Capítulo 1: Sexo telefónico, LAS ALAS DEL AMOR
Camino por los pasillos del aeropuerto, mi maleta rodando detrás de mí. Miro alrededor y veo a otras personas apresurándose hacia sus puertas de embarque, algunas corriendo para no perder sus vuelos, otras despidiéndose de sus seres queridos con lágrimas en los ojos.
Yo, en cambio, me siento vacía. He tomado la decisión de dejar todo atrás en mi país natal, un lugar en conflicto que no me permite encontrar la inspiración para escribir. He decidido mudarme a un lugar más tranquilo para encontrar la paz y la calma que necesito.
Llego a la puerta de embarque y me detengo. Miro por última vez a mi alrededor, respiro profundamente antes de abordar el avión. Me siento en mi asiento, cierro los ojos y me permito soñar con algo nuevo.
La voz del piloto anunciando la llegada del avión interrumpe mis pensamientos. Abro los ojos y me preparo para mi nueva vida, lista para desplegar las alas del amor.
El avión aterriza en el aeropuerto internacional de la ciudad que he elegido para comenzar mi nueva vida. Salgo de la terminal y me encuentro con un clima cálido y soleado, muy diferente al clima frío y sombrío de mi país de origen.
Camino hacia la salida del aeropuerto, buscando un taxi que me lleve a mi nuevo hogar. Durante el viaje en taxi, observo la ciudad por la ventana. La ciudad parece vibrante y llena de vida, con sus edificios altos, sus calles llenas de gente y sus parques llenos de flores.
El taxi se detiene frente a un edificio de apartamentos. Pago al taxista y tomo mi maleta, lista para comenzar mi nueva vida.
Al llegar a mi nuevo apartamento, me siento un poco abrumada por el tamaño del lugar. Es mucho más grande de lo que estoy acostumbrada en mi país de origen. Desempaco mis cosas y comienzo a acomodar mi nueva casa.
Mientras trabajo, comienzo a sentir un poco de ansiedad. Es la primera vez que me mudo a una ciudad sola y sin conocer a nadie. Sin embargo, estoy decidida a hacer que funcione. Quiero encontrar la inspiración que tanto anhelo y escribir mi próximo gran éxito.
Después de un largo día, me acuesto en mi cama, exhausta. Miro hacia el techo, pensando en todo lo que he dejado atrás en mi país de origen, pero también en todo lo que espero en mi nueva vida. Me pregunto si he tomado la decisión correcta, pero luego recuerdo por qué he venido: para encontrar la paz y la calma que necesito para escribir.
Me permito soñar con mi nueva vida, con la posibilidad de encontrar inspiración en la ciudad, de conocer a gente nueva y de enamorarme.
Me despierto temprano a la mañana siguiente, todavía sintiéndome un poco nerviosa por estar sola en una ciudad desconocida. Decido tomar un baño relajante para calmar mis nervios. Mientras me baño, comienzo a sentir una sensación de tensión en mi cuerpo, así que decido masturbarme para relajarme.
Me seco y me acuesto en mi cama, desnuda. Tomo mi teléfono y busco algo excitante, pero me doy cuenta de que lo que realmente me excita es estar en un nuevo país, rodeada de hombres desconocidos con cuerpos nuevos y exóticos para mí.
Comienzo a fantasear con los hombres que he visto en la calle, imaginándolos acariciándome, besándome y tocándome con fuerza y pasión. Mis dedos se mueven rápidamente hacia mi clítoris mientras sigo imaginando a los hombres de la ciudad teniendo sexo conmigo, uno tras otro.
Con cada gemido que escapa de mis labios, siento cómo mi tensión desaparece poco a poco. Mis dedos se mueven más rápido y con más fuerza, y me dejo llevar por el placer que estoy sintiendo.
Después de unos minutos, siento la necesidad de tocar mis pechos. Los acaricio y los aprieto suavemente, imaginando a un hombre desconocido haciéndolo por mí. Luego tomo una zanahoria que he comprado en el supermercado y la paso por mis pezones, sintiendo cómo se endurecen con el contacto frío de la verdura.
Mientras acaricio mis pechos suavemente, siento la necesidad de hablar con alguien. Tomo mi teléfono y busco a mi mejor amiga en mi lista de contactos.
- Hola, ¿cómo estás? - digo mientras continúo tocándome.
- Hola, Iris. ¿Qué sucede? - responde mi amiga.
- Nada, solo necesitaba hablar con alguien. Me siento un poco sola aquí en esta ciudad desconocida - confieso.
- ¿Por qué no sales a conocer a algunas personas? - sugiere ella.
- No sé, me da un poco de miedo. Pero, sabes qué, estoy haciendo algo que me hace sentir mejor - le cuento mientras mis dedos exploran mi vulva.
- ¿Qué estás haciendo, Iris? - pregunta mi amiga, curiosa.
