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Capítulo 3

Era una hermosa tarde de verano; un cálido sábado. A esta hora siempre me preguntaba: ¿Qué debía hacer ahora?

Era algo aburrido estar en casa todo el día, esperando que algo entretenido llegara a mi vida.

¡Uf! Supongo que aun no terminaba de acostumbrarme, todo había cambiado tan repentinamente. Un día me hallaba encerrada en mi casa y al otro estaba en Miami, luchando por encontrar a Estrella. De vez en cuando necesitaba pellizcarme para convencerme de que ahora estaba conmigo, verla gateando y caminando de un lado a otro; intentando pronunciar palabras y descubrir su mundo.

Estaba creciendo demasiado rápido.

Creo que todo padre amoroso tenía esa nostalgia, ver como su pequeño tesoro crecía día a día, hasta llegar a aquel día de pánico, en el que ellos harían otra vida lejos de nosotros.

Una cosa si tendría clara, no repetiría los errores de mi madre, yo sería para Estrella la madre que siempre quise tener. No había nada más importante para mí que ella, mi pequeña y hermosa hija.

Era inevitable para mí de vez en cuando pensar en la verdadera procedencia de mi beba; era un momento que tendría tatuado en mi alma por toda la vida. Sea como fuera, aunque ella hubiera llegado a mi vientre en contra de mi voluntad, Estrella no tenía la culpa de lo que su padre había hecho. Me aterrorizaba escuchar en las noticias, leer en los periódicos u oírlo de la boca de otras personas, el hecho de que se permitía el aborto, o al menos era bien visto, en casi de abuso, violación. ¡Por Dios! ¿Enserio?

La vida es un derecho, desde el momento en que aquellos dos factores se unen dentro de la mujer ya es una vida, una que tiene derecho a conservar. ¿Cómo pueden matar a sus propios hijos?

No importa si tiene la sangre de aquella persona que te dañó, ese pequeño ser que crece dentro de tu vientre es TU SANGRE, tu hijo, una parte de ti. ¿Cómo despreciar algo tan importante?

Día a día miles de parejas luchan por tener un hijo, otras sufren por perderlos por causas inevitables. Un regalo tan enorme, preciado y valioso no puede ser botado a la basura. Es una persona, como cualquier otra, dentro o fuera del vientre si lo matas, serás un asesino.

Un ruido proveniente de mi computador me hizo saltar, la había dejado encendida desde hacía rato sin darme cuenta. Estaba recibiendo una llamada en Skype, sonreí al ver quién era el que me llamaba.

Caí en el suelo, sentándome al lado de la mesa de café donde estaba mi portátil, acepté la llamada; de inmediato la ventana se abrió mostrándome a aquel hermoso rubio de anteojos al otro lado del mundo.

― ¡Hola Garin! ―grité, sonriente.

―Hola preciosa. Te atrapé hoy ―reí, tenía razón, no tenía la costumbre de mantener el Skype encendido, me daba algo de pereza ingresar la clave; por lo general siempre la olvidaba―. ¿Y mi princesa? No me digas que está durmiendo.

―No. Déjame que ya la traigo, estará contenta de verte. ―Dejé el piso para ir en busca de Estrella, corrí en todas direcciones buscándola, mientras más aprendía más difícil se me hacía encontrarla.

Estaba en su habitación, buceando entre la caja de sus juguetes. La tomé, prácticamente de cabeza.

―Mami. ―Rio sorprendida, no esperaba que la sacara así.

―Tenemos que correr, tu osito quiere verte. ―La eché en mi hombro y corría al salón de estar, me senté nuevamente en el piso, dejándola en mis regazos.

Apenas ella vio la pantalla hizo un chillido de emoción, sonriendo de oreja a oreja.

―Hola Estrellita ―dijo Garin, él también sonreía como tonto al mirarlo.

― ¡Gain! ―respondió ella entusiasmada, intentando tocarlo en la pantalla.

―Sí que te extraña. ―Sonreí mientras ella continuaba acaparando toda la pantalla, quería sacarlo de ella.

―También la extraño; obviamente a ti también Lisa.

― ¿Sabes algo de Imre? Si lo ves ¿puedes decirle que me llame? ―Insistí, me hacía falta ver aquellos ojitos verdes; él era excelente poniéndome en mi lugar.

―Claro que le diré. ¿Le has mencionado a Vilh lo que hablamos? ―preguntó, dejando de ver a Estrella un segundo para mirarme a mí.

