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5

ISABELLA

—¿No es el chico de la otra vez? —preguntó Martha. No podía creer que Harry haya hecho todo ese escándalo. Ahora todos los involucrados en el video tendríamos que ir a declarar y nos darán un castigo por mentirle a la policía. Creo que eso se paga con cárcel. Me puse un poco nerviosa, incluso las manos me empezaron a temblar. Me estaba dando ansiedad, es que no quería ir a la cárcel.

—¿Isa, estás bien? —me preguntó Martha, pero no le contesté. Necesitaba relajarme. Tomé el celular y marqué el número de Noah, era el único que había estado conmigo en mis ataques de ansiedad. Y quizás lo hacía porque casi nadie sabía que los sufría a veces. Ni siquiera Harry. El tardó un poco en responder, quizás porque aún seguía enojado, pero al final lo hizo.

—¿Qué quieres? —contestó de mala gana pero no lo juzgo. Me puse de pie y caminé a pasos rápidos por el pasillo hasta llegar a mi antigua habitación. Ahí me encerré.

—¿Noah? Estoy muy nerviosa —respiración— Creo que tendré unos de esos ataques —sentía la respiración entrecortada, sentí un hormigueo por mi cuerpo y luego la sudoración. Cuando intentaba respirar profundo no podía, sentía la opresión en el pecho.

—¿Donde estas? —ahora su tono de voz era más tranquilo.—Isa, por favor respira, intenta respirar profundo lo más que puedas, mantén el aire y luego exhálalo por la boca.

—Eso intento —hice lo que me decía, escuchar una voz conocida me hacía sentir un poco mejor. Respiré profundo lo más que pude, retuve el aire unos segundos y luego lo exhalé por la boca.

—Eso es, respira conmigo —y así pasé unos minutos haciendo las respiraciones junto con Noah. Llegó un momento en que me empecé a tranquilizar un poco, pero me sentía cansada, me sentía soñolienta. Y tuve miedo. No me gustaba sufrir este tipo de ataques, me deprimían un poco. Pero a veces eran como advertencias de que no estaba haciendo las cosas bien. Necesitaba parar de pensar y parar de estresarme por todo. Con dificultad y con manos temblorosas me dirigí a la cama y me acosté un poco. Me sentía más tranquila ya. —¿Estas mejor? —me preguntó. Respiré profundo y me alivié cuando el aire llegó a mis pulmones.

—Me siento mejor —respondí— Gracias —en eso las lágrimas salieron, no quería retener el llanto más tiempo.

—A pesar de todo me preocupo por ti. Me importas y nunca te dejaré sola—sus palabras me tranquilizaron porque era verdad. Había dejado su orgullo a un lado y me había ayudado en mi situación.

—Perdóname por todo, en serio —sollocé. El llanto me curaba a veces, sacaba lo que guardaba dentro. Era reparador.

—No hablemos de eso ahora, ¿vale? Lo importante es que estés bien. Que no pienses cosas malas y que te tranquilices.

—Lo intentaré —me levanté de la cama y me dirigí a la puerta. —Ahora tengo que hacer algo importante, quizás te vea por la universidad—tomé el pomo.

—Es mejor que no vengas, hay mucho caos aquí. Hablan sobre un asesinato.

Tragué grueso.

—De hecho ese es el asunto que quiero tratar, Noah —hablé.

—¿Y tú por qué?

—Porque yo estuve en ese asesinato —confesé, ya no quería callar más. Me quería deshacer de todas estas cosas que me atormentaban de una vez por todas. No podía seguir así.

—¿De que estás hablando? —ahora su voz sonaba preocupada.

—El día de la fiesta en la piscina yo estuve allí junto con otros chicos —le conté— Pero Trevor nos dijo que no dijéramos nada, Noah, le mentimos a la policía y eso es un crimen. No quiero ir a la cárcel.

—No irás. —suspiró— Oye, Harry es abogado, creo que al menos te podría ayudar con eso.

Sabía que le molestaba hablar o mencionar a Harry.

—No lo sé. Tengo miedo de que no pueda hacer nada.

—Intentaré averiguar cómo pasó todo. Hace rato se llevaron al chico, Harry se fue hace media hora, si no está en la estación de policía quizás esté llegando donde ti.

—Ojalá.

—¿Te llamo después?

—Está bien. Y gracias de nuevo. Me siento mejor.

—No tienes por qué agradecerme, siempre estaré para ti. Estemos juntos o no. Hazme caso con lo que te dije, no es bueno que te estreses tanto.

—Claro, intentaré cambiar.

—Adiós.

Colgué.

