Capitulo 5
Capitulo 5
Samantha
La pesadilla de alguna manera se había convertido en un delicioso sueño erótico. Atrás quedaron las extrañas criaturas, reemplazadas por gloriosos y musculosos hombres (o al menos parecen uno), cuya piel gris querías lamer, solo para ver si era tan suave como se veía. Una voz profunda penetró en mis sentidos, enviando deliciosos escalofríos sobre mi espina dorsal, junto con algo cálido, acariciando mi piel en un movimiento lento y acariciante.
Los bajos gruñidos roncos me hicieron tomar conciencia. Dándome cuenta que la superficie donde estaba acostada era suave y dura al mismo tiempo. No recordaba haberme acostado en ningún lugar, pero sin duda alguna me encontraba acostada. Abro los ojos de golpe y los fijo en la piel gris bajo de mí. Oh, ¿cómo pude ser tan descuidada y quedarme dormida como si estuviera en mi puta casa? ¿Cómo podía olvidar a los enormes alienígenas de dos metros de alto y piel gris? Pero, el 'PERO' más grande de todos es, ¿cómo llegué hasta aquí?
Ahora que me encuentro despierta los resquicios de un sueño rico y húmedo, si alguna vez hubo uno, quedan despejados y dejados atrás. El miedo de moverme y hacerle saber que estoy despierta es fuerte, tanto que puedo sentir a mi corazón golpeando su pecho. Pero más es el fuerte deseo de querer hacer pis, y seguro que no quiero volver a repetir lo ocurrido anteriormente. Como puedo pongo mis manos en su pecho malditamente grande y ancho, incorporándome con cuidado, cuando levanto la cara unos ojos amarillos brillan en medio de la semi oscuridad ya que parece que alguien a mantenido la antorcha encendida. Sus extrañas pupilas verticales me observan con curiosidad y algo más, eso estaba bastante claro hasta para un niño.
¡Mierda! Se que siempre he creído en los extraterrestres, pero, ¿porque tenía que pasarme las peores cosas?
Y allí estaba yo, la militar recientemente a sendida a teniente, Samantha Ruiz, a su merced. Ahora mismo debería estar absolutamente aterrorizada de lo que iban a hacer conmigo, o sobre mí. Siento mis mejillas enrojecer ante tal pensamiento pecaminoso y nada cuerdo o lógico en mi situación actual. Pero la mirada en los ojos de este Alien en particular de alguna manera saca todo mi miedo, haciéndome desear confiar en él, a pesar de todo. De acuerdo, entonces yo estaba oficialmente loca: Secuestrada por aliens malvados y uno de ellos parecía querer comerme, y luego regalada como trofeo a dos luchadores en los cuales me encontraba queriendo confiar, nada menos. Sí, mis sentidos estaban agudos en este momento. Tan agudos como la mierda.
Pero, por ahora, tenía un problema más urgente que resolver. Necesitaba orinar. No podía simplemente quedarme allí en esa posición incómoda sin hacer nada al respecto. Traté de encontrar las palabras adecuadas para comunicarle al alienígena mi necesidad, frunciendo el ceño en el proceso.
—Um... necesito... hacer pis —logré articular finalmente, esperando que entendiera lo que quería decir. Él frunce el ceño, genial, no entendía. ¡Piensa, Sam, piensa!—: Necesito ir al baño.
El alienígena pareció comprender, asintiendo lentamente con la cabeza. Me levanté con cuidado de encima de él, sintiendo cómo todo mi cuerpo encajaba perfectamente sobre el suyo, el cual parecía estar complacido de tenerme encima de él si la tienda de acampar en sus pantalones tenía algo que decir al respecto.
De alguna manera, mi mente se había desconectado de la realidad. Estaba en un planeta desconocido y rodeada de criaturas extrañas, y mi única preocupación en ese momento era encontrar un baño. Me termino de levantar mirando a mi alrededor, para ser exactos, preferiría mirar a cualquier parte menos al Alien que ahora se a levantado también y se encuentra delante de mí. Entonces me doy cuenta que el otro no está aquí.
—¿Dónde está tu amigo? —le pregunto, él señala la puerta, perfecto, entonces yo también podría salir. Camino, dirigiéndome hacia ella. Pero un gruñido me detiene en el proceso.
Giro a verlo asustada, mis piernas temblando. Joder, me orinária encima. Lo veo mover la cabeza en negativo, entonces viene a mí y empuja la puerta saliendo él primero, y hablando con alguien al otro lado.
Me quedo parada en la puerta, escuchando la conversación en un idioma desconocido. Lo más sorprendente es que el Uldin habla en otro idioma y mi Alien parece entenderle del mismo modo que lo hace conmigo. Por suerte, ojos amarillos vuelve y me hace señas para que lo siga. Salgo y él rápidamente me atrae a su costado manteniéndome pegada ha él, su brazo envolviendo mis hombros. Caminamos por un pasillo estrecho, iluminado por antorchas. El olor a humedad y tierra me invade al pasar, luego subimos por dónde recuerdo vagamente haber pasado cuando el otro alien me echó en su hombro.
Finalmente, llegamos a un área que si recuerdo como el lugar donde me bañaron, mi Alien me hace pasar primero. Me adentro en la habitación primitiva pero que solo tiene agujeros en el suelo en un punto en específico del lugar. Unos pequeños estanques de barro están en un lado con una cubeta pequeña en ella. Agradezco mentalmente que al menos tengan agua para poder lavarme. Sin embargo, mi intimidad se ve interrumpida cuando el Alien entra tras de mí bloqueando la entrada con su enorme cuerpo. Me siento incómoda, pero sé que no tengo otra opción.
