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Capítulo 2

Cuando Valentina entra en el pasillo, buscando su puerta, justo cuando mete la llave Alejandro García aparece por detrás asustándola.

—Hola hermosa, ¿te acuerdas de mí?

—Sí, Alfa Alejandro García. —Ella lo huele y luego lo mira a los ojos, —Eres mi compañero.

—Así es nena, eres tan hermosa como no quererte en mis brazos.—

Una lágrima cayó por su rostro. —¿De verdad me quieres?— dice temblando nerviosa.

El puede ver su miedo en sus ojos. El la agarra y termina de abrir la puerta, llevandola a la habitacion, luego a la cama. —Déjame demostrarte cuánto te deseo.

Valentina quiere amor, necesita saber que alguien la ama. Quién mejor que su compañero. Mirándole a los ojos, —Nunca he hecho nada.—

Él le sonríe, —Yo cuidaré de ti. Vamos a quitarte este vestido.— Le da la vuelta y le desabrocha la cremallera dejando que el vestido caiga al suelo. Empieza a besarle el cuello —Hueles tan bien—, le desabrocha el sujetador, dejando que se deslice hacia abajo. Le da la vuelta y la mira: —Eres preciosa, Valentina.

—¿Estás segura de que me quieres? Eres tan guapo y fuerte.

—Te quiero Prometo cuidarte. Sube a la cama y túmbate para mí. —Alejandro García le mete los dedos por debajo de las bragas y se las quita con un gruñido al verla tumbada y desnuda. Ella se estremece mientras él se arrastra sobre su cuerpo, sus besos son suaves. Corre besos por su cuello hasta sus pechos, besando cada pezón, luego comienza a chuparlos una y otra vez hasta que cada uno se pone más duro mostrando su deseo. Su mano recorre su vientre hasta llegar a su clítoris. Su pulgar rodea lentamente el clítoris con pequeños movimientos circulares. Valentina gime al sentir sus caricias. —A mi chica le gusta que la toque ahí. La penetra con un dedo, moviéndolo dentro y fuera una y otra vez, sintiendo lo mojada que está. —Estas tan apretada nena. No sé si podré meterte otro dedo. Luego el dedo se mueve estirándola para dejar sitio a un segundo dedo. Una vez que el dedo está dentro, se mueve repitiendo dentro y fuera. Valentina empieza a gemir del placer que él le estaba dando. —Me lo voy a tomar con calma, la primera vez siempre es un poco incómoda. Él se acomoda entre sus piernas, levantándola ligeramente y cogiendo su polla, gruesa y dura, frotando la cabeza a lo largo de su abertura. Luego la desliza muy despacio, poco a poco, hasta que por fin está completamente enfundada. Valentina le agarra de los hombros y pone la cabeza en el pliegue de su cuello. —¿Estás lista?

Ella se queda inmóvil al sentirlo y él vuelve a moverse. Entra y sale despacio, y luego aumenta el ritmo cada vez más deprisa. Valentina gime, aprieta la sábana con los puños y arquea la espalda por el calor que le sube por el estómago. Sus entrañas se aprietan alrededor de su pene hasta que ella lo suelta, y él sigue con dos embestidas más, uniéndose a ella.

Cuando la suelta y se tumba en la cama a su lado, dice: "Ha sido increíble, nena". —¿Te apuntas al segundo asalto? La noche estuvo llena de amor, ambos se durmieron exhaustos. Al día siguiente no se despertaron hasta el mediodía, cansados de la larga noche.

Valentina se sienta todavía sonriendo, —Anoche fue increíble, Alejandro García.

Esta vez él le sonríe satisfecho. —Ve a asearte y sal vestida.—Entra en la ducha disfrutando del agua caliente que alivia sus doloridos músculos. Luego se pone el primer vestido que le dio Mariana Pérez. Quería estar guapa para él.

Cuando sale del baño, su hermano está en el dormitorio. Mira entre Alejandro García y Eric. —Valentina ven aquí. —Le mira a los ojos con miedo en los suyos. —Necesito que aceptes mi rechazo.

