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Capítulo 1; un hombre arrogante

Capítulo del pasado, unas horas antes de la reunión del prólogo...

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Después de que John la acompañara a casa a la hora de la salida, se despidió de él con un arduo beso y lo vio marcharse, estaban teniendo una semana extremadamente larga en la biblioteca...

—Estoy en casa— dijo entrando.

—¡Llegaste Gil!— gritó Diego, corriendo hacia ella y abrazándola con cariño.

—Así es, ya estoy aquí, pero no te agites tanto por favor.— sonrió con ternura.

—Hola, Gil— le saludaron Alex y Miguel.

—Hola, hombresotes—los besó en las mejillas a ambos.

—¡Gil, ya estas aquí!— le dijo con cariño su padre, amaba volver a casa y que sus hombres la recibieran de forma tan cariñosa. 

—Hola, padre— el señor Alex, la envolvió entre sus brazos, atrayéndola con cariño— ¿y madre, donde esta?

—Fue al super por unas cosas. No debe tardar. ¿cómo estuvo tu día?

—Muy bien padre, todo en orden.— le regaló una hermosa sonrisa.

—Pensé que vendría John— se quejó Alex, padre.

—Venía, pero tuvo que irse, quise compartir tiempo con ustedes. Ahora, veamos que hay en la alacena, les prepararé algo riquísimo.

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Estaba teniendo la semana más agitada de toda su vida, el trabajo la estaba asfixiando y todo debido al evento que se realizaría la semana próxima en la biblioteca, casi no había tenido tiempo de salir con John o ver a las chicas y aquello era frustrante, sentía que pronto colapsaría por toda la tensión en su vida. Diego, había tenido una fuerte recaída por lo que fue necesario internarlo, la angustia la estaba matando pues al parecer el pequeño corazón de Diego estaba cada vez más débil, lo peor de todo era que no avanzaban en la lista de espera por donantes, no quería abusar de la bondad del padre de la rubia, pero si seguía así, ella misma llegaría a la mansión McGowan de rodillas para suplicar que interviniera en favor de su hermano.

—Warren— escuchó la voz de Liliana y levantó la mirada para encontrarse con el serio rostro de Liliana-—cambio de planes.

—¿A qué te refieres?— preguntó frunciendo el ceño.

—Tendremos una reunión extraordinaria, uel más grande de los benefactores de la biblioteca desea reunirse con el personal para lo del evento de la próxima semana. Te espero en el salón de reuniones en cinco minutos.

—De acuerdo— le dijo suspirando. Bien, ahora se retrasaría más con su trabajo, aquella reunión no podía llegar en peor momento. Terminó de organizar los documentos frente a ella, tomó su agenda de anotaciones, un lapicero y suspiró, estiró su falda y emprendió su camino al salón, al mal paso, darle prisa. 

Fue una de las primeras en llegar, así que tomó asiento, dos minutos después llegó John, quien se sentó a su lado.

—Hola, mi amor.

—Hola— suspiró— qué reunión tan inoportuna, con tanto trabajo que tenemos.

—Así es, aunque al menos sirvió para coincidir, el aérea al que me enviaron parece lugar abandonado, casi que me hace sentir solo en el mundo.— la miró desconsolado.

—Eres un exagerado, Dillard— le regaló una sonrisa. Los demás compañeros siguieron llegando.

—¡Te extraño demasiado!— se queja mirándola ardientemente.

—Lo sé— suspira— últimamente no hay tiempo de nada, estoy en extremo agotada. Hoy me reuniré con las chicas, pero te prometo que mañana será un día para ti.

—¿Solo nosotros?— le pregunta sonriendo.—¿Lo prometes?

—Solo nosotros, lo prometo— le aseguró.

—Gracias por asistir prontamente— inició Liliana, cuando todos estuvieron juntos— el señor Sebàstian Bentzell, ha decidido reunirse con nosotros antes de lo debido. Adelante señor— pidió Liliana y todos en la sala quedaron a la expectativa.

Gilliam, no sabía qué esperar, pero sin duda alguna aquello la sorprendió. No era un hombre bastante mayor como ella hubiese esperado, sino un hombre joven, imponente, atractivo, tenia un elegante porte y unos increíbles ojos grises, bastante fríos para su gusto, aunque era un hombre impresionantemente atractivo, resultaba intimidante y hasta un poco aterrador.

