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Capítulo 3/2.

Ainhoa.

Le ofrezco a Lex vestirnos en mi habitación y eso hacemos. Mientras Aleix llega nosotras decidimos darnos una ducha en el baño de la residencia y luego vestirnos y arreglarnos el cabello.

Aleix llega unos minutos antes de que el cabello de Lex este del todo seco y soy atrapada por sus garras.

Escucho atentamente la segunda parte de la historia de cómo lo hizo con ese chico. Me maquilla los ojos con un tono suave casi inexistente y lo detengo antes de que cubra todas mis pecas con rubor demasiado rojo para mi piel.

—Aleix de verdad que no es necesario tanto maquillaje, no quiero parecer payaso —este me mira con cara enfadada— ¿Por qué no me maquillas los labios? ¿Tienes algún labial que sea transparente?

Guarda silencio mientras maquilla mis labios y lo dejo arreglarme el cabello. Lo arregla pasando la plancha por el dejándolo más liso de lo que ya es y me aparto hacia atrás cuando se acerca demasiado a mí para examinar su trabajo.

Aleix y Lex tuvieron un bonito gesto conmigo, compraron un pastel y un par de velas y me cantaron feliz cumpleaños y me dieron regalos. Temí un poco por esta última parte.

Pero no eran calcetines.

Mi amiga me regalo unos pequeños accesorios para las muñecas y use dos. Aleix me dio una paleta de sombras del tono de mi piel y casi salto de la emoción cuando lo abrí. No tengo mucho maquillaje aunque si me gusta mucho usarlo.

Pero no sé cómo hacerlo así que este es un regalo genial.

Luego me dejaron sola para ocuparse en sus propios asuntos y mi amiga volvió a preguntarme si me pasaba por la fiesta, aunque podríamos ir un rato con Josh. Si él quisiera.

Me puse a trabajar en la cena, quite todo lo de mi escritorio y lo puse en el centro de la habitación, pedí dos sillas en la cafetería del sótano y un par de platos y copas.

Cuando lo tuve todo en su lugar prepare los macarrones con queso y los deje con la tapa cerrada para calentarlos cuando Josh llegue.

Busque las velas que había comprado y puse dos en la mesa, posicione el vino al lado de ellas y puse los cubiertos. No estaba tan bonito como me lo imaginaba pero lo importante es la compañía.

Sonreí cuando quede satisfecha y puse un poco de música en el parlante.

Como aún faltaban veinte minutos me puse a diseñar la portada que me habían pedido para el siguiente lunes, el libro era hermoso y por eso creí que un par de manos entrelazadas se vería completamente hermoso. La historia me dejo completamente sin palabras y lo transmití en aquella portada.

Unos golpes en la puerta me despertaron y me sacaron de mi pequeño mundo creativo. Mire la hora en el ipat y... ¡mierda! Ya había llegado.

Arregle mi cabello y acomode mis senos en el espejo al lado de la puerta, me mordí el labio cuando me sentí completamente hermosa.

Tome el pomo de la puerta y abrí.

Pero no era Josh quien estaba frente a la puerta era el novio de Dakota. No se me paso por alto como sus ojos recorrieron mi cuerpo desde arriba y tape mi lado descubierto tras la puerta.

Subió la barbilla a modo de saludo y apoyo su brazo en el marco y se acercó un poco.

—Ey —volvió a levantar la babilla— ¿tienes un condón? Me quede corto.

Ah ¿un cond...? ¡¿Pero qué mierda se cree est...?!

Mis ideas se aclararon cuando vi a Dakota con el cabello alborotado desde la puerta de al frente. Me saludo con la mano inocentemente y yo no fui capaz de devolverle el saludo.

—¿Y bien? Tienes o no.

—Ah, sí... un segundo.

Lo deje ahí en la puerta mientras me giraba hacia la mesita y abrir el primer cajón. Allí estaban, mis condones sin usar. Había comprado una caja la semana pasada y solo habíamos usado tres.

Bueno, mejor darle uno antes de que regale bebes a los óvulos de Dakota y luego se casen y se divorcien y tener la custodia compartida.

Se lo tendí, me agradecieron y se escaparon hacia la habitación.

Bueno... bonita forma de comenzar el fin de semana.

Cerré la puerta y me senté en mi lado de la mesa, comenzaba a darme hambre. Volví a mi trabajo con el ipad mientras llegaba Josh.

Este sería uno de mis mejores trabajos, de eso estaba segura.

