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Capítulo 1

“Una Biografía de mí:

¿Yo? ¿A quién podría interesarle? Está bien, lo intentaré.

Soy Maura Kepler, tengo 18 años. Bueno, aun no, por lo menos por un par de semanas más tendré diecisiete. Vivo en Berlín, Alemania, pero nací en Norteamérica. De mí no hay nada interesante que contar, solo soy una típica nerd, aburrida chica sin amigos. Pero tampoco soy la mejor de mi clase, quizá, solo soy una persona más de las del montón.

¿Lo más importante en mi vida?

Mi muy loca familia.

Ya que no tengo nada que decir sobre mí, les hablaré de ellos.

Empezaré por lo primordial, mis hermanos, Daniel y Thomas. Ellos son idénticos por fuera, pero totalmente diferentes por dentro; no puede haber dos personas más distintas, si Daniel es el norte, Thomas definitivamente sería el sur.

Daniel es el típico niño bien, preocupado por sus deberes e intentando ser el hijo perfecto. Thomas, en cambio, es nuestro chico rebelde sin causa, egocéntrico, narcisista, siempre queriendo sobresalir sobre todo lo que lo rodea. Yo soy una combinación de ambos, si, quedé en medio de ellos al nacer, al parecer, también por el resto de la vida como aquello que no llega a ser ni lo uno ni lo otro.

Segunda persona importante; mí amado tío Tom.

Papá, perdóname si algún día llegas a leer esto.

El tío Tom es como un padre para mí, inclusive mucho más que mi propio padre. Siempre ha estado presente en mi vida, en la de mis hermanos, nunca se ha perdido un momento importante o crucial, nos ayudó a crecer, aprender, desarrollarnos como personas. Nos ha apoyado en todo y, con respecto a mí, siempre me ha dado una atención especial que no tiene comparación.

Recuerdo que él era el único que lograba contener a Thomas de pequeño; según el tío Tom no es de extrañar, pues desde el día en que nacimos solo él pudo tomarlo sin que explotara a llorar sin causa alguna. Siempre se calmaba cuando lo tenía cerca, yo misma sentí esa energía, distinta, especial, no había nada igual para calmarnos que el estar a su lado y si mamá estaba allí, todo era perfecto. Eso hizo que, desde siempre, Thomas y mi padre nunca se llevaran bien, desde hacía unos cuatro años mi hermano empezó a llamarlo solo “Ben” y nunca más repitió la palabra papá.

Yo misma lo llamo papá, aunque no le encuentre sentido a la palabra, era cómo si él no fuera nada, solo... Ben.

Tercero, mis padres. Ben Kepler y Jesse Luna, nosotros la conocemos como Bella. Los amo con todo mi corazón, me dieron la vida, y todo lo que hoy tengo. Con respecto a mi padre, me duele decir esto, lo amo, pero no como mi padre, solo lo quiero, así como quiero al tío Brady, al tío Geert y al tío Hastings. No siento esa fuerza que nos une, es simplemente una persona más en mi vida. Además, desde hace seis años, cuando nació nuestra hermana pequeña, Daykilinda, pude ver la diferencia. Su trato hacía ella era totalmente distinto a la atención que siempre nos dio a mí y mis hermanos.

Mi madre es la mejor del mundo, la amo más que a nada en el mundo, es perfecta, no la cambio por nada.

La relación que lleva con nuestro padre no tiene nada de espectacular, llevan una vida monótona y acomodada a la rutina. Tienen problemas como toda pareja, sin embargo, permanecen como si una fuerza exterior luchara por mantenerlos juntos aun cuando no parecieran tener nada en común.

La cosa es algo distinta con el tío Tom, mamá y Tom son los mejores amigos, tienen un lazo especial que nadie logra comprender. Cuando están juntos, son felices, sonríen sin igual, y sus ojos brillan con intensidad, mucho más que las estrellas o hasta el mismo sol.

Cualquiera pudiera decir que en ellos hay amor. No digo que mi madre engañe a mi padre con su propio hermano, no sería capaz, es solo que eso es lo que ves cada vez que ellos se miran. Es cómo una historia de amor separada por mares, un destino imposible de alcanzar.

Sé que hay algo detrás del brillo de sus ojos, tarde o temprano lograré descubrir de qué se trata.

