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Capítulo 6

Hadassa.

Destino…

—Prepárala… al menos debe estar presentable… dale algo de comer… dejaré la vigilancia montada mientras estoy fuera…

Pude escuchar esas palabras mientras mi respiración se hacía corta y mis ojos volvían a parpadear. Me sentía extremadamente cansada, y en este punto ya no sentía mis brazos.

Pude evidenciar como ese hombre volvió la vista hacia mí mientras esa mujer de la cual había recibido información hace… Ni siquiera tenía noción del tiempo aquí. Esta habitación siempre era oscura, así que no podía saber cuánto tiempo había estado en este lugar.

Rashad levantó una mano cuando la mujer puso un pesado pechero en su cuerpo, y luego le batió los dedos para que ella saliera de la habitación.

Vi como sus pies se agilizaron hacia mí en cuanto la puerta se cerró hasta llegar a mi frente.

—Agua… —susurré muy bajo.

La necesitaba como a la vida.

—¿Quieres agua? —escuché su pregunta, y con los ojos pesados asentí mientras mi cuerpo colgaba de esa cuerda.

El hombre tomó rápidamente mi mandíbula de forma dura, y luego rastrilló su dedo pulgar por mis labios resecos. Pude sentir su cercanía, él estaba respirando sobre mi rostro pesadamente, pero de un momento a otro se apartó.

En cuestión de segundos volvió a aparecer frente a mí con un cuenco de agua en sus manos, y luego comenzó a verterla en el suelo delante de mí.

—¿Quieres de esta agua?

Asentí rápidamente tratando de moverme a la dirección donde caía el chorro.

Sin embargo, él tiró el agua completamente al suelo y luego sujetó mi rostro con una sola mano de manera tajante.

—Abre tu boca… —pidió en forma de orden.

Mis labios temblaron duramente mientras miré sus ojos. Necesitaba el agua, ya no podía con esta sensación en mi garganta.

Lentamente, fui abriendo mis labios y luego mi boca entera, de forma humillante hacia él.

Pude notar su sonrisa triunfal, pero lo que no pude advertir, fue lo que vino a continuación.…

El hombre tomó quizás el último trago que había en el cuenco, y luego lo escupió en mi boca. Rápidamente, me cerró los labios de forma ruda y con la otra mano atajó mi cuello.

—Trágala…

Una sensación extraña se apoderó de mi cuerpo. Mi mente por un momento quiso sentir repulsión ante el acto, pero ahora mismo era un temblor constante ante este repentino líquido que se instaló en mi pecho.

Necesitaba tragar el agua, más por mi sobrevivencia, por mi vida, pero…

No…

Con la poca fuerza que tuve, la escupí en su cara sujetándome de la cuerda para tratar de acompasar mis pies.

Pude ver su ira, pude ver comenzar el infierno en sus ojos porque no había vuelta atrás de lo que había hecho.

Pero no estaba arrepentida ni un ápice en mi existencia.

De un segundo a otro, él tomó la soga atada y la desenredó, para poder tomar mi cuello en su sola mano y caminar conmigo en el aire, hasta que estrelló mi cuerpo en el muro detrás de mi espalda.

Apretó tanto mi cuello que estaba comenzando a dejar de respirar mientras su aire caliente como el fuego, quemaba la piel de mi rostro ante su rabia.

—Vas a pagar esto, esclava… lo pagarás…

Me dejó de un tirón mientras aterricé en el suelo, porque pensé que este sería mi descanso, pero no.

Él fue a tomar el cuenco de nuevo y llenando, regresó hacia mí.

Mi tortura no terminaría aquí, este hombre no se cansaría. No lo haría.

Tomando el cuello de mi débil vestido me alzó de nuevo mientras intenté luchar por zafarme de sus brazos. Pude ver como el agua se regó ante nuestro forcejeó hasta que él optó por pegar todo su enorme cuerpo contra mí, aplastándome contra la pared.

Incluso nuestra nariz se pudo tocar, mi pecho bajaba y subía de forma agitada y mi garganta solo me ardía. Cerré los ojos con fuerza mientras escuché como él volvió a beber el agua.

Quería llorar. Tenía los sollozos retenidos en mi garganta, quería rendirme, deseaba que esto terminara pronto.

Sentí como sus dedos abrieron mi boca, pero esta vez no estaba lastimando mis labios.