—¿Podrías al menos darte la vuelta? Por favor. —él asiente y hace lo que le pido.
Me levanto la camisa que me dió de gran tamaño envolviendola en mi cintura, me pongo de cuclillas para hacer mis necesidades, ignorando la presencia del Alien a mi lado frente a mí. Cuando termino, me lavo mis partes íntimas sin tener con que secarme y me levanto, bajo mi camisa. Me lavo la cara y enjuago mi boca sin importarme el color del agua.
Respiro hondo, intentando procesar todo lo que ha pasado. ¿Cómo he llegado a esta situación? ¿Cómo puedo confiar en estos seres alienígenas? ¿Y qué significa todo esto para mi futuro? Mientras me lavo las manos, sé que tendré que encontrar respuestas a estas preguntas pronto. Pero por ahora, al menos puedo disfrutar de un momento de paz y tranquilidad en medio de la pesadilla que se ha convertido mi vida.
Cuando termino camino despacio y toco su espalda para llamar su atención, él gira rápido. Le sonrio con timidez.
—He terminado. —él asiente, entrando y yendo al lugar donde yo estaba anteriormente. Cuando me percato que está a punto de hacer sus necesidades me apresuro en salir, pero no doy dos pasos cuando lo siento agarrarme por el brazo, gruñéndome. El sonido me hace estremecer. Niega con la cabeza y me arrastra con él hasta el fondo donde están los agujeros y me señala para que lo espere.
¡Oh, genial! Lo vería sacar su pene y orinar, si bueno, eso no estaba sucediendo. Puede que a él no le importe mostrárselo a cualquiera, pero seguro que a mí si me importaba verlo desnudo o ha su amiguito. Así que le doy la espalda y espero que haga lo suyo, no pasa mucho tiempo antes de que me toque el hombro para hacerme saber que a acabado.
—Está bien. ¿Y ahora qué hacemos? ¿Deberíamos volver a la celda? —pregunto, caminando a su lado hacia la salida—. Me encantaría buscar a mi amiga, también es humana y nos separaron. La última vez que la vi fue ayer, durante el baño y luego en esa pelea. —Lo observo esperanzada, buscando alguna señal en su expresión, pero su rostro es un enigma. En vez de responder, escanea el entorno con una mirada aguda antes de guiarme por un nuevo corredor, siguiendo a otro alienígena desconocido. Para mi sorpresa, salimos al exterior donde somos recibidos por la fuerte luz del sol y un abrazador calor. Es un desierto... no hay duda.
Mis ojos se posan en los enigmáticos hombres alienígenas de diversas razas, trabajando con destreza para mover rocas gigantes y construir un muro a lo lejos. A mi alrededor, noto que soy la única mujer en este grupo. Mi Alien de piel gris me invita a seguirlo, comunicándose con gruñidos mientras me lleva a través de un campo de arena hasta el lugar donde trabajan en la montaña. Ahí es cuando me doy cuenta de que uno de los que trabajan es el mismo alien con el que comparto celda.
Mi corazón da un vuelco al verlo en plena labor con solo unos pantalones sucios que parecen haber tenido mejores tiempos y al igual que todos aquí está descalzo. Su piel gris brilla por el sudor, sus musculosos brazos moviéndose con fuerza y su cabello negro trenzado como un guerrero vikingo. Y no podemos olvidar mencionar esos impresionantes abdominales de 8 que adornan su cuerpo. ¡Dios mío, qué visión tan imponente!
¡Mierda! Debo controlar mis pensamientos y dejar de devorarlo con la mirada, ¡es imposible resistirse a este completo desconocido que supera a cualquier hombre con el que he estado! Y cuando sumamos a mi encantador chico a mi lado, la tensión en el aire se vuelve casi palpable.
Intento despejar mi mente cuando finalmente nos detenemos al lado de los hombres trabajadores que dejan sus tareas para mirarnos, o más bien, para mirarme intensamente.
El alien que está conmigo le dice algo entre un lenguaje que suena a gruñidos al otro con el que compartimos celda. El alien se acerca a mí, clavando sus negros ojos en los míos. Su mirada es intensa y me hace sentir incómoda, pero antes de que pueda decir algo, él me toma en brazos y me lleva a una zona sombría donde una roca ofrece algo de protección contra el abrasador sol del desierto. Me siento en la roca, agradecida por la sombra y por estar lejos de los demás machos alienígenas que nos rodean.
Mientras tanto, mi alienígena me gruñe algo que suena a instrucciones, indicándome que me quede allí mientras él y el otro trabajan en la construcción del muro. Observo con fascinación cómo se mueven con destreza, levantando rocas gigantes como si fueran plumas. Me siento impresionada por su fuerza y habilidad, y por la manera en que trabajan juntos en perfecta armonía.
Aunque aún estoy confundida y asustada por mi situación, me siento un poco reconfortada al tener a esos dos alienígenas a mi lado. A pesar de que su lenguaje sea un enigma para mí, siento que puedo confiar en ellos y en su protección... o casi. Mientras observo cómo trabajan juntos, no puedo evitar preguntarme cómo la estará pasando Cassie. Mientras acaricio el borde metálico de mi collar, me pregunto qué nos deparará el futuro para las dos. Por ahora, solo puedo quedarme aquí, bajo la sombra de la roca, observando a estos enigmáticos seres trabajar en silencio y mirar sus collares, ver qué también son tan esclavos y prisioneros como yo. No debo olvidar eso cuando llegue el momento.