Capítulo 3. Voulez-vous coucher avec moi?
Por Valeria
Ese día volví a mi oficina, me despedí de mis compañeros contándole la novedad.
Una de las chicas me dijo abiertamente que me tenía envidia, porque se acostaría con él aunque sea por una sola noche.
No entiendo a las mujeres así.
—No pienso acostarme con nadie.
Le aclaré con voz bien firme.
Al día siguiente firmé el documento donde quedaba efectiva.
Me presenté en la oficina de la secretaria de Alejandro Zalco.
Ya habíamos vuelto de almorzar y él aún no se había presentado en la oficina.
Cerca de las 3 de la tarde escuchamos el ascensor y veo, por fin, a Alejandro Zalco.
Bajó del ascensor privado, con un aire de apártense que llego yo.
Para ir a su oficina tenía que pasar por delante del escritorio en donde estábamos nosotras.
Como su secretaria se paró, yo hice exactamente lo mismo.
Sentí su descarada mirada sobre mí.
Parecía que me estaba desnudando.
Me sentí bastante incómoda y me arrepentí de no haberme puesto pantalones.
También entendí porque todas sucumbían ante él.
Con su presencia derretía hasta el iceberg más grande.
Esa mañana me había puesto una falda ajustada, por arriba de las rodillas, en color negro, no era demasiada corta, pero definitivamente no era larga, tengo 20 años, tampoco me iba a vestir como alguien mayor, estaba clásica, con una camisa blanca con un agregado de broderí y por arriba, un saco entallado de color negro, haciendo juego con la falda.
Creo que estaba correcta, formal y moderna a la vez.
Su mirada se posó en mis piernas y subió lentamente hasta llegar a mi cara, se detuvo por unos segundos en mi boca.
—¿Sos mi nueva secretaria?
Me preguntó con una voz sumamente sexi, tanto como él, sí, debo confesar que me pareció arrogante, fanfarrón, engreído y sexi, sumamente sexi.
Pero mi plan es trabajar, por eso traté de dejar a un lado lo que ese hombre que tenía al lado mío, transmitía con su mirada.
Sin embargo, solo con su mirada me puse colorada hasta en las orejas y me odié por no poder dominar ese rubor.
Tenían razón las chicas cuando hablaban de él.
Físicamente era perfecto y su cara...
Era alto, bastante, mediría 1,85, aproximadamente, de espaldas anchas, eso me fijé cuando se dirigió a su oficina, cabello castaño, ojos increíblemente hermosos, grises, penetrantes, fascinantes.
Me regaño por pensar así.
Sin embargo no pude dejar de mirar sus facciones perfectas, aunque muy varoniles.
Ni en su boca, que invitaba a pensar mil cosas.
—Sí, señor.
Espero no haber tardado demasiado en contestar.
De todos modos no es más que un hombre lindo.
Traté de pensar que era mucho dinero el que ganaría si duro en mi puesto y la clave era no perderme en sus ojos ni en su boca.
—Vení a mi oficina.
—Sí señor.
Se alejó y yo, que estaba a un costado del escritorio, iba unos pasos más atrás.
Su secretaria me tomó del brazo y me dijo en el oído que estaba perdida, que ni a ella la había mirado así.
Cuando unos segundos después llegué a la puerta de su oficina, él se estaba sentando detrás de su escritorio, en un imponente sillón, como si su presencia no fuera ya lo suficientemente imponente.
Golpeé la puerta, que estaba abierta, lo hice suavemente.
—Pasá y cierra.
Así lo hice.
Cerré la puerta y me quedé parada, esperando que me indique si quería que le trajera algo o que me siente para hacerme algunas preguntas.
—Sentate.
—Gracias señor.
Traté de poner la mayor distancia en el trato.
—¿Cómo te llamás?
—Valeria Ocampo, señor.
—Te ves joven ¿Cuántos años tenés?
—20 años.
—Acá dice que te faltan 4 materias para recibirse de licenciada en administración de empresas.
—Sí señor.
Ya a esta altura parecía que era lo único que sabía decir.
—¿Te comiste la carrera?
Le sonrío y vuelvo a ver su mirada en mi boca, no la apartó enseguida.
