Capitulo 4. Cachondo en plena avenida
Al día siguiente Liana no fue a trabajar como de costumbre lo hacía, su padre la dejo en el trabajo como todas las mañanas, pero ella tomó otro camino. Esa mañana quiso buscar otro empleo que le generara más ingresos.
Su papá era un poco estricto, y a duras penas la dejaba trabajar como niñera. Los estudios los tuvo que abandonar puesto que a raíz de la deuda de su padre no les alcanzaba para costear el resto de los semestres.
Por esa razón ella le pidió que la dejara trabajar, pero si se enteraba de que estaba buscando otro empleo seguramente se enojaría mucho con ella. Pero era necesario hacerlo, quería ayudar en casa como fuese.
Lastimosamente la mañana se le fue en nada, y no consiguió encontrar un mejor trabajo bien pagado. Su falta de experiencia era el problema de todo, Liana suspira y se sienta en una banqueta para esperar el autobús.
Perdió un día de trabajo por nada, pero no pensaba rendirse. Algo tenía que salir…
—¿Se puede saber que estás haciendo allí sentada? —Liana pega un respingo al escuchar esa voz que le pone los vellos de punta, levanta la mirada y ve un impresionante deportivo ante ella —. ¿Esperas el autobús?
Giovanni observa a Liana de manera petulante, mientras se dirigía a la empresa la visualizo sentarse en la banqueta, así que no dudo en detener el coche para hablar con ella. Fue una grata sorpresa encontrarla, tanto que su polla ya se encontraba dura.
No entendía porque, si ella era una chica común, no poseía cualidades nada fuera de lo común. Era sencilla, simple y su cuerpo era bastante normal. Fuera de eso, era bastante joven, ¿acaso era lo que lo emocionaba tanto?
—¿Qué está haciendo aquí? —pregunta ella mirando hacia ambos lados, la maldita calle estaba toda desolada.
—¿A dónde vas? Puedo llevarte a donde quieras…
—No, gracias —se cruza de brazos y observa hacia otro lado.
—¿Por qué? Temes que vuelva a besarte y que te guste.
Aquella mención la hizo tensarse en el acto, todo su cuerpo se paralizo. Recordar cuando él la beso en esas escaleras sin su consentimiento la conmociono, luego baja la mirada y piensa que ese era su primer beso.
Ese infeliz le había robado su primer beso…
—Si a eso le llama beso…—responde con arrogancia, lo que hizo fruncir el ceño a Giovanni.
—Así que te pareció insignificante… imagino que tienes una larga lista de todos los buenos que te han besado, ¿verdad?
—Así es. Muy buenos, mejores que tú.
Giovanni aprieta la mandíbula ante su comentario tan de mal gusto. Esa chiquilla le gustaba jugar con su paciencia.
—¿Ah sí?
—La verdad es que sí.
El CEO lleva la vista al frente mientras aprieta el volante con su mano, luego sube el vidrio del coche y lo pone en marcha.
Liana al ver que él no dice nada más, lo mira por el rabillo del ojo observando que arranca. En ese momento suelta el aliento y se encorva un poco. Estaba muy tensa hablando con ese tipo.
—¿Así que soy malo besando? —vuelve a dar un respingo, pero esa vez se pone en pie.
—¿Qu-e, que está haciendo? —frunce el ceño.
—A confirmarte que tan malo soy besando.
—¿Qué dice? ¿Se volvió loco?
Giovanni había aparcado el coche a unos pocos metros de la parada y no dudo en bajarse y confrontar a esa chica. Jamás le habían dicho que era malo besando y eso hería profundamente su ego.
Da un paso hacia la joven sabiendo que llevaba ese brillo malicioso en la mirada, podía notar en ella el temor que sentía al tenerlo tan cerca. Pretendía demostrarle que nadie mejor que él podía besarla, y a todos esos idiota que una vez la besaron haría que los olvidase.
Liana retrocede al ver que ese sujeto da unos pasos hacia ella, traga saliva y siente como las gotas de sudor recorre su espalda. Y cuando pensó en salir huyendo, es atrapada por los brazos del jefe de su papá.
—¿Qué hace?
Pero el CEO no le dio más oportunidad de decir otra palabra puesto que abarco sus labios en un beso fiero en medio de la calle.
La sorpresa la llevo a ensanchar la mirada al sentir como los labios de ese hombre tomaron posesión de los suyos de una manera tan abrumadora que ella no tenía idea de lo que debía hacer.
