Capítulo 2: Disculpas.
inhoa.
Aun no podía acostumbrarme a lo mucho que hablaba Zac, comía, hablaba y así todo el tiempo desde que llegue con Lex a la cafetería.
Fue muy amable de su parte integrarme a su grupo de amigos, era como mi angelito de salvación. Ese puesto a mi lado parecía estar infectado con algún virus por qué nadie, absolutamente nadie se sentaba a mi lado.
Ni siquiera tenía compañera de habitación en la residencia con la quien poder hablar, bueno aunque casi nunca hablaba con alguien que no fuera Josh, cuando tiene tiempo para visitarme.
A veces me gustaría haberme traído a Belén conmigo desde la otra universidad, aunque a ella le detestara mi presencia era la única con quien hablaba.
No me permitía pensar siquiera en el hecho de haber venido hasta aquí por él, haya sido un error.
Me gustaba mi antigua universidad, nunca había salido de Nueva York donde siempre he vivido. Pero no pude decirle que no cuando Josh me pidió que me viniera a estudiar más cerca del.
A veces me gustaría preguntarle qué fue lo que hizo para que cambiara conmigo. Nunca entendí por qué cambio cuando puse un pie en esta universidad, aunque no me desagradaba no era muy lindo ser ignorada por mi novio.
¿Dónde quedo el chico del que me enamore? Me lo preguntaba todos los días antes de dormir, cuando recibía su mensaje por las noches.
Cuando simplemente me venía haber antes de irse a una fiesta o cuando tenía tiempo luego de los entrenamientos.
Quise, trate de entender por qué no quería que nadie nos viera juntos. No era algo que haya hecho antes en el instituto. En el siempre andaba de la mano conmigo, me llevaba a fiestas y casi nos la pasábamos todos los recesos juntos.
¿Acaso había dejado de amarme?
—¿Me estas escuchando? –me pregunto Zac a mi lado. Había detenido su cuchara a medio camino.
Lo mire sintiendo mis mejillas calentarse. ¿Cómo le decía que ni siquiera sé de qué tanto habla?
—Eh... no lo siento, tengo la cabeza en otro lado.
Era fácil hablar con ellos, todos ellos. Bueno algunos, Liam simplemente me miraba como si mi mera presencia le molestase. Logan, bueno el siempre miraba su móvil y nunca expresaba nada.
Con el solo intercambiamos algunas palabras amables en donde me ofrecía su asiento para comer, o me pasaba una servilleta pero siempre parecía enfadado.
Adair por otro lado...
—¿Vendrás a la fiesta? –Inquirió con entusiasmo— podrías ir conmigo ¿te gustaría? No tengo pareja y tú tampoco así que –me giño el ojo— vamos, vamos.
Sonreí tímidamente.
—No creo que vaya... y por tercera vez –me acerque a su oreja— tengo novio, no le hará gracia que coquetee contigo.
Su cara se transformó en aburrimiento.
—Que aburrida, también puedes traerlo si quieres no me molesta. No soy celoso.
—¿Qué me estas proponiendo exactamente?
Si tenía que definirlo en una sola palabra era que era demasiado coqueto con todo lo que se moviera.
—Lo que tú quieras proponerme me parece bien.
Negué con la cabeza mientras tomaba agua de su botella.
Me di cuenta que Liam se proponía a decir algo por qué se estiro hacia mi asiento que estaba al frente y junto las manos encima de la mesa. Abrió la boca y dijo algo, pero yo ya dejaba de prestarle atención cuando vi tras su hombro como Josh caminaba con una sonrisa radiante hacia mí.
Casi pensé que seguiría caminando pero no, se detuvo hasta posarse tras mi silla. Beso mi mejilla desde atrás y me susurro al oído:
—¿Te apetece que vayamos a cenar fuera?
No respondí, mi respuesta fue disculparme con mis nuevos amigos con la mirada y me levante sin poder ocultar mi sonrisa.
Josh me sorprendió cuando me dio un pequeño pico en la boca y puso su mano en mi espalda baja incitándome a caminar.
—Parece que va siendo cierto de que tenía novio –musito Adair.
Luego tomo de mi mano y me guio fuera de la cafetería. No pude apartar la vista de nuestras manos unidas, la calidez que tanto extrañaba.
Subimos a su coche y fue la primera vez en mucho tiempo que me reí tanto y hable con entusiasmo con él.
—Te ves hermosa.