Su mano era enorme, mi voluntad estaba doblegada a este demonio, y no pude evitar cerrar los ojos cuando sentí sus labios pegándose a los míos y llenando mi boca del agua, que él había bebido.

Fue evidente que toda se derramó por mi mandíbula y cuello mientras él observaba silente como las gotas se esparcían por mi piel.

Sin estar advertida, él bajó a mi cuello y luego pasó la lengua desde mi clavícula hasta mi quijada de forma lenta, mientras todo mi cuerpo se congeló.

Quería empujarlo con mis brazos, quería correr sin mirar más nunca atrás, pero solo pude observarlo con la boca abierta, mientras su sonrisa se abrió más.

Sin dejar de mirarme, tomó del cuenco mientras las gotas bajaban por su barba y luego apretó mis labios para que se abrieran.

—Si rechazas esta agua de nuevo… marcaré todo tu cuerpo con mis letras…

Mi corazón dio un vuelco duro ante el terror mientras él volvió a escupir sin decoro el agua en mí y cerró mi boca con su palma.

—Trágala…

Sentí como el escozor se hizo profundo en mis ojos y cerrándolos, tragué con fuerza.

Sentí alivio, tensión, y nuevamente ese líquido que comenzó a devorar mis entrañas.

¿Qué estaba sucediendo aquí?

—Tu voluntad será mía, esclava…

No abrí los ojos, pero sentí el tirón en mis brazos mientras todo mi cuerpo cayó al suelo en deceso.

Escuché como la puerta se cerró y rápidamente tomé una postura de embrión mientras mi cuerpo convulsionaba en llanto.

Estaba siendo reducida a la nada, estaba siendo pisoteada, ultrajada, y cayendo a este abismo sin fondo, al que no veía salida por ninguna parte.

Cuando sentí que mis ojos se secaron y ardían de tanto que lloré, decidí levantarme haciendo un gesto lastimero cuando todo mi cuerpo dio indició de dolor.

Me ardían las muñecas, me dolía la cabeza y, tenía una ampolleta en donde ese hombre quemó mi piel.

Rodeé mi mano con la otra y luego apreté mi cuello observando toda la habitación.

Estaba totalmente sola, sin esas cuerdas en mis manos, pero estaba segura de que afuera estaban sus hombres protegiendo la puerta.

En cuanto me puse de pie para dar un paso, la puerta se abrió y esa mujer que era la sierva de Rashad, apareció como si estuviera asustada.

—He venido por ti…

Di unos pasos hacia atrás negando.

—No temas de mí… voy a bañarte y buscaremos un hermoso vestido para ti…

Recosté mi espalda en la pared sin responder a nada mientras ella cerró la puerta y se acercó.

—Yo… te aconsejo que seas obediente… si vas a servir al amo y no quieres, únicamente será un mes… nadie está más que este tiempo.

Mis ojos se abrieron ante su información.

—Donde… ¿Dónde voy a bañarme? ¿Aquí?

Ella negó.

—Imposible… este pozo es exclusivamente es para el amo… es sagrado… iremos a otra habitación y te preparamos. Debes descansar y… —tomando mi mano vio las heridas—. Sanar. Debes estar apta para servirle…

Aunque no quería nada de esto, solo asentí mientras ella comenzó a caminar tomándome del brazo, y antes de salir de esta oscura habitación, me giré para ese altar donde el incienso seguía encendido.

***

—Come un poco… necesitarás estar saludable… el amo…

—No quiero saber nada de tu amo… —La interrumpí mientras Henna, como se llamaba esa mujer, se sentaba delante de mí con una bandeja de comida.

Tomé algunas verduras y comencé a masticar lentamente.

Esta mujer me había ayudado a bañar y ahora tenía una bata de dormir sobre mi cuerpo, pero debido al agua tibia, mis heridas estaban resentidas.

No pude evitar ver mi muñeca de nuevo mientras la ira golpeaba nuevamente mi corazón.

No podía dejar de pensar en mis padres, no podía dejar de maquinar si mi hermano estuviera vivo y en toda la gente que había padecido por causa de este hombre y su maldad.

Nunca iba a acostumbrarme a esta vida, ni tampoco permitiría adaptarme a esta gente.

—Mañana vendré a buscarte… por favor, mantente lista. Dejé un vestido allí, y… —Henna se detuvo cuando alcé mi mirada totalmente seria—. Espero que descanses y puedas comer.

Ella se retiró de la habitación y dándome una última mirada, cerró la puerta.