Liam.

Estaba a la mitad de la película cuando Lex llego a casa, maquillada y peinada de seguro por Aleix.

Hablando de él, tengo que ir a dejarle propinas.

—¡No puedes! ¿Por qué no me esperaste para que la viéramos juntos? —exclamo mi hermana desplomándose a mi lado.

Me quede mirándola un tiempo comprobando la pequeña hinchazón de sus ojos, casi inexistente pero yo podía notarla. Había llorado.

El la había vuelto a hacer llorar. Me enfade aún más por eso, por mi hermana que se hacia la fuerte conmigo, con todos.

—Me he enterado de lo de Sam.

Se quedó callada con la vista fija en la televisión, justo como yo. No era algo de lo que quisiera hablar.

Se encogió de hombros cuando paso su parte favorita. Mordió su uña.

—No he encontrado el momento, ayer no estabas cuando llegue.

Eso no es excusa hermana.

—Pero esta mañana si estaba —carraspee con desagrado. Comimos juntos cereal y ¿Por qué no lo note?— sabes que haría todo por ti ¿no?

Asintió.

Si yo no tomaba esta decisión por los dos, ella no sería capaz. Porque... sus sentimientos eran incluso más fuertes de los que ambos imaginamos.

—No quiero que te vuelvas a acercar a él. —abrió la boca para decir algo. Me apresure y la interrumpí— no quiero que te siga haciendo más daño de lo que ya ha hecho, no quiero escucharte llorar por las noches y no poder hacer nada.

Y esto no es nada, ¿Cómo se sentirá cuando sepa lo de esa noche? Peor aún que esto, y ya ha tenido suficiente.

No dijo nada más y terminamos la película. La acerque hacia a mí con el brazo con el que la rodeaba y bese su cabello. Cuanto te quiero Lex.

—No puedo llevarte a la fiesta, Logan te recogerá —me miro con la pregunta adornando su cara— no preguntes, tengo cosas que hacer.

Quito mi brazo de sus hombros con brusquedad y se separó de mi como si tuviera la peste. Bufe rogándole a dios no tener esta conversación.

—¿Vas a ir a verla no? —puso su postura regular. Cuanto extrañaba sus expresiones.

Camine sin detenerme hacia la puerta.

—No, ya no la veo.

Jenna ya no era nada mío, Jenna ya no era un motivo ni una razón. Simplemente no era nada. Ya no.

Sonreí amargo pensando en eso.

—¿Crees que no me he dado cuenta que la vas a ver? No soy estúpida Liam.

No podía quitar esta estúpida sonrisa de la cara. Qué alivio... que estés aquí hermana.

Cuadre los hombros preparándome para ir a verla.

—Creas o no, no es a ella a la que iré a ver –abrí la puerta y di un paso fuera al tiempo que ella grito:

—¡Si te envió un mensaje. Tendrás que ir a buscar a Noah!

Noah, reí. Dios Ainhoa ¿Qué sucede contigo?

Conduje con calma, casi evitando querer llegar. Que silencioso era todo allí dentro en ese coche, completamente silencioso. Como mi hermana esas semanas.

Tan silenciosa que dolía. Sin duda llegue a mi destino, quiera o no, no podía postergarlo más. Porque... por qué ya era tiempo de hacerlo.

Me baje del coche, salude al conserje y camine por esos pasillos oscuros, silenciosos y fríos. El nudo en mi garganta se fue incrementando por cada paso que daba hasta llegar allí.

Pasillo diecisiete hasta el final.

Me pare frente a la lápida y se me era tan difícil tragar ese nudo que me dejaba sin respiración. Casi pensé que era un nuevo ataque.

Estuve sentado frente a esa lapida por horas, horas en las que observe la foto de mi abuela sonriendo alegremente. Quise hablarle muchas veces, cada una de ellas sentía que me ahogaba.

Fueron dos horas en las que me quede en silencio mirándola, sin poder decirle nada de lo que venía a decirle.

Aún seguía sin poder.

El conserje asintió hacia mi cuando lo vi al final del pasillo. Iban a cerrar el cementerio.

Suspire.

—Lex... volvió.

Fueron las únicas palabras que salieron de mi boca y salí apresuradamente de allí sin poder creerme aunque no pudiese hablar con ella como hace mi hermana cuando viene. No pude contarle nada, soy un maldito cobarde.