—Gracias, tengo algo que preguntarte –apreté mis labios— ¿Por qué no quieres que nadie sepa que somos novios?
Algo en sus ojos azules cambio y frunció el ceño mientras tragaba saliva.
—Ya te lo he dicho.
—Si pero no lo entiendo amor –hice una pausa mirándolo con seriedad. Quería explicaciones— ¿Por qué? Solo quiero saber eso ¿acaso...? ¿Dejaste de quer...?
—No, Noah claro que no –negó con la cabeza— ni siquiera pienses que he dejado de quererte. Yo te amo, pero no quiero que seas un blanco en donde la gente pueda tirar sus lanzas.
Rodee los ojos. No me estaba diciendo nada.
—Al grano.
—No quiero que nadie te juzgue... — ¿juzgarme?— mira he visto por lo que han pasado las demás novias de mis compañeros de futbol. Como las miran por el pasillo haciéndola sentir menos, juzgando su apariencia, su vestir, sus virtudes...
Mire mi cuerpo, no era muy bonito pero no tenía nada de malo. Aunque podía ganar un poco más de peso no me importaría. Y a él le gustaba, entonces ¿Por qué todo esto?
—¿Qué hay de malo conmigo?
Bufo pasándose las manos por la cara.
—No eres tu Ainhoa, por favor. ¿Puedes dejar de quejarte de esto?
Me mordí la lengua para no responderle feo. Y asentí.
—Sera mejor que volvamos, tengo entrenamiento y hay que planear la fiesta del viernes.
—Oye ¿cenamos el día de mi cumpleaños?
—Claro nena, allí estaré.
No podía evitar pensar ni siquiera imaginar con que sorpresa me topare este año. El año pasado en mi cumpleaños Josh fue a verme a Nueva York con un ramo de chocolates gigantes y pasamos toda la tarde en la cama. Luego lo acompañe a hacerse un tatuaje y yo aproveche para perforarme más la oreja.
Volvimos casi en silencio cantando las canciones que sonaban en la radio y me despidió con un beso que me dejo con el cosquilleo entre mis piernas frente a mi puerta.
Prometió venir a dormir conmigo luego de su entrenamiento pero no llego, ni siquiera un mensaje. Así que tuve el impulso de cruzar el pasillo y tocarle la puerta a Dakota, me abrió quien quise que fuera y le sonreí tímidamente.
—Hola ¿sabes algo de si Josh tenía algo que hacer por la noche? –pregunte demasiado rápida para no tartamudear y parecer una tonta.
Damián me frunció el ceño mientras examinaba todo mi cuerpo con una mueca.
—No sé ¿Quién eres tú? –Soltó un bufido— da igual, de seguro no te llamara chica. Esta buena claro que sí, pero si te follo no esperes que vuelva a hacerlo, nunca lo hace dos veces.
Y me cerró la puerta en la cara. Imbécil.
Ni siquiera lo llame, ni le envié un mensaje. Me comí una barrita y tome del jugo que escondía en la nevera tratando de que el nudo en la garganta desapareciera, no lo hizo.
Se quedó allí recordándome una y otra vez que Josh había cambiado y no era el mismo.
Fui incapaz de controlar la lágrima que cayó por mi mejilla, me metí a la cama y me tape hasta la cabeza.
Otro día, mañana seria otro día. Y en unos días mi cumpleaños.
Liam.
—Mamá ¿Cuál es la mejor forma de disculparte con una chica? –le pregunte mientras enrollaba mis brazos en su cintura.
La pena que oscurecía sus ojos desaparecía cada vez más.
—Con sinceridad hijo, a las chicas les gusta eso.
Puede que tenga razón. Le di las gracias y me metí a la cama esperando el día siguiente para disculparme con Ainhoa.
**
No encontré las palabras exactas de como disculparme. La vi susurrar con Adair, seguramente este trataba de meterse entre sus piernas pero no lo juzgo. Ainhoa era tan delicada y fina y sobre todo hermosa.
Me arme de valor para simplemente decir las palabras Lo siento por hablarte de esa forma cuando ni siquiera me escucho. Miraba algo a mis espaldas con la mirada más iluminada que nunca.
Fue entonces cuando supe que Noah tenía novio.
Cuando la beso en la mejilla y se paró discretamente para irse con él, sentí que no debería volver a ofrecerle mis disculpas.
¿Por qué se preocuparía por mi cuando tenía con quien divertirse y era su novio?
