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Capítulo 4

Me entró el pánico, jadeé en busca de aire.

Nunca lo había hecho. Mis mejillas se encendieron de vergüenza y de un deseo y una audacia desconocidos hasta entonces. Hasta ahora, no ha hecho nada que me haga sentir miedo o asco.

Potente. Seguro que no se cruzará, pero... tiene derecho a ello.

Respiro hondo y, despacio... muy despacio, abro la boca para rodear con los labios la cabeza de su polla.

El calor me golpea la cabeza, haciéndome sentir como un volcán que podría entrar en erupción en cualquier momento.

- Bien, bien", me animó en un ronco susurro.

Sus dedos recorrieron mi cabeza, hundiéndose en las gruesas hebras, apretando un poco.

- Relájate", exhaló, un aliento que hizo que me ardieran las nalgas. - Tómate tu tiempo. Tenemos toda la noche por delante.

Él guía mi cabeza y yo obedezco.

A través de la venda es imposible evaluar el tamaño de su dignidad, pero me doy cuenta de que... es decente. Claramente del tipo por el que las mujeres están dispuestas a volverse locas.

El olor a tabaco y limón se hace más fuerte, el aire se espesa, impregnado de lujuria masculina, olor a perfume caro y un deseo que parece que podría encender esta habitación. Soy consciente de que el deseo es mutuo.

Yo también lo quiero. Y no sólo porque se haya transferido dinero para ello.

- ¿Te gusta? - suena su voz, un barítono aterciopelado con notas aceradas, congraciador y cautivador, áspero e increíble al mismo tiempo.

Me da vergüenza y quiero contestar al mismo tiempo. Pero no puedo, porque estoy ocupada dejando que su polla entre más profundamente y tragando. Empiezo a hacer movimientos de cabeza hacia delante y hacia atrás, casi dejándome sacar la polla de la boca y rodeando la cabeza con la lengua, y luego al revés, metiéndomela hasta el fondo.

No hay nada que me repugne o disguste.

Me encanta acariciar a este hombre con mi boca.

Respira cada vez con más frecuencia. Puedo oír la respiración pesada cada vez más frecuente. Los dedos se agitan sutilmente en mi pelo. Intenta parar, pero gruño ahogadamente, sin querer apartarme.

- ¿Hay una tigresa escondida en el gatito?

Acelero mis movimientos, sintiéndolo a punto de descargar. Y francamente disfruto con lo que está pasando.

El deseo tácito congelado en sus labios, la dulce tensión subyacente y su mirada hambrienta que no puedo ver, pero que puedo sentir literalmente contra mi piel.

Estalla en mi boca con un gemido. Ni siquiera tengo tiempo de jadear antes de que su semilla golpee el cielo. Trago saliva y sollozo sorprendida. No esperaba que estuviera allí en un abrir y cerrar de ojos y apretara sus labios contra los míos en un beso salvaje y frenético que me dificultaba la respiración.

La cabeza me da vueltas, el suelo desaparece bajo mis pies. No sé lo que está arriba y lo que está abajo. Todo se funde en uno. Nadie me ha besado nunca allí. Caliente, hambriento, loco, enloquecido. Marcándome y al mismo tiempo agradeciéndome el placer que me han dado.

Tuve un novio, pero sus besos nunca provocaron esa reacción. No quería responder a lo loco y delatarme inmediatamente. Más bien sólo para entender qué era lo que las mujeres valoraban tanto en la intimidad.

Y ahora lo entiendo. Y este hombre, este... él... Oh Dios, mente, vuelve, voy a olvidarlo todo, y no podré sostenerme con dignidad, sólo convertirme en cera en sus manos.

Así que no tardo en darme cuenta de que su voz ya está sonando:

- La chica se ha ganado su recompensa. En la cama. Inmediatamente.

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Queridos, ¡aquí viene una nueva historia!

¡Va a ser muy caliente y apasionado!

Por favor, apoyen al autor con reseñas, ¡es muy inspirador!

Gracias, tu Lena.

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