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5

Subo las escaleras y llego a la habitación de Scott. Oigo las llaves girando en la puerta

¡No necesitábamos esta! Tengo que darme prisa...

Ni siquiera puedo cerrar la puerta en silencio.

Usando mis hombros puedo quitar la mordaza. Oigo pasos en la sala de estar.

Son los dientes que abro la cremallera de la mochila. Asomo la cabeza dentro y extraigo el estuche con la boca. Lo Poggio en el suelo suavemente.

Oigo pasos en el pasillo. Quienquiera que sea no está subiendo las escaleras en este momento.

No puedo abrir el estuche con la boca. Miro a mi alrededor. ¡Piensa feo, estúpido, piensa! ¡Para qué sirven todas esas notas altas si no tienes ideas!

Con la boca me quito un calcetín. Luego, con los dedos del pie liberado, también quito el otro.

Agarro la caja de lápices con el primer y segundo dedo del pie derecho. Con el izquierdo agarro la cremallera. Tiro y abro la caja.

Con mi pie derecho saco las tijeras.

Oigo pasos que suben las escaleras.

Tengo que darme prisa... Tengo que liberarme...

- ¡ Asustado eh alfombra! -

Dice Scott apareciendo en el umbral.

Me dejo caer al suelo exhausto por el susto.

Él ríe.

- ¡ Eres un imbécil! -

- ¡ Y te gusto por esto! -

Se ríe de nuevo. Lo miro furiosa: ¡era una broma de mal gusto!

Me quita las tijeras que todavía tenía en mis pies.

- Tengo que ir al baño - le digo. Trató de mantener su voz ofendida. No puedo hacerlo. Cómo podría.

Él me desata.

- Date prisa, vamos a dar un paseo después -

¿Qué? Nunca lo hemos hecho antes... Esto me hace feliz: con él siempre tengo la sensación de que se avergüenza de mí.

Voy al baño. ¡Por fin algo de alivio!

Salgo del baño, me vuelvo a poner los zapatos.

- ¿ Salimos ahora? - pregunto sonriendo.

- Bájese los pantalones y la ropa interior. -

- ¿ Cómo? -

- Obedecer. -

Obedezco.

Scott me mira por un momento. Aparto la mirada y me sonrojo.

- Te merecías disfrutar - sonríe con picardía - pero no será como crees. -

Saca un objeto redondo y una cinta adhesiva de una caja. Coloca el objeto en mi clítoris y lo bloquea, no la cinta.

- ¿ Es eso un vibrador?

El sonrie.

Me hace subirme la ropa interior y los pantalones. Entonces salimos.

Caminamos un poco sin hablar. No es una persona muy habladora.

- Tomemos un café - dice en tono autoritario.

Nos sentamos afuera en una mesa de hierro. Estamos en la plaza y rodeados de gente.

- Es muy hermoso. - Yo digo.

Saca su celular. ¿Qué: estamos juntos y él se mete en su celular? Me siento ofendido, entonces empiezo a sentir la vibración. Entiendo que no está chateando con alguien, sino que está revisando el vibrador en mi ropa interior.

El sentimiento es fuerte y hermoso. Pero miro a mi alrededor: estoy rodeado y tengo miedo de estar poniendo caras raras.

- No lo creo... Es hora - susurro. Incluso mantener el tono de voz normal es muy difícil.

- Ah, eso creo. - Dice riendo.

Anda un minuto, no baja las vibraciones. Me está costando mantener la compostura. Lucho por concentrarme en el momento presente: estoy en un estado de placer en el que nunca antes había estado, siempre encontré cierta tristeza en masturbarme. Pero ahora es diferente, tengo una maestría, estoy allí para tener el placer de satisfacerlo. Lo sé: no soy una persona normal.

No puedo quedarme quieto, ahí sentado sigo cambiando de posición, moviendo las piernas, cruzándolas y luego abriéndolas, inclinándome hacia delante y apoyando la espalda contra el respaldo. No tenía idea de que el placer podía ser casi insoportable.

De vez en cuando levanto los talones apoyando los dedos en el suelo, de vez en cuando tengo ganas de llevarme una mano a la vagina, pero al recordar que todos me miran me contengo.

Scott me mira satisfecho.

Luego viene el camarero.