Así que lo deje pasar e hice como si nunca ocurrió. Tuve la suerte de no topármela en ninguna clase, por qué verdaderamente no quería las cosas incomodas y al verla a ella tan tímida y sin nunca tener una opinión de las cosas me irritaba más que nunca.
No me permití pensar en ella cuando volví a casa y le envié un mensaje a Lex de que no podía ir por ella a su entrenamiento. Tenía cosas que arreglar con Jenna.
Entre en el bar de mala muerte en el que trabajaba y me senté en su lado de la barra. Ni siquiera su rostro cambio cuando me vio allí.
—Ey.
—Ey –respondió sin mirarme.
—El otro día vi que compartimos una clase...
—Si también te vi...
—¿Y por qué...?
—Fue realmente increíble ver cómo te derramaban el café —sonrió para sí misma mientras secaba unos vasos.
Apreté la mandíbula cuando se me vino a la mente la pelirroja.
—No me has llamado —comente como quien no quiere la cosa.
—Sí, no quiero que Adam se entere de lo que hicimos y te agradecería que lo dejáramos entre nosotros, gracias —término con voz cantarina y se alejó.
La seguí.
—¿Quién es Adam?
—Mi novio.
Mis ojos casi se salieron de las órbitas y mis mejillas comenzaron a sonrojarse de la vergüenza.
—No me dijiste que tenías novio.
—¿Debería haberlo hecho?
—¡Si!, claro que si Jenn. Follamos el otro día y ahora me dices que tenías novio ¿Qué carajos te pasa?
—¿Y eso que tiene que ver?
Mierda, ¿Qué mierda tenía en la cabeza?
—Sabes que nunca me metería con alguien que tiene novio y lo sabes.
Sonrió con superioridad pasando un dedo por mis labios hasta la oreja. Junto su boca con la mía.
—Por qué crees que no te lo dije entonces —ronroneo.
Que hija de puta, me había engañado otra vez. Y sabiendo lo que nunca haría. ¿Por qué siempre termino cayendo?
—Estuvo rico lo que hicimos, pero que Adam no se entere. No quiero dejarlo, solo fue un polvo rápido nada del otro mundo.
—Pero Jenn...
—Solo quería sexo tuyo Liam, volvías a la cuidad, no te veía hace tiempo. Solo quería complacerme un rato, yo quiero a Adam.
Solté una carcajada.
—Bonita forma de querer a alguien Jenn.
Eso hizo que se enfadara y se disponía a replicar cuando le puse la mano en la boca.
—Vas a arrepentirte de esto Jenn, y si no quieres que tu Adam se entere. Ve convenciendo a tu prima de que deje en paz a mi hermana ¿escuchaste? —entrecerró los ojos y le quite la mano, me acerque lo suficiente como para que mi aliento chocara con sus labios y le dije— aunque quieras decir lo contrario, sabes que yo te lo hago mejor que él. Por eso vuelves por más, y más cada vez que me vez. No conocerás a nadie más guapo y que te complazca como yo Jenn.
Trago duro.
—Esa es la idea.
Arquee una ceja.
—¿La es? ¿Y entonces por qué vuelves cada vez que quiero? Te tengo en la palma de mi mano Jenn, si yo no quiero tú te quedas con nada. —me acerque a su oreja al tiempo que pase una mano por su pierna sin cortarme hasta subir hacia su entrepierna— por qué ya no tendrás nada de esto, por qué volviste a jugármela y esta vez soy yo quien tiene ventaja sobre ti. Por qué tu querido Adam al que tanto quieres, puede enterarse en cualquier momento. Haz lo que digo y permaneceré callado.
Gimió cuando saque mi mano y me fui. Sintiéndome asqueado por lo que habíamos hecho. ¿Engañar así a una persona? Simplemente no.
Fui a casa y me metí a la ducha.
Otra vez, otra vez lo había hecho.
Imbécil.
**
Me obligue a mí mismo a no pensar en Jenna, al igual en no pensar en el remordimiento que sentía.
Lex llegaba con Ainhoa detrás a la cafetería cuando me sorprendió que esta última nos digiera con voz cansada un Hola desanimado.
Se sentó frente a mí con la mirada perdida y mi hermana se acercó a susurrarme algo en la oreja.
—¿Pueden animarla un poco? No está del todo bien.
Yo ya sabía a quién se refería, era evidente la tristeza reflejada en su rostro. Si ayer veía sus ojos iluminados y brillosos de felicidad ahora los veía opacos y con mucha tristeza en ello.