Di unas ultimas respiraciones profundas y salí, quizás Martha se haya preguntado que por qué salí así de la sala. Me dirigí a la cocina y tomé un poco de agua helada, para que se me quitara el sueño que se me había instalado. Lo helado le cayó bien a mi organismo. Dejé el vaso en el fregadero y salí a la sala. Marta seguía viendo el noticiero. Siendo sincera no quería saber nada de noticias hoy.

—Martha —la llamé.

—Isa —me miró— ¿Estas bien?

—Lo estoy, solo me siento un poco cansada.

—Me imaginé.

—Voy a salir, por si viene Harry.

—Claro, yo le digo.

Salí de la enorme mansión, no me iría ni con Jared ni con otro chofer, buscaría un taxi mejor. Caminé hacia el portón de entrada en donde estaban otros tipos resguardando la entrada. Al salir a la calle busqué un taxi, a lo lejos se miraba uno así que le hice parada. A pesar de que Noah me había dicho que no fuera a la universidad tenía que hacerlo, tenía que dejar este tema resuelto de una vez por todas porque sino nunca voy a estar tranquila.

—A la universidad de Stanford por favor —le dije al chofer en cuanto me monté.

En cuanto llegué a la universidad me bajé del taxi, busqué a personas conocidas con la mirada pero no encontré. Avancé a la entrada, todos parecían murmurar sobre el asesinato y lo que había pasado. Cuando entré, lo primero que vi fue a Harry en el inicio de las escaleras, estaba hablando con una chica. Achiqué mis ojos y me quedé observando, la chica era tez blanca, usaba un traje que se adhería bastante a su cuerpo. No era nada fea. ¿Será abogada también? Me sentí insegura en ese momento. Me acerqué y carraspeé un poco para llamar la atención de Harry.

—Harry, ¿qué haces? —lo miré.

—Isa, ¿por qué estás aquí? —fue lo que me preguntó.

—Estudio aquí —respondí con obviedad— ¿Qué? ¿Ahora ya no puedo venir?

—Claro, es solo que ahorita no estamos en condiciones... ya sabes, por lo qué pasó.

—Entiendo. Pero no me gusta huir de los problemas sólo enfrentarlos —le sonreí. Ahora miré a la chica— ¿Y ella quien es? —quizás acepto que estaba celosa de la mujer esa.

—Es Lana, fuimos compañeros en la universidad y ahora también es abogada. Nos acabamos de encontrar, vino a defender al director. Aunque le estaba diciendo que lleva todas las de perder.

Sonreí de manera fingida.

—Hola —me sonrió— ¿Tú eres Helena?

Sentí algo muy feo, pero muy feo dentro de mi cuando me dijo eso último. Fue un golpe muy bajo. Me entristeció demasiado.

—No. Helena y yo nos divorciamos hace un mes. Ella es Isabella, mi novia —Harry me atrajo hacia el, haciéndome ver más importante. Pero eso no quitaría lo mal que me sentí.

—Oh, lo siento mucho. Lo que pasa es que hace unos años me dijiste que te habías casado así que supuse que era Helena. Lo siento —se disculpó.

—No importa. —me separé de Harry—Iré con Noah —le dije, y no me importaba si se ponía celoso o no. Que se quede con su amiguita. Rodé los ojos mientras subía las escaleras. Cuando llegué al segundo piso, cerca de los baños, unos brazos me tomaron de la cintura, cargándome, y me adentraron en ellos. —¿Qué demonios?

Me zafé y miré a Harry, éste cerró la puerta con seguro para que nadie pudiera entrar.

—¿A quien ibas a ver? —me preguntó, pero se miraba un poco cabreado.

—A Noah, ¿por qué?

—Porque sabes bien cómo me pongo. ¿No estarás intentando ponerme celoso, cierto?

—Claro que no. Además, estás trabajando. Ve abajo con esa tipa mejor —le quise pasar a la par pero no me dejó.

—¿Acaso estás celosa?

Me reí.

—Obvio no. Sé muy bien lo que valgo y si no me valoras otro lo hará —quise volver a pasarle de lado pero me volvió a detener.

—¿Qué has dicho?

—Lo que escuchaste —respondí, elevando una ceja.

—Te portas mal, Isabella. Mereces un castigo —me tomó del cuello y me acercó a los lavamanos.

—¿Qué me harás? —quise saber, mirándolo con picardía.

—¿Qué no te haré? Te daré una lección para que no andes de celosa —con sus manos me desabrochó el pantalón—Siéntate —ordenó. Me subí a los lavamos y me senté, abriéndome de piernas. Harry se bajó un poco el pantalón y me atrajo más a él, introduciendo su pene de una vez. Jadeé por la fuerza con la que lo metió. Harry cubrió mi boca con su mano mientras me penetraba, pero no lo hacía suave sino duro y fuerte. Me dolía un poco. Lo tomé del cuello y tiré de sus cabellos. Una, dos, tres y más penetradas. Con cada penetrada me provocaba cerrar las piernas pero Harry me las abría.

