Capítulo 5. Te voy a cuidar yo
Por Elizabeth.
Me dejó.
De golpe.
Fue un balde de agua fría.
Se fue cuando menos me lo esperaba.
Me dijo adiós, que no lo moleste, que nuestro hijo no lo llame.
Esa angustia no se va a borrar en la vida.
Me dijo que no me preocupara por la parte económica, que me dejaba la casa.
Sinceramente me quedo en esta casa por Matías, porque se lo merece, porque es su hijo.
Sé que si me iría, posiblemente meta en mi casa a esa otra, la que me robó su amor.
Para mí esta casa es mucho más que eso, es mi hogar.
Es mi nido de amor, hoy vacío, donde viví horas de amor, de pasión, horas donde compartimos mil cosas con Gonzalo.
Decidió de golpe, dejarme.
Fue por otro querer.
Sí para él soy culpable, no lo voy a detener.
¿Culpable de qué?
Sí quiere el divorcio, se lo firmo.
De algo estoy segura, ella no es mejor que yo.
Tarde o temprano se va a dar cuenta que nosotros no teníamos una relación de dos días, que no va a serle fácil olvidar lo nuestro, éramos una familia.
Va a extrañar a nuestro hijo
Realmente espero que recapacite y cuando lo extrañe, lo vuelva a ver.
A mí me dejó.
No dejó de ser padre.
—¿Papi?
Me preguntó cuando se despertó nuestro pequeño.
—Papi tiene mucho trabajo y tuvo que salir de viaje, va a tardar un poco en volver.
—¿Por qué?
—Por trabajo, mi cielo.
—Lo quiero ver.
—Se fue temprano y me dijo que te diera un beso enorme y que te portes bien.
—¿Lo puedo llamar?
—No mi cielo, en el avión no tiene señal.
Se puso a llorar, pero lo besé y mime tanto, que se conformó o al menos eso demostró.
Yo no podía más con mi tristeza.
No sé si Matías lo intuyó, pero se conformó enseguida, no era lo que hacía normalmente, menos desde que estoy embarazada.
—Mientras papi no esté, vas a ser el hombre de la casa.
—Si mamita, te voy a cuidar yo.
Sin más, me puse a llorar, no lo pude evitar.
—¿Qué pasa mamita, por qué llorás?
—Me emocionaron tus palabras, cielo.
—Te quiero mucho.
—Yo a vos también, te adoro y siempre te voy a amar, cuando nazca tu hermanita también te voy a seguir adorando y vas a ser su hermano mayor, entre vos y yo la vamos a cuidar.
Me abrazó en silencio.
A lo mejor comprendió que desde ahora vamos a estar solos.
Siento que mi pequeño es mucho más hombre que su padre.
No puedo seguir llorando delante de él
Lo voy a asustar.
No quiero que piense que su padre lo abandonó.
Me abandonó a mí, pero sigue siendo el padre, a lo mejor se arrepiente y decide verlo, no voy a permitir que mi hijo esté resentido con su padre.
Voy a hacer lo posible porque siga amando y respetando a su padre.
Lo llevé al jardín de infantes.
Le di miles de besos.
Cuando volví a casa, me derrumbé.
Lloré como nunca.
Creí que era su dueña.
Lo que creo es que si me dejo a mí, embarazada y con un hijo, a ella también la va a dejar, no se compromete con nada, ni conmigo que soy su esposa.
No sé si pienso así porque estoy resentida.
Me miro la panza, es enorme, entiendo que no lo puedo atraer ¿Pero divorciarse?
Sin embargo, no cambiaría mi estado por nada, ni por él.
En un momento me di cuenta que no lo podía retener.
Le di mi vida.
Gracias a Dios fui cursando materias de abogacía, solo me faltaban cursar dos y me recibía de abogada.
Jamás me preguntó por mi facultad.
Tampoco yo le hablé del tema, luego de esa primera vez.