Sé que era rara, ni siquiera había vuelto a hablar con ella luego de la vez que me tiro el café encima. Nunca habíamos tenido a otra chica que no sea mi hermana en el grupo y se me daba fácil coquetear con chicas desconocidas, pero... Ainhoa era amiga.
¿De qué se supone que debería hablarle?
Una sola mirada de Zac e hice que me siguiera, nos sentamos junto a ella y el empezó a susurrarle cosas de las que no estaba interesado en escuchar.
No sabía qué hacer ni como estaban las cosas, a la única persona que sabía consolar es a mi hermana pero a otra chica... si soy sincero se me da fatal ver a Ainhoa como una amiga.
Esa carne estaba fresca y no ayudaba en mis instintos. Pero era amiga de mi hermana, la primera.
Escuche el suave sonido de su risa y sonreí cuando miro hacia mi sin dejar de reír. Sus ojos estaban hinchados y no había ninguna gota de negro en ellos.
—¿Hoy no traes café? –le dije y pude ver como su sonrisa se desvanecía, pero luego me peñasco el brazo y dijo.
—Como que te va gustando eso de que alguien te derrame café encima.
Negué con la cabeza y ella presto toda su atención en su comida.
Zac como siempre no paro la lengua y me di el tiempo de contemplarla más profundamente. Su cabello liso y rojizo era lo más hermoso.
¿Alguna vez dije que me van las pelirrojas? ¿No? Pues entonces te lo digo ahora.
Me fascinan las pelirrojas, como que tienen ese aire ardiente y sensual que las hace lucir verdaderamente sexys.
Una vez me folle a una pelirroja. No recuerdo su nombre pero si de su cabello.
Tome entre mis dedos su cabello y me distraía en ellos.
Poco a poco mis amigos terminaron sus comidas y se fueron. Adair dijo que tenía que ir a ver a alguien en las residenciar y Lexie fue a su siguiente clase.
Le dije con la mirada a Zac que se esfume y se fue diciendo una excusa tonta de que tenía que llevaría a Adair a las residencias.
Tiempo a solas.
Ainhoa permaneció callada sin emitir ningún ruido mientras me dejaba tocar su cabello. Era el momento.
Abrí la boca para disculparme y otra vez fui interrumpido.
—Oye Noah ¿quieres ir por helado?
Que hijo de puta. Logan de mierda, justo cuando no quiero que hables ¡hablas!
—Sí, claro. —respondió ella más animada de lo normal.
—Logan —reí indicándole con la mirada que no se la llevara— Ainhoa tiene novio.
—Sí, lo sé. Ya me lo ha dicho.
¿Logan por qué no puedes descifrar mis miradas? Ainhoa me frunció el ceño mientras quitaba su bolso del respaldo de la silla.
Volví a reír para disimular.
—Es que puede enfadarse...
Se encogió de hombros el muy tarado.
—No queremos traerle problemas a Ainhoa —alterne mi mirada de él y ella.
No lo capto. ¿Alguien podría enseñarle a Logan interpretar indirectas?
—¿Qué te pasa Liam? —Me pregunto Ainhoa posando un dedo en mi hombro— Josh no se enfada por tonterías.
Casi pude ver el rencor en sus palabras y supe que había vuelto a cagarla.
—¿Desde cuando hablas tanto con desconocidas tío?
No debí decir eso.
—¡Bueno ¿Qué te pasa?! ¿Por qué no puede Logan invitarme a por un helado? Ni Josh hace tantas preguntas.
—Quizás es por qué no le importas lo suficiente.
Tampoco debí decir eso.
Sus ojos vidriaron y su postura se quebró. Tomo su bandeja con brusquedad y me miro severamente.
—Eres un jodido imbécil Liam. —y se fue pisando fuerte hacia la puerta de la cafetería.
Quise golpearme a mí mismo por haber agrandado algo tan mínimo. Y lo que era peor es que no podía dejar de ver su mirada, otra vez triste.
Logan me hizo un movimiento de cabeza con el ceño más fruncido que nunca y yo negué con la cabeza. Luego se fue tras ella.
Que jodido imbécil.
**
Falte a mi última clase por qué Crisbell había conducido durante ocho horas en coche para venir a dejarme un título que me dieron cuando hice una pequeña práctica como asesor en una oficina de abogados.