Simplemente observo los ojos cerrados de ese hombre, esas facciones fuertes y su cálida lengua llegarle a la maldita garganta. Apretó su cintura con fuerza consiguiendo sentir algo muy duro rosarle el vientre.
Eso la espanto e intento alejarse de él, pero este se lo impidió. Cuando Giovanni se separó de ella por su voluntad un fino hilo de saliva los mantenía aun unidos, y el CEO termino por lamer sus labios para limpiar su boca de los residuos.
—¡Tú boca es tan dulce! Ya me tienes muy cachondo, y eso que estamos en plena avenida.
Liana parpadea varias veces, ¿ese hombre estaba excitado por ella? la rubia traga saliva en seco, no sabía que decir.
—Quiero comerte el coño, Liana. Quiero cogerte rico y hacerte olvidar a todos esos con los que has follado. Una vez que me pruebes, te aseguro que no querrás parar.
—¿Qué? —pregunta anonadada.
—¿Quieres follar conmigo? —interroga, luego muerde el labio inferior de su labio —. Deseas que te haga gemir de placer.
Estaba en trance, no estaba muy segura de lo que estaba oyendo, pero ese hombre le estaba proponiendo tener sexo. Y encima de eso, creía que ella follaba con medio mundo.
En eso, escucha el sonido del autobús y se pone en alerta. Era ahora o nunca, como puede se suelta de su agarre y se da la vuelta muy rápido, corre al autobús que se acercaba y se sube a él sin mirar atrás.
Giovanni la ve huir y da un paso hacia ella, luego distingue como el vehículo avanza dejándolo atrás.
—Mierda…
El CEO camina todo furioso al coche y al subirse en él y acomoda su polla, estaba tan duro que le dolían las bolas. Esa mujer lo había dejado todo caliente y cachondo, y ahora como demonios se iba a bajar esa maldita erección.
Pone el coche en marcha pensando en esa rubia, se la iba a pagar, de eso no había duda.
Al llegar a la oficina, mira de soslayo a la morena de la otra noche. Esta lo mira con disimulo y él hace lo mismo, quizás ella podía aliviar sus pesares. Pero no, no era a ella a quien deseaba, si no a esa rubia escurridiza.
[…]
—¿Cómo te fue en el trabajo?
—Bien, todo estuvo normal —miente, su padre no tenía que saber lo que había pasado con su jefe, o bueno ex jefe.
—Bueno, hoy no pude resolver mucho con el banco, ya veremos mañana como me va.
Ella sabía que eso no llegaría a nada bueno, no era tonta…
Al llegar a casa, padre e hija se encaminan hasta la residencia y es cuando ven un aviso pegado en la puerta. James lo toma y frunce la mirada.
—¿Qué es eso, papá?
—No es nada, todo está bien —dice escondiendo el papel.
—Papá, ¿Qué es eso?
—Liana, entra a la casa…
Pero ella fue más rápida y le quito el papel, y al leer la nota se petrifico.
—Nos van a sacar de la casa, y esto será en dos días. Pero ¿Por qué? Si teníamos una semana.
—Hija, no te angusties nos quedan dos días para que lo solucione.
—En dos días no conseguiremos ese dinero padre, nos echaran a la calle.
James baja la mirada, era el hombre de la casa y ni eso conseguía hacer bien. Ahora estaba en la calle con su hija y no tenían a donde ir, y nada de dinero en los bolsillos.
—Yo, bueno, yo voy…
—Ya no digas más mentiras, papá. Se lo que está pasando, y sé que no tenemos el dinero. Perderemos la casa y quedaremos en la calle.
—Mañana volveré a ir al banco y pediré un poco más de tiempo, sé que me lo darán.
Liana niega internamente, no, eso no iba a ser posible. El banco no le daría más plazo a su padre, fue lo último que le dijeron cuando enviaron un ultimátum.
En ese momento de desespero Liana piensa en algo muy descabellado, pero quizás podía funcionar. Levanta la mirada y ve la tristeza reflejada en el rostro de su padre, no iba a permitir que se quedaran en la calle.
Al menos debía probar si lo que estaba pesando podía funcionar. Al día siguiente pretendía intentarlo, tenía que hacer algo, y creía que solo ella podía sacar a su familia de la ruina.
—Todo va a estar bien, papá. Ya lo veras, todo saldrá bien.
—Lo sé, hija. Saldremos adelante, ya verás que lograre que salgamos de este problema. No tendremos que irnos a la calle, te lo prometo.
—Sí, papá.