Siento que Gonzalo se equivocó de nuevo, siempre cedí y perdoné un montón de pequeñas cosas.
Se parece a Mati, son los dos bastante caprichosos y yo cedía ante sus caprichos, los que eran menos importantes.
Siempre fue bastante egoísta, pero yo lo amaba, porque por otro lado era tierno, cariñoso, amable, trabajador, buen padre y como amante me llevaba hasta al mismo sol.
Tanto, me quemaban sus caricias.
Estoy temblando, evidentemente él no sentía lo mismo conmigo.
Solo espero que Matías lo pueda perdonar, que le perdone el abandono, el no despedirse, el no dar la cara ni explicarle que como ya no me quería, se iba y que también se pensaba alejar de él.
Mi panza está dura, me recuesto un rato.
Las dos señoras de la limpieza no se animaron a preguntar en un principio, por qué lloraba.
María me llamó para saber si quería almorzar.
—Señora…
—Decime.
Digo yo secándome las lágrimas.
—Perdón...pero ¿Le sucedió algo?
—Me dejó.
Me mira y miró mi panza.
Es inaudito que un marido deje de repente a su mujer, embarazada de tantos meses.
—Sí, Gonzalo me dejó, se fue, lo único que le dije a Matías es que su padre está de viaje.
Me largo a llorar nuevamente, con congoja, desesperada.
—Puede volver, a lo mejor se enojó por algo.
Abro el vestidor, se lo muestro vacío.
También se le caen las lágrimas.
—No tengo hambre.
—Tiene que comer algo, el bebé dentro de su panza necesita alimentarse.
Tiene razón.
Me esperan días muy difíciles.
Nunca fui de tener muchas amigas y con la que más hablo es con Mónica, la esposa de Damián, él es mi antiguo jefe y el mejor amigo de Gonzalo, por lo que no puedo ni llamarla.
También están Selva y Jorge, que son amigos suyos.
Por él dejé hasta a mis amigas.
Tocan el timbre.
María me dice que está Lucía, es la esposa de Alberto, el padre de Gonzalo.
Ya debe saber que me dejó.
—¡Linda!
Dice mientras me abraza.
Volví a llorar.
No puedo más
Estoy muy sensible.
No podía ni contestarle.
—Se va a arrepentir, quiero que sepas que tenés nuestro apoyo, el mío y el de Alberto.
—Gracias.
Realmente Gonzalo me hizo mucho daño.
Estoy desmoronada.
—Cuando tengas que ir a los controles, te acompaño,o si querés dejarnos a Mati en algún momento o si te sentís mal, solo tenés que llamarme, o simplemente llamame si querés hablar.
La abracé, fuerte, no podía dejar de llorar.
—Me dejó, de golpe, se fue y sé que tiene una amante, yo le di todo, siempre estuve para él.
—Lo sabemos y yo particularmente sé que si no fuera con vos, Gonzalo no hubiese vuelto a hablar con su padre y posiblemente ni nos hubiéramos casado con Alberto.
—No sé si tanto.
—Sí, Eli, todos sabemos lo caprichoso que es Gonzalo.
—No puedo más.
—Linda, sé que es difícil y que posiblemente se encaprichó con esa mujer, pero se va a arrepentir y va a querer volver, si no lo perdonás, todos te vamos a apoyar.
—Gracias…¿La conocen?
—No, Gonzalo dijo que cuando volvían de Europa nos la iba a presentar y Alberto le contestó que en casa solo hay lugar para vos y los niños, que es el respeto que vos te merecés.
—Pero Gonzalo es su hijo.
—El respeto se lo tiene que ganar y no es de hombre lo que hizo, te dejó estando a pocas semanas de parir.
—Gracias.
—Gracias a vos por ser como sos.
Nos abrazamos nuevamente.
Se quedó hasta que fui a buscar a Matías al jardín de infantes.
Por la tarde Mati estuvo tranquilo.