No fue mucho el trabajo que hice, sino que archive expedientes y los acompañe un par de veces al centro de policía.
Quedamos de juntarnos en el pequeño hotel donde se quedaría para dormir un rato y luego volver. Yo sabía de sobra que ella no solo venía a dejarme un título que podía escanear por la computadora.
Crisbell había sido mi compañera en esa práctica y luego nos acostamos un par de veces, era a quien más visitaba en la residencia de chicas.
La espere fuera del hotel con las manos por poco congelándose, me las metí en el bolsillo del pantalón.
Su coche blanco se estaciono en frente y me acerque a él.
Sonreí cuando me miro y arrugo la nariz como siempre hacia, le abrí la puerta y le rodee la cintura cuando se lanzó a mi cuello.
—¡Te has puesto más guapo desde la última vez!
Reí contra su cabello.
—Mi ego te lo agradece.
—¿No me dirás lo guapa que estoy? —retrocedió y dio vueltas.
Si había algo que no me gustaba de ella, aparte de nada, era que vivía de elogios. Su humor dependía de eso, no por qué fuera insegura si no por qué siempre buscaba competencia.
Cada vez que la escuchaba parlotear de sus vestidos caros sus joyas, y criticar la piel de otras personas casi quería que tuviera un botón para poder mutearla.
Era irritante.
Me había acostumbrado a las manías de mi hermana, sé que eso de no tener amigas podría identificarla y eso también la hacía sentir mal pero... yo tampoco tenía una la verdad. No por qué no creyera en la amistad de un hombre y una mujer sino que... la tenía a ella, mi hermana y mi mejor amiga a la vez.
Por eso cuando no la tuve más, me sentí perdido.
Aguante una media hora escuchar hablar sobre la nueva chica que me remplazaba como su compañero de clase, como ella quería decirle a alguien que simplemente la ignoraba.
Escuche hablar de la piel de la chica, los ojos, las arrugas y la manía muy fea de decir siempre lo que se le pasaba por la cabeza.
Casi preferí haber ido con Lexie a su entrenamiento y sofocarme en esa sala a cambio de esto.
No me opuse cuando solita comenzó a quitarse la ropa ni me aparte cuando su mano se coló por mis pantalones rodeando su mano en mi pene.
Me quite la ropa y entre de una vez en ella, la folle encima del sofá de la habitación de hotel.
Me odie a mí mismo cuando la imagen de Jenna apretando sus senos como siempre hacia se me vino a la mente, casi al instante los gemidos de Crisbell se convirtieron en los de ella, sus manos eran las de ella.
Estas jodido.
Me vine dentro de ella con la última estocada dura que le di y Crisbell siguió moviéndose debajo de mí, puse mis dedos en su entrepierna y la hice disfrutar hasta que sentí como apretaba las piernas en mis caderas.
Cuando salí de ella me di cuenta que no me había puesto condón y sentí como el nudo se apoderaba de mi garganta cerrándomela por completo y dejándome sin respiración.
Toda la mierda se me vino encima cuando quiso besarme y por acto reflejo me aparte.
Soy un completo imbécil por dejarme llevar. Esto podría costarme caro.
Me levante sintiendo todo el cuerpo frio, el estremecimiento que me vino desde la yema de los dedos hasta mi pecho hizo que volviera a cometer una estupidez.
—Tengo que irme.
Ella se rio de mi sin creerme y se acercó en busca de más. La tome por los codos y la separe de mí, no soportaba verla.
Desnuda allí, con...
¡Mierda!
Busque mi ropa y me la puse queriendo escapar de esa maldita habitación que me oprimía, mi pecho subía y bajaba tratando de buscar el oxígeno que necesitaba mis pulmones.
Dolía, dolía el pecho y por más que quise controlar mi respiración no pude hacerlo.
Busque mi billetera en mis pantalones y sin importarme nada deje diez mil en la mesa al lado de la puerta, abrí esta y me fui cagando leches hacia mi coche.
Imágenes de mi relación con Jenn vinieron a mi mente, el día que me dijo que estaba embarazada, con diecisiete años tendríamos un bebe. La idea me ilusiono tanto al igual que me acojono que estuve a punto de dejar la casa por irme a vivir con ella y él bebe.
Todo eso se desmorono cuando me entere que era una farsa, que solo lo había hecho por qué quería seguir conmigo. Yo no quería seguir con ella...
