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Capitulo 4

Dayan pov's

 

 

 

No sé cuanto tiempo pasa, hasta que

la puerta se abre y por ella aparece

Margaret.

 

 

 

Esa mujer es adorable. Bajita, cabello

corto, regordeta y con mejillas sonrosadas.

 

 

—Hay sobresitos de todo tipo de té.-

Dice mientras coloca una charola con

dos tazas de porcelana, una pequeña

jarra de metal y un pequeño plato lleno de sobres de té.—No

sabia cual te gusta —me mira y me regala una sonrisa. Se la devuelvo y cierro

el libro—. Así que aqui tienes para servirte. Ignacio tu té ya esta preparado.

 

 

 

 

—Gracias —respondemos Ignacio y

yo al unísono.

 

 

 

Margaret se va y me acerco a la charola. Tomo el monto de

sobres y

veo cada uno.

 

 

 

Manzanilla. Limón. Canela. Naranja.

Rosas. Menta... Tomo el de naranja y

canela. Sirvo el agua caliente en la taza y echo los sobres.

 

 

Tomo la pequeña taza entre mis manos, soplo y doy un pequeño

sorbo.

 

 

 

Suelto un gemido mientras saboreo el familiar sabor.

 

 

Abro los ojos y me topo con los de él.

 

 

 

—¿Te gusta? —pregunta y frunce

el ceño.

 

 

—¿No es muy obvio?-elevo una ceja y

vuelvo a tomar otro sorbo.

 

 

 

—Para mi no mucho —responde y deja, el libro a un lado-.

Quería decirte

también que hay varias secciones

de libros...-Vale, esto me interesa.

 

 

 

—¿Secciones?--pregunto con

curiosidad. Ignacio asiente y toma su taza. Da pequeños

sorbos y trato de mirar de que es su té, pero desde mi posición no se puede.

 

 

 

—Si, quiero decir, géneros. En los tres

pisos hay al menos...diez divisiones.

 

 

 

Olvidaba mencionar que esta mansión es de tres pisos. La

habitación que comparto con Mr. Ojos bonitos (alias Amor) esta en el tercer

piso.

 

 

Pero este lugar tiene quince habitaciones o más.

 

 

 

—En esta están los libros de historia,

español, biología y ciencia —hace una

pausa y mira el montón de libros. Yo lo hago también—. En el

segundo están los de matemáticas... libros que son más necesarios para la

salud, tecnología, literatura inglesa, de ese tipo. Y en el último están los

libros modernos. Lo miro sorprendida y deseosa de ver lo que me a dicho.

Demonios, enserio que quiero verlo.

—Tienes todo el tiempo del mundo para leer y explorar.- Dice

con su voz normal. Fría —. En la segunda planta hay una habitación prohibida.

En el tercero también. Así que ni intentes entrar.- Sentencia y deja la taza

sobre la charola. Vacía. Termino mi té y decido buscar otro libro.

 

 

 

 

Veo las escaleras de caracol y decido

subir. Camino por el amplio pasillo

de la parte de arriba y encuentro una

puerta, la abro y descubro que es la

segunda sección.

 

 

 

Le hecho un vistazo a Ignacio  y lo encuentro en la

misma posición. Me encojo de hombros y entro a la sección. Son muchos libros,

esto podría ser una biblioteca pública antigua.

 

 

 

 

Las paredes llegamos hasta el techo y

son bastante largas. Me recuerdan a la

película de la "Bella y la Bestia" cuando Bestia

llevó a Bella a la biblioteca y esta era de dos pisos.

 

 

 

Pues bueno, así es esta. Igual la segunda sección. Esta

tiene un largo sillón y otros tres más pequeños.

 

 

 

Hay un sillón improvisado a lo largo de la ventana y en las

otras dos hay un sillón. También tienen una mesita de centro y pilares de

floreros con flores ¿falsas?

 

 

 

 

— ¿Dayan?.- Doy un brinco y llevo una mano a mi pecho

mientras le lanzo una mirada asesina a Ignacio.

 

 

Esta parado cerca de la puerta, con las manos dentro de los

bolsillos de su pantalón azul.

 

 

 

-¿Qué?-digo con brusquedad.

