Capítulo 3
-Sí- susurra -Corinne estaba destrozada por el dolor. No habló, no comió, estuvo acostada en la maldita cama todo el día. Intenté por todos los medios recuperarla, pero nada. El de Christopher fue un trágico accidente, lo atropellaron en la ciudad, aun así ella no estaba convencida y repetía que lo habían matado, yo sentía que me ocultaba algo pero no podía creer esas teorías conspirativas. Lentamente ella también se alejó de mí, se quedó encerrada en la casa por semanas. Sin embargo un día me llamó, su tono de voz era diferente, por un momento parecía su Corinne de siempre, la alegre y despreocupada. Quería hablar conmigo, estaba entusiasmado pero no quería decirme nada más por teléfono. Me invitó a pasar la noche en la finca, una y otra vez cuánto lamentaba haberme rechazado. Cuando fui a la cita la casa estaba vacía. Llevamos años buscándolo por todas partes...-
Veo las lágrimas rodando por su rostro - eventualmente las autoridades la declararon presuntamente muerta, todos piensan que se suicidó por el dolor. Pero estoy seguro de que volverá, su rostro es tan determinado.
-Lo siento, ni siquiera sé por qué te estoy diciendo estas cosas, tal vez como me recuerdas un poco a ella, es muy fácil para mí hablar contigo, no quería angustiarte- se interrumpe y la tranquilizo de inmediato.
-No me angustiaste Nora, es lindo ver la forma en que hablas de ella. Espero que algún día puedas volver a encontrar a tu amiga- le sonrío esperanzada -ahora de verdad me tengo que ir o Jess vendrá a buscarme, gracias de nuevo por el vestido.-
-Hasta pronto, Valeria- me mira fijamente y luego vuelve a observar la plaza, con la mirada perdida. Lo siento mucho por ella...
Me dirijo lentamente a la casa de huéspedes, recordando la historia de Nora. Realmente es muy triste lo que le pasó a esa familia pero a pesar de su optimismo, no creo que Corinne regrese... ¿de qué sirve desaparecer así?
- ¡ Valeria , venía a buscarte!- Veo a Jess venir hacia mí y por un momento se me escapa una sonrisa. Tan molesto como es, tengo mucha suerte.
-De eso estaba seguro- respondo burlonamente molesto. Después de lo que he oído, ya no me importa que me siga torturando tanto.
Me lleva a su habitación, donde encuentro a Sue arreglando frascos de no sé qué.
Antes de comenzar con los tratamientos de belleza, Sue nos informa que esta noche habrá ballets. Jess y yo entramos en pánico, pero por suerte para nosotros ella se ofrece a enseñarnos los pasos.
Apenas pone la música, mi mejor amiga empieza a seguir sus movimientos con poco éxito y una larga sarta de palabrotas que me hacen reír.
Sin embargo, cuando llega mi turno, seguir a Sue se siente completamente natural para mí. Parece que estos bailes los tengo grabados en la memoria, ¡ciertamente tengo un don natural!
Jess me mira mientras me río con ganas.
-¡Tú... no quieres ni venir y sabes bailar perfectamente! ¡¡Esto es una injusticia!!- murmura desesperada.
Pasamos la mayor parte de la mañana entrenándola y al final logra aprender un poco pero creo que los pies de Aiden van a sufrir mucho esta noche...
Después de las clases de baile, a primera hora de la tarde empiezan a preparar los tratamientos de belleza, mientras yo miro con miedo esas herramientas. ¡Su mirada hambrienta sobre mí me aterroriza!
Después de dos horas de tortura, me encuentro en bata de baño, cubierta de una crema verdosa en la cara, los brazos y las piernas, sin mencionar la sustancia viscosa en el cabello. ¡Que horror! Todo el tiempo no hicieron más que criticar mi mala actitud hacia el cuidado de la belleza. En este momento, preferiría que me persiguieran con una daga como en mi pesadilla.
-¡Jess es hora, tenemos que empezar a vestirnos!- dice Sue, mirando su reloj.
Suspiro aliviado, finalmente puedo deshacerme de esta basura, me miro con disgusto.
-¡No, no hables de eso! Sue y yo solo podemos quitártelo porque estábamos en mejores condiciones que las tuyas, después de vestirnos te cuidaremos, ¡detente por ahora!- me advierte Jess.
Un gemido escapa de mis labios...
Mientras estoy maldiciendo mentalmente, escucho un golpe en la puerta -¡vamos!- grito, incapaz de moverme. Matt y Aiden se asoman a la habitación mientras Jess y Sue están en el baño vistiéndose.
Apenas entran los chicos y me ven en la silla, cubierta de crema y cosas viscosas, intentan por todos los medios contenerse pero al final estallan en carcajadas, que continúan durante casi diez minutos.
"¿Terminaste?" Pregunto irritado.
-Discúlpame Valeria , pero es demasiado gracioso- siguen riéndose.
-¡Tus chicas son monstruos, torturadoras! Por favor ayúdenme- les suplico.
Desgraciadamente no las convenzo, de hecho ante esas palabras deciden escabullirse de inmediato, temen que también les toque un tratamiento de belleza y sobre todo no quieren ir en contra de las dos brujas de la moda, cobardes...
-Nos vamos, hasta luego Valeria- me saluda Matt, con una sonrisa de disculpa.
-¡Pagan por esto!- Los amenazo mientras se van, sin dejar de reír.
Tan pronto como Jess y Su salen del baño, me quedo boquiabierto. Son absolutamente fabulosos, los vestidos de Nora son un sueño. Sin embargo, cuando vuelven a acercarse a mí, la admiración se convierte en asombro. Quieren volver a la tortura: me quitan toda esa porquería y me quitan el pelo, me peinan, me depilan, me maquillan perfecto, ignorando mis constantes insultos; sin mencionar mi pobre cabello, llevo no sé cuánto tiempo tratando de peinarlo a la perfección. No entiendo, para ellos es casi una especie de ritual. Cuento los minutos, esperando que se den tanta prisa que sea imposible oponerse. Al final me ayudan a ponerme el vestido que realmente me sienta como un guante.
Entonces finalmente me empujan frente al espejo.
Casi no reconozco a la chica frente a mí. Estoy sin aliento: mi largo cabello rubio está recogido en un peinado alto, el maquillaje es muy ligero, el azul de mis ojos realmente se destaca; hasta mi piel muy blanca se ve diferente, mucho más luminosa y tersa, tiene un ligero aroma a vainilla.
El vestido es más estrecho en la cintura, pero cae suavemente, resaltando los puntos correctos de mi esbelto cuerpo, el escote en v es quizás un poco más profundo de lo que suelo usar, pero nada excesivo. Incluso la espalda está ligeramente expuesta, me veo diferente, pero al mismo tiempo sigo siendo yo. casi me gusta
-¡¿Y?!- pregunta Sue eufórica, mientras Jess me mira feliz.
-¡Bueno, diría que hiciste un gran trabajo!- Sonrío.
Caminamos fuera de la casa de huéspedes, donde Matt y Aiden nos están esperando. Llevan dos esmóquines muy elegantes.
Jess y Sue se miran asombradas y se felicitan mutuamente. Cualquier cosa menos un pez fuera del agua, Aiden en un esmoquin haría que todas las niñas de la isla que lo adoran entraran en éxtasis.