capitulo 3
El hombre es fuego y la mujer estopa viene el diablo y sopla.
Cómo ha de pasar en todas los romances la atracción y el deseó se vuelven en determinado momento incontrolables, es algo tan sutil y a la vez tan dominante que tan solo un beso no basta, deseando cada vez más de esa persona, sentir piel contra piel, fundir sus cuerpos en la intimidad para ser solo uno, y a Isis y a Francisco les estaba sucediendo lo mismo.
Los besos arrebatados a escondidas en el baño de mujeres de la maquiladora ya no bastaban, las caricias por encima de la ropa ya no eran suficientes, en un principio era más que satisfactorio, una toqueteada bastaba, no necesitaban de más, aún no tenían suficiente confianza, pero tras semanas de hacer lo mismo casi del diario en lugar de calmarlos un poco, solo los hizo ansiar más y más de sus cuerpos ardientes como lavas de un volcán que estaba cerca de hacer erupción.
-¿Quieres ir a mi cuarto? – lanzó Francisco la pregunta a penas salir del trabajo y tomaba de la mano a Isis como de costumbre.
-Si – respondió Isis con cierta timidez pero deseándolo tan fervientemente como Francisco.
Francisco apretó un poco más la mano de Isis y con rápidos pasos se dirigieron al cuarto de Francisco, desde que lo decidieran el mundo despareció con el resto de personas, solo existían ellos y su pasión que estaba a punto de desbordarse dentro de poco, en tan solo unas cuadras y al cruzar la puerta de aquél lugar desangelado y desprovisto de pintura en el exterior.
Al llegar al pequeño edificio, subieron la escalera con pasos sigilosos y presurosos hasta que llegaron a la puerta que les llevaría al paraíso a penas cruzarla.
-No hay mucho – dijo él con voz casi entrecortada por la excitación y emoción antes de abrir la puerta.
-Esta bien, no vine a ver tu mobiliario – dijo sonriendo para restarle importancia.
Francisco abrió la puerta y dejo que Isis entrara primero, él entro detrás de ella para ver cuál era su reacción al ver su cuartucho.
Lo que había de mobiliario era una pequeña mesa con una silla desvencijada junto a la única ventana del cuarto, otra mesa vieja que contenía algunos comestibles enlatados, después una puerta en el fondo que era la de un pequeño baño y por último los ojos de Isis repararon en el colchón que había en el suelo con un cubre cama gastado y una almohada, esto se encontraba cerca de la puerta del fondo.
Se miraron a los ojos y Francisco vio en aquellos ojos claros que no le molestaba su situación actual, sin más preámbulo comenzaron por un beso, el beso llevo a caricias y todo lo demás, terminaron sobre el colchón en el suelo y allí consumaron su amor.
-Debo irme – dijo Isis levantándose y enseguida buscando su ropa que estaba regada por el suelo cerca del colchón.
-¡No quiero que te vayas!
-Ni yo, pero debo hacerlo o mis padres me matarán.
En su burbuja de amor y de ignorancia, ninguno de los dos se dio a la tarea de usar preservativos, de cuidarse para no concebir un hijo, ellos creían que la luna era de queso y resultó que no lo era.
Sus encuentros de amor pasaron de ser de dos veces por semana a ser casi del diario, hasta que Isis se dio cuenta de que llevaba casi un mes de retraso, sintió caer el alma a los pies cuando saco las cuentas y se dio cuenta de que probablemente estaba en cinta, se asustó tanto que no fue capaz de comer antes de irse a trabajar, se excuso con sus padres diciendo que se le había hecho tarde y que debía irse pronto o no alcanzaría el bus.
Con el corazón latiéndole a mil, camino por la acera hasta la espera del transporte público, una vez allí pensó en la manera de como decírselo a Francisco, más que preocupada estaba enojada consigo misma por haber sido tan estúpida y descuidada, sentía un nudo en la garganta al pensar en que él pudiera rechazarle y tuviera que decirle a sus padres sobre su estado, al llegar a este punto de sus pensamientos realmente sintió miedo de como fueran a reaccionar sus padres, quienes seguramente se pondrían furiosos y le echarían en cara su mal comportamiento y casi estuvo a punto de llorar en medio de la gente que viajaba en el transporte.
Cuándo llegó al trabajo María y Francisco la esperaban como cada día, él la saludo rápido y se fue a su sección, no podría decirle nada por el momento hasta más tarde, en cambio si podía contarle a María su amiga lo que le pasaba.
-¿Qué te pasa? – le pregunto cuando comenzaron su labor y no había muchos prestando oído – te noto preocupada.
-¡Dios! – exclamó como si estuviera a punto de sacarse una gran espina de su pecho – creó qué estoy en cinta.
-¡Que!
-¡Sí! Eso, que creó que espero un bebé – dijo en voz baja.
-¿Que no se cuidaban?
-No – respondió Isis dejando escapar por fin las lágrimas.
-¡Oh Isis! ¿Qué harás? ¿Francisco ya lo sabe?