- Quieres algo -

- Para mí un café con un croissant. -

Contesta Scott.

- ¿ Y a ti la extrañas? -

En ese momento Scott toca el teléfono y la vibración aumenta dramáticamente.

Me vuelve un placer indescriptible.

Tengo que responder...

- Un café. -

Yo digo. Mi voz me traiciona... Me salió tan raro...

El mesero me mira aturdido por un momento. Luego nos sonríe y se aleja.

Me gustaría enterrarme.

Scott no baja la intensidad de la máquina. Llega el café y cuando trato de tomarlo me tiemblan las manos. Lo bebo, pero derramo unas gotas sobre la mesa de café.

Luego viene el orgasmo. Fuerte, como nunca antes me había sentido. Me las arreglo para permanecer en silencio, pero mi rostro se rompe en una mueca de placer.

Parece durar para siempre. Nunca lo había disfrutado así en mi vida.

Cuando termina miro a mi alrededor... Parece que nadie se ha dado cuenta.

Scott está satisfecho. Me baja la intensidad de la vibración. No lo apaga por completo, sino que lo deja apenas allí.

Él me sonríe, yo le sonrío, avergonzado, humillado y feliz.

Ok, ahora tengo que parar y pensar.

Mi mente está tan confusa estos días...

Creo que estoy enamorada de Scott, es el chico más amable que he conocido, me encanta ser sumisa con él... Cuando estamos solos es perfecto.

Cuando estamos solos...

Cuando sus amigos están cerca, cambia por completo: finge no conocerme, me ignora. Seguro que dejó de intimidarme como siempre lo ha hecho, pero no soporto su comportamiento, me hace sentir inapropiado, equivocado. Me lastima.

Estoy sentado en mi escritorio, lo miro. Se ríe con sus amigos. ¿Debería darle un ultimátum? ¿Dejalo?

No: ¡¿cómo podría hacerlo?! Cómo podría renunciar a él...

Bueno, mi mente no encuentra una solución, todo se confunde, pensamientos discordantes compiten por tomar el control de mi cabeza. Por un momento creo que me convencí a mí misma de dejarlo, al momento siguiente estoy segura sin sombra de duda de que no puedo vivir sin él.

Sigo mirándolo y no me doy cuenta de que yo también lo estoy mirando: Roxan, una de las amigas de Scott, se ha dado cuenta de que no le quito los ojos de encima.

Por un momento mi mirada y la de la chica se encuentran, luego me doy la vuelta y pretendo leer el libro de historia.

Me sonrojo, espero que ella no se dé cuenta.

Scott no quiere que sus amigos se enteren de que estamos juntos, si es que Roxan ha adivinado algo… ¿

Pero de verdad tengo que esforzarme para que no se enteren? ¿En serio tengo que estar constantemente preocupado por ocultar esta relación cuando el mismo hecho de ocultarla me duele?

Sacudo la cabeza y siento que se me humedecen los ojos. Lentamente surge en mí una nueva conciencia: por mucho que lo intente, no podré soportar esta situación para siempre...

Llega la noche. Espero a Scott en el porche de mi casa. Es primavera, el aire se ha calentado. El cielo está despejado, la luna alta en el cielo.

Esta tarde tengo casa libre, él y yo habíamos quedado para encontrarnos y estar juntos.

Todo sería muy romántico si no hubiera decidido dejarlo. Lo espero, trato de contener las lágrimas. Espero no llorar frente a él, ¿quién diablos comienza a llorar mientras deja a alguien?

Lo veo venir, olvido instantáneamente el discurso que he estado preparando toda la tarde.

Se me acerca, no tengo que pensar en lo hermoso que es, no tengo que pensar en su olor, en sus manos fuertes y decididas, en sus ojos que parecen estrellas.

Se acerca a mí y agarra suavemente mis caderas.

Como siempre, cuando me toca siento calor...

No: ¡tengo que resistir! ¡Tengo que dejarlo!

- Hola alfombra. -

Lo miro, es tan hermoso que parece un dios...

- Esta noche tengo algo especial en mente. -

Me sonríe.

- ¿ Entramos? -

No: no puedo, es más fuerte que yo...

Yo también le sonrío y asiento. En mi cabeza es como si dos horribles criaturas estuvieran peleando entre sí...

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