*CAPÍTULO 5*
-Es muy sabio de tu parte, es preferible perder una empleada, y no la empresa que tanto sacrificio te ha costado, eres un hombre muy inteligente y a mí me encantan los hombres inteligentes- le sonrió con autosuficiencia.
-Supongo – dijo con ceño fruncido, no le agradaba que esa mujer manipulara la situación a su antojo, ella ocupo el asiento frente a él y le sonrió.
-Haz que venga- quiso que sonara a petición pero, había salido de su boca como una firme órden y no era culpa suya era una joven acostumbrada a que sus órdenes se cumpliesen desde que su padre muriera, aunque por lo general, sus órdenes sonaban a petición.
-¿Ahora?- la miró asombrado, no entendía qué tramaba aquella sensual mujer.
-Sí, quiero ver su cara cuando la despidas- sonrió con malicia, era evidente que quería disfrutar del momento en el que su mejor amiga recibiese la noticia tan sorprendente que su jefe tenía para darle.
-Pero. . .
-¿Algún problema, Ben?- enarcó una ceja, en respuesta él presiono un botón.
-Margaret, haga venir a la señorita Johnsom.
-Enseguida, señor Knox – Sharon le sonrió y se acomodó en su asiento, unos minutos más tarde llamaban a la puerta.
-Adelante – Kitty, asomó la cabeza.
-Me han dicho que me necesitaba, señor Knox.
-Sí Johnsom, tome asiento – ella obedeció sin siquiera fijarse que se sentaba junto a Sharon, hasta que ésta giró la cara y la saludó con sorna.
-Hola, Kitty.
-S. . . Shar. . . Sharon. . . ¿Qué haces aquí?- la miró con ojos enormes y el corazón acelerado, no podía evitar mirarla con miedo, su corazón se aceleró, palpitaba desesperado, preocupada por el hecho de que Sharon estuviese en la oficina.
-Pareces asombrada y no sé a qué se debe, vine a cumplir una promesa que hice ayer. La escena en la habitación de Sharon cruzó rápidamente por su memoria, su pulso se aceleró, todo su cuerpo temblaba por la manera en que Sharon la miraba.
-¿Qué sucede, señor Knox? - preguntó sin poder evitar que su voz sonara nerviosa.
-Lamento informarte que. . . que este será tu ultimo día en esta empresa, lo siento- la observó con tristeza, como quien no comprende la situación que atraviesa otra persona y sin embargo le mira con simpatía.
-¿Qué?- parecías triste, desconcertada, confundida- pero. . . ¿Qué hice?- Lentamente se giró hacia Sharon, quién la miraba con ceja enarcada y gesto burlón.
-¿Qué sucede, Kitty?
-¡Es tu culpa! - le acusó- no puedes hacerme esto.
-Ya lo hice- dijo con autosuficiencia- siempre cumplo con lo que prometo, a diferencia de ti- le dijo despectivamente.
-Señor Knox, no tiene motivos para despedirme siempre he hecho bien mi trabajo, ¿Qué va a alegar?
-Recorte de personal - intervino Sharon mirándose las uñas, mientras una cínica sonrisa se dibujaba en su rostro.
-Eso no servirá, soy la única a la que están despidiendo.
-¿Qué tal, fuga de información?- preguntó sonriendo.
-Eso no es cierto- la miró y sus labios temblaron, no conocía aquella faceta tan despiadada de Sharon.
-¿Quién dirá lo contrario?- la retó, mantuvo la mirada fija en sus ojos.
-Yo - aseguró enfrentándola - no tienes pruebas.
-Eso es lo de menos Kitty, tengo suficiente dinero para fabricar todas las pruebas que sean necesarias.
-Te desmentiré- dijo llena de angustia.
-Será tu palabra, contra la mía - dijo muy segura de sí misma con una media sonrisa- acéptalo no tienes oportunidad alguna.
-¡Señor Knox! – Se volvió hacia el hombre con mirada suplicante- esto es injusto.
-Muchas cosas en la vida son injusta – declaró Sharon amargamente y Kitty se ruborizó.
-Yo lo lamento, Johnsom, haz Sido una buena trabajadora – dijo Benjamín- pero, no puedo hacer nada por usted, no sé qué le habrá hecho a la señorita McWayer para que la odie de esa manera, pero si estoy seguro de algo, usted se metió con quién menos debía.
-Ya lo creo- dijo triste- de igual manera, podré conseguir empleo en otro lugar, en donde me valoren por lo que soy - Sharon dejó caer la cabeza atrás produciendo una fuerte carcajada poco femenina.
-¿Por lo que eres?, ¿Y qué eres?- preguntó con amargura.
-¡Basta Sharon!- suplicó.
