Capítulo 4: Hora de la Verdad.
Lexie.
Al entrar al pub el aire asfixiante, y las luces de colores me golpearon, junto con cuerpos sudados y borrachos. Solía venir aquí con los muchachos a beber sin control. Era la rutina de todos los viernes.
Paso por la guardarropía y le tiendo al guardia mi bolso, el a cambio me da una llave, le sonrió al tiempo que me guardo el objeto en mi sostén para no perderla. Miro a mi alrededor para encontrar una cara familiar. El lugar está repleto de gente que no logro divisar nada. Así que voy al único lugar donde sé que puedo encontrar a alguien.
La barra esta hasta tope de personas con copas y parejas de chicos besándose. Sonrió por lo loco que es besarse con extraños. A lo lejos veo a Aleix, con su genuino color de pelo rubio, y su arete de coco. Esta de espaldas a mí sirviendo algunos tragos. Me siento en el taburete más cerca que encuentro.
—Tres chupitos de Tequila y mi casamentero favorito por favor. —Digo alzando la voz para que ciertas palabras lleguen a Aleix. Este al escuchar mi voz se queda quieto, y deja el vaso a medias de lo que sea que tenga en sus manos. Se da media vuelta y me mira pasmado, con su boca formando una O muy divertida. Le sonrió.— ¿Te vas a quedar ahí o me vas a dar un abrazo?
El deja la botella a un lado, salta la barra y en un medio segundo ya lo tengo abrazándome.
—Joder Lexie —habla exasperado— estas... estas aquí pe-pero ¿Cómo?
Me separo lo suficiente para que mis ojos examinen su rostro.
Esta distinto, sus facciones están mucho más definidas y salta a la vista que ya ha salido del closet. Lo sé por el magnífico maquillaje de ojos. Aleix es mi mejor amigo de toda la vida, al igual que Sam pero dado que Aleix y yo estuvimos desde el jardín de niños juntos, llevo mucho más tiempo conociéndolo y puedo descifrarlo.
Yo era la única chica en la que él me pudo confiar ese secreto pero las circunstancias en las que me lo conto no son nada normales. Aleix fue el primer chico con el que tuve sexo y el único. Lo hice por él.
El necesitaba saber si realmente se sentía atraído por los hombres y me pidió ese favor. No me negué lo suficiente porqué también necesitaba el favor. Al ser la hermana del chico más guapo del insti ningún tío se me acercaba.
Al acabar Aleix me dijo que había sido horrible, y que había confirmado sus dudas. Era gay, nos reímos tanto ese día que nos hicimos la promesa de no revelar nunca este momento, y así, quedar como un pacto inquebrantable entre los dos. Como en Harry Potter.
—Me desperté hace dos semanas.
El parece sorprendido.
—¿Que?
—Lo que escuchaste.
—Hace dos semanas que estas despierta y yo recién me vengo a enterar.
Con aire enfurecido vuelve a saltar por encima de la barra, y empieza a servir los tres chupitos de tequila que le pedí.
—Venga Aleix ¿enserio te enfadaras ahora? —muevo mis pestañas y junto mis manos en un intento para que me perdone. El me mira serio, desvía su mirada a otro sitio.
—Le pedí a Liam que no os dijera nada. Quería que fuera una sorpresa para ti y para Sam.
Como si de mi boca hubiera salido una palabrota se voltea y me enfrenta.
—Liam... Liam no te ha dicho nada ¿verdad?
¿De qué está hablando?
—¿Qué es lo que Liam tenía que decirme?
Abre la boca y luego niega con la cabeza.
—¿Y bien? —pregunto.
Este silencio empieza a preocuparme y tengo la sensación de que algo no está bien.
—Nada.
¿Qué? Que se supone que significa eso.
Le doy una mirada asesina y levanta las manos en signo de derrota.
—Sera mejor que lo veas tu misma. —con un movimiento de cabeza señala detrás de mí y volteo.