 

 

 

—Tienes visita —responde y

desaparece de nuevo.

 

 

 

Suelto un largo suspiro y salgo del lugar por donde e

venido.

 

 

 

Ignacio me espera en la entrada y camino hacia él con paso

seguro. Abre la puerta y hace un gesto con su mano para que salga antes que él.

Muy caballeroso de su parte (sarcasmo) camino por el largo pasillo hasta que me

detengo en medio de dos pasillos.

 

 

 

Miro en las dos direcciones dudosa y siento un dedo clavarse

con suavidad en mi espalda y guiarme a la izquierda.

 

 

 

-Ah...—digo bajo y dejo que él me guíe.

 

Ni siquiera recuerdo por donde me

había metido y ni cuanto tiempo estuve leyendo. Pero debió

de ser mucho porque me quedé a un cuarto de la mitad del libro.

 

 

 

Llegamos hasta el living y Ignacio

desaparece diciendo que tiene cosas

que hacer. No le presté atención y dejé que una chica del

servicio me llevara al jardín donde me esperaban.

 

 

 

Al salir al exterior le doy las gracias a la chica que se

retira de inmediato y recorro el lugar en busca de la persona.

 

 

Mis ojos deparan en una alta silueta que esta debajo de un

cerezo y me acerco lentamente por detrás.

 

 

 

Cuando llego, salto sobre él y terminamos en el pasto

riendo.

 

 

 

—Nunca cambias ¿eh?.-Niego divertida y me quito de encima de

Jacob.

 

 

 

Sus ojos oscuros me escanean

y cuando acomodo mi cabello sus ojos

vuelan a mi mano izquierda.

 

 

Bueno, más bien, en la brillante piedra.

 

 

 

-Con que es cierto...- Respiro hondo y suelto un largo

suspiro.

 

 

 

Me siento en el pasto con las piernas

cruzadas y él me imita.

 

 

 

—Si... —respondo y él asiente- ¿a que

viene tu agradable visita?.- Jacob me mira y gruñe.

 

 

 

—A ver si era cierto...¡Te has casado!.-

Su tono de voz me saca de lugar y lo

miro con el ceño fruncido.

 

 

 

—¿A que viene tu enojo?

 

 

 

—¡A que te has casado con un

desconocido!.- Lo sé y no tiene que recordarmelo.

 

 

 

—Si, lo sé.

 

 

 

- ¡¿Por que mierda lo has hecho?!.- Me levanto de un salto y

lo miro aun

más sin entender.

 

 

 

—¡A mi no me gritas! -lo miro

furiosa y me devuelve la mirada—.

¡A ti te da igual!

 

 

 

-¡No me da igual!.- Se pone de pie y retrocedo un paso para

verlo a la cara.

 

 

 

Es mucho más alto que yo. Más alto que Ignacio

 

 

 

-¡Pues deberías! ES MI VIDA —chillo

molesta.

 

 

 

El rostro de Jacob se tiñe de rojo y

me asusta la mirada que me arroja.

 

 

 

Pero me mantengo firme. Esa mirada

la vi por años...

 

 

 

—¡Me gustaba la vieja Dayan! ¡La que

era una total sumisa cuando estabas

con tu padre! —escupe.

 

 

 

Mis manos comienza a temblar y siento su respiración hasta

mi lugar.

 

 

 

—¡Pues me canse de ser una maldita

sumisa que golpeaban todos los días

a todas horas! —grito y lo miro con

odio.

 

 

Retrocede un paso. ¡La chica que tenia moretones y golpes

por todo el cuerpo se fue! Jacob me mira con recelo y avanza dos pasos. Yo

retrocedo uno. Alarga su mano y me toma con fuerza del brazo. Yo chillo y araño

su mano.

 

 

 

-¡Suéltame!

 

 

—NO.

 

 

-¡Que la sueltes, joder! —rugen a

mis espaldas.

 

 

 

El agarre de Jacob desaparece y veo como cae como peso

muerto al pasto.

 

 

 

Con el temblor recorriéndome me giro y me encuentro con la

mirada furiosa y obscura de Ignacio. Sus ojos conectan con los míos y se

suavizan sus manos se posan en mis hombros y me estremezco por la corriente que

siento ante su contacto.