-Yo decidiré cuándo detenerme, yo decido cuándo fue suficiente, yo decido cuando decir, basta. De cualquier manera yo me encargaré de eso, jamás volverás a trabajar en una empresa respetable porque yo te cerraré todas las puertas. . . y hasta ventanas- sonrió con ironía.
-No puedes hacer eso.
-Oh si, si puedo. . . te lo advertí.
-Vamos, vamos señoritas- intervino Benjamín- éste no es el momento, ni el lugar para discutir sus diferencias.
-Cierto, tienes toda la razón, Ben – dijo Sharon poniéndose en pie, buscó en su bolso y le tendió una tarjeta de presentación, éste la tomó - allí están todos mis números y . . . – le guiñó un ojos- no dejes de darle a Kitty su cheque de liquidación, sé bueno con ella cariño, el dinero le hará falta.
-¿Debería darte las gracias? – preguntó sarcástica.
-Como gustes, querida. Nos vemos luego Ben – y así sin más se marchó sintiéndose totalmente satisfecha de que Kittyanyelis comenzará a pagar el daño que le estaban causando, acabaría primero con ella y luego con Colt.
Esa noche después de la cena tomó un par de copas de vino para luego retirarse a su habitación, se duchó y se metió a la cama a leer un libro titulado "Placeres y Deseos de la Carne".
Estaba ensimismada en la lectura cuando un llamado a la puerta la sobresaltó.
-Adelante- al ver la sonrisa de su hermano, la propia fue más amplia- pasa hermanito- el obedeció y se sentó junto a ella.
-¿Cómo estás? - le preguntó en tono preocupado, él sabía que ella sufría, aunque no lo demostrara.
-Muy bien, Henrry- se hizo la inocente - ¿A qué te refieres?
-Sabes perfectamente a lo que me refiero.
-No deseo hablar de ese tema- lo miró con frialdad.
-Hablar te hará bien- le aseguró, intentando derribar las femeninas barreras.
-Quizás. . . es muy duro para mí – su voz se quebró.
-Lo sé, chiquita – la tomó entre sus brazos permitiéndole descasar su cabeza en su pecho, sus ojos se llenaron de lágrimas, pero las apartó pestañando varias veces, había jurado no llorar más por ellos, y cumpliría su promesa.
-Henrry, yo jamás imaginé que pudiese sucederme algo así- su voz era un susurro apenas audible- siempre he sido buena, al menos hasta hoy. . . - dijo con amargura.
-¿Qué hiciste, nena?
-Valerme de mi dinero, mi prestigio y mi posición. Fui a la empresa en la que ella trabaja, y digamos que con algo de persuasión, les convencí de despedirle, y si consigue empleo en otro lugar, haré exactamente lo mismo, me encargaré de destruirla y luego comenzare con él.
-¿Y eso te hará feliz? - quiso saber.
-No- reconoció amargamente- nada me hará feliz, pero al menos, le dará descanso a mi dolorida alma, tendré la satisfacción de verlos humillados delante de mí. . . al menos a eso tengo derecho.
-Te estás envenenando el alma, mi niña.
-Creí que estabas de mi lado- lo acusó mirándolo con ojos acuosos.
-Y lo estoy, pero esa venganza no solyo los destruirá a ellos, sino también a tu alma que es pura.
-Ya no tengo alma pura, Henrry, y todo gracias a ellos.
-No quiero verte llena de tanto odio, deja que yo me encargué de esta situación, te prometo que haré que paguen, pequeña.
-No, no lo harás y te suplico no te inmiscuyas, yo me encargare de ellos, yo misma les haré pagar el daño que me han hecho, haré lo que sea por verlos arrastrándose frente a mí, tengo un plan Henrry.
-¿Un plan? - la miró con el ceño fruncido.
-Sí, me convertiré en una cazadora de hombres, acabaré con Kitty y Colt, luego, seduciré a todos los hombres y los haré sufrir, les haré probar el más dulce de los venenos, para verlos sufrir como yo estoy sufriendo ahora, ellos llevaran conmigo mi pena, lloraran como yo he llorado.
-Sharon no creo q. . . – el móvil de Sharon comenzó a sonar, ella deslizó su mano debajo de la almohada, miró la pantalla y suspiró.
-Hola, Kitty – Henrry la miró con el ceño fruncido, nunca la había escuchado tan fría.
-No me llames así- demandó violentamente.
-¿Por qué no? Antes te agradaba.
-He cambiado de opinión.
-Al parecer, mi querida amiga se encuentra de mal humor, ¿a qué lo debemos?
-Sabes perfectamente lo que tengo, ¿cómo fuiste capaz de hacer que me echaran de la empresa?
-¿Cómo fuiste capaz tú, de robarme el cariño de mi prometido?