-No, aún no lo sabe. Hasta hoy me he dado cuenta de que llevo casi un mes de retraso y mi madre comenzara a sospechar si no hago algo pronto.
-¿Qué piensas hacer?
-Decirle a Francisco.
-¿Y si se niega a responder?
-Ya veré como me las arreglo sin él y sin mis padres.
-¿Tan segura estás de que te nieguen su apoyo?
-Lo estoy María, lo estoy. Muchas veces me lo han repetido, pero tal parece que me entró por un oído y me salió por otro.
-¿No tienes hambre? – le pregunto Francisco a Isis a la hora de comer.
-Creo que estoy esperando – le soltó sin más mientras lo miraba a los ojos.
Francisco se quedo perplejo ante la noticia y al igual que Isis sintió que el alma caí a sus pies, pero en Francisco hasta el estómago cayó al suelo también, había perdido el apetito de golpe, entendiendo por fin el porque Isis no comía, estaba igual o peor que ella por la noticia. Un bebé. Ellos tendrían un bebé. Eran demasiado jóvenes para tener uno, pero no lo suficiente como para no hacerlo.
-¿Estas segura? – le pregunto al cabo de unos minutos en los que Isis pensó que él huiría de allí sin decir palabra.
-Tengo casi un mes de retraso y siempre soy muy exacta – para ese momento Isis hablaba nerviosa – y no nos hemos cuidado.
-¡Lo sé! – respondió él también con la misma voz estrangulada y nerviosa que Isis, que se puso a llorar – no llores – la consoló y la abrazo – no te preocupes, iremos hacer una prueba de embarazo. Pero de igual manera me casare contigo, con o sin bebé.
Tras escuchar esas palabras Isis sintió un gran alivio, Francisco no la dejaría sola y eso era lo más importante, si sus padres la echaban de casa, él se haría cargo de los tres si sus sospechas resultaban ser verdaderas.
Esa misma mañana al terminar su turno de apresuraron a ir a un laboratorio de análisis clínicos para que Isis se realizara la prueba de sangre para estar cien por ciento seguros de que las sospechas eran ciertas y no falsas.
Para no levantar sospechas y no llegar tarde tomaron un taxi para que dejara lo más cerca posible a Isis de su casa, aquél día fue de demasiados gastos para Francisco, su descuido le estaba costando susto y dinero, pero quería a Isis con todo su corazón, la quería de verdad y por eso haría todo por ella.
Al cabo de unos días Francisco fue en busca de los resultados de los análisis y lo que encontró en ellos lo dejo de nuevo anonadado, sería padre, no, más bien serían padres, algo feliz, emocionado y preocupado se dirigió a casa de Isis, estaba más que decidido ese medio día para pedir la mano de su novia, no hacía falta preguntarle de antemano, Isis sabría el porque estaba pidiendo su mano, con este gesto ella confirmaría que estaba en espera de un bebé y que no podría seguir más en casa de sus padres ocultando su estado.
-¡Vaya muchacho! – exclamó su suegro sorprendido – pues yo no soy quien puede darte esa respuesta. Solo te diré una cosa Francisco – está vez su voz se había tornado seria – sabes que de ahora en adelante las cosas serán diferentes ¿verdad? Tendrás una casa y una esposa que mantener y sobre todo ¿dónde van a vivir? ¿tienes casa?
-Tengo una habitación, pero está semana buscaré algo más.
-Sé que eres una buena persona, pero eres más humilde que yo y sé que será difícil para ti y para ella en un principio, pero deben de saber aguantar las circunstancias de sus nuevas vidas y de sus decisiones.
-Lo sé señor, lo sé.
Isis acepto casarse y se casaron apresuradamente en el registro civil, Francisco busco un nuevo lugar para rentar, está vez era un cuarto más grande y menos deplorable, pero la renta era un poco más elevada, Isis seguiría trabajando para tener el dinero suficiente para la renta y los gastos que vinieran con el bebé, pero por suerte tenían seguro y daría a luz allí, así que el alumbramiento no les costaría.
Isis y Francisco utilizaron sus pocos ahorros para comprar las cosas más indispensables, como por ejemplo una mesa con dos sillas, una parrilla para cocinar y una cama, con ese poco mobiliario se les había ido el poco dinero que tenían, pero por lo menos se habían salvado del enojo de los padres de Isis, al menos por un corto tiempo.
Aunque no tardaron mucho en darse cuenta de porque se habían apresurado a casarse, cuando tenían tres meses de casados ya Isis tenía el vientre un poco abultado, casi tenía ya cinco meses y aunque era delgada el pequeño abultamiento era notable en su siempre estilizada figura.
Por su puesto que sus padres le recriminaron que les hubiese mentido y ocultado la verdad, tan indignados se sintieron que dejaron de hablarle por unos meses, su padre le había dicho que si Francisco no se hubiera hecho cargo de la criatura, ella estaría dándole preocupaciones y gastos a ellos.