Cuarto, el tío Brady y Glena. Ellos son dos amantes apasionados, esos de los que corres peligro de ver una imagen indecente si quedas solo con ellos en la misma habitación. Se casaron hace unos dieciséis años y aun parecían estar de luna de miel. Me sorprende que Karen sea su única hija, por la manera en la que se miraban, podías adelantarte a imaginar que tendrían toda una ciudad de progenie. Para el tío Brady, hacer feliz a su esposa es el mayor y más importante proyecto de vida. Él trabaja para mi padre y tío, así que aun después de que dejamos América nos siguió para continuar con el trabajo familiar, si, la banda de mi padre y tíos, él era como una especie de manager asistente o así por el estilo.

Otra cosa que recuerdo de cuando nos mudamos fue lo mucho que lloré por dejar mi habitación. Era hermosa, Tom la había hecho especialmente para mí, dedicándole tiempo e escribir canciones en las paredes, muchas noches nos desvelábamos cantando los coros pintados en la pared.

Tom prometió que al llegar a Alemania haría una réplica exacta de mi habitación y que esta sería mucho mejor porque la haríamos... JUNTOS.

Así fue, tengo un mural de fotografías dedicadas a recordar el momento, mi dentadura chimuela y trenzas despeinadas, con pinceles y las caras llenas de pintura. Sería uno de los días que jamás olvidaría a lo largo de mi vida.

No me queda mucho por decir, los abuelos nos visitan todo el tiempo, el tío André tiene una famosa cadena de gimnasios por todos los estados unidos, eso no le impide visitarnos de vez en cuando.

Pronto extenderá su compañía a Europa así que lo tendremos más seguido por acá.

En fin, creo que no tengo nada más que decir.”

―Espero que quedes enterrada biografía ―habló para la hoja mientras la doblaba entre sus dedos.

Había escrito muchas cosas de las que podía arrepentirse si la llegaban a leer.

― ¿Qué es una bifagía? ―preguntó la pequeña niña de seis años sacando su dedo de la boca para mirar a su hermana mayor con expectativa.

―Bio-gra-fía ―vocalizó Maura para su hermanita.

Ella ya estaba lo suficientemente grande para que hablara con normalidad; sin embargo, no lo hacía.

― ¡Eso! ―dijo señalándola con una pluma, se negaría a vocalizar la palabra por pereza.

―Olvídalo, no lo entenderías ―se irguió ignorando la pregunta de la pequeña niña. Ella dejó la cabeza de medio lado mirando a su hermana, para luego morder la pluma y sacar de los bolcillos de su vestido una hoja en blanco.

― ¿Me ayudas con un Zibujo? ―pidió para luego intentar escalar la silla al lado de Maura.

―Pídeselo a mamá ―ideó ella, no quería dibujar.

―Eztá ocupadla ―insistió.

―Está bien, ven acá ―accedió rindiéndose.

Tomó a su hermanita de la cintura para luego levantarla y dejarla sobre la mesa de comedor. Tan pronto quedó acomodada sobre ella, la niña empezó a sacar crayones de colores de las bolsas de su vestido.

A veces sacaba de casillas a su hermana mayor, pero al final de cuentas la amaba; era su pequeña princesita.

―Te quiero... ¿Lo sabías? ―dijo Maura acariciando la cabeza rubia de la niña.

Ella era simplemente hermosa, blanca, de mejillas rosadas, ocasionaba ternura con una mirada.

―Zambien se quelo ―dijo ella correspondiendo al cariño de su hermana.

― ¿Qué quieres que dibuje? ―preguntó dispuesta a complacerla.

―Un osito para el zío Geert ―aplaudió entusiasmada, Maura rió, sabía que ese era su tío consentido.

― ¿A los demás tíos que les darás?

―Bezos y ablazos ―simuló dándoselos a ella misma.

― ¡Miren quienes están aquí! La segunda y tercera mujer más hermosas del universo ―dijo Tom ingresando a la cocina, cargado de sus maletas de trabajo.

― ¡Tío! ¿Quiedes ablazos? ―preguntó la pequeña Daykilinda mirándolo, estirando sus brazos en dirección a él.

Tom enseguida abalanzó sus cosas al suelo, abriendo sus brazos en señal de un abrazo.

―Por supuesto que sí mi muñeca preciosa ―aceptó él, tomándola de la mesa, le besó la mejilla y la abrazó.

Luego le hizo cosquillas, a lo que ella no paraba de carcajearse.

