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Capitulo 5. Su polla reacciona

Dorian levanta la mirada y ve entrar aquella mujer de hace un momento, frunce la mirada puesto que a ella se le notaban las mejillas coloradas.

—Siéntese, por favor —se inclina hacia atrás —. Es la hermana mayor de Eliza, entonces.

—Si.

—Y asumo que está capacitada para tomar su puesto, ¿no es así? —se cruza de brazos mirándola fijamente.

—La verdad es que no.

< Este sujeto es un maldito intimidante, como es que mi hermana logra trabajar con él>

—Eso sí que es interesante —contesta burlón.

—Mi hermana me quiere entrenar hasta el día que ella no pueda seguir viniendo a trabajar, yo aprendo rápido.

Esa respuesta le gusto, “aprendo rápido” lo que lo llevo a preguntarse ¿Qué tan rápido puede aprender? Dorian se mueve un poco en su sillón, puesto que su polla se estaba inquietando por sus pensamientos lujuriosos.

Con Eliza nunca pudo llegar a tener una aventura por su devoción al matrimonio, pero quizás con su hermana fuese otro cuento. Siempre quiso experimentar tener sexo en la oficina con su secretaria.

Ahora se sentía curioso y ansioso.

—Cuénteme algo, ¿tienes hijos? ¿Esposo? como sabe, cuando contrate a su hermana me dijo que estaba casada, pero sin hijos; por esa razón le di el empleo y porque su currículo era extraordinario. Necesito a una secretaria que esté dispuesta a todo.

Aquella palabra sí que lo encendió, ya se estaba haciendo escenas depravadas con esa castaña sobre ese mismo escritorio.

< ¿Por qué le brillan tanto los ojos a este hombre, y que diablos pasa con ese “dispuesta a todo”?>

Catrina aplana los labios y junta sus manos con fuerza.

—No tengo, señor Borges.

—¿Cuál de las dos partes? —ella traga saliva, ¿Por qué la ponía tan inquieta?

—Las dos, no tengo compromisos ni responsabilidades.

< ¡Ahhh! Eso está mejor, puede que esto funcione>

—Si su hermana la va a entrenar, espero que aprenda rápido como dices. Puesto que si no hace bien su trabajo me veré obligado a buscar a otra secretaria y su hermana perderá el empleo.

—No se preocupe —contesta con los nervios a millón.

—En ese caso, ya puede irse.

—¿Me acepta?

< Claro que te acepto, ese bonito culo que tienes va a hacer mío>

—Sí, infórmele a su hermana —responde fríamente volviendo la vista a su ordenador.

Catrina se pone en pie para dirigirse hasta la salida, pero Dorian levanta la mirada y nota que realmente ella tenía un bonito culo. Frunce la mirada y siente que su polla ya estaba más que activa.

Relame sus labios, se sentía deseoso por lograr que esa mujer le abriera las piernas muy pronto. Sonríe, y continúa trabajando.

[…]

Al cerrar la puerta de la oficina Eliza levanta la mirada y observa a su hermana con expresión pálida, se pone en pie y espera.

—¿Qué paso? ¿Qué te dijo?

—Me puedo quedar, pero debo aprender muy bien.

—Gracias a dios, viste, te dije que no era tan malo como se hace ver.

Pero Catrina no apoyaba la teoría de su hermana.

—Eliza, ¿ese hombre no es un mujeriego verdad? —la mayor camino rápido hacia ella para confrontarla. Pero la menor solo pestañea.

—No, no lo es… —Catrina afina la mirada puesto que no le creía nada.

—Estas mintiendo, dime la verdad.

—Te lo juro, nunca ha salido en revista de cotilla o se la ha visto en algún lugar con una mujer. De hecho, nadie lo viene a buscar aquí, no recibe llamadas, ni cartas, ni nada…

—¿Es gay?

Eliza ensancha la mirada, ella no pensaba eso de su jefe, puesto que de gay no tenía absolutamente nada. Pero tampoco le podía contar a su hermana de sus sospechas sobre él, si le decía que intuía que su jefe follaba en su oficina ella jamás se quedaría a trabajar.

—Noooo, claro que no. Solo que es un hombre reservado, no tendrás problemas con él te lo aseguro. A mí nunca me falto el respeto, será así contigo ya verás.

Su hermana la mira seriamente.

—Eliza, tú estás casada y estas con una enorme barriga ¿Cómo crees que él te va seducir?

—Pero antes de eso no hizo nada, en serio, estas a salvo.

—¡Lo dudo! —responde caminando hasta la silla —. Pongámonos a trabajar de una vez.

Eliza suelta el aliento, sabía que estaba poniendo a su hermana en una posición mala, pero le tenía fe a su jefe de que no se propasaría con ella. Era su hermana, si la respeto a ella también lo haría con la Catrina.