—Buen día— su ronca y varonil voz, resultaba bastante sensual y produjo un pequeño escalofrío en la espina dorsal de Gilliam, quien para distraerse abrió su libreta y tomó el lapicero, dispuesta a comenzar con los apuntes.

—¡Buen día!— respondieron los presentes al unísono, mientras el hombre tomaba asiento.

—Bien, para quienes no me conocen, mi nombre es Sebàstian Bentzell, mi padre, quien llevaba el mismo nombre, dedicó su vida a contribuir con esta biblioteca y a los grandes eventos del mundo de los libros, promover la literatura y la lectura, he decidido seguir su legado y cumplir con algunas metas que durante su vida dejó inconclusas. El propósito de venir hasta acá el día de hoy, además de que me conozcan y poder percatarme de cómo van los preparativos para la semana que viene, necesario es recordarle la importancia de este evento para el mundo literario y el compromiso que debemos tener para que todo sea un éxito.

—Lo comprendemos—dijo Liliana— es por ello que llevamos meses preparándonos, ahora cada uno podrá dar un reporte de su aérea y así podrá usted comprobar el nivel de preparación.

Gilliam, se sentía incomoda y controlaba la necesidad de removerse en su asiento, evitaba mirar a aquel hombre y los nervios se apoderaban de ella, pensando en el momento en el que le tocara a ella rendir su informe.

"Tranquilizate Gil", "Qué hombre tan arrogante"

Los próximos diez minutos pasaron entre explicaciones y preguntas, mientras ella sentía que podría desmayarse en cualquier momento.

—Veo que se han esforzado, afortunadamente todo parece estar casi perfecto.— su profunda voz le causó un enorme escalofríos.

—Así es— dijo Liliana orgullosa— todo está casi listo, tengo un equipo eficiente, tendremos estaciones de promoción de lectura, algunas charlas de autores, stand de firmas y donaciones al mundo de las letras, todo será perfecto.

—Eso veo—de pronto Gil, sintió como esos grises ojos se posaron en ella por varios minutos. Tuvo la sensación de que vomitaría o se desmayaría, quería levantarse y salir corriendo. Nunca en su vida se había sentido tan nerviosa. Por Dios, ¿qué le estaba ocurriendo?— necesitaré de una persona que sea enlace entre la biblioteca y yo, tendrás que prescindir de sus servicios, hasta que finalice el evento.

—Pero...señor Bentzell...

—Es necesario— dijo cortante— y no admito negativas, señora Mattew

—Bien— suspiró Liliana molesta, debía pensar como solucionar aquello— permítame sugerirle a...

—No— la cortó nuevamente y Liliana, contrajo la mandíbula y reprimió las ganas de dedicarle algunas ofensas, era arrogaste y déspota— Soy yo quién toma estás decisiones, yo escogeré la persona que crea conveniente, ha dicho usted que tiene un gran equipo, seguramente cualquiera de ellos podrá asumir la tarea.

¡Qué hombre tan prepotente!  pensó Gil, algo enojada.

—Así es— respondió— escoja la persona que usted crea, cualquiera de ellos podrá efectuar el trabajo con eficiencia, no tengo dudas de ello.

—Bien— dijo mientras pasaba sus grises ojos sobre todos ellos, lo que no se imaginaba es que todos los presentes rogaban por no ser el elegido, ya que no podrían imaginar trabajar con aquel cínico y orgulloso hombre— usted, ¿Cuál es su nombre?— Gilliam, sintió que se desmayaría cuando él la señaló.

No podía tener tan mala suerte, ¿o si?

—Gilliam— dijo con voz sorprendentemente firme— Gilliam Warren.

—Muy bien, señorita Warren, usted trabajará conmigo— el aire abandonó sus pulmones ante aquella declaración.— desde hoy en adelante, está usted bajo mi mando.

—Pero la señorita Warren, está encargada de...— intervino Liliana enojada por la intromisión con su personal.

—Asígnelo a alguien más. La señorita no dispondrá de tanto tiempo libre de ahora hasta mucho despues de la próxima semana, aún cuando termine el evento necesitare de sus servicios para programar nuevas actividades.

—Es empleada de la biblioteca, no su secretaria, señor Bentzell.

—No necesito servicios secretariales, ya tengo una, sin embargo es necesario para los futuros proyectos y donaciones a la biblioteca. ¿Necesita otra explicación, señora Mattew?— preguntó ceñudo.

