Capítulo 2.
Caleb White.
Dos meses llevábamos preparando la llegada del barco, cuadrando horarios, infiltrándonos entre el personal de la policía, personal del barco que iba a mover la droga y preparando posibles vías de escape, lo teníamos todo controlado.
Unos días para tener dos millones de euros, pagar la deuda de mi hermano y ser libre de una vez por todas. Había pensado mucho dónde me iba a mudar, dónde iba a empezar una nueva vida pero no quería hacerme ilusiones antes de la cuenta, las cosas cambian muy rápido y más en este negocio.
—Tienes visita. —Me dijeron antes de abrir la puerta.
—Hazlos pasar. —Le dije a mi mano derecha, Jacob.
Se abrió la puerta de mi casa dejándome ver los dos policías que estaban infiltrados en nuestro caso y supe que iban a ser malas noticias.
—Nos han quitado el caso. —Me dijo uno de ellos sin mirarme a la cara.
—Lo... lo siento, señor. —dijo el otro. Me reí.
—¿Lo sientes? —Hice una señal a Jacob para que viniese.— Llévatelos.
— Será todo un placer.
Me marché de allí sabiendo lo que iba a pasar y descolgué el teléfono para pedir explicaciones, pero lo único que recibí fue un "Estaban sospechando de nosotros y movieron tú caso, te buscan pero no nos encargamos nosotros, lo que hagas a partir de ahora tú mismo lo tendrás que limpiar". Volví a descolgar el teléfono y ordené que investigaran quién me buscaba mientras intentaba encontrar a otro policía al que poder comprar.
Las noticias llegaron pronto, para mi sorpresa me encontré con un nombre que no conocía de nada; Eva Vaughan.
—¿Alguna noticia? —Me preguntó Jacob entrando en mi despacho.
—Eva Vaughan.
—¿Quién es?
—Eso es lo que vas a averiguar. —Contesté divertido.
A la mañana siguiente mientras yo seguía en la cama pude escuchar ruido en el jardín, mis hombres trabajando. Salté quitándome las sábanas al ver el mensaje de Jacob "Tengo lo que me pediste", lo busqué por toda la casa y lo encontré en la piscina trabajando con la tablet.
— Hombre... mira quién se despierta. —Me dijo quitándose las gafas de sol.— Duermes como si no te estuvieran buscando.
—Pago a los guardias para que nadie entre en esta casa y a otros más para que no me encuentren. ¿Qué tienes?
—Tengo a tu chica.
—No es mi chica. —Alargué la mano para coger su tablet pero me la quitó.
—Entonces puede ser mía.
—Déjate de gilipolleces y dime, no tengo todo el día.
—Agente del FBI, veintisiete años, morena, alta... un bomboncito, mira.
Giró la tablet dejándome ver a aquella chica, lo cierto es que sí era un bombón , pero uno que me quería meter en la cárcel.
— ¿Qué haremos? —Me preguntó Jacob.
— Tú enviarme todo lo que tengas y sal de la piscina, hay trabajo que hacer.
Me marché del jardín y dando un portazo me senté en la silla de mi escritorio, llegó un mensaje con toda la información de aquella chica y leí: "Agente especial del FBI, buena disparando y algunos trabajos con el departamento de inteligencia. Veintisiete años, pelo negro, ojos verdes, vive sola...” En el documento también salía número de placa, teléfono móvil, direcciones y cuentas de banco. Me acosté en la silla y miré sus fotos... Una llamada me sacó de mis pensamientos.
— Señor, el cargamento está listo. El barco acaba de zarpar.
—Bien, no quiero fallos, hay mucho en juego. —Colgué.
Teníamos el plan perfecto, un plan sin fallos y con muchas alternativas para posibles grietas, nada podía salir mal. Organicé a mis hombres, a los mejores y les di instrucciones de todo, ahora solo quedaba esperar.