 

 

A él también parece sucederle.

 

 

—¿Estas bien?-me pregunta alterado.

 

No le respondo y sigo temblando.

Ignacio hace algo que nunca espere

que pasara. Me abraza.

 

 

Su cálido y musculoso cuerpo me absorbe y escondo mi cara en

su costosa chaqueta. Sus brazos me aprietan más contra su pecho y respiro su

dulce aroma... ¿Qué

demonios estoy haciendo?

 

 

 

-Idiota —gruñe Collin.

 

 

 

 

...........................

 

 

-Bien —dice mientras se limpia la tinta azul de sus manos.

 

 

Lo miro y lo sigo mirando. Esto merece ser gravado en una

placa.

 

 

 

Ignacio Vicencio  dando su brazo a torcer... por mi.

Nunca creí que pasara.

 

 

 

—Pero recuerda que Roth te llevara

y buscará.- Gruño. Ignacio

 

 

 

El tema de hoy es: la universidad.

 

 

 

Fui aceptada hace un mes por la

universidad de Washington...más bien, por el instituto de

Arte y fotografía.

 

 

Así que estaba dialogando con Ignacio  sobre ese

tema...después de que sacaran a mi amigo gay de la mansión.

 

 

 

Nunca llegué a pensar que el dulce Jacob se pusiera así.

 

 

 

—De acuerdo-acepto a regañadientes.

 

 

 

 

 

1 semana después...

 

 

 

 

—¡Pero que bonitos ojos!.- Miro con horror al hermano mayor

de Ignacio.

 

 

 

Lleva una camisa rosa chillón,

pantalones azul eléctrico y un sombrero con una pluma rosa.

Ese es Carlo.

 

 

 

—Carlo....- Ignacio lo ve boquiabierto, al

igual que yo.

 

- Dayan ¿cierto?-pregunta con

una sonrisa. Asiento—. Encantado

de conocerte.

 

 

 

 

Estrecho su mano y me mira con

un brillo extraño en sus ojos color

miel. Es gay.

 

 

 

-Carlo, no la asustes.- Dice Ignacio, Carlo Pone los ojos en

blanco y mira mal a su hermano menor.

 

 

 

—Tranquilo, Jus  ¿Me la puedo robar?

 

 

 

Me rio al ver la cara que pone. Hace

un puchero y pone cara de perrito

mientras sujeta mi mano. Los ojos de

Ignacio  vuelan de mí a su hermano.

 

 

 

Lo hace al menos cinco veces. Al final

asiente. Miro con terror a mi cuñado

gay de colores chillones, mientras él,

sonríe como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

 

 

 

 

– Te la regreso antes de las de las... -

mira su reloj de muñeca-. Siete.-

Collin asiente y Carlo me arrastra hasta fuera de la

mansión.

 

 

 

 

Observo como el señor de la casa se queda en la puerta

observando, mientras yo me subo a un MiniCooper  y Carlo se despide de su

hermano

con un gesto con la mano.

 

 

 

Carlo sube y enciende la radio mientras salimos por el

sendero.

 

 

 

Colors de Halsey suena por la bocina y comienzo a cantar la

canción muy bajo.

 

 

 

-¿Te importa que le suba? —le

pregunto y él niega.

 

 

 

Carlo comienza a cantar conmigo

cuando vuelvo a poner la canción

por segunda vez.

 

 

Llegamos a un restaurante con el

nombre Lisa's en letras cursivas de un

dorado reluciente. Carlo me guía por

 

 

 

todo el restaurante hasta la segunda

planta, saluda a varias personas y me

lleva hasta la cocina. El ruido y olor me golpea y respiro

profundo el delicioso aroma de la comida.

 

 

 

—Vamos.

 

 

Carlo tira de mi y nos metemos en

un vestidor. Abre un cubículo y me

empieza a arrojar ropa. Una camisa,

pantalón negro, zapatos negros y una

maya para el cabello.

 

—Cámbiate —me ordena y se mete

a no sé donde.

 

 

 

Miro con el ceño fruncido el lugar

por donde se a ido y suspiro rendida.

