Gemidos ardientes I.
Soy la menor de dos hermanas, mis padres murieron en un accidente hace cinco años y desde entonces vivo con Gala, mi hermana mayor. Bueno, con ella y su novio Mateo. El departamento no es muy grande, solo dos habitaciones, una junto a la otra... me avergüenza decir que cada noche me caliento con los gemidos y el golpeteo que escucho en la habitación de Gala. Aunque no soy virgen llevo casi un año sin tener sexo.
Y hoy es una noche de esas...
—¡AHHHH, SIIIII, AHHHH!— escucho los gemidos ahogados de Gala y siento como mi cuerpo se enciende, su cama golpea contra la pared una y otra vez, y yo siento que voy a explotar de deseo.
Sin poder resistirme a los ardientes gemidos, mi mano se cuela bajo la blusa de mi pijama, mis turgentes pechos están coronados por pezones endurecidos, muerdo mi labio inferior cuando los presiono y mi vagina se contrae arrojando mas líquido.
—¡Carajo Mateo, siiiiii!— dice Gala— ¡Follame duro, bebé!
Con un leve gruñido y completamente decidida me quito el shorts del pijama y lo arrojo a un lado, separó mis piernas y llevo mi mano allí... mi coño está rebosante de fluidos y mi clítoris hinchado y deseoso...
Voy directo a la acción, no necesito calentamiento mi cuerpo entero arde, con una mano juego con mis tetas, mientras que la otra se mantiene resbalando entre los pliegues de mi vagina, jugando con mis fluidos.
Me muerdo el labio para no gemir con fuerza y comienzo con movimientos circulares sobre mi endurecido clítoris, estoy muy caliente, no puedo esperar, y mis fluidos son testigos... Aceleró el movimiento de mi mano mientras me contoneo en la cama... Una imágen de Mateo cruza mi mente Pero en vez de alejarla la uso para frotarme con más fuerza, luego escucho como el golpeteo en la pared se intensifica al igual que los gemidos, mi mano adquiere más ritmo y poco tardo en estallar en un fuerte orgasmo. Tengo que cubrir mi boca para evitar gritar de placer....
—Buenos días, hermanita.— me saluda Gala el día siguiente, estoy desayunando para irme a la universidad. Mi hermana parece muy feliz y es obvio que Mateo es el motivo.
—Buen dia— la saludo con una sonrisa mientras termino mi café.
—¿Ya te vas?— me pregunta Gala.
—Si, no puedo llegar tarde, tengo exámen.
—Bien, solo quería decirte que debo ir de viaje está tarde, así que no nos veremos hasta dentro de quince días.
—¿Otra vez?— no quise que sonara a queja pero asi fue.
—Lo siento, te prometo llamar todos los días. Además no estarás sola, Mateo estará también.
Y allí estaba, el destino conspirando en mi contra, el trabajo de mi hermana le exige que cuando así se requiera, debe salir de la ciudad. Ahora me preocupa saber que estaré quince días a solas con Mateo... no quiero fallarle a mi hermana pero cada vez que veo a Mateo mi piel se enciende y no puedo olvidar los malditos gemidos que llegan a mi cabeza, recuerdos que me torturan, porque yo también quiero gemir.
—Y hablando de Mateo...
—Ha salido a correr.— me dice con una sonrisa.
—Bien, supongo entonces que nos veremos en dos semanas— digo triste y me encojo de hombros.
—Ya verás que se pasa muy rapido— me dice Gala sonriendo— nos vemos, no llegues tarde a tu exámen.
Aquella estadía a solas con Mateo estaba resultando una tortura, no sabía si eran ideas mías, pero sentía cierta tensión entre nosotros y eso... me incomodaba un poco. Han pasado cinco días desde que Gala se fue y todo ha sido muy raro, Mateo sale a correr cada mañana, luego va al trabajo, yo me levanto temprano y voy a la universidad, Pero la tensión comienza.caundo por la tarde noche, ambos ya estamos en casa.
—Llegas temprano— saludó a Mateo en cuanto cruza el umbral de la puerta principal.
—Dia dificil— se queja y camina hasta la cocina donde estoy, estoy frente la encimera picando aliños cuando lo siento colocarse detrás de mi y elevar la mano para llegar al estante de los vasos... Demonios ... quise gemir. Sentí codo su cuerpo contra el mío. — Lo siento, no soy tan alto— cuando me giró para verlo tenía una sonrisa pícara en los labios.
—No te preocupes — le digo controlando mi respiración.
—Lindo vestido — me dice sonriendo y es cuando me doy cuenta del vestido corto que tengo y siento que mi rostro se ruboriza.
—Gra... Gracias— no hay más cruces de palabras en tensión, cenamos en silencio y vemos una película hasta que digo.
—Bien, me voy a la cama. Feliz noche.
