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Capítulo 5

- ¿ No llamas? - una voz aguda no tardó en resonar desde el interior de la habitación y de inmediato me sentí incómodo. ¡¿Cómo no lo pensé?!

- Ay perdón, no lo pensé – Me justifiqué mirando más allá de la puerta y vi a una chica de cabello bob negro recostada cómodamente en una de las dos camas de la habitación. Llevaba un flequillo grueso que rodeaba su rostro ovalado de un color tan blanco como el mío, tenía una nariz francesa no demasiado grande, labios rosados y carnosos con un arco de cupido particularmente definido aunque no estuviera usando lápiz labial y luego grandes. , ojos oscuros, tanto como los de mi padre adoptivo. Era una chica realmente hermosa, aunque todo lo contrario, tenía una fina línea de delineador negro en las puntas de sus ojos que le daba un aspecto casi felino y un par de aretes plateados asomaban desde su cabello corto pero muy liso.

- Debes ser mi nuevo compañero – se puso de pie levantando una ceja – ¿verdad? - La vi escudriñarme de pies a cabeza, como para familiarizarse con mi apariencia y cuando volvió a levantar su rostro hacia el mío asentí - sí, soy Amanda Harrison , pero todos me llaman Cesar - tomé unos cuantos más Entro a la habitación, cierro la puerta sobre mis hombros y me levanto de la cama.

Ella era tan alta como yo, la única diferencia entre mi físico y el de ella era la prosperidad de sus senos, mucho más llenos que mi segundo más pequeño pero no pensé mucho en eso y la vi extender su mano - bueno entonces incluso si entras aquí sin tocar, bienvenido a la universidad Cesar - sonrió mostrándome una hilera muy blanca de dientes impecables - Soy Ashley Martinez, será mejor que nos llevemos bien si queremos llevarnos bien aquí - se rió, dándose la vuelta. para indicar la habitación a su alrededor y ya me sentí menos incómodo al escuchar esas palabras.

- Bueno ya estamos de acuerdo en algo – admití haciendo referencia a su última frase y estudié la habitación con atención. Las dos camas estaban cada una en lados opuestos de la habitación, en el centro había una enorme ventana cubierta por una tela clara y liviana sobre una cortina que impedía que el sol la inundara por completo. Estaba estructurado de la misma manera, a ambos lados había una cama, una mesita de noche, un armario y un escritorio, pero su lado ya estaba completamente amueblado con carteles, fotografías, chucherías varias, maquillaje, collares y todo lo que pudieras encontrar. Podría gustarle a cualquier joven de dieciocho años.

- Eres un estudiante de primer año ¿verdad? - preguntó mirando las maletas detrás de mí y las arrastré hasta la cama que aún estaba sin mantas para desempacarlas e inmediatamente alejar el pensamiento - exactamente -

- Entonces seré una especie de mentora para ti - se rió tontamente, tocando un mechón de cabello y yo miré nuevamente en su dirección, dejándome caer nuevamente para sentarme en el colchón - ¿eres segundo año? - pregunté deduciendo que no es mucho mayor que yo y asentí.

- Estoy en segundo año pero tengo veinte años, de niña falté un año a la escuela pero no por motivos de disciplina o insuficiencias, motivos personales - se justificó desviando su mirada de la mía y yo me limité . Yo mismo asintí, incluso si nunca hubiera dicho que él era más grande que yo. Parece que tenemos la misma edad en mi opinión.

- ¿ Ya hiciste un recorrido por el campus? - preguntó poco después, mirándome nuevamente a los ojos y yo negué con la cabeza - sólo mientras la cruzaba en el auto con mi padre -

- Entonces date prisa con esas – señaló las maletas detrás de mí – Tengo un campus entero para mostrarte – Sonreí.

Punto de vista de Cesar

- Entonces, ¿con qué curso empiezas el programa? - Ashley se interesó mientras caminaba a mi lado por el pasillo del dormitorio y luego de echar un último vistazo a mi horario confirmé - economía - .

- Perfecto, en el mismo lugar que el mío -

- ¿ Pero a qué distancia está de aquí? - Le pregunté sabiendo que tenía que llegar a pie y él lo pensó unos instantes - Te tomará diez minutos a pie, si vas a un ritmo rápido - esbozó una sonrisa notando como mis ojos se abrieron y puse una mano en mi frente.

Odiaba caminar demasiado tiempo bajo el sol y, aunque era septiembre, el sol todavía calentaba aquí en Brooklyn .

- Algo me dice que tenemos una chica vaga aquí – murmuró divertida, continuando caminando por los pasillos y finalmente llegamos al pasillo, para luego dirigirnos hacia la salida.

Una vez afuera el sol me obligó a entrecerrar los ojos por lo fuerte que nos golpeaba, miré a mi alrededor esperando que un taxista se materializara frente a mí, pero era un deseo bastante improbable de realizar aquí dentro.

- ¿ Entonces quieres que te lleve? - preguntó de repente la chica a mi lado e inmediatamente fijé mi mirada sorprendida en la de ella - ¿un aventón? -

Ella asintió obviamente tratando de no reírse y señaló los scooters estacionados uno al lado del otro en el lugar donde mi padre Steve había dejado el auto cuando llegamos - el lila es mío - me informó mientras caminaba hacia este último y sacaba un par de llaves del bolsillo de su mochila.

Intenté reprimir la estúpida sonrisa que había aparecido en mi rostro sólo de pensar que podría haber evitado cuatro kilómetros de caminata rápida bajo el sol y una vez que llegamos allí Ashley sacó dos cascos y me entregó uno, el morado. El suyo era negro con algún diseño que parecía hecho a mano por ella en el cuerpo.

- Muchas gracias por el viaje Ashley - Intenté sonreírle, abrochándome el casco bajo la barbilla pero ella negó con la cabeza, bloqueando su mano de mí - No me agradezcas, somos compañeros de cuarto ¿verdad? - preguntó retóricamente subiéndose a su hermoso scooter y una vez retirado el soporte hice lo mismo colocándome detrás de él.

No tardamos mucho en llegar al edificio donde se realizaban nuestros cursos y después de caminar un poco juntos nos despedimos y quedamos en encontrarnos al final de las lecciones de hoy. Llegué al interior del edificio mirando a mi alrededor como un turista recién llegado a la ciudad, ese lugar parecía aún más grande desde adentro y miré las dos escaleras a los lados del enorme salón al que acababa de ingresar. Tenía que llegar al aula del profesor Ramírez pero no tenía la menor idea de dónde estaba, así que comencé a deambular buscando un punto de referencia al que agarrarme.

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