El placer de mi Entrenador (Parte 2)
Erick desciende por mi cuerpo y deja uno que otro beso sobre la superficie de mi piel. Cuando llega al nivel de mi intimidad se detiene y sonríe hacia arriba, mirándome a la cara.
Sin mediar palabra se arroja sobre mi centro y atrapa entre sus labios a mi clitoris, chupando y lamiendo con su lengua sobre él. Yo levanto mi pierna y la dejo reposar sobre uno de sus hombros, permitiendole acceder a la zona de una forma más fácil.
Con su lengua viaja a lo largo de mi raja, deteniéndose en los puntos exactos para hacerme estremecer y derretir sobre él.
Está jugando con mi clitoris un rato más, hasta que lleva su mano a mi zona y acompaña la estipulación de mi capullo con su lengua, con sus dedos insertandose dentro de mí sin pensárselo dos veces.
—Dios, estas muy mojada. ¿Esto era lo que querías? ¿Me querías a tus pies para que te comiera el coño? ¿Querías que perdiera el control y me comiera como lo estoy haciendo este coño joven tuyo?
—¡Si! Lo ansiaba mucho, Erick —gimo con la respiración acelerada.
—Eres una niña sucia, ¿no es asi? —succión con fuerza mi clitoris, provocando que mis piernas se debiliten—. Eres una niña y yo un hombre que puede ser tu padre te está lamiendo el coño. Eso solo lo desearía una niña sucia. Dime, ¿eres mi niña sucia?
Asiento a sus palabras, pero él al no escuchar respuesta se impacienta y arremete en mi interior con sus dedos con fuerza. Grito por la sensación que genera en mi está fricción y gimo sin parar. No me importa que me escuchen, esto es lo mejor que me ha pasado.
Estoy por llegar y él parece darse cuenta. Uno pensaría que aceleraria más sus movimientos y me haría llegar al orgamos, pero en cambio se detiene.
Gimo de pesar por no sentir sus dedos en mi interior o su lengua sobre mi.
—Dime si eres una niña sucia, si no lo haces, no voy a seguir.
Presiona ligeramente sobre mi sensible centro, provocandome. Necesito que siga. No puede dejarme así.
—Soy una niña sucia —digo.
Me da una bofetada en las nalgas y me exige que lo repita.
—¡Soy tu niña sucia! —Grito a todo pulmón y me encuentro con su sonrisa dibujada en la cara.
—Ahora agárrate, querida. Te voy a hacer tener el mejor orgaslo de la vida.
Vuelva a arremeter contra mi clitoris, a la vez que introduce ya no dos, sino tres dedos en mi interior sin anestesia. Son movimientos acelerados e irregulares, pero no por menos placenteros. Es la mejor experiencia sexual que he tenido en la vida y quiero que nunca acabe.
Mis piernas comienzan a temblar y él se da cuenta que estoy por alcanzar el orgasmo que me vengo aguantando desde que estoy en la ducha.
—Correte para mí, querida. Muéstrame cuánto te gusta lo que te estoy haciendo. Dale, hazlo.
—Oh, Erick, me corro —gimo esas palabras una y otra vez, estregandome contra su boca, así como también busco el movimiento de sus dedos.
Los mantiene dentro y realiza unos movimientos placenteros, consiguiendo tocar mi punto g que junto con un movimiento de su lengua sobre mi clitoris hace que mi orgasmo explote y me deshaga en su boca.
Él lame y trata todos los jugos que fluyen de mi centro, sin desperdiciar nada. Una vez ya ha terminado se separa de mi y mira como ha quedado mi cuerpo después de su trabajo y en como ha afectado mi respiración. Es un dios utilizando esa boca.
—Sabes delicioso —dice, mientras deposita besos sobre mi abdomen y da pequeñas y ligeras plamadas sobre mi clitoris, quitándome mucho más el aliento de lo que ya lo ha hecho—. Pero ahora quiero sentir como tu coño apretado recibe a mi polla.
Me alarmo un poco por sus palabras y él parece notar el cambio en mi cuerpo.
—¿Qué sucede, Sofia? ¿No quieres continuar? —me pregunta con el ceño fruncido.
Se me tiñen las mejillas de carmesí y le explico:
—Es que... es que s-soy v-virgen —tartamudeo apenada por ello.
—Ey, no tienes por qué apenarse, es normal —se levanta del suelo y toma mis mejillas para que lo vea a los ojos y me planta un beso en los labios—. Si eso te preocupa, no me importa. Pero entonces eso cambia lo que vamos a hacer ahora.
—¿Por qué? —le pregunto con un tinte de decepción bañando mi voz.
—Porque pretendo que tu primera vez sea mejor que hacerlo contra unos casilleros del centro deportivo de la ciudad —se ríe y lo acompaño—.¿Qué te parece si hacemos un trato?
—¿En qué estás pensado? —le pregunto con interés.
—Si clasificas el sábado, te quito tu virginidad ese mismo día —dice.
—¿Y si no? —me interesó.
—Tendré que hacerlo de a poco y cada vez que yo quiera iré metiendo un centímetro más de mi polla dentro de ti, pero no será el mismo día. Será progresivo.
Eso creo un fuego en mi interior y no dude en aceptar. Es como una motivación para ganar el sábado y me voy a sujetar de ello para ganar la clasificación.
—De todas maneras, aún no hemos terminado —me insinúa.
—¿Ah, no? —debe de notarse mi confucion.
—Aún tienes que hacerte cargo de mi —baja sus pantalones y sus boxers, liberando su miembro duro y erecto. Es increíble el tamaño que tiene y lo grueso que és.
De inmediato sé lo que pretende y no tiene que decírmelo dos veces. He visto mucho porno como para saber qué es lo que está necesitando.
Caigo de rodillas con emoción, mientras toma mi cabello entre su mano y dirige mi cabeza a su punta. Le panto un beso y saco un poco mi lengua para lamer el líquido preseminar que tiene en la punta. Gimo al saborearlo y tomo su punta en mi boca y la chupo como si se tratara de una chupeta.
—Oh, Dios, Sofia. Eres una dios con la boca. ¡Que bien la chupas! —me insta a meter más de su miembro en mi boca y cumplo sus deseos.
Meto su miembro profundamente en mi boca, habiendo lubricado bien al mismo, y comienzo a estimularlo apretando mis labios a lo largo de su falo, mientras hago los movimientos ascendentes y descendentes a través de él.
Erick toma ambos lados de mi cabeza y comienza a follar mi boca con ansiedad y aceleración. Siento como su punta choca contra el fondo de mi garganta y me genera arcadas, pero como puedo respiro y dejo que continúe buscando su placer.
—Ya estoy por llegar, Sofia. Y te lo vas a tragar todo como la niña sucia que eres. Mi niña sucia.
Gime cada vez más fuerte cada vez que acelera sus embestidas y mantiene mi cabeza quieta cuando comienza a descargar su semental en mi garganta.
Trago todo como puedo y respiro cuando sale de mi boca.
Él me mira satisfecho y orgulloso y no puedo estar más feliz.
No puedo esperar hasta el sábado.
No voy a descansar hasta ganar esa clasificación para que así cumpla su palabra.