Paquete navideño (BL)
(Boy love, amor entre chicos)
Narra Jack:
Querido diario, llevo 2 años intentando ocultar estos sentimientos, pero cada vez se hace más imposible hacerlo. Cada vez que escucho su nombre o veo antiguas fotos de nosotros juntos, mi corazón no puede evitar acelerarse y sentirse agobiado por ello.
Han pasado dos años desde que admitía mis sentimientos, pero aún sigo preguntándome, ¿por qué me tiene que pasar esto? ¿A caso hice algo malo?
Supongo que todo se resolverá a su tiempo...
Pengüin D~
Iba caminando, por estas calles repletas de gente, en busca de una casa en particular, pero nada, no había rastro de ella.
Hoy es Navidad, un día donde la familia, las parejas y las personas en general, se juntan y cuentan anécdotas de todo el año; pero en cambio yo, estaba trabajando.
Mi cuerpo se estaba congelando aún más, pero debía entregar aquel paquete urgente a una pareja. Al parecer era un regalo de última hora.
Mientras caminaba, como podía de vez en cuando me soplaba las manos para entrar en calor, pero era un esfuerzo en vano. Cuando mi jefe me pidió suplicante que fuera al trabajo -en mi día festivo-, no pude negarme y ante las prisas, no pude coger unos guantes ni una bufanda. Un gran error.
-Maldita sea... -Suspiro, viendo como el vaho se escapaba de mi boca, indicando lo evidente: era Invierno.
Agotado de llevar más de una hora rondando por calles sin poder encontrar la casa, decidí preguntar a un chico que llevaba alguna bolsa en sus manos.
-Perdone, ¿sabes dónde está la calle Hirosa 44? -Digo, llamando la atención del chico, que se giró para mirarme.
-Si claro, de hecho me iba a dirigir a ese lugar, ¿por qué preguntas? -Podía escuchar en su voz como tenía cierto tono desconfianza, pero se veía bastante calmado.
-Soy Jack, y mi jefe me ha pedido de entregar este paquete urgentemente a una pareja que vive ahí. -Le expliqué.
-Oh ya veo. -Sonríe, viendo como tenía una caja en sus manos de color marrón. -Soy Jung Ho Mi, encantado Jack. Si quieres podemos ir juntos.
Ante su idea, sonreí aliviado y asentí, para que, seguidamente, ir detrás suyo a la casa que tantos problemas me había dado esta noche. Al parecer, la casa estaba muy cerca de donde había pasado hace escasos minutos, maldiciendo en cómo no podía haberme dado cuenta. ¡Estaba delante de mis narices!
-Esta es. -Finalmente el chico se paró en un gran chalé de tejado rojizo y paredes blancas, con muchas decoraciones de Navidad.
-Es una casa muy bonita. -Admití asombrado, mientras el chico abría la puerta.
-¿Sabes? No preguntes el por qué, pero he oído hablar mucho de ti y de tu baile. -Me mira a través de esas gafas misteriosas y particulares.
Ante lo que me dijo, solo pude abrir los ojos insólito, no mucha gente sabía sobre que él sabía bailar y que amaba ese deporte.
-Una pena que no estés en la banda de Butt Swift -Sentenció a lo que fruncí el ceño.
Al escuchar aquel grupo, mi piel se erizó y apreté fuertemente el paquete que tenía entre mis manos. Si no recuerdo mal, el chico al que amaba estaba en aquel grupo llamado Butt Swift ¿Este chico tal vez lo conozca? ¿Estarán en el mismo equipo?
Sin darme cuenta, Ho Mi ya había entrado en casa, dejándome con miles de pensamientos rondando en mi cabeza. Él dejó la puerta abierta y cuando iba a hacer ademán de entrar, un chico peli-moreno se interpone en mi camino.
Al alzar la cabeza y verle el rostro, me atraganté con mi saliva al ver quien era.
Esto no puede ser verdad.
-E-eres tú... -Digo en un susurro. No podía creer que fuera él. Llevaba dos meses sin poder verlo y hoy, justo el día de Navidad, me lo encuentro.
Él no apartaba la mirada de mí y cuando menos me lo esperé, se abalanzó y me abrazó, posando su nariz en mi cuello, dejando la respiración en aquella zona tan sensible para mí; lo que provocó que me estremeciera.