Besó su frente y la dejó de nuevo en el lugar que la encontró.

―Toma Dayki, ahí está tu dibujo ―dijo Maura alejando la hoja de ella.

― ¡Dame, dame! ―insistió ella porque se lo alcanzara.

― ¿A mí no me saludarás? ―le reprochó Maura a Tom.

Ya que, al parecer, Daykilinda se había llevado toda su atención a la bienvenida.

―Eres la niña de mis ojos.... ¿Cómo podría quedarme sin tus abrazos de bienvenida? ―comentó acercándose a ella, envolviéndola en sus brazos.

―Soy la segunda mujer más hermosa del universo. ¿Ya me cambiaste por la primera? A menos que yo sea la tercera. Pero... ¿Quién es la primera? ―preguntó ligeramente celosa, sin dejar de abrazarlo.

―Tu madre ―respondió Tom a la pregunta de su sobrina.

Ella se despegó un poco de su pecho para mirarlo a los ojos, no la estaba engañando, realmente para Tom ella era la más hermosa.

―Mamá es zinda ―dijo Daykilinda mientras coloreaba el osito que Maura le había dibujado.

―La más hermosa de todas las mujeres, lo supe desde el primer momento en que la vi y aun no cambio de opinión; además, le pasó esa belleza a su dos preciosas hijas ―besó la frente de Maura y se alejó, ella sonrió al escucharlo.

No había formas de negarle lo que pensaba.

― ¡Qué bien! Ya están aquí ―comentó Bella para luego ir hasta Tom y abrazarlo― ¿Cómo les fue en la entrevista?

―Excelente ―respondió Tom envolviéndola en sus brazos.

La forma en que se abrazaban, el sentimiento en el aire, era algo que no pasaba desapercibido para Maura.

No podía dejar de sonreír al mirarlos, no solo ellos se miraban con felicidad. Sin embargo, sabía que su madre siempre encontraría una manera de cortar aquel ambiente del que ella misma estaba consiente; preguntando por él…

― ¿Dónde está Ben? ―ahí estaba, eso hacía que Maura rodara sus ojos con disimilo. No le importaba dónde podría estar su padre, solo era una manera de interponerse entre ella y Tom.

―Se quedó revisando unas letras ―respondió Tom alejándose de Bella.

―Espera... ¿Dejaste a Thomas con Ben? ―preguntó Bella alarmada, sabía que aquello solo significaba una cosa.

―Eso no terminará bien ―cantó Maura.

―Sí, se quedó con él.

―Preparémonos para la guerra cuando lleguen ―dijo Bella segura de lo que pasaría.

―Caerá la puerta de su habitación, echará a Daniel a fuera y terminará durmiendo conmigo, como siempre que esos dos están juntos por un segundo ―dijo Maura.

―Sabía que sería un error ―dijo Tom.

― ¿Enserio? ―preguntó Bella con sarcasmo mirándolo con una ceja en alto.

―No debí hacerlo, estoy consciente de ello ―se disculpó Tom.

Aún tenía una pequeña esperanza de que lo que sea que pasara entre ellos se calmara.

― ¿Hacemos la cena mientras llegan? ―preguntó Bella cambiando de tema.

― Zpaguittiz con vedudas ―sugirió Daykilinda inmediatamente.

―Está bien princesa, los haré ―consintió su madre.

― ¿Ayudo a la reina de la casa? ―preguntó Tom, mirándola fijamente.

Ella encontró sus ojos con los de él y sonrió.

―Te lo agradecería ―respondió ella sin dejar de mirarlo a los ojos.

―Es un placer para mí ―dijo Tom.

Eso era a lo que Maura se refería, el brillo en sus ojos y las estúpidas sonrisas de amor ilusionado que se dibujaban en sus rostros. Si, era como si ellos estuvieran enamorados, pero se negaran a aceptarlo.

Mientras Ben optaba por quedarse hasta tarde en el trabajo, Tom siempre recortaba sus horas para volver a casa antes y estar junto a la familia.

Maura reconocía el principal motivo por el que Tom deseaba estar en casa, por estar al lado de su madre. Sentía rencor al pensar aquello, sentirse tan feliz al verlos juntos, para Maura era como su pequeña fantasía; ellos debían estar juntos.

Ella nunca se perdería una de esas noches si eso significaba poder verlos juntos, aunque fuera por unos minutos.

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