-Basta, Sharon. . . lo que hiciste no tiene perdón, ¡hacer que me echaran de mi trabajo!. . . ¡eres una víbora! - Sharon rió.
-¿Una víbora?, Al menos no soy una cualquiera que se revuelca con los novios de sus amigas, yo si sé lo que es dignidad.
-¡Basta!, ya he aceptado que me equivoqué, me porte muy mal, te fallé, pero no voy a pagar toda la vida por ello.
-Te equivocas, toda la vida no te alcanzará para saldar esa deuda conmigo. Toda la vida la pasarás pagando continuamente por lo que has hecho, no serás feliz, no tendrás descanso, de mi cuenta corre tu infelicidad.
-¿Te crees una diosa?- dijo con voz ahogada.
-El mayor placer de los dioses es la venganza, porque sacia su instinto carnal, al jugar conmigo estaban jugando con fuego, ahora prepárate para sufrir las quemaduras.
-¿Intentas verme de rodillas?
-Voy a denigrar tanto tu vida, para que valga menos que nada. Verte de rodillas es muy poco castigo a tu traición. Desearás jamás haber nacido, jamás haberme conocido, jamás haberme traicionado.
-No puedes. . .
-Buenas noches, Kitty, dulces sueños- cortó la comunicación.
-Cuando hablas así pareces otra persona- su hermano la miraba preocupado.
-Lo soy Henrry, jamás volveré a ser la chiquilla estúpida de la que se han burlado, nunca volverán a hacerme daño – su móvil volvió a timbrar- ¿Qué placer tiene llamarme para escuchar como la insulto?. . . es una masoquista- observó la pantalla- no es ella.
-Contesta, nena.
-¡Sharon McWayer, buenas noches!
-Hola Sharon, es Benjamín.
-Hola Ben, ¿cómo estás? – su voz se tornó extremadamente seductora y suave.
-Muy bien, llamaba para hacerte una invitación a cenar.
-Ya he cenado, Ben.
-¿Qué tal mañana?
-Encantada- sonrió complacida. Los hombres podían llegar a ser muy predecibles.
-Paso por ti.
-Puedo llegar en mi coche- negó rotundamente.
-Permíteme pasar por ti.
-No, Ben- contuvo la risa.
-Por favor- le escuchó suplicar y se sintió grande.
-De acuerdo, llámame mañana al medio día, te confirmaré la cena y te daré mi dirección.
-De acuerdo. Seré puntual.
-Eso espero Ben- ronroneó- odio esperar
-Que tengas dulces sueños, preciosa- cortó la comunicación y se giró hacia su hermano con una ámplia sonrisa.
-Ya picó el primer pez, es más sencillo de lo que imaginé.
-No estoy seguro de que esto sea una buena idea.
-Ya tomé una decisión y te advierto que nadie me hará cambiar de opinión.
Kitty, cortó la comunicación y no pudo evitar inmediatamente comenzar a llorar y sollozar, la angustia había llegado a ella y comenzó a sospechar que se había metido con quién menos debería, siempre conoció a una Sharon buena, dulce y bondadosa, en esta ocasión desconocía a esa mujer, cínica, calculadora y despiadada que se valía de su posición y de su dinero para humillar y menospreciar a otros.
Pero no era precisamente ella alguien que pudiese reprocharle nada, Sharon sólo estaba jugando con las cartas que tenía su mano, en el fondo reconocía que ella tenía razón, sólo estaba defendiendose, una manera astuta inteligente de cobrar la humillación a la que había sido sometida.
Sintió pena, tristeza y dolor, había perdido a su mejor amiga, había perdido su trabajo y de cierta manera, había perdido al hombre que tanto amaba y que ahora cada vez le veía menos, él sólo estaba enfocado en una tarea; recuperar a Sharon, aunque ella no quisiese si quiera mirarle, él está enfrascado en lograr su objetivo y mantenerse firme estaba plenamente convencido de que Sharon le perdonaría.
Kitty lloró, lloró desconsoladamente, porque necesitaba su empleo, porque las deudas se acumulaban, porque tenía gastos y porque debía ocuparse de su pequeña hermana. Cómo podría darle una vida digna a su hermana sí Sharon, le cerraba todas las puertas para conseguir empleo, nadie la contrataría sólo por no entrar en conflicto con la gran empresaria, ahora qué haría, qué sería de su vida, dónde debía buscar ayuda, se sentía perdida no sabía qué hacer.
No sabía cómo plantarse frente a su hermana y decirle que Sharon, esa que había sido su mejor amiga, y a quién le debía tanto, ahora se había convertido en su verdugo, que le cobraba con altos intereses la traición que había cometido a su corazón y a su confianza