Tomé un suspiro grande mirando la bandeja, y luego me puse de pie para inspeccionar la habitación. Había una ventana con barrotes, pero esta solo daba la vista a unos pasillos que se veían iluminados por candelabros.

Volví a la mesa de la comida y no dudé en comer todo lo que pudiera, sin embargo, los ojos se me nublaron mientras negué.

—Padre… perdóname… —miré el dorso de mi muñeca queriendo arrancarme esa piel donde estaban las letras de ese hombre…

Por la mañana cuando me levanté, hice lo que Henna me encomendó y desayuné otra bandeja que dejaron antes de que yo me despertara. En cuanto me detuve en un reflejó de bronce, sentí un poco de rabia por estar presentable nada más para servir a ese hombre.

No quería estar presentable, no quería estar preparada.

Traté de buscar en los baúles un velo, porque las mujeres aquí no solían usarlo, pero yo quería hacerlo.

Unos toques en la puerta me alertaron y solo acomodé mi vestido antes de que Henna entrara con una sonrisa en los labios.

—Te ves hermosa… —le envié una mirada amarga y ella borró su sonrisa.

Se acercó para ajustar el lazo en mi cintura y luego me giró para cepillar mi cabello.

—Quisiera un velo para mi cabeza… yo…

—No… —Ella me interrumpió—. Al amo no le gusta esto. Las mujeres en este palacio deben lucir su cabellera, y tú tienes una muy…

Me giré de golpe.

—¿Crees que me interesa lo que quiere tu amo? ¡Solo hago esto porque…! —me frené en seco. Ni siquiera sabía por qué estaba haciendo esto.

En un principio solo quería morir, pero era imposible desafiar a Dios con esta situación. No podía quitar mi propia vida, y por lo que ya conocía, este hombre no quería sino humillarme hasta el cansancio. No moriría por su mano, y si yo seguía más rebelde, sería darles más ventaja a sus interminables castigos.

Ahora entendía que él se deleitaba en mi dolor, y quizás esta era la única causa por la que aún permanecía cerca de él.

Quería torturarme, doblegarme a su voluntad y ver mi sufrimiento en primera fila.

Quería ver la sangre de su enemigo a su servicio, y cuanto esto lo cansara, quizás me mataría…

Bajé la mirada ante el pensamiento y luego recordé a mi padre.

Nos uniremos de nuevo… estaremos juntos en esta vida, o en la otra… nunca pierdas la esperanza… tú, Hadassa, eres el tesoro más preciado que nuestro Dios pudo darme…

Esperanza…

¿Habría una oportunidad para mí después de esto? ¿Habría una esperanza para Radin?

Los dedos de Henna tocaron mi codo indicándome que debíamos salir, y cuando estuvimos fuera de la habitación, noté que cuatro hombres resguardaban la zona. Ellos nos siguieron los pasos y fruncí mi ceño cuando no volvimos a la habitación del demonio.

—¿A dónde vamos? —pregunté bajo hacia Henna y ella mi miró de inmediato.

—Vamos al salón donde el amo está reunido…

—¿Qué debo hacer?

La mujer se frenó indicándoles a los hombres que esperaran y luego me miró fijamente.

—Debes estar sentada a sus pies hasta que él te pida alguna cosa… no debes hablar, ni mirarlo a la cara… habrá gente a su alrededor… y por nada del mundo debes interrumpirlo.

Por más que intentaba calmarme, esto era irracional. Quería refutarle a Henna, pero ¿Qué podía hacer ella?

Torcí los ojos mientras comenzamos a caminar de nuevo, y yo pude notar a precisión aún más el palacio y su esplendor.

Nadie me dijo que estaba llegando, quizás lo supuse cuando vi una enorme cabeza de bronce, que estaba en todo el centro de un enorme espacio, y frente a nosotros unas puertas de madera forradas en hierro.

—Hemos llegado… toca la puerta… y luego vas a decir: “con su permiso, amo” y esperas su indicación…

Miré por un segundo a Henna que estaba fija en mis acciones, y girándome hacia la puerta, di dos golpes…

No esperé tal indicación para empujar la puerta pesada, él no era mi amo, y yo solo tenía delante de mí los latidos que me indicaban que nuevamente iba a enfrentarme a mi desgracia.

¿Sumisión? Le haría creer que iba a estar a sus pies, y en cuanto tuviera la oportunidad, clavaría una daga directo a su corazón…

Este sería mi objetivo de ahora en adelante…

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