Sinopsis
Del odio al amor hay un solo paso pero para Lea Villanueva Y Abel Vlarios no es el caso. Ambos se consideran locos mutuamente, él un loco ambicioso por poder y el y ella una loca frustrada y obsesiva por el trabajo y por matar a su jefe ya que su vida se convirtió en un infierno desde que lo conoció, pero ¿qué pasará cuando ambos den cuenta que para conseguir lo que quieren se necesitarán mutuamente?. ¿Podrá Lea vengarse de su loco jefe o podrá él sobrevivir al loco infierno que ella tiene preparado para él?
Extraño jefe
—Respira… respira con calma… ¡No puedo!
Grito exasperada porque nuevamente he metido la pata con mi jefe, ¡dios, ahora que voy a hacer!, me va a matar si se entera de esto. Una de las empleadas entra al baño, disimulo enjuagarme la cara para que no se diera cuenta de mis nervios.
“Que voy a hacer, me va a despedir”
Restriego mis ojos mientras pienso en la forma de enfrentarlo, pero…
—¡¡Ahhh!!...
Metí la pata y ahora tengo jabón en los ojos.
Comienzo a gritar pidiendo ayuda, pero la chica que estaba conmigo en el baño solo salió huyendo, llamándome loca. Si, soy tan torpe que, al solo pensar en la cara colérica de mi jefe me da tanto terror, mucho más que la película del exorcista y por eso no mi di cuenta que tenía jabón en las manos.
Al lavar mi cara, suspiro y me seco el rostro con mi con mi jersey, sacudo mis manos y entrecierro mis ojos para aclarar mi vista. La puerta se abre y las secretarias de la entrada principal me miran con desdén, me miro en el espejo y me doy cuenta de que no solo había lavado mi cara. mi jersey de lana es un desastre.
Pero, a quien no le va a dar miedo la cara terrorífica de un jefe que te quitaría todo con solo una palabra “despedida”.
“Como lo odio”
—¡Señorita Villanueva! —me llevo un susto del diablo al escuchar que recursos humanos me estaba llamando —Presentar a la…
La voz fue interrumpida por otra voz diciéndole “quítate” a la de recursos.
“¿No sería capaz?”
—Villanueva.
Me hizo palidecer de terror.
“¡Rayos es él!”.
—Villanueva —aclara su voz carraspeando —Le informo que no estoy molesto
“¿Habla enserio?”
—Hablo enserio —“¿acaba de leer mi mente?” —Por eso, le voy a pedir que me haga el favor de presentarse a mi oficina en este instante.
La reacción de mi jefe no era la que esperaba, era importante para él y aun así no se encontraba enfadado conmigo. No quería que se enfadara conmigo por eso corrí como alma que lleva el diablo hasta la puerta de su oficina, pero cuando estaba a punto de abrir sentí esa sensación que me hacía rechinar los dientes, se me erizó la piel porque es la misma que me indica que nada bueno iba a pasar.
“No seas tonta, es solo miedo”
Me motivo a mí misma para abrir la puerta. Lo hago con los ojos cerrados, al dar dos pasos dentro de su oficina, abro mi ojo izquierdo con miedo de verlo a la cara.
—Pasa —al escuchar la tranquilidad de mi jefe en su voz me hace sentirme aliviada porque no estaba molesto conmigo —Lira, ¿Qué esperas?
Me di cuenta de que su tono de voz estaba cambiando al ver que sigo sin moverme de mi lugar. Trago grueso antes de cerrar la puerta detrás de mí. Me acerco y jalo hacia atrás una de las sillas que se encuentra frente a su escritorio, apenas iba a sentarme cuando escucho como susurra mi nombre cabreado.
—Solo te pide una sola cosa, una sola cosa pero ni siquiera eso pudiste hacerlo bien, ¿enserio eres lerda o qué?