-¡Pensé que no vendrías! Estabas tardando.-Dijo, separándose del abrazo y sonriéndome. Ante su confesión, mi mente estaba hecha un lío, ¿Me estaba esperando? -Cuanto tiempo sin verte Jack, pasa, pasa. -Cierra la puerta tras de mí. -Te extrañé.
Al escuchar las últimas dos palabras, mi corazón comenzó a latir con intensidad, sientiendo como en un momento a otro, me daría un paro cardíaco.
Aunque era incapaz de decir algo, cogí todo el valor que pude para decir lo que rondaba por mi cabeza y suplicaba por salir.
-Yo... también te eché de menos, Nathan... -Le sonrío con tristeza al recordar repentinamente mi amor unilateral. -Pensé que no te acordarías de mí, Nath.
-¿Cómo no me voy a acordar de un chico loco por los pingüinos como lo eres tú? -Ríe. -Además, a los amigos no se olvidan. -Apoyó su mano izquierda en mi hombro mientras sonreía.
Yo pongo un puchero y poco después, río con él. Ver su sonrisa me llenaba por completo, me hacía sentir la persona más afortunada del mundo. Pero a pesar de mi felicidad, muy dentro de mí, unos sentimientos de tristeza empezaban a crecer.
"Amigos". Aquella palabra que nunca creí que pudiera hace tanto daño a mi corazón.
-¿Para... quién es el paquete? -Digo con la cabeza gacha, intentando mantener al margen aquellos pensamientos.
Según mi jefe, este paquete era para una pareja, pero ¿qué hacía aquí Nathan?
-Para mí... -Contestó mi pregunta. -He pensado en declararme de una vez a la persona que amo desde hace mucho tiempo. -Admitió emocionado.
Ante aquella respuesta, lo miré incrédulo mientras que mis manos comenzaban a temblar. Mi corazón se aceleró, impidiendo que pudiera respirar ni trasmitir alguna palabra. Intenté sonreír, mostrándome orgulloso de que al fin encontró una pareja, pero simplemente no podía, no podía fingir alegría cuando acabo de enterarme que mi amor no es correspondido.
Miré la caja, donde se podía ver la dirección, intentando controlar mis inmensas ganas de llorar y de salir corriendo.
Aunque ya me era de esperar que mis sentimientos no eran correspondidos, no estaba preparado para admitirlo. No quería admitir que la causa de la felicidad de Nathan, no era yo.
Extendí mis brazos en dirección a Ho Mi que se encontraba ahí y él, seguidamente sujetó el paquete y se fue al salón, donde se escuchaba un gran escándalo que anteriormente ni me había dado cuenta que existía. Yo me quedé plantado en el sitio, mientras apretaba con fuerza mis puños.
-Hey Nathan. -Ho Mi llama mi atención, haciendo que lo mirara. -No te quedes ahí y ven con nosotros, anda. -Continuó diciendo el chico de gafas.
-Lo siento... Creo que me voy. -Me agacho en forma de despedida y abro la puerta, mostrándome de nuevo la gélida noche de Navidad; pero en este momento no sentía tanto frío ya que este empezó a habitar en mi pecho. -Dale saludos a Nathan...
Sonreí a su amigo con nostalgia y cuando estaba a punto de cerrar la puerta, escucho un grito.
-¡Espera! -Me coge del brazo un tal Louis y me lleva a rastras al salón, sin que me diera tiempo a replicar nada.
-¿¡Qué haces!? ¡Suéltame! -Intenté zafarme de su agarre, pero no pude hacerlo.
Finalmente llegamos al salón, donde había unas cuantas personas, que nada más verme, se callaron y empezaron a silbar.
-Nathan... Tengo que irme, mi jefe... -Me interrumpió.
-Tu jefe ya sabe que no vas a volver. De hecho ese era el plan. -Cuando iba a preguntarle de qué plan hablaba, de repente el chico alto que me agarró antes con un pelo azulado gritó.
-¡Ahora si que puede empezar la fiesta!
Y cuando esa frase fue dicha, la locura comenzó.
