Capítulo 5
Dejo el móvil a un lado, me calzo las chanclas de goma y salgo para ver a dos chicas chapoteando y gritando en la piscina, mientras los socorristas se colocan junto a la escalera de hierro del borde y gritan a voz en grito a las mujeres que nadan a esta hora tardía.
- ¡Salid de ahí, idiotas! - grita Rinat, pero las chicas sólo responden riendo. - ¿Qué coño es esto?
- Yo no voy a entrar", dice su compañero en voz igual de alta. Entiendo, un buen tipo llamado Dimitri. - Chicas, vámonos de aquí. Basta de tonterías.
- Dimochka, Rinatik, - pita una de las chicas, y en ese momento me detengo detrás de los chicos. Más exactamente, a unos metros de ellos.
Están mirando hacia la piscina y no se dan cuenta de mi presencia. Las dos chicas que querían acostarse con los chicos esta noche chapotean en el agua. Y a juzgar por su comportamiento y su voz, están muy borrachas. Son idiotas, es difícil decirlo de otra manera.
- Dimon -suspira pesadamente mi detractor y se pasa una mano por el pelo-. - Ahora voy a matarlos. Incluso la cárcel no parece una mala opción en esta situación. Estoy harto de vosotros, estúpidos descerebrados.
- Rinat", se ríe su compañero y le da una palmada en el hombro. - Tranquilo. Las chicas están de vacaciones, han bebido demasiado.
- Están cabreadas. - Rinat gruñe y vuelve a dirigirse a las chicas: - ¡Salid del agua o no me hago responsable de mí mismo!
- ¿Me das unos azotes? - Se ríe una chica.
- ¡Mejor a mí! - grita otra.
- ¡Dimon! - Rinat chasqueó - ¡Sácalos de ahí! ¡O las ahogo!
Dima se ríe, se quita la camiseta, la tira a un lado y se tira a la piscina en calzoncillos.
De algún modo, consigue llevar a las chicas hasta las escaleras de hierro. Rinat ayuda primero a una chica a salir del agua para que no vuelva a caerse, y luego a la otra. Se han puesto vestidos largos y ahora parecen gallinas mojadas. ¿Qué clase de cerebro hay que tener para hacer semejante truco? ¿Como un avestruz?
Dima sigue a las chicas y, junto con Rinat, conduce a sus actuales compañeras hacia el edificio.
- ¡Rinat! - La chica borracha rodea con sus brazos al chico, abrazándolo con su cuerpo, prácticamente colgándose de él.
- 'Tranquilo, descerebrado', gruñe mi detractor, y ya no puedo más.
Primero me río a carcajadas y luego aplaudo con fuerza para llamar la atención. Y es inmediato: los chicos se detienen, siguen sujetando a las chicas por la cintura, se giran en mi dirección y me miran.
- ¿Quién os ha enseñado a tratar así a las mujeres? - pregunto en tono sarcástico, viendo cómo Rinat arruga la nariz y ya no oculta su irritación.
Incluso a la luz de los faroles, sus ojos brillan de ira. Me muero de ganas de tomarle el pelo y cabrearle.
No va a...
- Dimon", le dijo el descarado a su amigo, sin dejar de mirarme. - ¿Puedes encargarte tú solo de las chicas?
- No hay problema", coge a la otra chica por la cintura y la lleva en dirección contraria a la mía. - Chicas, nada de mimos -se vuelve hacia sus actuales compañeras-.
- ¿Y Rinatik? - chilla el que fue traicionado por mi malqueriente a su compañera.
- Y Rinatik se unirá a nosotros más tarde -dice Dima en tono tranquilo mientras sigue alejando a las chicas.
Y quedamos los dos solos. Sonrío, lanza rayos -qué hombre tan destemplado. Ni siquiera aguanta una broma.
- ¿Qué haces aquí? - Rinat da un paso hacia mí, acortando la distancia entre nosotros.
Pero eso no me lo puede quitar; si supiera cuántas miradas como ésa he visto en mi vida durante los exámenes, cuando los alumnos suspendían mis exámenes, o mejor dicho, los suspendían.
- Gritabas tanto -extendí los brazos a los lados-. - Pensé que quizá necesitaba ayuda.
- No quiero nada de ti -siseó Rinat, bastante cerca de mí.
