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Capítulo 2

No lo recuerda

Susan se lo pensó dos veces antes de tirarse y encarar a Mattew, habían pasado tantas cosas entre ellos, tantos años de por medio, y sentía la misma rabia y el odio por él, que sintió cuando se enteró de lo que le había hecho. Miró hacia el frente, el parqueo estaba desolado, no había nadie que pudiera testificar contra un asesinato.

Se río  por la idea tonta que se le había ocurrido. Ella nunca sería capaz de hacerle daño a nadie, ni siquiera cuando ese nadie se merecía el peor de los tratos.

—Sus.. 

—Te escuché —Lo interrumpió ella girándose. 

¿Cómo es que él podía verse aún mejor con los años? Pensó Susan, mientras observaba a Mattew.

Sus ojos azules la miraban con tantas emociones que ella no lograba identificar por completo.

—Yo.. 

—¿Cómo estás Matt? — le preguntó ella. No iba a dejar que el manejara la situación.

Esos años habían pasado, ya no era la niña tonta que andaba detrás de él a cada segundo, no era la misma adolescente que con dieciséis años pensó haber encontrado el amor verdadero. 

Ya no era esa. Y no volvería a serlo nunca más.

— ¿Cuándo regresaste? — le preguntó él en cambio.

Tenía una camisa de cuadros grises con blanco, un pantalón jean descolorido y el pelo revuelto. 

Mattew se metió las manos en los bolsillos, ella le siguió el movimiento. Era algo que él, aparentemente no había dejado de hacer, aún pasados los años.

Él que conociera a Mattew a simple vista, pensaría que era el tipo más seguro que existía sobre planeta, pero no era asi, ella sabía de sus inseguridades, de sus temores, al menos de los que una vez había tenido. 

La forma en la que él la observaba, como sus ojos miraban a todas partes,  él estaba incómodo con la situación, quizá aún más de lo que ella pudiera haber estado. 

¿Si tanto le incomodaba, porque se le acercó? 

Él debía de haberla dejado cruzar por el parqueo y no acercarse. 

No había necesidad de tener esta conversación pasada de tiempo el momento de ambos había pasado hacía más de diez años por culpa de él.

— Hace quince días — le responde ella. Sus ojos café lo miran francos. —No es necesario darme la bienvenida. 

—No busco hacerlo. Yo... En verdad lamento lo que hice...

—Mattew. Te voy a interrumpir ahí mismo. Eso fue hace más de... ¿Qué? ¿Trece, catorce años? — Ella se hizo la que no sabía. Pero tenía muy claras las fechas. Lo recordaba como si fuese ayer.

El hecho de verlo allí tan arrepentido, adolorido por las acciones que él mismo había provocado; la transparencia de su mirada y su acongojamiento. En verdad le dolía tratarlo así con tanta indiferencia, ella no era así, Pero él la había convertido alguien completamente desconocido ante sus propios ojos.

—Sus...

— ¿Qué es lo que quieres que diga, Matt? — No podía quedarse más tiempo frente a él. Había olvidado la poderosa atracción que sentía hacia él, y ahora, con los años, estaba segura de que podía caer en sus brazos de nuevo 

"Porque era tonta", se dijo a si misma. Era tontisima. 

—Es que no me diste nunca el tiempo, el momento de decirte cuanto lamentaba todo — Él se pasó la mano por el cabello y se lo desarregló aún más. Sus ojos lucían unas ojeras terribles. 

Algo más le sucedía, y Susan se dio cuenta. Pero no eran cuencas de su Rosario. Ella no era  la misma chica tímida y retraída que sólo salía con Lissa o con su novio. Su único novio. Eso había sido Matt. 

—No, Matt. Déjalo. Yo lo superé. Te recomiendo que hagas lo mismo. Son cosas del pasado y allí deben quedarse. — Ella se sacudió unas pelusas imaginarias de la ropa y le Sonrió — Si me disculpas, debo irme. No diré que fue un placer volver a verte, porque ambos sabemos que no lo es, ni lo será jamás. Hasta luego.

Mattew le agarró el brazo y la detuvo. Ella observó la mano sobre su piel y de inmediato su memoria se fue a Malcom. 

—¡No me toques! — le gritó y Mattew quitó la mano con los ojos abiertos de par en par, sorprendido por la actitud de Susan. 

—¿Que te pasó? — le preguntó el. 

Mattew siempre había visto a través de los ojos de Susan. El siempre se daba cuenta de sus emociones y pensamientos mucho antes que ella. 

—Nada. — le susurró. No tenía fuerzas para más. —Lo... Lo siento. 

Susan se metió al carro y lo encendió. Se fijó que Mattew seguía en el mismo lugar, mirándola.

Sus ojos estaban brillantes y llenos de dolor.

Ella había hecho eso.

Se mordió los labios para no echarse a llorar allí mismo frente a él.

Aceleró el carro y se fue.

No iba a llorar delante de Mattew Blake.

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