—S–Soy… Lea…
—¡Y encima me estas contradiciendo! —me grita golpeando su escritorio de golpe —¡Lo único que tenías que hacer era pasar todo a una sola carpeta para la presentación! —se acerca a mi silla —¡Como mierdas es posible que no puedas hacer nada!
—Juro que lo hice perfecto… señor Vlarios
—¿Enserio? —su tono sarcástico me molesta, pero me contengo —¿Por favor, mejor dime en qué eres buena? —me mira de pies a cabeza —Ni siquiera para pasar el rato sirves, dios que aspecto tan horrible tienes y encima apestas.
Me sentía denigrada enserio que sí. Sé que no soy bonita y que no me visto como las otras secretarias, pero he dado lo mejor de mí en estos años que he trabajado para él.
—Señor… no he descansado y yo…
—¡Pero nada! —me hace callar de golpe
—Yo… si lo hice, —justifico lo que pasó —Yo anoche señor, verifiqué que todo estuviera en orden y bueno… fue usted quien se…
Ni siquiera lo vi venir, todo pasó en un segundo. El me habia empujado al punto que me hizo caer de la silla. Pateó la silla rabioso mientras mi mente se puso en blanco por la colera que tenía, jamás nadie me había tratado de esta forma, ni siquiera mis padres y esto no lo dejaría pasar.
—Quiero que te largues de aquí y como compensación por la estupidez que hiciste no te daré ni un centavo.
—Eso no. —estaba harta de él —No puede echarme sin ningun centavo.
Todo este tiempo había sido sumisa por no perder este empleo y todo por mi hija, pero el acaba de echarme y encima quiere quitarme mis derechos por lamerle el culo durante todos estos años, no, eso no lo toleraré.
Él quiso sobrepasarse conmigo, pero le di una patada en sus testículos.
“¡Dios,si!, que bien se sintió”.
Tomé la silla en donde estaba sentada y el me vio con sorpresa y me llamó loca comenzando a gritar por ayuda como una niña.
—¡Señor!…
Al voltear hacia la puerta los de seguridad se me vinieron encima al verme me tumbaron contra el suelo como si fuera un ladrón.
—¡Llamen a la policía! —gritó mi jefe mientras le ayudan a ponerse de pie —Sáquenla de aquí, y asegúrense de que se vaya a prisión.
—¡Usted no puede hacerme esto!
Él sonrió de forma perversa y me dijo en la cara que había pruebas suficientes en mi contra para enviarme a prisión pon una larga temporada y oír eso me desconcertó,
“No. Si eso pasa no ver a mi hija”.
Con lágrimas en mis ojos le suplico que no lo hiciera.
—¿Qué cosa? —Acerca su oído a mi rostro —No lo oí bien.
Hace una seña con sus dedos y sus guardias me arrodillaron frente a él.
—Yo tuve… la culpa… —mis lagrimas brotaron un par de veces por esta humillación —Fue mi culpa.
—Mmm… está bien. —acepta —Déjenla ir, con esto aprenderá la lección. ¿no es así, Lira?
Rechino mis dientes colérica porque dice mi nombre erróneamente para fastdiarme.
—Si.
—Porque tienes que hacer todo tan difícil.. —susurra en mi oído —Nadie puede conmigo y mucho menos alguien como tú.
—¿Por qué… porque me hace esto?
—¿Por qué?, bueno es porque puedo, porque quiero y porque se me da la maldita gana. —ladea una sonrisa cruel —Sáquenla de aquí y que busquen una nueva secretaria para mí. —lo miro por última vez con todo mi odio —Bye, lerda .
—¡Maldito!
No puedo evitar gritárselo en la cara y más porque sé que está disfrutando de esta humillación
“Ama humillar a los demás”
—Para que no haya rencores, te daré un obsequio.
—¡Que!..
Toma mis mejillas con su mano derecha de forma ruda, posee esa sonrisa torcida que odio con todos mis demonios que me gritan por dejarlos salir y matarlo a golpes- La presión me desconcertó, no puedo reaccionar al estar en shock por lo que estaba pasando, sus labios estaban contra los míos.