—Feliz noche, hermosura — y aunque es un comentario cualquiera me hace estremecer. Ardiendo como estoy aun en contra de mi voluntad, me marcho a mi cuarto, tomo lo necesario para tomar una ducha y voy al cuarto de baño ansiando enfriar mi cuerpo y mi deseo.
Cuando salgo envuelta en una toalla, nada más abrir la puerta me encuentro con Mateo... una toalla al rededor de su cintura y su torso desnudo.
¡Carajo!, ¿por qué tenía que ser tan sexy?
Moreno, de cuerpo ejercitado, lindos ojos color café, cabello oscuro... todo un Adonis.
En cuanto me vio, sonrió
—Alina, pensé que estabas en la cama.
—Necesitaba una ducha antes— y no sé porque aquello provocó que su sonrisa se ampliara— buenas noches...— paso junto a él, ignorando la ardiente mirada con la cual recorre mi cuerpo cubierto únicamente por una toalla y velozmente entró a mi habitación...
Mi respiración está agitada, mi vagina palpita y comienza a lubricar y yo maldigo. Me coloco un pijama después de secarme y me voy directamente a la cama.... poco después escucho ruidos en la habitación de al lado y los recuerdos de los gemidos de Gala me atormentan y hacen que se me endurezcan los pezones.
—¡Maldición!— susurro frustrada. Pasan quizás un par de horas en las que no hago más que girar de un lado a otro en mi cama, enojada salgo en dirección a la cocina por un vaso con agua, pero me arrepiento en cuanto veo allí a Mateo... vestido únicamente por unos bóxer, paso saliva...
¿Por qué todo es tan difícil?, me pregunto.
—Asi que tampoco puedes dormir— me dice como si nada, como si no estuviese en ropa interior frente a mi.
—No— digo ocultando mi nerviosismo— vine por agua— digo y paso junto a él, intentando aparentar tranquilidad.
—¿Por qué estás tan nerviosa, Alina?
—¿De que hablas?— preguntó girandose hacia él, encontrándose con que estaba a escasos milimetros de su cuerpo, tanto que estabamos a nada de rozarnos.
—Sabes de lo que hablo — susurró inclinándose sobre ella y Alina se vio acorralada entre la encimera y el duro cuerpo de Mateo— estás excitada, es obvio...
—No, yo...
—Si, me lo dicen esos pezones endurecidos — Alina estaba avergonzada— ¿Desde cuándo no follas, Alina?
—Yo... no...
—Estoy extrañando mucho follar— sus manos le recorrieron el contorno del cuerpo— ahora mismo quiero follar... es culpa de Gala, me tiene acostumbrado. Escuchar el nombre de mi hermana fue como un balde de agua fría, que poco enfrió mi cuerpo ya que Mateo colocó sus manos sobre mis tetas y las acarició arrancandome un gemido.— Que ricas... son como las he imaginado.
¿Qué?... O sea que... ¿Mateo se imaginaba mis tetas?, ¿Qué más?
—¡Mateo!— quería que sonara a reclamo, pero sin duda alguna fue un gemido.
—Gimes delicioso, Alina— me dijo haciendome estremecer, su pene erecto me golpeó el vientre y mi voluntad me comenzo a abandonar del todo.
—Mateo, esto no está bien...— digo con voz agitada.
—Solo una probadita, Alina— mostró una sonrisa de depredador y sin más me quitó la camisa, no supe cuando eleve los brazos para facilitarle el trabajo, pero lo hice, allí estaba con las tetas expuestas y el coño chorreante.
Sus manos cubrieron mis tetas, estrujándolas, acariciando las, apretándolas y yo gemi sosteniéndome a la encimera.
—¡Por Dios!— presioné los dientes con fuerzas cuando la boca de Mateo cubrió una de mis tetas y succionó como un bebé alimentándose, me estremecí completa... quería detenerme, pero no podía, mi cuerpo y todo ese tiempo sin sexo me estaban pasando factura. Su lengua rodea mi pezón y me estremezco volviendo a gemir... las manos van al elástico de mi shorts...
Debería detenerlo, debería... pero no puedo... cuándo cuela su mano bajo la tela me encuentra sin ropa interior, va directo al centro de mi placer.
—Joder Alina, eres una puta fuente de fluidos.— juega con mi clítoris y un grito escapa de mi boca. — Qué caliente eres— dice cuando uno de sus dedos se cuela en mi interior. Sale de mi y me quedo con una sensación de querer más. Mateo se agacha para sacarme el shorts del pijama, separo mis piernas para él casi de forma inconsciente, entonces él toma mi coño y separa mis labios vaginales en busca de mi clítoris. Cuándo su lengua se desliza a sus anchas por mi humedecido y sensible coño, grito, grito de placer, los dedos de mis pies se crispan y tomo un puñado de su oscuro cabello empujándolo hacia mi, mientras empujó mis caderas hacia él.
—¡JODER!—grito con voz ahogada cuando me succiona y yo siento que voy a enloquecer... Mateo es un dios del sexo.