Librería
Español
Capítulos
Ajuste

Capítulo 2

Ella se mordió el labio, al darse cuenta de que había tomado una decisión de manera impulsiva, no había pensado que Alberto, estaba dentro esperando terminar su turno, para poder celebrar su cumpleaños, pero la noche estaba avanzando, había estado sola y aburrida.

—¿Podríamos tomar esa copa, después de cambiarme? —señaló el desastre que era su ropa. Sus mejillas se tiñeron de rojo, sintiéndose culpable por ser la causante del estado del carísimo traje.

—Sólo iremos a mi casa por ropa y luego puedo llevarte a donde tú quieras, puedes elegir el sitio —respiro profundo antes de aceptar y salir detrás del desconocido, mientras escribía un corto mensaje para su novio. El aire frío de la noche le hizo estremecer, observó el perfil del hombre mayor, era totalmente un desconocido para ella ¿Cómo podía simplemente irse con él? cuestionó momentáneamente su cordura, solo estando loca, pero…

—Bruno Torrebiarte — él se presentó, como si pudiera leer la mente de la chica frente a él, quien parecía ligeramente asustada.

—Ángela Beltrán —ella se presentó. Bruno, le sonrió en respuesta, mientras se preguntaba si podía ser hija de alguno de sus amigos, su ropa era de marca y su gusto por la moda no podía discutirse. Negó por un momento, esto no era típico de él, debía culpar a su cita fallida de esa noche y los tragos que se había tomado. La sonrisa que Ángela le dedicó, causó revuelo en tu interior, hacía tanto tiempo que se había permitido sentir algo más que deseo físico por una mujer, su tiempo había sido invertido y dedicado a los negocios, hasta el día de hoy, su corazón latió fuerte cuando su mano tomó las manos de la chica.

Ángela sonrió de una manera tan sexy que hizo su cuerpo doler, trato de ignorar las emociones que provocan en él, abrió la puerta del copiloto de su Aston Martin DB 11, color gris plata. Ángela, sonrió mientras él rodeaba el auto, había decidido su destino, seduciría a Bruno Torrebiarte, sin importar el costo, estaba cansada de vivir en la pobreza, cansada de esperar llegar a ser una profesional en Economía mientras su estómago dolía de hambre.

Bruno, condujo el lujoso auto, hasta su casa, la pista estaba desierta, lo que le permitió mirar de perfil a su acompañante, tenía un bello rostro, su maquillaje no era en absoluto exagerado, parecía más natural, su vestimenta, tampoco era tan llamativa, pero de buen gusto, se preguntó nuevamente si no estaría llevándose a la hija de alguien conocido, amigo, socio o incluso la hija de algún enemigo comercial.

Ángela, contuvo la respiración al entrar por las rejas de la casa de Bruno, en su vida nunca había visto algo tan impresionante, sin embargo, logró que la impresión no se reflejara en su rostro, no cuando se supone que ella estaba acostumbrada a esto y más, no podría explicar que su ropa de marca era producto de un delito, un robo que bien podría terminar con ella tras las rejas, ya que no era la primera vez.

—Tienes una casa impresionante —Bruno sonrió, mientras abría la puerta del coche, para que ella pudiera salir, le extendió la mano para ayudarla. Un acto caballeroso que no pasó desapercibido, era el tipo de trato que deseaba tener.

—Gracias —musitó, se sentía nerviosa, Bruno, era un desconocido, no sabía siquiera si todo lo que tenía era suyo, se había dejado llevar, deslumbrar y estaba arriesgando mucho, más bien todo con tal de salir de la miseria.

—Tus padres pueden molestarse si llegas tarde ¿O no tienes problema con ellos? —Bruno, insertó la llave en la puerta principal, se adentró un poco, lo suficiente, para encender las luces. Si por fuera la casa era preciosa, por dentro, todo gritaba dinero, el enorme ventanal, daba al jardín, los sofás grises, con almohadones a juego, la mesita de centro en madera y vidrió, las lámparas colgantes y de piso, tenía la impresión de que fueron bañados en oro, por supuesto era solo su impresión, no podían ser de oro ¿verdad? Por mucho que trató de ocultar su asombro le fue imposible ante tanto lujo.

—¿Ángela? —Bruno, deseaba cambiarse la ropa, no era nada grato oler a cerveza y menos en presencia de una mujer como la que tenía frente a él, el silenció de la chica, evitó que saliera a su habitación.

—Perdón… ¿Qué me decías? —se regañó mentalmente, debía parecer una chica tonta, que no tenía idea de nada y no estaba lejos de la verdad.

— te preguntaba sobre tus padres — se aflojo la camisa ante la mirada atenta de Ángela

—No te preocupes, no tengo padres.

—Siento lo de tus padres — él, le mostró el camino hacía el pequeño bar en una esquina de la sala.

—Gracias, sucedió hace muchos años, he aprendido a vivir sola, tengo un trabajo y también estudió Economía —se acomodó en el lujoso sofá, fue tan suave que casi le hizo suspirar.