Alguno -por no decir la mayoría- estaban ebrios y hacían unas locuras tremendas. Por una parte bebían de cualquier pose posible; por otro lado, estaban haciendo algún tipo de striptease y Nathan estaba empezando a subirle el alcohol. En mi caso, solo tenía un vaso de plástico vacío, mientras miraba el panorama.
-¡Juguemos a prueba o verdad! -Dijo con dificultad Nathan.
Todos aceptaron jugar, y como pudimos, hicimos un círculo en el suelo. Al ver a los demás chicos, vi que todos me miraban y eso quería decir que seguramente me iban a preguntar. Diablos.
-Jack, ¿prueba o verdad? -Dice Louis.
-Pues... verdad. -Digo inseguro, temiendo lo que puedan preguntarme.
-Umh. -Puso un puchero. -Qué aburrido eres. -Me mira con cierta decepción. -Dime la verdad, ¿eres virgen? Si no respondes, debes quitarte una prenda. -Mira pervertido a Nathan, que miraba la escena atento.
No podía decir que era virgen, porque seguro que me chincharían toda la noche, así que opté por quitarme la camisa, ante la mirada atenta de todos, incluso de Nath que nada más verme, apartó la mirada.
"Veo que ni en sueños le gustan los hombres." -Mi corazón volvió a encogerse.
-Joder, que cuerpo. -Dice otro chico de pelo azul cortito, el cual tenía las mejillas algo sonrojadas por el alcohol, provocando que me sonrojara ante su comentario. -Bueno... Siguiente.
-Nath, ¿verdad o atrevimiento? -Dice Ho Mi.
-Atrevimiento. -Dice con indiferencia. Todos empezaron a decir un "oooh".
-¿Seguro? -Se quita las gafas y pone mirada pervertida, a lo que río levemente. Mi espina dorsal sufrió un escalofrío. -Atrevete a coger a Jack y estar cinco minutos en tu cuarto, pero con beso incluido.
Ante aquello me pongo tenso y miro a Nathan de reojo, que estaba casi en frente mío. Él se levanta y se dirige a mí, sin mostrarse dubitativo. Me coge del brazo sin previo aviso y me lleva a su cuarto; ante la mirada de sorpresa de varias personas que se encontraban en la sala.
-¡H-hey... Nathan! -Veo que Ho Mi y otro más nos siguen y tras estar al lado de un baño, nos empujan y cierran la puerta con llave.
-¡Chicos abrid! -Estaba temblando. Estar tan pegado a Nathan me aturdía y en cierto modo, me dolía, porque sabía que a pesar de tenerlo tan cerca, nuestros corazones estaban muy lejos el uno del otro.
-No insistas, nos han encerrado. -Suspiró y se sentó rendido en la tapa de la taza del váter.
No dirigí la palabra y un silencio incómodo se creó, yo me apoyé en la pared al lado de la puerta, cuando siento que me mira.
-Oye... ¿por qué no respondiste a la pregunta que te hizo Ho Mi? -Dijo con su voz suave y ronca a la vez.
Al principio no entendí a qué pregunta se refería, pero al acordarme, me ruboricé. Y sin saber muy bien por qué, fui sincero con Nath.
-Yo... Pues... E-es que soy virgen.
Se levantó de su sitio y sin previo aviso, me acorraló contra la pared, besándome con pasión y ternura, juntando nuestros labios en una danza única. Yo inmediatamente accedí ante su beso, metiendo mi lengua en su boca y viceversa, guiándome por el instinto que desprendía mi cuerpo.
Sentí como me tocaba la tripa con sus grandes manos, mientras que tras una tregua con nuestras lenguas, bajó a mi cuello, que chupó, mordisqueó y besó como si nuestras vidas dependieran de ello. No pude evitar soltar un pequeño gemido, al ser estimulado en esa zona tan sensible para mí.
Yo estaba ya excitado y aún más, cuando me apretó contra él, sintiendo su miembro impactar con el mío. Ambos ya efectos y preparados para continuar. Ciego de lujuria, le quito la camiseta y le miro mientras me muerdo el labio. Mi respiración se hizo espesa y con dificultad, le dejé un poco en los labios.
-Jaack... Te amo, te amo demasiado, llevo intentando contactar contigo, pero no había forma. -Soltó de repente, besándome de nuevo en los labios. -Te amo.