—¿Te gusta?

—Si.

—¿Aún tienes ganas de seguir de celosa?

—¡Sí! —exclamé un poco alto. Pero Harry volvió a poner su mano en mi boca para que me callara. Esta vez me dio más duro. Sus gemidos eran silencioso pero podía sentir que estaba disfrutando tanto como yo.

—Quiero que entiendas que no tengo ojos para nadie más. —demandó— Solo para ti.

Y me dio más y más duro, sentía mucho placer y mucho dolor también. Harry se vino minutos después, dentro como siempre. Lo que me gustaba es que siempre terminábamos casi al mismo tiempo. Me sentí aliviada, cansada y adolorida. Ni siquiera podía cerrar mis piernas por el dolor que sentía. Pero era un dolor placentero. Harry se subió el pantalón y descansó un poco en el lavado.

—Demonios —murmuré al ponerme de pie y notando que ni siquiera podía mantenerme de pie. —¿Harry, que me hiciste?

Pero Harry solo rió.

—Eso es para que no andes de celosa.

Pues creo que te celaré más seguido, pensé para mi misma.

Harry me ayudó a ponerme el pantalón mientras me manoseaba en el proceso. En eso me abrazó y me dio un beso en la frente.

—Te amo —me dijo después.

—Te amo —le respondí también. Con Harry se me quitaba toda ansiedad y todo miedo. Tenía ese poder, a la vez me gustaba pero también me asustaba.

—¿Nos vamos? —me preguntó.

Asentí. Pero cuando empezamos a caminar tenía un poco de dificultades en hacerlo.

—Eres un salvaje —le reproché, saliendo del baño.

—Te gusta que sea así, admítelo.

No pude decir nada ante eso porque era verdad. Me gustaba. Era muy excitante.

—Discúlpame por no llegar a tiempo para almorzar, tuve una mañana un tanto ajetreada.

—No te preocupes, igual no tenía mucha hambre. Pero lo que acabamos de hacer me dio así que... quizás vaya a la cafetería.

—Te acompaño.

—¿No tenías trabajo?

—Eres más importante que mi trabajo.

—Está bien.

Los dos nos dirigimos a la cafetería, pedimos algo de comer y nos sentamos en una mesa alejada de los demás. Nos gustaba nuestra privacidad y nuestro espacio. A pesar del ambiente tenso que se apreciaba en la universidad todo seguía normal.

—¿Qué pasará con Trevor? —le pregunté mientras tomaba mi jugo.

—Será procesado. En realidad Trevor tiene serios problemas con drogas así que es probable que vaya a una institución especial para eso.

—Querrá vengarse —comenté. El poco tiempo que lo conocí me dio la impresión de que era muy vengativo y muy peligroso. En eso Harry recibió una llamada.

—Discúlpame —me dijo. Yo le asentí mientras comía un poco de mi comida— ¿Hola? Dime —respondió— No, estoy en la universidad. ¿En serio? ¿Y que dijo? ¿Lo confesó? Mal para el. Al menos supe quien lo hizo. Esta bien. Llegaré por la tarde —Y cortó.

—¿Pasó algo? —quise saber porque ahora se había tornado un poco pensativo.

—Trevor confesó que fue él quien cortó los frenos de mi coche lo que provocó el accidente.

Me sorprendí porque era horrible. Definitivamente Trevor no estaba bien. Me daba un poco de lástima, en el fondo pensé que era un buen chico, un poco extraño y misterioso pero lo pensé.

—Qué horrible.

—Lo se. Más cargos para el.

Un coche policial se estacionó afuera, pude observar que se bajaron dos oficiales y se adentraron a la cafetería. Primero se dirigieron a la mesa en donde estaba Trisha y Piper, les dijeron algo que las hizo ponerse serias. Piper me miró y les dijo algo a los oficiales.

—¿Qué pasa? —le pregunté a Harry. Él miró hacia la misma dirección y se puso rígido.

—No lo sé.

Piper y Trisha se dirigieron a la patrulla con uno de los oficiales y se adentraron al auto. El otro oficial se dirigió a nuestra mesa.

—¿Isabella Juliette Fox? —preguntó.

—Soy yo.

—Tiene que acompañarnos a la estación de policía. Necesitamos algunas declaraciones.

Sabía que esto pasaría, nos interrogarían y nos preguntaría por qué mentimos.

—Isa, no tengas miedo. Iremos juntos. —me había dicho Harry.

—Está bien —me puse de pie— Tengo que enfrentar esto de una buena vez.

Salí de la cafetería y me dirigí hacia el coche policial. En el auto íbamos las tres. Quizás hayan buscado a los demás. Eran las consecuencias de callar y ahora me tenía que defender.

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