—Aun así, lo lamento, subiré a cambiarme la ropa y luego podremos ir por esa copa — Ángela asintió, mientras él subió por las escaleras de mármol con el barandal hecho de madera color chocolate, suspiró, nunca en su vida había estado siquiera en la puerta de una casa como la de Bruno.

Bruno, escogió algo no tan formal, jeans y una camisa negra tipo polo, que resaltaba su tono de piel.

Ángela, se paseó por la sala, observando cada detalle, imaginándose lo que sería vivir en una cosa como esas, tener tarjetas de crédito, gastar sin miedo porque llegará el día de mañana. Continúo su inspección por unos momentos, hasta que los pasos de Bruno le indicaron que había vuelto.

—¿Y bien? ¿Has decidido a dónde quieres ir? —Ángela, se giró para verlo, se veía realmente guapo con su ropa menos formal su chaquete de cuero BLANKNYC, en tono color negro hacía resaltar su cremosa piel. «¿Cuántos años tendría?» Se preguntó.

—Si no te importa ¿podemos beber este trago aquí? — de repente se le antojó mucho la idea de quedarse en casa, Bruno, no tendría oportunidad de poner los ojos en alguna otra chica.

—Por supuesto, ¿Qué te sirvo? ¿Whisky, Vodka, Tequila? —ofreció mientras, observaba a su invitada, sus ojos se habían teñido de tristeza.

—Un tequila estaría bien —no había bebido ninguna de las tres opciones, así que se decantó por el tequila.

—¿te sucede algo?, noto cierto aire de melancolía en tus ojos —ella, levantó la mirada, mientras él servía el tequila.

—Hoy es mi cumpleaños y desde que mis padres murieron, siempre he estado sola, aunque esté rodeado de gente como hoy en el Antro, no estaba acompañada de nadie —mintió.

—Vamos a celebrarlo —Bruno, se acercó con la bandeja de tequileros, limón y sal como acompañante.

—¿Harías eso por mí?

—Por supuesto, podemos beber esta ronda aquí y luego ir a otro sitio —Ángela, sonrió antes de responder.

—Son más de la una de la mañana —señaló el reloj—. Dudo que algún sitio esté abierto —imitó a Bruno y bebió el tequila en un solo trago, sus ojos ardieron ante el fuego que sintió en su garganta, dejó de respirar momentáneamente.

—¿Estás bien? —Bruno, pudo notar sus ojos llorosos.

—Sí, creo que fue muy deprisa —no tenía otra cosa que decir.

—Porque este cumpleaños sea distinto —ambos levantaron un chupito más, brindaron antes de beber, el segundo resultó ser más tolerable, bebieron un par de chupitos más antes de que se preguntara ¿si la echaría de su casa? No sabía siquiera la ubicación de la casa de Bruno, conseguir un micro a esa hora sería imposible, volver a su mugrienta habitación, ni siquiera quería pensarlo.

Bruno, no se alteró cuando Ángela se acercó a él, su pierna rozaba con la suya

—¿Qué sucede? —el calor del cuerpo de la chica, sumado a sus tragos, calentaron su cuerpo de una manera casi dolorosa.

— Estar contigo, no es algo que hubiese podido imaginar, cuando abrí los ojos esta mañana, pero sin duda ha sido el mejor encuentro que he podido tener, gracias Bruno —tenía que despedirse o al menos fingiría despedirse, estaba deseando que ese hombre la invitara a su cama.

—No suelo frecuentar esos lugares, tenía una cita, pero nunca llegó, ¿podríamos pensar que ha sido cosa del destino?

—Podemos —Ángela se acercó lo suficiente como para dejar un beso en la comisura de los labios de Bruno, quien contuvo la respiración ante tal acto.

—Ángela —él se apartó un poco, lo suficiente para hablar sin verse tentado a tomar sus labios entre los suyos.

—Lo siento —se disculpó mordiéndose los labios, temiendo arruinar su única oportunidad.

—Puedes quedarte a dormir esta noche, te llevaré a casa mañana por la mañana —no había sido fácil tomar el control de sus emociones, deseaba tomarla entre sus brazos, hacerla suya, sus labios eran una tentación, pero él no era un chiquillo y era consciente que la diferencia de edades entre ellos podría ser un problema el día de mañana.

—¿Contigo? —sus ojos empezaban a cerrarse, el alcohol empezaba a dominar sus sentidos

Bruno, la cogió entre sus brazos, cuando ella se desvaneció, intuía que no tenía experiencia con el tequila, sonrió, era prácticamente una niña que bien podría ser su hija “pero no lo es” le gritó su conciencia, la recostó en una de las habitaciones de invitados estuvo tentado de quitar la ropa de su cuerpo para que pudiera dormir cómoda, pero se abstuvo, no sería lo correcto, la chica parecía demasiado inocente y él no sería un pervertido abusando de ella y su estado, cubrió su cuerpo con las sábanas, le dejo un beso en la mejilla, apago la luz y la dejó sola.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.