Voy a tener que tener más cuidado de lo que pensaba, es un seductor nato, parece que hasta las preguntas más simples las dice como invitándome a su cama.
Hasta este momento y después de Diego, casi me sentía asexual.
Y desde hace unos minutos, mi mente manda señales a mi cuerpo que no quisiera sentir.
—Casi, trato de aprobar varias materias en el verano.
—Ok ¿Podés viajar?
—Tengo disponibilidad, aunque no tengo pasaporte.
—Eso lo solucionan los abogados de mi empresa y en 24 horas ¿Sos soltera?
—Sí, señor.
—No me gusta lidiar con novios celosos, soy muy exigente y trabajo hasta tarde, por lo que necesito que mi secretaria esté siempre disponible.
—No tengo novio, señor.
—Sos demasiado bella como para no tener novio…
—No tengo, me peleé hace varios meses.
—¿Con quién vivís?
—Alquilo un departamento con dos amigas, señor.
Ya comenzó con las preguntas más personales, tengo que tener mi mente despejada para responder correctamente, pensé.
—Ok, ya te habrán dicho como es tu trabajo.
—Sí, señor.
—Necesito que seas puntual, no quiero excusas, de ningún tipo, solo te doy el día del exámen para que faltes, eso si no surge nada importante en ese momento y si salís por la noche, no me importa si te sentís mal al día siguiente, siempre te quiero al mil %.
—No salgo entre días de semana.
—Te puedo necesitar también sábados y domingos.
—Ya me lo aclaró la señora Susana.
—¿Cuánto sabés de francés?
—No es el idioma que manejo a la perfección, pero me defiendo.
— Voulez—vous coucher avec moi?
¡¡¡Dios!!!
Está loco este hombre.
Me preguntó si me quería acostar con él.
Me tomó totalmente de sorpresa.
Me sobresalté y me debo haber ruborizado hasta la punta de los pies.
No es que sea tímida, es que me sorprendió.
—Non monsieur, je ne viens que pour travailler.
Me miró sonriendo, de esa manera tan sexi como lo hizo hace un rato, cuando me conoció.
—¿Estás segura? Tendrías muchos beneficios, aparte de tenerme a mí, por supuesto.
Definitivamente era un idiota.
Sexi, atractivo, pero idiota.
Mis manos estaban sobre el escritorio y él me tomó una, abriéndome la palma y con sus dedos me recorrió la mano entera.
Sentí un sobresalto.
Parecía que su mano me quemaba.
—No señor, no se ofenda, pero me contrataron solo como su secretaria.
—Te puedo contratar como mucho más...tendrías bonos extras y la pasaríamos muy bien los dos.
Me dice sin soltarme y guiñándome un ojo.
Sin embargo, me estaba tratando como a una prostituta.
Corrí la mano.
—Sinceramente prefiero ser su secretaria, aunque tenga menos...beneficios.
—Entiendo que estás preparada para serlo, vos...te lo perdés lo otro, entiendo que mañana ya no viene más...la secretaria que tengo ahora.
Mierda, no sabe ni el nombre, eso es ser una más en una larga lista de mujeres que pasan por su vida, siendo todas totalmente insignificantes para él.
En este momento me alegro de no haber sido débil ante sus encantos y todo su poderío.
—Ya te habrán dicho todo lo que necesito y lo que me gusta, estoy mucho tiempo en la oficina, por lo que necesito que estés pendiente de mí en todo momento y si viene mi padre necesito que me lo comuniques, aunque esté ocupado y que te ocupes de él en algunas ocasiones.
—¿Ocuparme?
—Tranquila, él…no te va a hablar en francés, solo tenés que entretenerlo, si estoy ocupado.
Me volvió a guiñar un ojo, pero esta vez lo hizo en forma distinta, buscando mi complicidad.
Al menos no me echó porque me negué a ser...amable.
Él sabe lo que provoca en las mujeres, aún en mí, que me creía inmune a los hombres como él.
Claro que una cosa es que haya sentido que me quemaba con sus dedos en mi mano y otra muy distinta que acepte acostarme con él.
Es increíble cómo buscó el momento para sorprenderme con esa pregunta, tan directa y a la vez lo hizo en forma tal que hasta sonó como un poema.
