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Capítulo I El reencuentro.

Rihanna.

La noche que regresé, por fin se dieron cuenta que existía, simplemente era un maldito problema más en su vida, me echaron de casa cuando les conté que estaba embarazada, por encima de muchas cosas, incluido sus ideales religiosos, que era lo único que le impedían que me obligaran a abortar, de resto daba igual todo, incluido mi condición de embarazada, únicamente yo era una mancha para mis padres. Si mi abuela no hubiera aparecido en ese momento para recogerme, al ser avisada por mi madre, que se quejaba de lo podrida que estaba yo ante ojos. No sé qué hubiera sido de mí.

Mi abuela es el ser más inteligente que he conocido, se presentó con un abogado, que hizo firmar a mis padres un documentó en el entregaban mi custodia, y la del ser que yo traían en mi vientre, ambos firmaron rápidamente para deshacer rápido del problema. Nunca supe porque mi abuela había hecho esto, pero fue la jugada más inteligente que realizó mi heroína, ya que, cuando mi hijo nació, al descubrir mi padre que era varón, intentó obtener su custodia, para quitármelo, y así criarlo él cómo suyo, pero al firmar lo que firmó esa noche, nunca se lo concedieron, y esa fue la última conexión que tuve con ellos, hasta el día de hoy.

Mi vida cambió bajo la tutela de mi abuela, el amor, las normas, y la atención que nunca había tenido, fue máxima. Mi abuelo había muerto muchos antes de yo nacer, así que esa vieja finlandesa se volcó en mi hijo y en mí, prácticamente. Saqué mis estudios y comencé a trabajar en la empresa multinacional del Grupo C.P.A. desde abajo, hasta que terminé como secretaria de Ruyman Bencomo, CEO de la parte internacional del grupo, y uno de los herederos.

Y aquí cometí mi otro gran error, por el cual fui destinada a Japón, lejos de mi familia, me creí enamorada del CEO, por eso me interpuse en cada uno de sus ligues, hasta que, en mi estupidez, me involucré de la peor manera, y estúpidamente insulté a la señora Emilia Bencomo, la esposa de mi jefe. Pagando mi error finalmente. Gracias a esto he aprendido, que el amor no es para mí, sólo está mi abuela y mi hijo y con esto me basta, mi decisión es firme, tan firme como el amor que siento por ellos.

- “Mamá, ¿colgaste?”- la voz de mi hijo me hizo regresar al presente, llevan más de tres minutos mirando la puerta del ascensor cerrada de la quinta plata de las oficinas de la cede del Grupo C.P.A. distraída. Sonreí, para disculparme con él, cuando la puerta se abrió de repente, y al mirar a las personas que estaba dentro a punto de salir de él, la sonrisa se me congeló y la mano que sostenía el móvil, me tembló.

- “¿Qué demonios hace ese estúpido aquí?”- pensé al ver a la única persona que conocía en mi vida adulta que cada vez que lo miraba mi cuerpo temblaba de odio, y rechazó.

La sonrisa pícara, y sarcástica que me dirigió no se me pasó desapercibida, y mis barreras anti-CEO, salido, se levantaron.

- “Veo que hay gente que te hace sonreír, comenzaba a preocuparme, que una maquina como tú no tuviera sentimientos. Estoy deseando averiguar que más cosas descubro sobre ti.”- me dijo al pasar a mi lado, mientras el resto de los ejecutivos se adelantaban con un gesto de sus manos, dejándome con él a solas, una maldita estrategia preparada por él seguro.

- “Señor Viera, por lo visto la empresa no fumigó bien, están saliendo las alimañas.”- dije ajustándome las gafas, para entrar en el ascensor, ignorándolo. Él sólo me sonrió.

- “Nos volveremos a ver Morris-Terminator, y muy pronto, tengo una oferta que no podrás rechazar.”- me dijo el descarado CEO, llamándome por el alias que me había puesto para enfadarme, al más claro estilo padrino.

Yo tan sólo le saque el dedo corazón en un gesto nada femenino, antes de que se cerraran las puertas. Justo en ese momento oí una voz que provenía de mi móvil.

- “Mamá, mamá, ¿sigues ahí?”- era Kenai.

- “Si, mi amor, lo siento, me interrumpieron, estoy trabajando aún.”- le dije, justificándome.

- “Mamá, ¿Qué es un Morris-Terminator?”- justo en ese momento, con la cara roja de la vergüenza, me hubiera gustado ser de verdad un Terminator, para volver al pasado y acabar con toda la generación de Vieira que hubiera hasta la actualidad, en especialmente en la actualidad, había uno en especial, que disfrutaría asesinando.

Ya en mi despacho me centré en terminar mi trabajo, para mi jefe, el encargado del departamento financiero de la empresa filial del grupo C.P.A., y pensé que lo estaba logrando, pero involuntariamente, cuando entregué mi último informe, cierto mosquito molesto, se coló en mis recuerdos.

La primera vez que conocí a la babosa Vieira, fue al despacho de mi antiguo jefe, el muy estúpido intentó entrar en el despacho de mi jefe, sin anunciarse, ni decirme quien era. Lógicamente lo retuve, y me enfrente a él, pese que, como mi hermano, me sacaba por lo menos cabeza y media. El muy estúpido sólo me sonrió, y acercando su cara a la mía, separada por apenas dos milímetros, me pregunto.