 

 

Comienzo a desnudarme y me pongo

la ropa que me a dado. Ato mi cabello

en el un moño un poco alto y doblo las

mangas de la camisa.

 

 

 

—¿Estas lista?-medio grita Carlo.

 

 

—¡Si!

 

 

 

Sale por donde se había ido, pero me

quedo sorprendida al ver lo bien que

se ve. En su camisa tiene una placa

dorada... Chef Vicencio. ¿Es chef? Wow.

 

 

-Bueno...tenemos cuatro horas

para enseñarte los platos favoritos

de mi pequeño hermano-dice con

una sonrisa.

 

 

 

Hago una mueca. Como si quisiera

hacerle algo de comer al señor Vicencio.

 

 

Carlo me informa que la comida

favorita de Ignacio es la Italiana. Así que me enseñará a

preparar: Tallarines con vegetales, ravioles a la Toscana, tiramisu de cereza y

los famosos spaguettis a la putanesca.

 

 

 

Ese último me causa gracia. Pero también con cada momento

que paso con Carlo me entero de más cosas. Por ejemplo, el restaurante es de él

y Ignacio

 

 

 

¿sorprendente? Tienen otras sucursales en la ciudad, Nueva

York, T6exas y otras más. Y que en navidad se van a esquiar Ostin, los gemelos,

Ignacio y él.

 

 

Y en año nuevo lo pasan en Nueva York, junto a Bryan y su

esposa Caroline (viven ahí) Cada vez me sorprendo más.

 

 

 

 

 

IGNACIO pov's

 

 

 

 

 

Dayan me sacaba de quicio cada vez

que quería. Pero le agradezco lo del

desayuno. Se enteró de demasiadas

cosas y tome cartas en el asunto. Mi

familia se a ido apenas saque a su

amigo de la mansión.

 

 

 

 

Tener a Sarah y a Clarissa me daba jaqueca, y aun más cuando

intentaban seducirme. Puaj.

 

 

 

—Romper el ego de un hombre

es como pegarle en los huevos —

refunfuñea Zedd.

 

 

 

Le doy unas palmadas en el hombro

mientras rió. El pobre esta sufriendo

porque una chica le a roto su pobre ego.

 

 

-Al fin alguien te pone un alto —

digo entre risas.

 

 

 

Zedd refunfuñea y yo sonrió.

 

 

 

Casi siempre los dos estamos de buen

humor, pero desde hace dos días estoy

de un humor de perros y se debe a

cierta personita de ojos cafe oscuro,

cabello negro azabache y piel blanca

como la porcelana.

 

 

Zedd a apostado con que me voy a enamorar de ella

 

 

¡Que estupidez! ¿Yo enamorado de

una niña siete años menor que yo?

 

 

Lo más estúpido que e escuchado estas últimas semanas. Y

vaya que escucho muchas cosas estúpidas, pero con Zedd las escuchas a cada

momento y cada hora.

 

 

Zedd es mi mejor amigo desde que tengo memoria, él

es...alguien con

quien no se puede jugar. Es un mafioso.

 

 

 

Pero de algo sirve serlo, da información a la policía sobre

otros delincuentes y a cambio eliminan sus delitos, que son demasiados para

recordar cada uno.

 

 

 

Por eso siempre trae consigo seguridad.

 

 

Pero sin duda alguna, mi amigo, es un

asesino a sangre fría.

 

 

 

—Seguro —dice molesto y luego me

mira—. Aunque alguien también te

pone de un humor poco común en ti.

 

Bufo y aparto un mechón de cabello

de mi frente. Zedd rasca su barbilla y

me mira pensativo.

 

 

-¿Qué? —lo miro y él sonríe.

 

 

– Te doy hasta diciembre.- Lo miro sin entender y luego se

levanta de un salto del mullido sillón.

 

 

 

Estamos en la sala donde jugamos videojuegos o tenemos

reuniones de "hombres",

 

 

 

—Hablo sobre enamorarte de Dayan .-

Lo miro con horror y alargo una fuerte carcajada ¿Ven?

Estúpido.

 

 

 

-¿Cuanto apuestas? -pregunto con

una sonrisa sacarrona. Zedd lo piensa.