Estoy loca.
No puedo pensar así, hace una hora que lo conozco.
Luego se fue al diablo cuando trató de comprarme, aunque él se puso como el premio mayor.
Evidentemente nunca pierde el tiempo.
Sabe que tiene poder, que las mujeres mueren por él y que la mayoría acepta, sin dudar, la propuesta que me hizo.
¿Insistirá en otro momento?
Espero que no, es incómodo, no soy una prostituta y a la vez, yo que me creía inmune y hasta asexual, jajaja, que inocente que soy, sentí todo el fuego que despedía su mirada y tuve ganas de sentir sus besos y sus caricias.
Nunca en mi vida me pasó, porque hasta con mi exnovio, cuando lo conocí, todo fuemucho más inocente y el sexo fuellegando de a poco, aunque no tardó demasiado en tenerme en sus brazos, pero debo reconocer que ahora sentí un fuego recorriéndome y sólo me había agarrado una mano.
Lo que me debe hacer sentir en su cama…
Hablamos un poco más, tal vez quiso disimular que solo quería sexo en ese momento o tal vez mas tarde, a la salida de la oficina.
Cuando salí, su secretaria me estudió de arriba a abajo.
—No se escuchó nada.
¿Se referirá al sexo?
—No sé que se tendría que escuchar en una entrevista de trabajo.
—¿No tuvieron relaciones? Tardaste bastante en salir de su oficina.
—¿Cómo voy a tener relaciones? Me contrataron para ser su secretaria.
—Pero todas...tuvimos.
—No me interesa ser como todas, necesito trabajar.
—Con la indemnización que te dan cuando te despiden es más que suficiente.
—¿Cuántos idiomas hablás?
—Castellano y me defiendo con el inglés, más o menos…
—Yo hablo 4 idiomas y me faltan 4 materias para ser licenciada en administración, también me ofrecieron que aprenda chino, porque es lo que necesita el señor Alenjadro Zalco.
—Pero te miró como nunca lo hizo con otra.
—Ese no es mi problema.
—Te deseo suerte, al final todas caemos en sus garras.
—Gracias, igualmente.
Por fin llegué a mi departamento.
Solo estaba Emilia, Carla aún no había llegado.
Me cambié rápido para ir a la facultad, mientras, como un loro y con lujo de detalles, le conté todo a Emi, mi mejor amiga.
Estaba asombrada cuando le describí lo que sentí.
Es que después de cortar con Diego, no volví a salir con nadie.
Ningún hombre me interesaba.
No es que siguiera amando a Diego, el amor se fueapagando y a lo mejor era solo costumbre, como me dijo Emilia ese día.
Con mi amiga íbamos a bailar, a jugar al pool, nos divertíamos, nos encantaba ver personalmente a los comediantes, o como le dice ahora, influencers, pero siempre le huía a relacionarme con otro hombre.
La inseguridad que me provocó estar tanto tiempo al lado de Diego, porque interiormente sabía que me cambiaba por la primera que se le cruzase, él tampoco estaba de acuerdo que me arreglarse demasiado y siempre me encontraba algún defecto, por suerte, se fue yendo.
Gracias a mi gran amiga, que me ayudó a salir adelante, a volver a arreglarme, a vestirme sexi y también por los miles de piropos que recibía de muchos hombres.
Mi relación con Diego era tóxica, él quería que yo estuviera en mi casa para poder salir con sus amigos y divertirse y él llamaba diversión a estar con otras mujeres.
En este momento me siento libre.
Lo olvidé completamente, no lo extraño, solo me molesta haber sido tan estúpida.
Ahora salgo, me visto sexi, sé que le gusto a los hombres, me siento segura de mi físico y de mi intelecto y le agradezco enormemente a mis padres, las horas que invirtieron en charlas conmigo para que me forme como una profesional y que siempre ellos me hayan instado a estudiar idiomas.
Así fue que intelectualmente me fui alejando de Diego y supongo que él se daba cuenta y por eso me trataba así.
Las dos nos dirigimos hacia la facultad.
Emilia no hizo muchos comentarios, sobre lo que le conté, supongo que tiene miedo que me vuelva a dar la cabeza contra la pared y ésta vez ya no sería un amor adolescente.