Librería
Español
Capítulos
Ajuste

2

LA ACTUALIDAD

—Mar, no creo que sea buena idea —Ximena me sigue cerca de las escaleras en el campo de fútbol.

—Xime, tranquila, créeme que ese tipo se lo merece —le di una mirada rápida. Mi amiga tenía cara de preocupada, supongo que no quería ser suspendida. Contexto: mi novio... bueno, ahora mi ex novio resultó que me estaba engañando con otra chica de primero así que le daré una sorpresita porque nadie se mete con Mar, y si lo haces la pagas muy caro.

Peter estaba sentado en las gradas con la chica, quien se supone que se llamaba Ileana, no lo sé y no me interesa. Apenas llevamos como dos semanas de ser novios. Peter me había parecido un buen chico pero al parecer las apariencias engañan. Y resultó ser un mentiroso de lo peor. Al menos ni siquiera me había enamorado, solo era una vaga ilusión que ya se esfumó.

Me puse exactamente cerca de ellos, acerqué el panal de hormigas a su pantalón y esperé que las chicas hicieran su trabajo. Poco a poco fueron subiendo a su cuerpo y a su ropa, me quería reír lo más fuerte que pudiera pero no podía. Ximena estaba un poco nerviosa. Habían chicos jugando en el campus, eran los de cuarto. Pude divisar a Travis Killyan entre ellos. Ese chico raro. Salí de mis pensamientos y quité el panal ahora que se habían cruzado todas. Peter empezó a rascarse disimuladamente frente a la chica, luego no pudo hacerlo disimulado porque se dio cuenta de que eran hormigas y Peter le tenía miedo a las hormigas. Se puso de pie y se empezó a rascar desesperadamente.

—¿Qué es esto? —chilló. Bajó las escaleras rápidamente sin dejar de rascarse. —¡Ah! ¡Quítenmelas!

El entrenador y todos los demás lo miraron, pero Peter lo hacía tan chistoso que más bien provocó risas. Sin embargo, el entrenador al ser un docente su deber fue ir donde el y tratar de ayudarlo.

—¡Hormigas! —gritaba Peter—¡Pican! —y luego soltó un chillido de nena. Por Dios, ¿como pude ser novia de alguien como él? Ahora dejé de reírme y me dio pena ajena. De verdad.

—Vamos, Xime, el espectáculo ya pasó para mi —dejé el panal en el suelo, me sacudí las manos y empecé a caminar hacia la entrada. En el pasillo me sentí un poco rara, es decir, mis cambios de humor eran notorios últimamente, primero estaba riendo y ahora me sentía lo más seria que nunca. A veces me preocupaba.

—Ya estarás contenta —me dijo Xime.

—Un poco —admití— Lo que sí tengo es hambre, ¿vamos a comer un poco?

—Está bien.

Los altavoces resonaron por todo el pasillo, al parecer la directora daría un anuncio o algo.

—Mar Quincy, por favor presentarse a la oficina del director. Mar Quincy, presentarse a la oficina del director.

Genial.

—¿Se dieron cuenta? Mar, te expulsarán. —Ximena era un poco exagerada a veces.

 

—Ha de ser por otra cosa, no creo que se hayan dado cuenta tan rápido —le resté importancia—Iré, te busco cuando salga.

—Avísame cualquier cosa.

Mientras hacía mi caminata por el pasillo hacia mi verdugo, por la puerta que da al campus aparecieron tres chicos, los populares de aquí, ellos eran Lenny, Víctor y Travis. Si, ese niño raro que conocí hace años ahora se había convertido en el más popular de aquí, y es que la adolescencia le había pegado fuerte, estaba más que bueno. Pero igual, jamás le hablé. Puse mi cabeza en alto y le pasé a la par sin mirarlo, sin embargo, mi hombro chocó con el suyo y ambos nos miramos en esa milésima de segundo.

Juro que fue extraño y electrizante.

No le puse tanta mente y me dirigí a la dirección.

—Limpiarás la biblioteca esta tarde y mañana también.

—¿Qué? Es enorme y está llena de polvo. —me excusé. Si, se había dado cuenta lo de las hormigas. Cuando encuentre al chismoso...

—Sin rechistar, es mi última palabra. Ahora te puedes retirar.

Me sentía en un juzgado y la señora directora era mi juez quien me estaba dando mi sanción.

—Bien —respondí sin más. Me puse de pie y salí de la dirección. Tenía planes para hoy, quería estar acostada mirando alguna cosa en el celular mientras el tiempo pasaba. Odiaba que mis planes no salieran como quería.

Iba murmurando cosas sin sentido cuando me encontré a alguien sentado en la ventana del último piso. Si, porque la dirección estaba en el último piso. Fumaba, veía humo. Mientras más me acercaba sigilosa me daba cuenta de quien era. Travis. Estaba muy prohibido fumar aquí, si te encontraban haciéndolo te suspendían por unos días. Y este chico es o muy valiente o muy tanto al hacerlo cerca de la dirección. Para eso está el patio trasero. Iba a pasarle de lado e ignorarlo como siempre pero su voz... por primera vez su voz se escuchó diciendo mi nombre:

—Mar... —fue gruesa, tan varonil.

No sabía qué decir, quería esconderme o algo. ¿Y si no me ha visto? ¿Y si está fantaseando conmigo? Vaya, pensé que sus gustos eran más... altos. Aunque es obvio, por favor, soy yo. Okay, eso fue un poco egocéntrico de mi parte.

—Sé que estás ahí —volvió a decir dando otra calada a su cigarro.

Carraspeé y salí de mi escondite.

—Es prohibido fumar —le dije, viéndolo.

Travis veía el exterior, pero luego me miró a mi. Su mirada fue... oscura, fue... electrizante. Quizás sentía estas cosas porque desde aquella vez cuando recién nos conocimos de niños no nos habíamos vuelto hablar así... cerca.

—¿Y?

—Si la directora te ve te puede expulsar.

Travis se reincorporó poniéndose de pie y acercándose a mi, era más alto. Dio una calada y me tiró todo el humo a mi. Tosí un poco y ahora le di una mirada asesina.

—¿Le contarás tu?

—No, pero puede salir en cualquier momento.

Rió a lo bajo.

—Se nota que no me conoces, Mar.

Me relamí los labios, y Travis lo notó.

—Sí, no te conozco y no me interesa hacerlo tampoco —quise dar media vuelta pero Travis me tomó del brazo así que lo miré de nuevo. Estaba dispuesta a decirle unas cuantas  cositas pero no pude. No pude porque Travis pasó su dedo índice por mi brazo, recorriéndolo, dejando un cosquilleo placentero en esa parte, hasta llegar a la palma de mi mano. En su mano tenía algo, algo que dejó en la mía. Cerró mi puño y, dándome una última mirada, se fue.

No entendía por qué había actuado así conmigo.

Cuando abrí mi mano me di cuenta de que era mi collar. Me llevé una mano al cuello y me di cuenta de que no lo tenía. No recordaba en donde se me había caído. Pero, ¿como sabía Travis que era mío? Si se supone que era la segunda vez en la vida que nos hablábamos.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.