―Ya ha pasado un mes desde que le dije que quería estudiar, todo sigue igual. Mientras Daren está aquí, se la pasa molesto la mayoría del tiempo. Ahora que volvió a Alemania está más tranquilo, pero igual le molesta que me llame tanto. Soy la encargada de sus cosas mientras él no está aquí, es obvio que me llamé para estar al tanto de si hice o no las cosas. Como estoy tan apretada no he tenido tiempo de buscar la academia, ni una guardería o niñera. Nada. El tema del matrimonio volvió a desplazarse al último puesto, como siempre. ―Expliqué, mientras acomodaba el cabello de Estrella.

― ¿Hiciste lo que te dije? ―preguntó Garin, mirándome seriamente, lo miré confundida, ni siquiera recordaba lo que era― No lo hiciste.

― ¿Qué era? No lo recuerdo ―pregunté torciendo la boca, me daba vergüenza.

―Buscar a tu prima ―Mis ojos se abrieron en grande al recordarlo... ¡Eso era lo que tenía que decirle a Vilh!

Golpeé mi frente con la palma de la mano, Estrella me miró extraño al ver ese gesto. Tomé su cabecita y la besé, ella puso la palma de su mano en su frente imitándome.

Garin no pudo evitar reír al mirarla. ―No le enseñes esas cosas Lisa.

―No se las enseño ―respondí entre risas―. Había olvidado nuestra charla, estoy tan frustrada que apenas y llega aire a mi cerebro para recordarme como me llamo.

―Recuerda que ella puede ser la solución a todo; es de confianza, podría cuidar a Estrella mientras estudias y, si la entrenas bien puede hacerle de segunda asistente a Daren mientras tú estés ocupada. Tú cuidas a Estrella mientras estás en la oficina o haciendo los trabajos que Daren de manda, ella podría hacerlo también. Así se reparten la mitad de la carga...

―Y no te estresas tanto. ―Terminando juntos la oración, me lo había dicho tantas veces que ya me sabía su discurso de memoria.

― ¡Ves! Si lo recordabas ―señaló él.

―Necesitaba que me refrescaras la memoria. Lo haré, te prometo que me comunicaré con ella pronto, no pasará de esta semana.

―Más te vale. ―Señalándome―. Me voy preciosa, tengo que buscar algo para cenar fuera; se me hace tarde. ―Mirando su reloj.

―Provecho, que pases una linda noche ―dije sonriente, estaba feliz de haberlo visto.

―Dale un beso a Estrella por mí, adiós muñequita ―Dirigiéndose a Estrella.

―Bye. ―Mencionó mi pequeña para luego imitar el sonido de un beso. Garin sonrió al escucharla y cortó la llamada.

Estrella miró la pantalla, colocando su cabeza de lado al ver que ya no podía verlo, luego me miró; sus ojitos me pedían que lo trajera de vuelta.

―Verás a Garin pronto, no te preocupes. ―Tomé sus suaves mejillas y rocé mi nariz contra la suya, ella estornudó un poco y luego rio, me encantaba lo risueña que era mi nena.

― ¿Dónde están las mujeres más hermosas del universo? ―preguntó Theo, asomando la cabeza por la puerta.

―Yo solo veo a Estrella, no sé quien será la otra ―mencioné, levantándome del piso, llevando a Estrella conmigo.

―Te tengo noticias Lisa; eres tú ―afirmó Theo para luego robarme a Estrella de los brazos, y algo más...

― ¡Theo! ―chillé, sin aliento, poniendo mis manos en la boca, me había besado desprevenidamente.

―Si te dijera que lo siento te mentiría ―dijo, sin pena.

―Vilh lo sabe y te descuartiza ―dije, aun traumatizada, pasando el lado de mi mano por mis labios, intentando quitarme el sabor de sus labios.

―No es la primera vez; pero este fue sin intención. No exageres. Si te sigues limpiando te besuquearé en grande ―amenazó, lo miré prácticamente ahorcándolo con la vista.

Alejé las manos de mi boca y las puse en alto, indicándole que no lo haría.

―Que estos accidentes no vuelvan a pasar ―señalé, por mi tono, prácticamente lo amenazaba de que, si lo hacía una vez más, no me contendría de darle un par de cachetadas.

―No prometo nada ―dijo, dibujando aquella malévola sonrisa de medio lado.

Crucé lo brazos, y nuevamente lo miré amenazante; pero bueno, Theo seguía siendo Theo.

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