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Capítulo 06

Después de un par de minutos, logro divisar cómo sale de la tienda con una bolsa de compras en su mano mientras sostiene firmemente el paraguas con su otra mano disponible. Regresa al auto de la misma forma en la que salió y finalmente entra

—Compré cereal, fue lo único que encontré que podría gustarte— me notifica, y puedo escuchar cómo sacude la caja, haciendo chocar las hojuelas en su interior unas con otras, como una especie de sonaja. Sigo sin mirarle—. ¿Aún te sigue gustando esta marca? Es el de mini waffles con miel.

Volteo rápidamente al reconocer su descripción. Empiezo a notar cómo mis ojos se empañan y mi vista se torna borrosa al recordar los momentos que pasaba con mi papá. Ese cereal es su favorito y es el mío también, recuerdo que siempre por las noches me daba a escondidas de mi mamá porque ella decía que tenían mucha azúcar y no me dejaba comer todos los días.

La última vez que lo miré y probé fue precisamente con Harry, un día en que yo me encontraba algo mal anímicamente y él me compró ese cereal cuando le comenté que me gustaba, según él para consentirme, desde aquel entonces que ni siquiera lo miraba, incluso, ni siquiera lo recordaba. La única persona que lo compraba (exceptuando la última vez que lo hizo Harry) era mi papá y hace mucho tiempo que no está en casa, hace mucho tiempo que no estamos juntos como una familia, hace mucho tiempo que dejamos de ser una.

Tomo el cereal entre mis manos y lo observo, sintiéndome patética por extrañar y añorar tanto a un pedazo de cartón, que solo me trae amargos recuerdos, mientras lo abrazo y acerco a mi pecho, sintiendo como las lágrimas comienzan a mojar mis pestañas.

Con mi vista borrosa, alcanzo a divisar la silueta de su mano acercarse a mí lentamente, por acto reflejo, yo me sobresalto y le miro, alejándome un poco. Harry hace una seña con sus manos, extendiéndolas en cinco a la altura de su pecho, dándome a entender que no me hará nada. Se acerca a la guantera y saca unos pañuelos desechables de ahí y me los ofrece. Yo tardo en reaccionar, pero termino por aceptarlos después de haberlo procesado por un par de segundos, dándole las gracias en un murmuro apenas audible, con mi voz escuchándose frágil y débil.

—Pondré las cosas en el asiento de atrás — me avisa, pidiéndome en un gesto que le regrese la caja, pero yo me aferró más a ella y giro mi rostro hacia la ventana—. Está bien— murmura de forma cálida y comprensiva y deja el resto de las cosas atrás.

Después de un par de segundos, enciende el auto y nos vamos de ahí.

En todo el camino hacia no sé dónde exactamente, nadie de los dos dijo nada, ni siquiera era necesario a decir verdad, él sabía perfectamente que yo no iba a contestarle, que yo no iba a seguir la conversación ni mucho menos comenzar una, así que supongo que por eso fue que decidió mantenerse callado.

Después de algunos minutos, el auto es estacionado en lo que parece ser un complejo de departamentos que, a juzgar por su aspecto, podrían pasar por unos de alto lujo. No podría pagar un semestre de renta de un departamento aquí ni juntando los ahorros de toda mi vida.

Harry sale del auto y yo le sigo, percatándome que ya estaba por abrirme la puerta cuando yo bajé de éste. Él hace un ademán invitándome a ir al frente, la cual acepto, adentrándome en el complejo departamental. Harry me indica a dónde ir en todo momento y yo le sigo, observando el lugar de pies a cabeza, notando lo bonito y elegante que se ve.

Nos dirigimos planta arriba, creo que 6 pisos, hasta que el elevador abre sus puertas y él me indica que lo siga. Caminamos por los pasillos iluminados con tonalidades ámbar y decorados con plantas de un color verde intenso hasta llegar a una puerta y detenernos. Harry saca su tarjeta del bolsillo y la pasa por el picaporte para acceder al departamento 63B. Abre la puerta y me invita a pasar, invitación la cual dudo en aceptar un par de segundos.

¿Y si esto fue un error? ¿Y si me arrepiento en cuanto entre? ¿Y si todo fue una trampa? ¿Y si ya no puedo salir una vez estando dentro?

— ¿No vas a entrar?— Me pregunta, haciendo que vuelva a la realidad. Le miro un par de segundos y vuelvo mis ojos al interior del departamento —Si no quieres entrar está bien y te llevo a otro lugar, solo dime.

Niego con la cabeza ante su proposición y tras un largo suspiro, me decido a pasar. Observo el lugar y caigo en la idea de que definitivamente, es de presupuesto elevado, presupuesto con el que no cuento ni contaré por lo menos por un par de años. Observo agobiada dando vueltas sobre mi propio eje hasta ser interrumpida por su ronca voz.

— ¿Qué pasa? ¿No te gustó?— Pregunta, confundido por la nueva en mi rostro.

— ¿Te puedo hacer una pregunta?— Dudo, después de otro rato de observación.

— Claro.

— ¿Tienes algún otro departamento?

Le miro y el frunce el ceño ante mi pregunta.

— Ehh, si... ¿Por qué?

— ¿Algún otro que no sea tan...— hago una pequeña pausa— lujoso?

Noto como su ceño fruncido se relaja y en sus labios se forma una sonrisa burlona, soltando una pequeña risa nasal.

— ¿No te gusta?— Pregunta de forma simplona, aguantando la extensión de su sonrisa.

— Si, si...— Afirmo rápidamente—, pero siento que es mucho para pagarte, ha de ser muy costoso.

— Pues, algo— Se ríe quedito— pero no vas a pagarme el costo real, te haré un presupuesto.

— No, en ese caso llévame a otra parte, no es justo— Reniego, cruzándome de brazos.

No es justo que quiera hacer eso, no es justo vivir a cuestas de él en un departamento que no puedo pagar con un sueldo promedio.

— ¿Y?— se encoge de hombros— Aquí tendrás todas las comodidades, no es necesario ir a otro sitio— Alega, tratando de convencerme, pero sé que no funcionará.

— Es muy caro, no puedo pagarlo.

— Ya te dije que...

— Que no— Le interrumpo, contestando de manera tajante.

Me mira frunciendo su boca en señal de desacuerdo y yo le respondo con un gesto desafiante, finalmente suelta un resuello profundo y masculla—: Está bien, está bien— Bufa— Eres tan terca.

Se da la vuelta y sale del departamento, yo le sigo de cerca mientras escucho como se queja de mí en voz baja.

*

Harry abre la puerta del departamento con la llave que le dio el encargado de la recepción, a quien saludo y quien, después de tanto tiempo y aunque solo haya venido una vez, logro reconocerme, regalándome una cálida sonrisa y un saludo de bienvenida.

Conozco este edificio perfectamente, pero aún así, seguí sus pasos como si no lo supiera.

Al entrar al departamento los recuerdos vienen a mí como un torbellino, abrumando mi mente y aterrizando extrañamente en mi estómago, dándome una sensación de pesadez y molestia.

Los muebles, la decoración, el cuadro extraño y abstracto colgado en la pared que nunca entendí. Todo, absolutamente todo es idéntico a la casa en la que solía vivir y en la que yo solía pasar la gran mayoría de las tardes a su lado.

***

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