- Me estoy masturbando - digo en voz baja, mientras un gemido escapa de mis labios.
- Oh, vaya. Eso suena interesante - comenta mi amiga con una risita.
- Sí, lo es. Me siento mucho mejor ahora - digo mientras el placer se apodera de mí.
- Me alegra que te estés relajando, pero ¿no es un poco extraño hablar conmigo mientras te masturbas? - dice mi amiga con una risa contenida.
- Tal vez un poco, pero me hacía falta hablar con alguien. Y además, nunca he tenido una conversación telefónica mientras me masturbo - confieso, sintiendo cómo mi orgasmo se acerca.
- Bueno, eso es algo nuevo para ti, ¿no? - comenta mi amiga, divertida. - Te confieso que la idea me excita y que precisamente en este mismo momento acarició la polla de mi novio, y no tardará mucho en querer penetrarme…
- ¿En serio Ana? - respondo, jadeando mientras mi coño se humedece aún más.
Estoy sorprendida por la respuesta de mi amiga, pero a la vez me siento excitada al escuchar que ella y su novio están teniendo relaciones sexuales en ese momento.
- ¿De verdad estás haciendo eso ahora mismo? - Vuelvo a preguntar, mientras siento una sensación de calor crecer en mi entrepierna.
- Sí, lo estoy haciendo y disfrutando - responde mi amiga con una risa traviesa. - Estaba pensando en ti mientras tenía sexo con mi chico, imaginándote masturbándote ahí en tu nueva cama. Y ahora me estás contando que lo estás haciendo, me excita muchísimo ser tan bruja y sentirte ahora. De hecho, mi novio me acaba de decir que está a punto de correrse, así que tendrás que perdonarme mientras le doy el golpe final.
Me rio con sinceridad de mi amiga, y me siento aún más excitada al imaginarla teniendo relaciones sexuales mientras hablábamos.
- No te preocupes, no me molesta en absoluto - respondo. - De hecho, me estás haciendo sentir aún más caliente con todo esto.
- Me alegra escuchar eso. - dice mi amiga, mientras suspira de placer. - Ahora mismo, estoy a punto de ser penetrada por mi chico, y me encantaría que estuvieras aquí para disfrutarlo conmigo.
Me imagino a mi amiga siendo tomada por su novio a 4 patas y me siento aún más excitada.
Me encantaría estar ahí contigo, ver cómo disfrutas de su polla - respondo, mientras siento la necesidad de acariciarme aún más fuerte introduciendo mi dedo índice en mi coño haciendo que imita un “Chof” Chof” muy húmedo. - Pero por ahora, tendré que conformarme con masturbarme aquí sola en mi cama.
- Te entiendo - dice mi amiga, mientras gime de placer. - Pero siempre puedes imaginar como me esta empotrando el muy cabrón, me estira del pelo y agarra mis nalgas comprimiéndomelas.
Asiento, imaginándola muy agitada pro las embestidas, y me dejo llevar por la excitación que siento. - Lo tendré en cuenta - respondo mientras me concentro en mi propio placer. - Por ahora, necesito concentrarme en mí misma y en mi propio orgasmo mientras pienso en cómo me entraría a mí la polla bien dura de tu novio. - respondo totalmente descarada.
- Totalmente de acuerdo - dice Ana, mientras su voz se vuelve más aguda. - Oh, sí, eso es bueno, eso es muy bueno… - dice ella mientras su novio la lleva al orgasmo.
Escucho los gemidos de mi amiga mientras me acaricia más fuerte, sintiendo mi propio orgasmo acercarse.
- Oh, sí, sí, sí - gimo mientras llego al orgasmo, dejando que la sensación me envuelva completamente.
Después de un momento de silencio, las dos nos reímos, todavía un poco aturdidas por la experiencia compartida.
- Esto es lo que llamo una amistad cercana, - bromeo, mientras me relajo en mi cama.
Definitivamente, - dice mi amiga, riendo. - No puedo esperar a verte de nuevo y hacer realidad estas cosas contigo.
Iris sonríe, sintiéndose agradecida por tener una amiga tan abierta y aventurera.
Yo también estoy deseando verte de nuevo. - Respondo. - Pero por ahora, creo que estoy sintiéndome un poco tímida.
- Jaja, yo también. - Confiesa.
Convenimos en que sería nuestro secreto y me sentí agradecida por tenerla en mi vida, aunque sea a distancia. Y mientras pienso en todo ello, sigo sintiendo una sensación de relajación y éxtasis en mi cuerpo, sabiendo que he encontrado una nueva forma de explorar mi sexualidad y relajarme en mi nuevo hogar.
Todo huele a sexo. Me quedo allí, recuperándome lentamente de mi experiencia de masturbación compartida. Las alas del amor están listas para desplegarse y explorar lo que la ciudad tiene que ofrecer.
Cierro los ojos, sabiendo que estoy receptiva a todo lo nuevo, lista para volar hacia el futuro.