Sam viene hacia aquí con aire despreocupado. Se ve tan guapo, trae unos pantalones negros y camiseta como siempre, acomodando su melena rubia con la mano para que quede intacta, siempre ha tenido esa manía. No se da cuenta la lista de tías que se mueren por estar con él, incluyéndome.
Cuando llega a la barra me giro en dirección contraria, me arreglo el cabello, hasta ahora no se ha dado cuenta de mi presencia. Pide dos tragos de ron con coca cola. Su voz hace eco por mis oídos y acelera mi corazón. Hasta su voz es sexy. Todo él es sexy.
Reuniendo el valor suficiente para enfrentarlo giro mi taburete.
—Hola Sam.
Su mirada encuentra la mía y nos quedamos así por un nano segundo hasta que el por fin me rodea la cintura con sus brazos y me hace girar.
—Dios mío Lexie. —contesta cuando ya me ha dejado en el suelo.
Tomo su cara entre mis manos y lo acaricio. El aún sigue sorprendido no deja de mirarme la cara.
—Estoy aquí Sam. —mi felicidad en este momento no se compara con la felicidad que tuve al ver a Aleix. Sam es el motivo por mis sonrisas, y por mi corazón desbocado que en este momento quiere salirse de mi pecho.
Nos sonreímos mutuamente hasta que unas manos lo rodean por el cuello y lo atraen hacia un lado. Lo besan. Mi sonrisa se esfuma al ver a aquella rubia con quien mi querido Sam se está besando.
Siento como mi corazón se acelera aún más pero esta vez de puro dolor, el pecho se me aprieta ante la escena y puedo sentir como mis ojos se llenan de lágrima dejando a su paso mi visión borrosa, mi mente desconecta, las personas a mí alrededor desaparecen y ahora son ellos y yo.
Su beso es apasionado y salvaje, cargado de tanto deseo.
Esto tiene que ser una broma. Esto no puede estar pasando.
El beso dura unos minutos hasta que se separan y su respiración es acelerada.
Sam como si se diera cuenta de que sigo aquí, retrocede dos pasos y hace contacto con mis ojos. La mirada que me dedica es tan fría que no me salen las palabras para preguntarle. ¿Por qué Sam? ¿Por qué ella?
La rubia se acerca a paso decidido.
No ignoro su expresión de sorpresa, pero la remplaza su estúpida sonrisa de suficiencia.
—Vaya, creía que esta noche seria aburrida. Que interesante Lexie, que estés aquí —avanza dos pasos hacia mí los cual yo retrocedo para guardar distancia. No quiero que la maldad se me pegue.
—¿Ya saliste de tu desintoxicación?
Bate sus pestañas en un intento de parecer inocente. Ambas sabemos que de inocente no tiene ni el apellido.
—No estaba en rehabilitación estúpida, y eso lo sabes. —Gruñe Aleix a mi lado, no sé en qué momento salto la barra que ahora está junto a mí.
—Oh. Sam dice lo contrario.
Apunta con el dedo pulgar a Sam, que de la nada parece haber perdido el habla.
—¿Q-que? —tartamudeo. No reconozco mi voz.
—¿Qué carajos le has dicho?
Aleix levanta la voz, se acerca a Sam, que sigue mirando el suelo como si de eso le fuera la vida.
America Silva, mi bullying, es esa típica chica rubia con padres adinerados, que se cree el centro del mundo, y sin embargo así lo es, todos los chicos están locos por America, al tener descendencia Latina era la chica más guapa. Hasta Liam estaba loco por ella.
Lo que a mí respecta, lleva las palabras ZORRA marcadas en la frente. De apariencia puede ser la chica guapa pero yo sé que esta mas podrida que una manzana por dentro después de pasar tiempo de caer del árbol.
Siempre se había metido conmigo por los kilos de más que traía encima y mis pechos de Limón. Es por eso que me sorprende ver a Sam con ella. Besándose. Ella me odia y él lo sabe.
—¿Qué hacen ustedes dos juntos?
Al fin mi voz se ha vuelto más clara y firme. Me trago las lágrimas por qué no dejare que America tenga una excusa más para meterse conmigo.
