Capítulo 5
Ante movimientos en la cama, sus ojos se obligaron a abrirse. Lo primero que encontró con la mirada fueron los ojos de aquel par de rubios de ojos color miel mirándola cuidadosamente mientras despertaba. Ambos en la misma posición, acostados sobre su abdomen, con los codos en el colchón y el mentón sobre el puño de sus manos.
―Momento de fotografía ―dijo Bella aun media dormida simulando tener una cámara en su mano y tomar la foto.
―Ves, te dije que funcionaría ―comentó Ben a manera de complicidad con su pequeña hija.
―Cierto ―mencionó Daykilinda dándole la razón a su padre.
Bella rió aun con la mitad del sueño sobre ella, eran muy unidos, ojalá fuera así con todos sus hijos.
―Tu madre hacía esto todas las mañanas, aun estando embarazada de los trillizos, formaba una rueda de almohadas solo para poder poner su barriga hacía abajo sin aplastar a los bebés.
―Los muy, muy, muy, viejos tiempos ―comentó Bella, sintió que todos aquellos momentos habían perdido el valor para ella desde hacía mucho tiempo; sin embargo, Ben los recordaba.
Él se inclinó con intenciones de besar a su esposa, típico beso de buenos días, acción que fue interrumpida por la pequeña Daykilinda, quien de inmediato se entrometió entre ellos.
Hizo un espacio entre ambos para su cuerpo, separando a su padre de Bella, impidiendo que este la besara.
―No mientras yo esté aquí ―señaló como un mandato el cual sus padres debían tener en cuenta.
―Por esos besos es que tú existes ―dijo Ben defendiendo su derecho a besar a su esposa.
― ¡Qué aco! ―gritó Daykilinda no muy conforme en escuchar sus detalles.
Ben simuló tener intenciones de volver a intentar besar a su esposa. Lo suficientemente creíble como para que la niña reaccionara una vez más. Interponiéndose entre ambos implacable sobre su posición.
―Ez ensedio, ya no máz ―se quejó, empujando a Ben del pecho, obligándose a dejar la cama con tal de separarlos.
―Sabía que pasaría eso ―comentó Bella un sin levantarse de la cama.
Era casi un hecho que ella siempre intentaba mantenerlos lejos el uno del otro, siempre que estaba presente era inevitable que ganara.
―Yo también ―comentó Ben irguiéndose del suelo al que había sido estrepitosamente empujado por su pequeña hija.
La tomó de la cama, sentándola en su regazo, ninguno se preguntaba cuál era la razón por la que su pequeña se empeñaba en separarlos. Para Ben solo era una petición de exclusividad.
―Estoy enojada contigo ―mencionó Bella mirando a Ben con seriedad. Él por su parte volteó a mirarla extrañado. ¿Qué era lo que había hecho? ―, dejaste a Daykilinda durmiendo con nosotros de nuevo. Ya es hora de que esté sola en su propia habitación; de lo contrario nunca se independizará de nosotros por las noches.
―Daykilinda, huyamos de la charla disciplinaria de tu mamá ―dijo Ben sin siquiera detenerse a escucharla o darle una razón, simplemente se volteó y salió de la habitación, evidentemente huyendo de allí.
Bella solo miró hacia el pasillo boquiabierta, por esa y muchas razones su matrimonio había perdido el sentido desde hacía ya una década.
Se dejó caer de espaldas y bufó, no podía escapar de sus sentimientos.
Se tiró abajo de la cama, de lo contrario jamás saldría de ella.
Caminó hasta el baño y se lavó la cara con agua y jabón; también se amarró el cabello, el cual continuaba siendo rubio.
Mientras caminaba hacia la cocina pensaba en lo que podría preparar para el desayuno, un pensamiento que se esfumó tan pronto cruzó la puerta de división entre la cocina y la sala de estar.
El desayuno ya estaba listo, y sus hijos mayores estaban despiertos.
―Buenos días, mamá ―dijo Thomas acercándose a ella, la abrazó y besó su mejilla con cariño.
Amaba el calor y el amor que expedían sus hijos.
―Buenos días ―reiteró Tom para luego acercarse a ella y besar su mejilla también. Se hallaba un tanto sorprendida, esta clase de cosas no pasaban todos los días.
―Vaya que será un buen día, no tendré que cocinar esta mañana ―dijo sonriente, amaba verlos de aquella forma, trabajando juntos, con alegría.
―Fue idea del tío Tom; queríamos que Daniel participara, pero con lo cansado que se veía cuando lo despertamos dejamos que se quedara un rato más en la cama ―comentó Maura para luego llenar su boca con los pedazos de panqueques con fresa.
―Tenía unas ojeras de muerte, se le extendían a la mitad de la cara ―dijo Thomas quizá exagerando un poco.
― ¿Se sentirá mal? ―Tom dejó de lado su desayuno al pensar en ello, las cosas con Daniel seguían poniéndose raras y él se mantenía callado.
―Ya hubiera dicho algo... ¿No? ―dijo Bella dudosa concordando así con los pensamientos de Tom.
―Iré a echarle un vistazo ―dijo Tom, si algo sucedía con él era mejor que lo supieran ahora.
―Iré contigo ―le apoyó Bella, necesitaban estar pendientes de él.
― ¿A dónde van ustedes? ―preguntó Ben atravesándose en su camino, entre ellos.