[…]

Al llegar la hora de salida, las hermanas abandonaron el edificio y se dirigieron al coche de Eliza.

—No deberías de seguir conduciendo, Eliza.

—No tienes licencia para conducir todavía, así que será mejor que vayas moviéndote con eso para que puedas usar mi coche para venir a trabajar.

—Soy perfectamente independiente como para tomar el autobús.

—No seas tonta, claro que no…

La mayor pensó que su hermana era un poco dependiente de las cosas que le daba su marido, al menos se esmeraba por mantener su puesto de trabajo y ganar su dinero. La castaña abre la puerta del coche y en ese momento observa que el jefe de su hermana salía del ascensor.

Miró como hablaba por teléfono mostrando una sonrisa algo pervertida, se aproxima a una enorme camioneta y luego cuelga la llamada. Antes de que él se adentrara en el coche, mira de reojo y es cuando la pilla mirándolo.

Inmediatamente ella se mete en el coche de su hermana y no vuelve a mirar hacia ese lado. Su corazón estaba latiendo con tanta fuerza que se le iba a salir del pecho… su hermana pone en marcha el coche y justamente tuvo que tomar la vía por donde estaba el coche de su jefe aparcado.

Y para su mala suerte, la tonta de Eliza se detiene detrás de la camioneta de ese hombre, pero Catrina no voltea a verlo.

—Que tenga buenas noches, señor Borges —le dice bajando la ventanilla.

Catrina traga saliva puesto que siente como él se inclina para mirar dentro del coche.

—Buenas noches —dice con aquella voz que le pone los vellos de punta a la castaña.

Ella le imploro al cielo que su hermana pusiera en marcha el coche de una vez por todas.

< Mierda Eliza, ¿Qué demonios estás haciendo?>

Cuando el coche de su secretaria avanzo, Dorian lo observo con una sonrisa traviesa en los labios… quizás sus planes se adelantarían más rápido de lo que pensaba, puesto que al parecer no le era indiferente a la hermanita Hans.

[…]

Eliza condujo hasta el trabajo de su esposo, quedaron en verse en su oficina luego de que ella saliera del trabajo.

—Pasaremos por Jorge, me dijo que llegáramos a su trabajo para luego irnos a cenar a un restaurante. Me dijo que era para darte la bienvenida.

—No tienen por qué hacer esto, es demasiado.

—No seas tonta, además ya estamos llegando.

Mientras que Eliza buscaba donde estacionar el coche, Jorge tenía su lengua metida hasta el fondo en el coño de su secretaria.

La morena se encontraba con las piernas abiertas de par en par sobre el escritorio de su jefe, mientras que este yacía sentando en su sillón sosteniendo los muslos de su secretaria al mismo tiempo que devoraba su coño son lujuria.

Lamia los labios vaginales de la morena como si aquello fuese una chupeta, luego comenzó a chupar la protuberancia de su coño de manera brusca provocando que las piernas de la morena temblaran.

Para mantener el equilibrio se sostiene por debajo de sus rodillas permitiendo abrirle más las piernas a su jefe.

—Sííí… comete mi coño, Jorge, comételo todo por favor. Chúpalo más duro —jadea con fuerza.

—Shhh… no grites —ella muerde sus labios para evitar hacer más ruidos.

—Muerde mi coño, vamos, muérdelo.

Impulsado por las palabras explosivas de su secretaria, Jorge se pone en pie, baja el cierre de su pantalón para sacarse su polla, rápidamente se lo mete en el coño de la morena y siente alivio.

La penetra tan solo unos minutos y de inmediato siente que se corre. Automáticamente saca su polla y vacía su semen sobre el coño de su secretaria. Pasaba la cabeza babosa de su polla por los labios sexuales de la morena de arriba hacia abajo, seguía muy duro todavía.

Y la morena continuaba muy caliente y fogosa.

Desde esa posición podía ver el ano de la mujer, palpitante y dispuesto a recibir su polla. Los fluidos de su semen blanquecino se corrieron hasta su ano, lo que le propinaría un buen lubricante.

Conduce la cabeza hinchada de su pene hasta el diminuto hueco de su culo, lo va metiendo poco a poco sintiendo como las pareles anales aprietan su polla.

—Maldita sea, tu culo sí que esta bueno.

—Sí, cógeme rico por favor.

Cuando ya estuvo completamente adentro, el sonido de su móvil personal comienza a sonar mira la pantalla y detecta que era su mujer.

—Mierda…

Se sale de ella y comienza a arreglarse la ropa.

—Rápido, toma tu ropa y sal de aquí. Vístete en el baño de afuera, date prisa.

—¿Qué pasa? ¿No vamos a terminar?

—Luego terminamos. ¡Ahora vete!

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