- “¿Así que tú eres la nueva secretaria de Zape?, ese maldito cabrón tiene muy buen gusto.”- sabía que lo estaba haciendo para intimidarme, era experta, en el uso de la intimidación militar, para obtener de tu rival lo que querías, me había criado con un experto manipulador, mi padre.

Pero eso no pudo evitar que ese castaño, de ojos marrón oscuro, me hiciera adormecerme con el delicioso olor que despendía, que no captar que muy maldito era más que atractivo, el sueño de cualquier mujer, todas las serpientes lo son para hipnotizare a sus presas, antes de devorarlas, también me di cuenta de que su calor ante la cercanía me hacía temblar. Justamente esas reacciones que yo me había prometido nos sentir jamás, fue lo que acrecentó mi animadversión por él.

Al principio, me volví de piedra, ante sus contantes, insinuaciones, hasta que un día recibí luz verde de mi jefe, para que pusiera a su mejor amigo en su lugar, delante del maldito provocador, sin que hubiera consecuencias por ellos, lo que fuera necesario, incluido que lo demandara, para que me pagara una millonada en indemnización por acoso. A

Al parecer la babosa Vieira, era un CEO, de varias empresas multimillonaria que comprendían desde restaurantes de lujo, club para millonarios y diversas salas de fiestas, de eventos, y Discotecas en diferentes lugares del mundo en especial, Europa y América, no al nivel de los Bencomo, pero podría decirse que estaba solamente dos escalones por debajo, en el nivel de riqueza. Estas cosas fueron las que me hicieron creerme enamorada de Ruyman Bencomo, y crearme que podía conquistarlo, que me tratara con respeto, y me valorara.

Finalmente, un día, tras un acoso descarado al nivel que rayaba la falta de respeto, y por como hacía que mi cuerpo, involuntariamente, reaccionara esa maldita babosa, mi respuesta física no tardío en llegar, y mi mano incontrolable, impactó en su cara, exactamente en su mejilla.

- “Y ahora pude demandarme, o hacer que mi jefe me despida, me da igual, pero esto es lo que obtendrá cada vez que se propase, estúpido.”- le dije colocando mis brazos en jarras apoyada en mis caderas y mirándolo desafiante, esperando su respuesta. Él sólo me sonrió enigmático, mirándome de arriba bajo, con atención.

- “Seguiremos con la comprobación preciosa, más adelante, tu siente libre a reaccionar como te apetezca, esto sólo es entre nosotros”- y sin más entró en le despachó de mi jefe dejando la puerta abierta, así que pude oir como mi jefe le preguntaba.

- “¿Con quién te metiste?, ¿Qué fue lo que hiciste, idiota?”- le dijo el señor Bencomo.

- “Lo hago por tu bien, creo que te han colocado un Terminator por secretaria, y tengo que ver si tiene emociones humanas, no sea que te asesine mientras trabajes con ella.”- dijo el muy maldito riéndose.

La ira me invadió al oir sus palabras, y las ganas de entrar, darle una patada en cierta parte sensible del cuerpo de la babosa Vieira, fueron incontrolables. Pero yo era una profesional, y Rayco Vieira, no me iba a descolocar, por mucho que lo intentara. Tengo que decir, que el estúpido, lo intentaba, casi a diario, siempre que venía al despacho, o estábamos en algún evento de la compañía, pero siempre acaba igual derechazo, y mirada fría por mi parte, mientras él sonreía enigmático tocándose la zona golpeada, como si lograr que yo lo golpeara, fuera un triunfo para su desquiciada lógica.

Pero todo acabo el día que fui derivada a la cede de Japón, tras mi estúpido error, al menos no perdía el trabajo, necesitaba el dinero para cuidar de mi abuela y de mi secreto. Podía haber perdido perfectamente el trabajo, así de grave fue mi metedura de pata. Pensé que me había librado para siempre de esa maldita babosa, pero al parecer todo es posible en este mundo, para esa alimaña.

Cuando salí de trabajar, me alegré de poder huir del lugar, volverlo a ver, no deseaba volver a reencontrarme con ese insecto, ese maldito mosquito molesto. Pero hoy no es mi día de suerte, en la calle, junto a una gran limusina, destacada entre los pequeños coches del tráfico de Tokio, estaba mi mayor pesadilla, esperando por mí con una sonrisa diabólica, mientras varios escoltas me esperaban en la puerta de salida de mi trabajo, para llevarme hasta donde su jefe, me esperaba.

Más que nunca desee ser esa asesina máquina de la película de los ochenta, para acabar con la posibilidad de que ese estúpido naciera, o al menos convencer con sus padres para que se replantearan no tener hijos varones, tan estúpidos como Rayco Vieira, que ese no valía la pena, por el bien de la humanidad, pero seguía siendo humana, y no podía montar un escándalo delante de las oficinas donde trabajaba, bastante rumores habían generado ya que ese estúpido estuviera esperando por mí.

- “Nada Rihanna, prepara tu derecha, la vas a necesitar, espero no dislocarme la muñeca de golpearlo tantas veces, como mi instinto desea hacer en este momento.”- pensé y acompañé a los escoltas hasta la maldita limusina.

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