La mirada de Ben pudo disgustarle un poco a Bella; sin embargo, ella se resignó a ignorarlo.
―A ver a Daniel ―respondió ella.
― ¿Qué sucede conmigo? ―preguntó él abriéndose paso entre Ben y su madre; ahí Bella corroboró lo que Thomas le había dicho, sus enormes ojeras podían asustar a cualquiera.
― ¿Te sientes bien? ―preguntó Bella tomando el rostro de su hijo entre sus manos, tocando aquellas bolsas debajo de sus ojos.
―Estoy perfecto mamá ―respondió Daniel no conformando a su madre y tío con ello.
― ¿Estás seguro? ―preguntó Tom reiterando porque en realidad fuera así.
―Sí, estoy seguro ―aseguró él.
―Ven a desayunar Daniel ―dijo Maura separando el plato que había preparado para él.
―No tengo hambre ―pausó―. Tengo que irme, debo llegar a la biblioteca temprano ―finalizó, besó la mejilla de su madre y corrió fuera de casa, casi escapando del desayuno como si este fuera una pesadilla.
―Es mentira ―señaló Bella mirando la ventana.
Se acercó a Maura y tomó el plato de sus manos, agradeciéndole por haberlo hecho.
― ¿Qué cosa? ―preguntó Ben ignorante del momento, casi como si no hubiera estado allí.
―Daniel mintió solo para irse y así no tener que desayunar ―dijo Tom exponiendo lo obvio.
Bella asintió apoyándolo.
―Es solo un desayuno, no hagan tanto drama por nada ―les reprochó Ben restando importancia al asunto.
―Deberías empezar a notar que tu hijo no come nada ―dijo Bella algo molesta.
―Sale sin desayunar, todos los días ―le apoyó Tom.
―No almuerza...
―Ni cena ―dijo Tom concluyendo así con el punto a recalcar de su cuñada.
―Solo debe de estar estresado por los últimos exámenes; su promedio seguro no anda muy bien ―objetó Ben.
De inmediato, todas las miradas en el salón recayeron sobre Ben con impresión.
― ¡No puede ser cierto! ―exclamó Thomas dejando sus ojos en blanco con verdadera molestia ante el comentario de Ben.
Por cosas como esas lo había desconocido como padre.
―Ya, es suficiente con él ―señaló Maura a Ben―. ¿Enserio ni eso sabe de nosotros?
― ¿Qué rayos les sucede? ―preguntó Ben al sentirse poco respetado por sus hijos.
―Daniel tiene el mejor promedio de la escuela Ben, hace poco le dieron un reconocimiento ―dijo Tom haciendo de conocimiento de su hermano lo que parecía ignorar.
―Él ni siquiera necesita hacer los exámenes finales, ya tiene ganado el curso. Quizá si hubieras ido a la ceremonia... ¡lo sabrías! ―gritó Maura al final.
Bella la tomó del brazo ligeramente; indicándole así que bajara el tono.
―Lo siento, me confundí, pensé que eras tú ―dijo Ben, señalando a Thomas, como una excusa un tanto ridícula de salvarse de esas.
Thomas golpeó la mesa, levantándose de allí un tanto exasperado. Si no hubiera sido su padre era capaz de darle un golpe.
― ¡Basta! ―gritó― No soporto más a este señor, me iré a desayunar a otro lado y espero no tener que cruzarme contigo durante mucho tiempo. Si te largas nos harías un favor.
―Yo también me voy, Thomas tiene razón, deberías interesarte un poco más en nosotros ―le apoyó Maura saliendo tras su hermano mellizo menor.
― ¿Qué fue lo que dije? ―preguntó Ben hacía Bella y Tom, para su ignorancia no parecía la gran cosa.
Bella y Tom también estaban serios, enojados por lo sucedido.
―Los tres son sobresalientes, Daniel, Thomas y Maura... sus promedios son excelentes ―dijo Tom con seriedad, él lo sabía, siempre estaba al tanto de los éxitos y problemas de los trillizos; nunca faltaba en sus eventos.
Ben en cambio había creado la habilidad de escapar de ello siempre.
―Esto es justo a lo que me refería cuando te pido que pases tiempos con ellos, son desconocidos para ti. ¿No entiendes que debes estar allí para ellos? Daykilinda no es la única Ben ―recalcó Bella.
Se estaba cansando de esto, año tras año era lo mismo y por cada día que pasaba era peor.
―Es que desde que Daykilinda nació, ella me libra del estrés, por eso necesito enfocarme en ella ―objetó, muy ridículamente.
Tom miró a Bella y negó por lo bajo para luego salir de la cocina; para Ben era como si aquello fuera suficientemente valido para desentenderse del resto de sus hijos.
―Ese es tu problema, te enfocas solo en ella; te olvidas de que todos nosotros también existimos, eso me incluye a mí. A este paso tus hijos terminarán odiándote. Disculpa que te diga esto, pero, Ben.... deberías ser más como Tom. Ten un poco más de equilibrio, las cosas no pueden seguir así ―con ello, Bella cerró la conversación y se marchó.
El hambre se le había esfumando, él de nuevo había arruinado una mañana que podía haber sido hermosa junto a su familia.
Se estaba volviendo su costumbre, no necesitaba que su familia terminara odiándose entre ella gracias a Ben.