—Dijiste que me querías. Me hiciste el amor.

—Te quiero. Eres la única que puede darme hijos. Los alfas rara vez embarazan a las lobas, a menos que sean sus parejas.

—¿Entonces por qué me rechazas?

—La manada nunca te aceptará como su Luna. Tendrás tu propia casa en las tierras de la manada, y no necesitarás nada. Cuando quiera o necesite un hijo, o simplemente te quiera a ti, acudiré a ti. Entonces la que yo elija para ser Luna criará al niño. Por supuesto, te dejaré ver al niño como una tía, no como su madre.

—¿Quieres que sea tu amante? ¿Una amante para mi propia pareja?

—No será tan malo, espera y verás. Eres como tu madre, y no me haré daño ni perderé a mi hijo.

—¡No soy mi madre! ¡Soy Valentina Ramírez! ¡No soy ella!

—Puedes decir eso ahora, eso no significa que sea así como te sientas en el futuro.—

Valentina se enfada y decide seguir adelante con este estúpido plan. —Bien, si eso es lo que quieres. ¿Pero puedo terminar mi viaje con Mariana Pérez? ¿Y puedo tener un piano en casa?

—Si eso es lo que quieres. Javier Ramírezy yo ya lo hemos hablado. A tu padre también hay que contarle nuestros planes. No creo que tenga ningún problema.

Javier Ramírezse suma a la conversación. —A él y al alfa no les hizo mucha gracia pero tuvieron que marcharse a ayudar a otra manada, eso no es importante pueden lidiar con ello. Se lo diremos cuando vuelvan.

—¿Entiendes lo que te estamos diciendo?

—Date prisa, Alejandro García,—tenemos que volver con la manada, —estamos al mando hasta que terminen de ayudar a esa estúpida manada.—

Valentina está medio llorando, —¿No quiero volver todavía, por favor? ¿Puedo ver a Mariana Pérez y pasar la noche aquí e irme a casa con el resto de la clase? Además, quiero terminar la escuela, es importante para mí.

—Eso es todo bueno y factible. Mariana Pérez puede venir a casa cuando quiera. Sólo recuerda que ningún otro hombre debe tocarte.

—Gracias, es muy amable de tu parte.

Javier Ramírezsuena severo, —Esa es una buena chica. No queremos dejarte en las mazmorras. Si no pudieras aceptarlo, tendrías que pasar allí el resto de tu vida. Me alegra que hayas escuchado.

—Javier Ramírezme traerá de vuelta a la manada, prepararemos las cosas. Espera y veras la casa sera bonita y tendras una buena vida, siempre y cuando trabajes conmigo.—

—Papá siempre pensó que serías una cintura, al menos puedes valer algo como criador.—

—Eric, basta. Estás yendo demasiado lejos. Nos veremos cuando llegue el autobús el lunes. Pero lo primero es lo primero. Yo, Alfa Alejandro García Hampton, te rechazo a ti, Valentina Ramírez, como mi compañera y Luna.

—Yo, Valentina Ramírez, acepto tu rechazo, Alfa Hampton. —Hay un dolor agudo en el pecho de ambos, cuando el lazo se rompe.

Los dos la dejan sola en la habitación. Ella espera a que se vayan para empezar a llorar. —Diosa Luna, ¿cómo puedes darme un compañero así? ¿Puedo cambiarlo por favor?

Mariana Pérez entra en la habitación toda sonriente hasta que ve a su amiga. —¿Valentina que pasa? ¿No te gusta tu compañero?

—No me quiere, me rechazó. Luego quiere que viva en las tierras de la manada y me va a criar. No soy lo suficientemente buena para ser su Luna. Quiere que sea su amante y yo su pareja.

—¡No puede hacer eso! ¿Qué clase de patético imbécil es?

—Del tipo que si digo que no, me van a mantener en las mazmorras. Ni siquiera se me permitirá criar a mis hijos. Va a elegir a su propia Luna.

—Es una locura, dijo que te quería y yo le creí.

—Me quería a mí, quiere que sea su puta. Dijo que la manada no me aceptaría y yo soy mi madre.

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