Ya no podía, si seguía haciéndome eso no podía seguir con ella y aun así quiso cagarme aún más ilusionándome con algo que no era cierto.
Luego vino todo lo demás.
Busque mi móvil sintiendo que moría y marque.
—Hola... está pasando.
—Respira... —mi madre tartamudeo sin saber qué hacer. La reacción de siempre— r-respira hijo ¿Dónde estás?
Tome aire para hablar sin cortarme. Mis ojos lagrimaron.
—Estoy en el coche...
—Okey respira conmigo ¿sí? —Tomo una pausa— vamos, una –apoye la cabeza en el respaldo e intente llenar mis pulmones de aire como ella lo hacía— suéltalo, recuerda lo que te dijo el médico.
Asentí para nadie y comencé a concentrarme.
—Lexie... Thomas, Aleix, Tyler... —bote aire. Y repetí junto con ella escuchando las palabras tranquilizadoras— Nick, Zac, Liam, Sa... y Logan.
—Vuelve a respirar cariño, sigue así. Ya verás cómo comienzas a sentirte mejor.
Puse mi mano sobre mi cuello calculando mis pulsaciones y volví a repetir el nombre de mis amigos. Ninguno sabía que repetir su nombre como una maldita oración ayudaba a calmar mis ataques de pánico.
La última vez que lo dije ya me sentía mejor y ya no dolía tanto pasar aire a mis pulmones. "Lexie, Thomas, Aleix, Tyler, Nick... Zac, Logan y Liam"
—Sera mejor que vuelvas a casa a pie, puede volver a ocurrir y si vas conduciendo...
—Lo hare –le asegure. Mi madre luego de lo ocurrido con Lex había desarrollado un pequeño trauma cada que un integrante de la familia tenía que conducir. Y en mi estado...— Gracias mamá.
—Con cuidado hijo.
Colgué y salí del coche.
No tenía que volver a ser tan distraído, esto no podía seguir pasando. No me gustaba que pasara.
Controlando mi respiración y aspirando el aire fresco de la noche camine hacia casa a paso ligero. Me encantaba esta ciudad, era única... tenía algo único.
Observe todo mi alrededor y decidí tomar el camino largo que pasaba por la parte trasera de la universidad.
Distinguí su cabello rojizo a la distancia y apresure el paso.
¿Qué hacía aquí?
No se dio cuenta de que del otro lado de la calle estaba yo, no parecía darse ni cuenta que caminaba con la mirada perdida y sonreía para sí misma.
Se abrazaba a si misma con una mano ya que con la otra sostenía un pequeño libro un poco grueso. Tenía la cara incrustada en él.
Mordió su labio y se tapó la boca, reía para sí misma. Y sonreí cuando vi la emoción en su cara y como sus ojos se movían rapidísimo leyendo las palabras.
Silbe siguiéndola desde cerca, cuidándola. ¿Se daba cuenta de que eran las once de la noche o aún seguía perdida en el mundo de ese libro?
—Podrías tropezarte... —dije alzando la voz. Levanto la cabeza al instante y miro en todas direcciones hasta que su mirada recayó en mi— solo te lo digo por qué podrías toparte con una piedra, tropezarte y estampar tu cara contra el asfalto. Los dientes se te quebrarían y lo peor... es que ese libro tuyo podría destrozarse.
Rodeo los ojos y comenzó a caminar sin prestar atención a su libro. Abrí la boca para volver a hablar cuando ella lo hizo primero.
—Oye...
—Dime princesa.
—¿Qué haces por aquí?
Me encogí de hombros y mire el cielo.
—Caminaba, me perdía.
—Yo hacía lo mismo.
Su voz no demostraba enfado, ni siquiera una pisca de cómo me había hablado en la cafetería y lo mejor es que no tartamudeo, cosa que le agradecí.
—¿Qué lees?
Miro su libro en la mano y acto seguí alzo el brazo hacia atrás y me lo lanzo. Directo en el pecho.
Leí el título.
—Amor de invierno —asentí pasando a la primera página— te va el romance.
—Si.
—¿Por qué estabas leyendo aquí? Podría pasarte algo —rio sin dejar de mirarme— hablo enserio.
—Puedo soportarlo. Lo que no podría soportar es que comenzara a llover.
—¿Por?
Sus ojos se abrieron cuando lo dijo.
—Odio los truenos, rayos y relámpagos. Les tengo mucho miedo.
—¿Qué? Pero si son inofensivos.