—De acuerdo— dijo evidentemente molesta.

—Doy por concluida la reunión— todos comenzaron a ponerse en pie. Gil, también lo hizo con la firme intención de marcharse— señorita Warren, usted no se marche, necesito que se quede para afinar detalles y darle instrucciones.— Gilliam, volvió a sentarse lentamente, sintiendo su corazón desbocado.

—No estés nerviosa mi amor, todo estará bien.— le susurró John antes de marcharse. Todos se retiraron, dejándola sola en la sala con aquel hombre. Sus nervios estaban por estallar mientras él la miraba fijamente. De pronto, una sonrisa burlona se dibujó en su rostro.

—Bien, señorita Warren. Tome apuntes— ella tomó su libreta y se dispuso a obedecerlo, comenzó a anotar todo lo que él le dictaba. Le dio la dirección de su casa, de su oficina, su número telefónico, y además algunas instrucciones— de todas maneras tome mi tarjeta— se la extendió y ella la tomó— puede localizarme a cualquier hora, si tiene alguna duda puede llamar y gustoso la ayudaré, debe estar disponible en todo horario, si le necesito, debe asistir inmediatamente.

—De acuerdo— dijo nerviosa.

—Se le asignará un pago especial por estas actividades, pero debe recordar que desde ahora los horarios no existen.

—Sí, señor— le extendió su celular— tome e ingrese su número telefónico por si necesito comunicarme con usted— ella tomó el aparato con manos temblorosas e introdujo su número, guardándolo con su nombre, luego se lo devolvió.

—¿Son ideas mías, o está usted bastante tensa?— le dijo burlón.

—Esta es una experiencia nueva para mí.

—Si, supongo. ¿Toda esa tensión en su cuerpo se debe solo a la nueva experiencia?— fijó sus hermosos ojos en ella, con esa mirada acechante.

—Han sido semanas difíciles.

—¿Semanas y no ha logrado librarse de tanta tensión?

—Es... difícil—dijo temblando internamente.

—No es para nada difícil liberarse de la tensión, señorita Warren— le sonrió de medio lado— solo necesita una noche de buen sexo— Gilliam, abrió los ojos enormes, creyó haber escuchado mal. Un fuerte calor la recorrió y sintió como sus mejillas se calentaba, seguramente estarían del color de su cabello.

—Señor Bentzell...

—No se sonroje señorita Warren, el sexo es lo más natural del mundo...y lo más delicioso— añadió con voz ronca— es perfecto para liberar el estrés. Debería probar— le sonrió con sus ojos fijos en ella. Gilliam, no sabía qué decir, estaba sorprendida por lo turbada que se sentía— es una recomendación, usted ve si la toma o no, solo por si acaso debo añadir que estoy disponible— le dedicó una sonrisa— esta noche sería perfecto, llámeme— sin decir más se marchó de la sala dejándola turbada y confundida, con la respiración y el corazón agitado y un increíble ardor viajándole a través del torrente sanguíneo.

—¿Cómo te fue?— le preguntó John, cuando por fin se calmó y logró reunir el valor para salir del salón.

—Yo...pues, no lo sé— intentó no ruborizarse— es un hombre muy...

—¿Arrogante?, ¿prepotente?, ¿orgulloso?

—No lo sé, es difícil de definir. Ahora volvamos al trabajo, tengo que aprovechar mis horas aquí, ya que no tendré horario fijo.

—Eso no me agrada— le dijo ceñudo.

—Ni a mi, pero es mi trabajo, además tendré un pago especial por todo el trabajo extra, eso me ayudará muchísimo con lo de Diego y demás gastos de la casa.

—Bien—suspiró— es solo por dos semanas. ¿Qué puede ocurrir?

Pasó todo el día angustiada y temblorosa, no entendía porqué ese hombre le había causado esas extrañas sensaciones, era un descarado, ¿cómo se atrevía a hablarle así?

John, la acompañó hasta su auto a la hora de salida. Se despidieron en medio de besos y tiernas caricias, además él le recordó que al día siguiente, era el día dedicado a él, y ella lo ratificó, asegurándole que no cambiaría sus planes.

Sonreía satisfecha de poder encontrarse con las chicas, eso la ayudaría a tranquilizarse un poco, nada como un rato entre amigas para serenarse.

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