- Qué maleducado -digo con voz juguetona, moviendo la cabeza de un lado a otro y arrugando la nariz-. - Si no te han enseñado buenos modales, no deberías mostrar tu mala educación a todo el mundo.
Termino la frase y grito cuando Rinat me agarra del brazo justo por encima del codo y me acerca a él.
- Y tal vez quieras acortar la lengua -me suelta en la cara. - Aunque...
Tartamudeó, pero el brillo de sus ojos ya no me gustó. Está tramando algo, y a juzgar por la forma en que su rostro esboza una sonrisa sarcástica, incluso diría que muy desagradable, será mejor que se largue de aquí rápidamente.
- Tengo su "aunque" escrito por todas partes -respondo con valentía, mirándole directamente a los ojos. No me gusta el brillo sospechoso de sus ojos. - No te atrevas.
- Me pregunto qué me harás.
Otra vez ahah, porque el villano me coge en brazos y me lleva rápidamente a la piscina.
- ¡No! - grito, e inmediatamente caigo en el agua cristalina. Gracias a Dios, al menos tengo tiempo de cerrar los ojos.
Me sumerjo y, al salir del agua, me pongo lentamente en pie. Me caen gotas del pelo a la cara, pero no me fijo en ellas. Mi mirada está fija en el hombre insolente, que está de pie junto a la escalera de hierro con una sonrisa en la cara. Una sonrisa tan insolente que me dan ganas de darle un puñetazo en el ojo.
Pues ya sabes.
- Gilipollas", siseo, empezando a avanzar hacia los escalones.
Sumerjo las manos en el agua mientras avanzo y me quito las chanclas, que de algún modo permanecen en mis pies mientras me sumerjo en el agua. Llego a la escalera, tiro los zapatos al borde y comienzo el ascenso. Al llegar a "tierra firme", los ojos de Rinat se abren de par en par. Y miran hacia algún lugar por debajo de su cara.
Ya de pie sobre las baldosas, cerca del borde, miro hacia abajo y gimo, cerrando los ojos: llevo una camiseta de pijama, que ahora me queda ceñida alrededor de los pechos sin ropa interior, y unos pantalones cortos. Y esos mismos pechos...
Y de nuevo se me escapa un largo gemido, y mi detractor vuelve a sonreír.
- Estoy impresionado -ladea la cabeza hacia mi cara-. - Muy impresionado, ¿quieres averiguarlo?
- Pues ya sabes -expreso mis recientes pensamientos, encendiéndome como una cerilla y empezando a pisarle.
Bajo mi mirada furiosa sigue riendo desafiante, pero da unos pasos hacia atrás. Sin embargo, al cabo de cinco de esos pasos cambiamos de trayectoria y Rinat ya se mueve de espaldas al borde de la piscina.
- ¡Estoy harto de ti! - No hay ni un atisbo de alegría o amabilidad en mi tono.
- ¿En serio?", levanta las dos cejas y sigue cabreándome con sus risas sarcásticas. - Me pregunto por qué.
- Oh, no lo sabes", nos quedamos muy cerca. Tan cerca que puedo sentir su aliento caliente. Pero me da igual.
Mi pecho se agita y ardo de indignación. ¿Qué otra cosa podría decir o hacer? Mi mirada tropieza con el borde de la piscina, donde Rinat está congelado, y sin pensarlo, lo empujo contra mi pecho.
Algo que no había tenido en cuenta era que su coordinación era mucho mejor que la mía. Y parece que también con la reacción, así que justo a tiempo de gritar por segunda vez esta noche "No-o" cuando un fuerte brazo masculino me rodea la cintura, y yo, una vez más, por segunda vez en cinco minutos, me encuentro en la piscina.
Los brazos de un hombre me ayudan a subir a la superficie. Para ser más precisos, a nadar más rápido: ¡qué considerado es! Primero me lanza al agua sin decir una palabra, y ahora se muestra noble, asegurándose de que no me ahogue.
Volvemos a estar uno al lado del otro: él no me quita las manos de la cintura y yo le lanzo rayos con los ojos. Estaba tan caliente que estaba a punto de explotar, y el insolente salvador estaba en apuros. No sé cómo habría podido borrarme la sonrisa de la cara, o le habría estampado el puño en su descarado rostro.
