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Capítulo 4. Drogas y sexo

Por Evelyn

Pasó la semana y el sábado hacía una reunión en su casa para festejar su cumpleaños.

No sabía qué regalarle, me decidí por una camisa, lisa, color azul francia, al ser rubio, ese color le queda muy lindo.

Le dije que iba temprano para ayudarlo a preparar lo que fuera necesario.

Había encargado todo el lunch, yo en mi casa le preparé una torta, le compré una velita y un cartel que decía Feliz cumpleaños.

Pedí un Uber, de todos modos en la moto, con la torta, no podía ir.

Cuando llegué con la torta se puso muy contento.

Hicimos el amor, aunque después tuvimos que correr con los preparativos.

Tampoco eran tantos porque la comida estaba hecha.

Había muchísimas bebidas, cuando le pregunté cuánta gente iba me dijo que la de siempre, no lo supe hasta que estaban todos y confirmé lo que supuse, había demasiado alcohol, pero era un cumpleaños, por lo que no dije nada.

Llegaron unas chicas que no me cayeron muy bien, tenían aspecto muy vulgar y estaban vestidas casi como strippers, yo me visto muy llamativa, pero estas chicas eran distintas, no lo puedo describir, a lo mejor estoy más encariñada de lo que creo con Omar y son celos, aunque no me parece que sea así, simplemente no me gustaron por el aspecto que tenían.

Todo iba bien hasta que unos de los chicos sacó un paquetito que contenía cocaína.

De nuevo con esa historia.

Ya no me está gustando nada el ambiente en que se mueve Omar.

Puede ser un novio cariñoso, pero cuando está con sus amigos cambiaba bastante, eso que en cada reunión varios de los chicos terminan drogados, incluyéndolo a él, me hace sonar luces rojas por dentro que me dicen ALERTA.

Llegó su amigo Benicio y me saludó apenas entró.

Vió mi cara de desaprobación y se dió cuenta de la situación.

—No la entienden, les parece que son los number one cada vez que se drogan.

—¿Vos no te drogás?

—Alguna pitada a un porro muy de vez en cuando, cocaína no aspiro, pero a estos— y me señala el grupo que está aspirando— les va a costar salir adelante, están desarrollando una adicción.

—Sí, estoy de acuerdo, yo también, alguna que otra vez le doy un par de pitadas a un porro, pero siento que cuando llego a mi casa, mi mamá se va a dar cuenta por el olor y voy a estar en problemas.

—¿Vivís con tu mamá?

—Con mi mamá, mi papá y mi hermana, que me lleva 5 años.

—¿Cuántos años tenés?

—18, en unos meses cumplo19 ¿Vos cuántos años tenés?

—Tengo 26 años.

Siento que me mira como el otro día, porque sus ojos bajaron hasta mi boca.

Sube la mirada y la clava en la mía y otra vez sentí una sacudida por dentro, me pierdo en sus ojos, pero bajé la mirada, estaba en el cumpleaños de mi novio, en su departamento, no podía estar sintiendo ese fuego que me quemaba cuando Benicio me miraba y encima lo hacía continuamente.

—¿Estudias?

Me pregunta de repente siguiendo la conversación, luego de unos minutos de incómodo silencio.

—Sí, estoy estudiando profesorado de matemáticas y también trabajo.

—A mí también se me dan muy bien los números, soy contador.

—Estaba por hacer la licenciatura para contadora, al final me decidí por el profesorado de matemáticas, me gusta bastante la docencia y mi hermana también es profesora de matemáticas.

—Siendo contador, también estás habilitado para ser docente, algunas materias que podés impartir, son las mismas que siendo profesora de matemáticas y tenés más salida laboral.

—Puede ser, pero me resultó más fácil al profesorado, veo este año, no descarto nada.

—¿Nada?

Me preguntó y creo que con doble intención.

No supe qué contestarle, pero me ruboricé.

Debe haber sido con doble intención la pregunta, porque sonrió entre desvergonzado y sexi.

Me puse nerviosa.

—Sos preciosa.

Me dice en mi oído.

Busco a Omar con la mirada y cuando lo encontré, iba por la segunda ronda de aspirar, no sé si se dice segunda ronda, ya habían aspirado antes y lo estaba haciendo otra vez.

Suspiro profundamente.

Niego, triste, con la cabeza.

—Tranquila, es de los que menos se droga.

Me dice Benicio.

—No, no estoy tranquila, no le puedo decir lo que tiene que hacer, me pone mal verlo así y no lo puedo acompañar ni en esta situación ni cuando le llega esa especie de bajón, cuando se le va el efecto, realmente no sé qué hacer.

—¿Cuánto hace que salen?

—Cinco meses.

—Bastante, él nunca había salido tanto tiempo con una chica.

No supe qué contestarle, yo sentía que Omar me tenía cariño, que le gustaba mucho, me había dicho que me amaba muchas veces, yo nunca se lo dije a él.