—Lexie... yo. —murmura Sam en un hilo de voz.
Se atreve a mirarme a los ojos, los tiene un poco rojos y esta rígido apretando tanto los puños que los nudillos ya están blancos.
Dime Sam. Explícame Sam. Dime que no es verdad, por favor dime que no es cierto.
—¡Agh! Vamos Sam dile que soy tu novia. —lanza con fastidio.
Soy tu novia.
Es su novia.
America y Sam. Novios...
Nunca pensé que escuchar esas tres palabras me dolería tanto. Había cuestionado lo que sentía por él, no simplemente me gustaba yo estaba enamorada de Sam, es decir aun lo estoy.
Aun lo estoy después de saber que ellos son novios. Yo estoy enamorada, pero el no. Él está con ella. Precisamente con ella.
Nunca podré explicar a la perfección como me sentí en aquel momento, pero el dolor en el pecho, mi voz temblorosa y las lágrimas amenazando por salir lo define mejor.
Hoy Sam me ha roto el puto corazón.
La persona que tengo enfrente no es mi Sam.
—Lexie puedo explicarlo...
No hables Sam. Si hablas me derrumbo.
Era mi corazón hablando.
—Felicitaciones —lo corto, armándome de valor para formar una sonrisa creíble y no demostrar que por dentro me estoy muriendo. —me alegro mucho por vosotros.
A mi lado Aleix esta tan sorprendido como todos, pero yo hago todo lo posible para parecer normal.
—Muy bien. Sam nuestros amigos nos esperan.
La forma en la que acentúa "amigos" está claro que es para nosotros. Aleix, Sam y yo éramos inseparables. Sam me mira por última vez esperando que de mi boca salga palabra, pero solo me limito a decir.
—Hasta luego.
Y se va. Se va de mi vida para ir a la suya. Se va de mi corazón dejándolo en mil pedazos.
Se va con ella.
Aleix salta la barra para atender el pedido de las chicas que tengo a un lado. Giro el taburete quedando frente a los chupitos que Aleix me sirvió hace un rato, antes de la catastrófica escena que vivimos.
Me tomo los tres chupitos uno tras otro mientras lucho por no echarme a llorar aquí mismo. Aleix se acerca y me mira con tristeza.
Le doy pena.
No lo culpo todos sabían que estaba loca por Sam, y esto fue una bomba muy grande.
Me aclaro la garganta y pregunto.
—¿Desde cuándo?
No tengo que decir de que hablo él lo sabe perfectamente.
—Unos... unos meses después del accidente.
Esto ya es bastante para mi pobre ser.
—Aleix ¿exactamente cuándo?
—Tres meses después del accidente. —responde.
—¿Ha ido a verme?
Se queda callado. Levanto la mirada para verlo, en su expresión lo dice todo, no ha ido a verme.
—Guao, que bomba la de hoy. —sonrió de tristeza.
—Escucha —me toma de la mano, y posiciona una en mi barbilla. Levanto la cabeza, me encuentro con sus preciosos ojos negros— Sam no te fue a ver nunca al hospital, se alejó de todos y no lo vi por meses. Hasta que un día lo vi de la mano con ella y me enfurecí tanto porqué en todo este tiempo nunca ha preguntado por ti. No es el mismo Lexie y durante todo este tiempo sin ti, he estado solo, Sam me ignora se ha vuelto un chico diferente... solo míralo —hace girar mi cabeza en dirección al grupo de chicos en la sala vip donde están Sam y America, enrollándose junto con chicos borrachos a su lado— no es el mismo y tampoco se merece tus lágrimas.
Me limpia una lágrima que no pude contener. Refriego mi mejilla contra su mano y sonrió.
Siempre puedo contar con Aleix.
—Así que levanta ese culo perra, que estamos en un bar repleto de chicos guapos.
Sonrió negando con la cabeza. El me hace sonreír, siempre que me siento mal o estoy triste. Es el mejor amigo que puedo tener. Junta sus labios contra los míos y me rellena los vasos.
Esta será una noche bastante larga.