Yo traté de no llorar, me concentré en mi hijo.
Traté de estar tranquila por mi bebé.
Cuando por la noche me acosté, nuevamente la angustia se apoderó de mí.
Me di completa a él.
Me entregué sin medir las consecuencias.
¿Cómo pude ser tan ciega?
¿Cómo puedo amarlo tanto?
Recuerdo su risa, sus caricias, sus besos.
Me tengo que reponer, pero no sé cuando lo voy a lograr.
Yo sin Gozalo soy otra persona.
Lo extraño.
¿Todo era falso?
¿Quién tiene sus caricias?
Dejó que lo adorara, que le diera mi vida y se fué.
Es caprichoso ¿Habré sido un capricho para él?¿O lo es esta nueva mujer?
Me juró amor eterno.
¿Me mintió tantos años?
¿Quién vive ahora con él?
¿Le hará el amor como me lo hacía a mí?
¿Ella sentirá morirse de felicidad en sus brazos?
No puedo dejar de llorar.
A pesar de sus caprichos y de su egoísmo, lo creía perfecto, lo amo.
Lo único que sé es que el hombre que yo amo me dejó, está en brazos de otra mujer...gozando de un amor que a mí me negó.
Lo dijo bien claro, para él soy patética.
Ya no va a haber más noches donde lo espere con ansiedad y nos perdamos uno en brazos del otro, cuando nos comíamos a besos y hacíamos el amor hasta la madrugada.
Ahora lo hace con otra.
¿Quién lo esperará?
¿Quién le dará todo su amor?
Siempre me creí una mujer fuerte.
Estudiaba cuando él no estaba y no veía la hora de mostrarle mi título de abogada para que se sientiera orgulloso de mí.
Ya no le tengo que demostrar nada
Ni como me cultivo, ni lo buena madre que soy, ni cuanto lo amo.
Nada importa, ni lo buena persona que soy, ni como me esmeraba para que todo sea perfecto para él.
Siento que su amor nunca lo voy a poder desprender de mi corazón.
Claro que comprendo lo que hizo.
Me dejó sin importarle nada, ni sus hijos.
Aunque en el fondo de mi alma, tengo la esperanza que venga corriendo a casa, diciendo que está arrepentido.
Y aunque me duele su infidelidad, a esta altura es estupido negarlo, lo perdonaría sin preguntarle nada, sin hacerle ningún reproche.
Tal vez por eso se fue.
Sabe que puede volver y que siempre voy a estar esperándolo.
Es una locura lo que estoy pensando.
Pero respiro y vivo por él.
¿Se acordará de mí o ni me recuerda?
¿Extrañará a Mati?
Eso me duele más aún.
Quisiera tenerlo a mi lado, estar envueltos en un abrazo y que ese abrazo dure para siempre.
Ya no vamos a escuchar viejas canciones mientras nos besábamos sin pudor.
Siento el vacío de él.
Mi vida se convirtió en un frío invierno.
Hace tanto que ya no me besaba así y yo no me daba cuenta que lo estaba perdiendo.
¿Cuánto hace que se quería ir de casa?
¿Ya me olvidó?
¿Llegará el día en que yo lo pueda olvidar?
Ese pensamiento me angustió más.
¿Así es el amor?
Sé que aunque logre olvidarlo, nunca voy a sentir por alguien más lo que siento por él.
Me hirió mucho cuando se fué, me quiso convertir en la nada misma
Fue inhumano.
No solo conmigo, sino con mis hijos.
Va a llegar el día en que pueda hablar sinceramente con Matías.
Ese día le va a doler más a Gonzalo que a mí.
Ni siquiera me amó una última vez.
No se sentía atraído hacía mí.
Se terminó su amor.
No lo pude acariciar para sentir por última vez su piel, su aroma, el sabor de su boca.
Me dejó así, sin más.
Voy a llorar muchas noches, su ausencia es notoria y profunda.