—¡¿Inofensivos?! Ya te quiero ver cuando uno aterrice en tu cabeza y te deje tan rígido como una tostada quemada.
Me hizo mucha gracia.
—¿Siempre te han dado miedo?
Apretó los labios y negó con la cabeza. Estábamos hablando desde lejos pero casi podía sentir la calidez de la conversación.
—No, es por qué una vez me asaltaron en medio de la noche —me reí de ella y deje de hacerlo cuando ella no rio conmigo. ¿Le había pasado de verdad?— justo llovía ese día y si ya estaba demasiado asustada cuando un lunático incrusto un cuchillo en mi espalda imagínate con el ruido de los truenos y rayos.
—¿Qué paso?
Negó con la cabeza tendiendo la mano para que le devolviera el libro. Se lo lanza.
—No es algo de lo que me guste hablar pero dado que ya te lo he dicho podría decirte el motivo —sonrió con picardía— ¿o puede que no?
—No seas mala.
Me sonrió desafiante y abrió la boca y se detuvo. Estaba jugando conmigo.
—No... No te lo diré.
—Aburrida. —bufe volviendo a poner mis manos en los bolsillos.
—Me has llamado princesita desde que nos hemos conocido, las princesitas son aburridas. —Encogió los hombres— actuó como una.
Parecía más animada que esta mañana y me sentí aliviado. Podría afrontar la situación si ella estaba calmada.
—Oye, princesa.
—Dime mi rey.
Dios que chica.
—Discúlpame —me pare y ella dejo de caminar. Me frunció el ceño— no nos conocimos de la mejor manera y... fui grosero contigo.
—Ah, eso...
—También discúlpame por lo de hoy, no debí comportarme así y puedes pensar ahora mismo que soy el gilipollas más grande del mundo pero... no quería decir eso, no es de mi incumbencia lo de tu novio. Nos conocimos hace como tres días y nunca la había cagado tanto en tan poco tiempo.
Se rio de mí en ese momento, su risa hacía eco en la calle desierta y comencé a ponerme un poco nervioso de que no digiera nada.
—Está bien Liam, podemos comenzar de nuevo.
—¿No estas enfadada?
—No, hablo enserio. Está bien, ni tu ni yo teníamos nuestro mejor día y creo que en parte tenías razón...
—¿En qué?
—En odiar esa parte de mi —fui a replicar, me hizo callar— a mí tampoco me gusta, no sé hacer amigos y no hablo mucho, prácticamente hay que sacarme las palabras de la garganta. Tenme paciencia ¿sí? Recién os vengo conociendo, Zac habla mucho, Lex es tan energética y bueno tu...
—Yo soy muy guapo.
Rodeo los ojos sin quitar esa risa. Que agradable se sentía.
—Aparte de eso...
—¿No lo niegas? —arquee una ceja.
Rápidamente se sonrojo.
—Pues ¿no? Eres lindo aunque... tienes un humor que me molesta.
—Lo mismo para ti.
—¿Quieres que nos volvamos a pelear? —Negué con la cabeza— entonces no me provoques.
—Bueno, lo siento princesa nunca más lo hare.
—Princesa... me gusta que me llames así.
—¿Tu novio no te llama con algún apodo cariñosito? A mí sí me gusta, podría decir princesa, chiquita, fresita.
—Ugh no... Solo Noah, para Josh soy solo Noah —suspiro.
Presentí un poco de tristeza cuando lo último salió de su boca, parecía no sentirse a gusto al decirlo incluso incomoda. Pero no lo saque a relucir, no quería volver a pelearme con ella. Era agradable hablarle incluso fácil.
Pero Ainhoa tenía novio y algo parecía ocurrir con eso por qué sus ojos perdían el brillo cuando hablaba de ello. Hoy insinué algo de él y de su relación que no sabía y prácticamente me había gritado en la cara.
—Me tengo que ir, buenas noches Liam —se despidió girándose y entrando a la residencia.
Ni siquiera me había dado cuenta que nos habíamos detenido en ella.
—Buenas noches, Ainhoa.
Espere a que cruzara la puerta para retomar mi rumbo.
Suspire recordando como hablaba de sí misma. Dijo que odiaba su forma de ser, tartamudear y ser tímida pero desde que me la encontré aquí, no se detuvo en sus palabra incluso parecía más atrevida y espontanea bromeando conmigo.
Me gusta que me llames así...
Negué con la cabeza cuando sonreí al recordar eso.