Se me acercó Omar, besándome muy eufórico.

Apenas le respondí.

—¿Qué pasa?

Me preguntó al darse cuenta de mi estado de ánimo.

—No entiendo la diversión de drogarse tanto.

—Nena…es mi cumpleaños…te prometo que después…

—No prometas lo que no vas a cumplir, ya sabés que no te voy a pedir que dejes de hacerlo, aunque me parece que está mal lo que hacés y que vas a terminar tocando fondo.

—No te preocupes, yo controlo la situación.

Me vuelve a besar y yo le respondo, bajo la atenta mirada de Benicio.

—Evi…¿Vamos un rato a mi habitación?

—¿Ahora?

—Si…te extraño, ya me arrepentí de hacer esta fiesta cuando podrías estar atada a mi cama, cogiéndote como un animal, me calentás como nadie.

Benicio escuchó cada palabra que dijo Omar, me sentí realmente incómoda.

Omar me volvió a besar llevando sus manos por debajo de mi ropa.

—Vamos.

Me dijo cuando paró para respirar.

De la mano, me llevó a su habitación.

Varias veces después de drogarse es como que se despabila o no entiendo como funciona las sensaciones que siente que me pide tener sexo.

Fuimos a su habitación y cuando estábamos en la mitad del asunto entró al cuarto de Omar, Liam con una chica.

No me gustó para nada.

Me quedé quieta y le pedí que se vaya, así lo hizo, sin embargo la puerta no la cerró del todo.

Se debía escuchar nuestros gemidos, pero Omar nunca se desconcentró.

Yo no estaba muy cómoda cuando entró Liam y tampoco lo estuve con la puerta entornada, porque podía entrar alguien más.

Nos vestimos y le dije a Omar que le cantemos el feliz cumpleaños en ese momento, no es que quisiera echar a sus amigos, pero al menos los que estaban más tomados tendrían algo más en el estómago.

En la cocina me volví a cruzar con Benicio y cuando saqué la torta de la heladera me dijo que se estaba poniendo celoso por todos los mimos y atenciones que le hacía a Omar.

—Es mi novio…

Abrió la boca como para decir algo, pero el sonido no salió porque entró Hugo buscando más copas.

Se las dí y luego llevé la torta al living.

Le cantamos el feliz cumpleaños y lo saludé primero.

Una de las chicas que me había caído mal, se le acerca y lo saluda con un beso en la boca, al que él le correspondió.

Luego me miró a mí.

—Perdón amor, te amo.

Ya está, con eso arreglaba todo.

Cuando se me acercó para besarme, yo lo rechacé.

—Debés tener el aliento de esa puta.

—Perdón cielo, no me dí cuenta.

No le contesté, no quería ponerme a llorar delante de sus amigos, pero yo estaba realmente furiosa.

Lo ignoré y me puse a jugar con mi celular.

La chica sonreía.

Yo estaba pasando un momento horrible.

Fuí hasta la cocina y Omar me siguió.

—Ya te pedí perdón, cambia la cara.

—¿Tenés algo con ella?

—No, ahora no.

—Es decir que invitaste a una ex y la besás delante mio.

—Evi, Jazmín es la que pasa por todos, no es una ex.

—Lo que sea, hace un rato tuvimos relaciones y no te alcanzó, besaste a otra.

—Me saludó por mi cumpleaños, solo eso…amor…

Yo ya me quería ir de ahí.

Me dí cuenta que Omar estaba drogado y bastante tomado, no es el chico que yo me imaginé, tengo que cortar con él antes que me arrastre por el fango.

El resto de la noche se la pasó charlando y bromeando con sus amigos.

Cerca de las 5 de la madrugada, agarré mi cartera y mi abrigo y sin saludarlo me encaminé hacia la puerta, él, nuevamente había aspirado cocaína, junto con esa chica y un par más de sus amigos.

—¿A dónde vas?

Me pregunta Benicio parándose delante mío.

—A mi casa.

—Si te vas, posiblemente termine en la cama con la chica que lo besó que no dejó de buscarlo en toda la noche.

—Esto es más de lo que puedo soportar.

—Te mereces mucho más.

—Gracias, chau.

—No te vas a ir sola a esta hora, te llevo.

—No, gracias.

—Insisto, de verdad es peligroso.

—Gracias.

Salimos del departamento y Omar no se dió ni cuenta que me fuí.

Me dolió, pero me sirvió para darme cuenta que por más que Omar dijera que me ama, lo hacía mientras no estaba con sus amigos, no es que yo fuera castradora, él tenía su libertad y yo la mía, pero tanta droga, Liam entrando a su dormitorio y él ni se enteró o lo que es peor, no le importó, y esa chica besándolo y buscándolo y que luego se drogasen juntos, es evidente que estamos en distintas sintonías.

Preferí irme a mi casa y hablar con él en otro momento, más tranquila.

No iba a discutir con Omar delante de sus amigos que estaban tan drogados como él.

Preferí irme de allí.

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