No sé por qué tenía pensamientos tan sanguinarios en la cabeza. No sé por qué tenía pensamientos tan sanguinarios en la cabeza. Estaba un poco nervioso, pero este... no sé ni cómo llamarlo en esta situación, y había conseguido cabrearme en el espacio de veinticuatro horas.
- Idiota -le golpeé en el pecho con las manos. - Podría haberme hecho daño. ¿En qué estabas pensando al arrastrarme a la piscina contigo?
- En lo mismo que pensabas cuando me metiste en ella -me contesta. Responde tan rápido, sin pensárselo siquiera. - ¿Te encuentras bien? - Inclinó la cabeza hacia mi cara.
- Todo es cuestión de tiempo -acepté sus condiciones, sonriendo torcidamente-.
- Lo importante es preguntar", dice crípticamente.
Detiene su mirada en mi rostro. Mis ojos bajan más y me paso la lengua mecánicamente por los labios resecos.
No se atrevería...
Rinat me tira bruscamente de la cintura con una mano, la otra se enreda en mi pelo mojado y hunde sus labios en los míos. Afilados, descarados e insistentes. Pero se siente tan jodidamente bien. Y por alguna razón, no quiero apartarme.
No quiero huir de él. Mi supuesto prometido no está a la altura de mi actual "galán".
Su beso es enloquecedor. La cabeza me da vueltas a la velocidad de la luz, tengo los ojos cerrados de placer y no puedo respirar. Todos los pensamientos giran en torno a ese beso frenético con Rinat.
"Me pregunto cómo será en la cama". - es lo último que me viene a la mente, y siento que me electrocutan.
¡Pues no! ¡Eso es lo último que necesito!
Pongo los puños en el pecho del hombre y lo empujo para que se aparte de mí. No se resiste, por extraño que parezca, pero aparta las manos e incluso da un paso atrás.
Y yo no puedo volver en mí por la sobrecarga de emociones. ¡Qué bribón! Me tiene en un estado de descontrol absoluto. Gracias a Dios que no sonríe, sólo me mira fijamente a los ojos y respira tan rápido y entrecortadamente como yo.
- Tócame otra vez -siseé, y puse la mano derecha delante de mí, apuntando con el dedo a Rinat-.
- Dime que no te ha vuelto a gustar -hizo una mueca, pero no se movió-.
- ¡Haré de tu vida un paraíso!
Con estas palabras le doy la espalda y me dirijo hacia las escaleras de hierro. Se me escapa una risita satisfecha:
- ¡Buenas noches a ti también, Puta!
- ¡Gilipollas! - Murmuro para mis adentros, recojo los zapatos y me dirijo a la habitación, dejando huellas húmedas en las baldosas.
Estoy temblando, ya sea por el frío o por el exceso de emociones. Pero creo que ambos son los culpables de mi miserable estado. No encuentro los dientes y me tiemblan las manos, pero consigo quitarme la ropa mojada y me dirijo a la ducha.
El agua caliente hace maravillas: en diez minutos tengo la piel roja, el escalofrío ha desaparecido, pero sigo sintiendo una especie de fatiga. No necesito estar estresada por culpa de un cretino que se cree el centro del mundo. Es tan engreído.
"Dime que no te ha gustado", me dicen sus palabras, y me encojo como si acabara de comer borscht agrio.
Puede que sí. Quizá me gustó mucho. Pero en la vida no lo admitiré. Que siga satisfaciendo su ego subiéndose a las faldas de las chicas, ¡pero no a mi costa!
Eso es todo - a partir de mañana, voy a ignorar por completo Rinat - las miradas y las palabras y las bromas estúpidas que me cabrean. No volvería a cabrearme, aunque no lo intentara. También me puso el apodo de Bitchy. ¿No se le ocurrió algo más original? Lo principal es no demostrar que me cabrea, que me siga llamando como quiera, si no tiene imaginación.
¡Un ignore total es todo lo que se merece!
Con esa nota positiva, sonrío, me pongo la ropa interior seca y la camiseta, y me meto bajo las sábanas. Por la mañana, como suele decirse, más sabio por la mañana, y en mi caso, aún más optimista, ¡porque a partir de mañana ya no habrá un tipo llamado Rinat en mi vida!
¡Él sabrá lo que es una Perra en el pleno sentido de la palabra!