toda la habitación, encediéndonos más con cada segundo que pasa.
Su miembro duro y caliente dentro de mí se siente increíble, cada vez más le pido que aumente la velocidad y eso hace él sin refutar.
Sé que pronto tendré otro orgasmo, pero aguanto un poco más para así poder acabar los dos juntos. En un ágil movimiento lo separo de mí, y me subo encima suyo luego; introduzco nuevamente su miembro dentro de mí y hago movimientos, hacia dentro, hacia afuera.
Él llevó sus manos a mis pechos y los masajea por un momento antes de bajar sus manos mi cintura para dirigir mis movimientos e introdujo de una estocada su caliente miembro dentro de mí, suelto un fuerte gemido.
Hasta que, juntos llegamos al orgasmo y caigo sobre su pecho, aún con su miembro dentro de mí.
— Debo admitir que... —pasó la punta de su lengua por la comisura de sus labios, y me sonrió. Su respiración todavía agitada, igual que la mía. — Estuviste increíble
No le respondo, solo le regalo una sonrisa mostrando mis dientes y beso sus labios.
— Necesito ir... al baño —le aviso, levantándome.
Él asintió, y sin esperar respuesta de su parte camino hasta el baño dentro de su habitación.
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Despierto por la pálida luz del sol que se asoma a través de las cortinas blancas de la habitación de Erick. Anoche, después de salir del baño, quise irme a mí habitación, pero el ojiverde no me lo permitió así que dormí con él.
Suspiro e intento levantarme, pero la mano de Erick que, en ese momento, rodeo mi cintura me lo impidió.
— No te vayas —murmuró acercándome a su cuerpo, puedo sentir su miembro contra mi trasero.
Y recordé que anoche dormimos completamente desnudos después de hacerlo dos veces más.
— Quédate —pide, está vez cerca de mí odio.
— Erick acaba de amanecer, tengo que ir a cambiarme —me giro en la cama para verlo, él tiene sus ojos cerrados, su respiración es suave. — ¿Erick? — arqueo una ceja mirándolo.
No me respondió.
¡Por supuesto!
Esta dormido todavía.
Con mucho cuidado quito su mando de mi cintura, y me levanto de la cama. Veo como se movió, su mano buscándome en la cama, pero no despertó.
Suspiro, y busco mi ropa con la mirada hasta que la encuentro tirada en una esquina de la habitación.
Me la coloco rápidamente y, antes de salir, me permito observar a Erick quien sigue durmiendo arropado con una sabana blanca que sólo cubre desde sus pies hasta su cintura.
«Se ve tan hermoso así dormido». Pienso, y la comisura izquierda de mis labios se eleva un poco mientras lo observo.
Sacudo mi cabeza, alejando aquel pensamiento estúpido y salgo de la habitación para ir a la mía. En cuanto entro enciendo la luz y saco de mi armario un blue jeans, una camisa de tiras amarilla y unos zapatos blancos.
Después voy al cuarto de baño, cepillo mis dientes, hago mis necesidades y me doy una corta ducha. En cuanto acabo, seco mi cuerpo y salgo a mí habitación con la toalla enrollada a mí cuerpo desnudo, me visto rápido, recogo mi cabello en una coleta alta y, como estoy hambrienta, bajo al comedor.