Conduje con más calma aun de camino hacia la fiesta sintiéndome como la mierda. Estaba a unas dos cuadras cuando mi móvil vibro.

Hermanita—Ey, estoy conduciendo, voy llegando.

Gire hacia la derecha con el altavoz encendido. Sonreí, se me hacía raro que me llamase.

—Liam ¿puedes pasar por Ainhoa?

Vaya, no sé cómo se lo tomaría si me presentase ahora allí después de lo que me escribió en mañana y tampoco estaba de ánimos como para que alguien me regañase. Pero...

Esbocé una sonrisa.

—Voy por ella.

—Gracias hermano.

Colgó antes de que yo pudiera hacerlo y di la vuelta en u hacia las residencias. Podría soportar que me regañases ahora Ainhoa, podría soportarlo.

Ainhoa.

Me quede mirando el móvil entre mis dedos, con todas las ganas de tirar todo esto a la basura ponerme el pijama y dormir hasta olvidarme de por qué ahora mismo estoy llorando.

Cero llamadas, cero mensajes. Nada de Josh.

¿Se habrá...? ¿Se abra olvidado? Ni siquiera lo vi hoy en la uni, ¿debería llamarlo?

No lo hagas Ainhoa, por qué no va a venir.

Cerré los ojos intentando callar a la voz en mi interior, decirle que Josh podría haberse retrasado o algo pero... ¿Quién se retrasa dos horas?

Esto es una puta mierda.

Tire con brusquedad el móvil a la mesa mientras dejaba que mis propias lágrimas inundaran mis orejas. El móvil vibro avisándome un nuevo mensaje.

Lo tome a la velocidad de la luz, volví a entristecerme cuando vi el mensaje de Lex en la pantalla.

Lixi.

Diablos tienes que venir ya, la estamos pasando bomba!

Tan linda... quizá debí ir a la fiesta con ellos en vez de quedarme aquí esperando a Josh. Pero yo no sabía... no sabía que mi novio no se acordaría de mi cumpleaños.

Jodidamente triste.

Contemple con la mirada perdida las velas en la mesa y con la rabia en la punta de la lengua las sople con brusquedad.

Sorbí un par de veces mi nariz decidiendo que sería mejor quitarme este vestido y meterme a la cama.

Comenzaba a levantarme cuando tocaron nuevamente mi puerta. Sin la esperanza que fuese Josh camine con pereza y seque mis ojos, abrí.

Era, Liam.

Liam.

Metí las manos en mis bolsillos delanteros escuchando la risa y los gemidos prominentes de la puerta a mi espalda. Del otro lado pude sentir los pasos ligeros de Ainhoa viniendo hacia aquí.

Fruncí los labios cuando mire hacia arriba, había una gotera y un agujero en la pared de la habitación de Ainhoa.

La puerta se abrí y lentamente fije mis ojos con los de ella. Y o mierda...

No pude evitar repasar todo su cuerpo con los ojos deteniéndome en su piel descubierta y el canalillo de sus senos recibiéndome.

Infle mis pulmones cuando me di cuenta que había dejado de respirar un momento.

—Woow —solté todo el aire— estas hermosa, princesa.

Mierda ¿Por qué lucia tan malditamente caliente? Estaba arreglada, y no llevaba ese color negro en sus ojos.

—¿Qué estas...? —murmuro sorbiendo por la nariz. Eso hizo que subiera mis ojos de su cuerpo a sus ojos, estos lucían rojos— ¿Qué estás haciendo aquí Liam?

Parpadee.

—Oh, vine por ti para la fiesta.

—Oh.

¿Qué le sucedía? Por qué hablaba tan bajo y no me miraba a los ojos. Le fruncí el ceño cuando dejamos de escuchar el respaldo de la cama golpear la pared.

Miro hacia atrás de su hombro y se acurruco en la puerta. Seguí sus ojos y pude ver su habitación, tenía una mesa o lo que creo que es una mesa en el centro, cubiertos, un vino y unas copas.

—¿Interrumpo algo?

Se asustó cuando hable y me miro con la mirada perdida.

—Espérame un segundo, voy por el móvil.

Asentí y seguí su cuerpo hacia el interior. La vi inspeccionar su habitación una última vez antes de salir junto a mí.

Subimos al coche y pasamos todo el transcurso sin hablar de nada. Lucia triste como si hubiera llorado.

¿Qué te pasa Ainhoa? ¿Por qué no me regañas o me gritas? Tu silencio hace que me sienta triste por ti.

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