Capítulo 3
Caminé por la habitación como una loca, recordando la conversación con mi padre. ¿Cuánto tiempo había estado en un estado de confusión, una hora? ¿Dos? Tenía que hacer algo, encontrar una salida de algún modo. Pero este problema no tiene solución, pase lo que pase.
"Este es el fin", las palabras de mi padre vuelven a mi mente. Con dolor y desesperación y un miedo terrible en mi corazón.
¿Cómo puede ser? ¿Voy a perder mi hogar? El lugar donde nací, donde fui feliz y siempre supe que era mi castillo. Aquí nadie me haría daño. Y el recuerdo de mi madre sigue vivo, simplemente no tengo derecho a traicionarla.
- No, papá -dije en la habitación vacía, caminando con confianza hacia el armario-. - Aún no ha terminado.
¿Qué decía, una lágrima? Podemos hacerlo, y he tenido muchas ausencias de control por mis dotes de actriz. Me han dado puñetazos en el cuello, pero ¿quién puede decir quién es el ganador? Lo importante es el resultado: la lección estaba ausente, y por la razón más buena.
Y el hombre es probablemente un viejo chocho. ¿Cómo puede un joven ganar tanto dinero? ¿Y dar préstamos a perdedores como mi padre? No, le quiero mucho, pero a veces su comportamiento tonto es molesto hasta el punto de romperme los dientes.
¿De qué tengo tanto miedo? De hecho, tal vez, y escucha de verdad, si se acerca a una inocente corderita - el pelo suelto, con raya al medio, los ojos inocentes y ni un gramo de cosméticos en su bonita cara. ¿Quizás mi tío se apiadaría de una huérfana como yo, y se apiadaría de mi padre ampliando el plazo de devolución del préstamo? Intentaré sacarle una lágrima haciendo que el viejo se compadezca de la pobre chica, que pronto no tendrá dónde vivir.
- Te largarás de nuestra casa", cierro el armario y termino de vestirme. Una falda modesta, unos leggings, un jersey holgado: fuera es de noche y hace fresco. No voy a congelarme con una camiseta o un jersey. Puede que sea verano, pero por la noche puede hacer mucho frío. Mejor ir sobre seguro.
Bajo a la planta baja y me dirijo al despacho de mi padre. Está sentado con la cabeza gacha sobre los brazos cruzados. Me da pena, pero al mismo tiempo me da asco. Sabe que odio que beba. ¿Por qué me provoca?
- ¿Intenta matarme? - Supongo que me ha oído entrar, pero no ha levantado la vista. Está ahí sentado, triste y quejándose de su miserable destino. Ojalá se ocupara de sus asuntos, no de sus tonterías.
- Hago una pausa en la mesa, pero mi padre levanta lentamente la cabeza.
Tiene los ojos nublados, pero en su rostro se dibuja una sonrisa errante. No quiero decirle cosas feas a mi amado, pero tengo unas cuantas frases desagradables en la lengua.
- Aquí está su tarjeta", mete la mano en el cajón superior de su escritorio y saca un trozo de cartón.
Me la arranco de las manos, pues no quiero volver a ver a mi padre así. Me doy la vuelta y salgo del despacho, leyendo en voz alta por el camino:
- Ignat Valeryevich Domansky", le doy la vuelta al reverso de la tarjeta. - Calle Svetlaya, dieciocho, - está escrito a mano. Es curioso.
Normalmente los tipos duros no dejan sus direcciones, pero aquí ni siquiera fue perezoso y la escribió él mismo. Tiene un nombre bonito, Ignat.
Recuerdo que hace un par de meses, el destino me topó con un hombre. Por casualidad. Ignat también. He aquí un ejemplo de belleza masculina, carisma y encanto.
Viejo para mí, ¡pero aún así encantó el corazón de mi pobre chica!
Ojalá lo hubiera conocido...