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Tormento

Tuve que tragarme mi orgullo para suplicar de rodillas, ellos son poderosos al contrario de nosotros. Mi mente lo recuerda y como yo que soy una inmigrante que tuvo la suerte de estar en el momento y el lugar indicado terminé trabajando para esa familia. Muerdo mis uñas mientras recuerdo ese día, yo salvé a su abuela “que en paz descanse” de morir atropellada y por eso me dio un puesto como secretaria junto a su nieto y según oí, su padre estaba de acuerdo con el anciano, no conozco a ninguno pero agradecía lo que hicieron por mí. Él solo quería deshacerse de mi desde que su padre me puso a su lado y por eso, hizo mi vida un infierno miserable, para quitarme de encima y poner a una cara bonita como secretaria.

—¡¡Es un maldito bastardo!!

Los guardias me sacaron de su oficina y el disfruta del espectáculo. Tenía tanto coraje por su maldita sonrisa que como pude logré zafarme de los de seguridad y tomé lo primero que había en mi escritorio, la Tablet presidencial y se la arrojé en la cara.

Se tocó la nariz sin creerlo.

—¡C-Carajo!…

 Me paralicé cuando abrió sus ojos al ver la sangre en sus dedos. Me vio con rabia mientras la sangre se escurre de su nariz y fue cuando tomé mis cosas y salí despavorida y tomé el primer taxi que vi.

Cierro mis ojos y maldigo por dentro. Me arrepiento de lo que hice, pero ya es tarde para eso. Seguramente se encargará de que no consiga empleo jamás. Todo empleo se mueve por influencias de eso no hay duda, si no tienes a alguien adentro que te ayude, nunca conseguirás un empleo como el que tuve yo porque así fue como yo conseguí el mío.

Como un perro Callejero me echaron de la empresa y lo peor es que fue sin ni un centavo. Si, no tengo ni un solo centavo en mi bolsa y lo peor es que ya no podré pagar la guardería de mi pequeña hija Violeta quien ya entrará de nuevo a clases.

“Para que no haya rencores, te daré un obsequio.”

—¡Pero que diablos le pasa a ese tipo!

“Odio a esa gente, ¡pero a el”

Mi corazón quiere explotar del coraje al solo pensar en su maldita cara, su estúpida y odiosa sonrisa burlona por haberse deshecho de mí de esa forma.

—Mamá… estas llorando otra vez.

Limpio mis lágrimas y le sonrío.

—No cariño… solo…

—Mamá, tengo 9 años y no puedes engañarme. Fue otra vez ese jefe tuyo verdad. Ya verás, cuando lo vea, le daré una paliza. —me rio sin querer al ver que truena sus dedos. —Le dejaré un ojo morado por hacerte llorar.

—Estoy bien. —la abrazó y dejo un beso sobre su cabello —Lo juro.

El timbre sonó. Me levanto para abrir la puerta y al ver a la casera del edificio supe lo que vendría después.

—Yo le juro que…

—Lo siento mucho Lea, pero ya no puedo darte más tiempo. El nuevo dueño quiere que desalojemos todos el edificio, en especial los que llevan más de tres meses de atraso en la renta.

—¿Nuevo dueño? —dije confundida ya que no sabía que habían comprado el edificio. —¿Cuándo...

—Tienes hasta mañana.

—Mañana…

La casera me deja hablando sola en el pasillo. Violeta me toma de la mano preguntándome que quería la casera.

—Nada hija, solo vino a decir que mañana no podrá llevarte a la guardería.

—Ay...¿por qué?

—Oye… qué tal si tú y yo vamos de campamento. Mm... ¿Qué dices?

—¡Si que bien!

No se me ocurrió otra cosa que decir que eso.

No quería que ella se enterara de que no tengo empleo y en la naturaleza puedo pensar con mas calma las opciones que tengo para sobrevivir con lo poco que tengo mientras encuentro otro empleo.

“Pero ahora nadie quiere emplear a una mujer como yo  de padres inmigrantes”.

A la a orilla del rio acomodamos la tienda de campaña, deje que mi hija se fuera a explorar por el sendero y eso me haría despejar mi mente.

—Un nuevo currículo.

Jamás pensé que me encontraría pensando en un empleo nuevo otra vez después de años trabajando en aquella empresa. No puedo poner que trabajé en industrias Vlarios, eso podría perjudicar mis posibilidades de encontrar un empleo que hasta ahora son del 70%.

—¡¡Mamá!!

El grito de mi hija me sacó de mis pensamientos de inmediato me hizo ponerme de pie y salir corriendo hasta donde se oía sus gritos. Al llegar a ella vi que estaba bien, pero alguien más estaba en una poza profunda.

—¡¡Mierda!!

Me lancé al agua sin pensarlo al ver que dejó de moverse. Nadando hasta lo profundo vi al niño. Al salir del agua con él tuve que darle primeros auxilios y por suerte comenzó a sacar toda el agua al toser.

Cuando me ve se asusta, pero violeta le dice que soy su madre.

—¡Pero que hacen aquí, acaso no saben que es peligroso estar aquí!

—¡Ezequiel! —un hombre mayor salió de los arbustos y al ver al niño se asustó. —¡Acaso usted…

—Papá… —el chico de al parecer de once años habla interrumpiéndolo —Ella me salvo de ahogarme. Gracias, señora.

La madurez del niño me desconcertó.

—Como puedo pagarle por esto.

—No se preocupe, fue una fortuna que mi hija estuviera al lado de su hijo de lo contrario…

—Por favor, no lo diga.

“Eso fue incómodo”.

—Oye vamos allá.

Violet tomó de la mano al chico que acabo de salvar y lo arrastró adentro del sendero. Le grité que volviera, pero me ignoró.

—Lo siento si la hice sentirse incomoda, solo…. Ezequiel es lo único que me quedan. No disfruté de la etapa de mis otros hijos mayoresl, por eso quiero vivir lo suficiente y poder disfrutar cada una de las etapas de Ezequiel.

“Ahora entiendo porque me calló de golpe”

Al verlo me hizo pensar en papá. Lo invité a una taza de chocolate y pensé que lo rechazaría, pero no fue así.

—Supongo que aún es joven. —lo miro y sonrío porque es la primera persona que lo nota —Aunque me sorprende que tenga una hija tan grande.

—En mi pueblo la adolescencia es diferente. En especial las chicas como yo que creen en el primer te amo de alguien que solo quiere llevarte a la cama.

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