No daba crédito a lo que estaba escuchando, mi amor platónico correspondía mis sentimientos, Nathan estaba por mí, esto es increíble.
No podía hablar, mi cuerpo no me lo permitía, así que, para demostrar que yo también lo amaba, le fui quitando poco a poco el pantalón, dejándolo solo en bóxer; trasmitiendo algo muy íntimo como era eso.
Mientras volvíamos a jugar con nuestras lenguas, yo le tocaba por encima su parte íntima, la cual empezó a dejar húmedo los calzoncillos.
Esto era demasiado.
-N-no lo hagas... Me excitas demasiado. -Admitió, soltando algún gemido grave, viendo como sus mejillas estaban rosadas, haciéndolo ver adorable; todo lo contrario a lo que trasmitía su tonificado cuerpo y su gran amigo.
-Llevo deseando hace mucho esto, no pienso pararme ahora. -Digo convencido y él, en acto reflejo, me coge y me quita absolutamente toda la ropa que me quedaba, dejando al descubierto mi erección, que tocaba la suya. La fricción que hacíamos los dos era exquisita y con dulces suspiros y sonidos obscenos, pero hermosos, nos sonreímos mutuamente.
Cuando creí que yo iba a llevar la iniciativa en complacer mis fantasías sexuales que llevaba teniendo con Nathan dos años; él se me adelantó y con sutileza, empezó a bajar hasta llegar a mi gran erección, empezando a masturbarme mientras lamía mi miembro como si de un helado se tratase. Al principio sentí algo extraño, pero poco después, sentía que necesitaba más, así que le agarré del pelo, empujándolo junto a mí.
Esta escena era la más erótica del universo. Me encantaba.
-Ne-necesito más... -Jadeo, alzando mi cuello, mirando al techo sintiendo hasta la más mínima sensación.
Él empezó a moverse más rápido y con la otra mano, masajeaba mis testículos, sintiendo un placer que nunca había sentido.
Para y yo, extasiado, le cojo de la cara y me agacho, estando los dos sentados, cuando le quito los bóxer y hago lo mismo que me hizo él.
Verlo desde abajo era una vista excitante y provocativa, que me hacía sentir afortunado y con poder, me hacía sentir feliz porque le trasmitía sensaciones. Maldita sea, ¡estoy haciendo esto con Nathan! ¿En qué cabeza cabe?
-Lo haces genial, Jack... -Respira muy fuerte y muerde su labio inferior, que se encontraba con un tono rojo de tanto morderlo, para no gemir tan fuerte; ya que al fin y al cabo, estábamos en una casa con mucha gente.
Estuvimos así un largo rato, intercambiando caricias, cuando Nathan me pide que me ponga a cuatro patas, apoyando mis brazos en la taza.
En un ágil movimiento, moja sus dedos y lubrica mi entrada, provocando gemidos agudos y angustiosos de mi parte. Cuando me sentí preparado, él empieza a meter su pene en mi culo, con tranquilidad para que me adaptara; hasta que finalmente empezó a moverse y a hacer embestidas cada vez más fuertes, lo que dificultaba con notabilidad evitar mis gemidos.
En el cuarto de baño solo se escuchaban las respiraciones aceleradas y un sonido aguoso, que hinundarme mis oídos y lo que haría que en un momento a otro me corriera.
Y así fue. Tras varios minutos, llegué al punto álgido y poco después llegó Nathan, dejando nuestra sustancia por la taza y el suelo del baño. Me abrazó y me dio caricias en la cabeza, mientras nos encontrábamos sentados en el suelo, intentando regular nuestras pulsaciones.
-Te amo. -Volvió a decir. Sin poder evitarlo, sonreí. -Por eso quiero preguntarte si quieres ser mi novio, Jack. -Coge mi mano y me mira con los ojos aún con un poco de lujuria.
Asiento y me abracé a él muy fuerte, sin poder creer aún lo que me estaba sucediendo. ¡Era el hombre más afortunado del mundo!
Esta noche de Navidad me han regalado el mejor regalo del mundo, ese eres tú. Gracias por estar junto a mí, Nathan. -Dije en mi mente.
FINISH