 

 

—Un larboghini.- ruedo los ojos y me levanto también

 

 

 

—Ya tienes cuatro

 

 

 

—Quiero el numero cinco —dice,

encogiéndose de hombros.

 

 

 

Lo pienso un poco. Tengo dos...gris y

negro... Lo miro y asiento.

 

 

-¿Trato?

 

 

- Trato. Puedes ir comprandome otro y ya, porque perderás

esta apuesta.- El se ríe

 

 

 

—Tengo que irme ya —dice mientras

toma sus cosas de la mesa de centro.

 

 

 

Vamos hasta la entrada y me despido

de él mientras veo alejarse las dos

camionetas detrás del Ferrari rojo.

 

 

Entro de nuevo y le pido a Margaret mi té azul. Mi segunda

madre me regala una sonrisa y se va.

 

 

 

Camino hasta la segunda planta, entro a mi despacho y

enciendo las luces. Miro la hora en mi reloj. Se supone que deberían a ver

llegado hace una hora.

 

 

 

Son casi las nueve y gruño al darme cuenta de lo que hago,

Claro, ahora me importa.

 

 

Esta con Carlo y eso significa que están seguros.

 

 

 

Me siento en mi cómoda silla y saco el

libro de cifras, estadísticas y contabilidad de las

empresas. No pasa mucho tiempo cuando oigo la puerta abrirse.

 

 

 

—Tu cena esta en la habitación ya —

digo con los ojos clavados en los

números. Frunzo el ceño y rasco mi barba hace dos días. Esto

no encaja...

 

 

 

—Gracias.- Levanto la cabeza de golpe y veo a Savanna medio

desnuda.

 

 

 

- ¡¿Pero que demonios haces?!

 

 

Ella sonríe y camina hacia mi meneando las caderas. Carajo

¿Qué

Mierda hace aquí?

 

 

—Vine a darte las buenas noches.

 

 

Se sienta en mi regazo y yo intento

apartarla, pero se pega a mi como

una lapa.

 

 

—Lárgate de mi casa —digo entre

dientes.

 

 

 

Savanna se restriega en mi entrepierna.

 

 

—Vamos Lin.- odio ese apodo-. ¿Tu

esposa te hace sentir como yo?

 

 

Ni una ni otra. Tal vez pasaba

buenos ratos con ella, pero no muy

satisfactorios y con Dayan .. Se que

debajo de esa ropa hay un muy bonito

cuerpo, pero esta ahí. No he fantaseado con ella. No soy tan

cerdo para eso...Bueno, solo un poco.

 

 

 

—Vete, Savanna..- Mi paciencia se esta acabando.

 

 

-Lin, dejame recordarte que es estar

con una mujer de verdad.

 

Dicho eso, ataca mi cuello. Me retuerzo en un intento de

quitármela de encima y ella se lo toma como otra cosa. Mierda.

 

 

 

Me la quiero quitar de encima ¡Pero ya!

 

 

 

-Amor...Margaret me dijo que....-De un movimiento hago caer

a Savanna

al piso y miro con horror a Dayan

 

 

 

Ella está en shock, luego palidece y

termina con su rostro hecho un poema.

 

 

Yo no me muevo, no pestañeo y creo

que ni respiro.

 

 

—Y-y-y-o-o... -tartamudea y me pego de golpes mentalmente.

Carajo.

 

 

 

- Dayan Intento levantarme, pero ella sale, corriendo.

 

 

 

Savanna ríe y eso fue el colmo. La tomo con fuerza del brazo

y la arrastró hasta la salida.

 

 

Todos los que quedan en la mansión aun miran la escena. La

arrojo fuera y cierro de un puertazo. Les lanzo una mirada ablos espectadores y

ellos de inmediato desaparecen.

 

 

 

Genial. Ahora tengo que enfrentar a la

pequeña fiera porque encontró a una

mujer conmigo. Esa fue una regla que

ella me puso también...cuando yo no di mi brazo a torcer por

lo de los hombres.

 

 

 

Ahora tengo que ser su esclavo por

dos meses. Bonito ¿no? Ese fue el

trato y lo he roto. Bien. Muy bien, Ignacio

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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