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Capítulo 5. ¿Estoy fea?

Por Denis

Fuí con mi adorado auto Mercedes hasta las oficinas de la importadora, si bien estacioné sin problema, porque la patente de mi auto estaba registrada, cuando quise ingresar al edificio, el portero no me reconoció y no me quería dejar pasar.

¡¡¡Bien!!!

Eso me dio la pauta de que estaba perfecta para mis planes.

Llamé por teléfono a mi hermana para que venga a buscarme, mientras le explicaba lo que sucedía.

—A ella la dejás pasar siempre.

Le dice a Don José, que no podía disimular su cara de asombro cuando se enteró que era yo.

A medida que avanzábamos entre las oficinas, la gente me miraba tan mal, pensé que debía ser horrible, pero era lo que quería lograr.

—¡Estás loca!

Exclamó Gabriela apenas cerró la puerta de su oficina.

—Pero mi plan funcionó.

Le digo con una traviesa sonrisa.

—Decime señorita inteligente, estás hablando de Leonardo Haber, uno de los solteros más codiciados de la ciudad y sin quedarme corta, te digo que también del país, el tipo sale con supermodelos ¿Cómo pensás enamorarlo usando esa ropa de hace 50 años, maquillándote con lunares horribles y usando esa ridícula peluca? ¿Qué te hiciste en las cejas?¿Estás loca?

No me importaba sus razones, el tema, por ahora, era trabajar como secretaria de Leonardo, después tendría tiempo para conquistarlo.

—De a poco voy a recobrar mi aspecto y se va a enamorar de mí como yo de él.

Es un deseo, más que una afirmación.

—Eso no implica que esa clase de tipos te hagan feliz, no son fieles…

Dice con un nudo en la garganta, sé que aunque hayan pasado varios años, ella no superó lo que tuvo con Ricardo, el socio de Leonardo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Toma un pequeño sorbo de agua y lo hace para despejar sus lágrimas, la conozco, aunque quiera disimular, es así.

—¿Qué pasó con Ricardo? Nunca me hablaste de él…

Es verdad, siempre evadía el tema, cuando yo le preguntaba.

—Ya lo olvidé…mientras no me acuerdo de él, estoy bien.

—¿Qué te hizo?

—Fué mi gran amor, hasta que me di cuenta que yo era una más para él.

—Me dijo que sos muy bella.

—¿Y? Eso no impidió que lo encontrara cogiendo con otra en su oficina.

Dice bruscamente.

Gaby siempre es suave al hablar y no dice palabrotas, pero en esta ocasión, no dijo teniendo relaciones sexuales o haciendo el amor…eso significa que el dolor y la bronca no desapareció aunque pasó bastante tiempo.

—Gaby… no lo sabía.

—No, nadie lo sabe, fue hace bastante, vos estabas empezando la facultad, yo ya vivía sola, la pasé muy mal.

—Es un hijo de puta, hoy me dio a entender que eran íntimos y que estaban bien.

—Jamás voy a confiar en él, ni estar bien, le da lo mismo una que otra y cuando sucedió eso ni siquiera me pidió perdón…solo lo hizo al tiempo.

—Parecía que estaba pensando en llamarte.

—No lo creo…

—¿Lo amas?

—Hay cosas que no se superan, lo que ví, me hizo mierda, me lastimó demasiado, verlo en acción con las manos en las tetas de otra mujer, mientras ella gemía en su escritorio...Si podés evitar enamorarte de hombres así….

Es tarde, más que eso, es tardísimo.

—Yo estoy perdidamente enamorada de Leo, desde que era adolescente...y Angy ama a nuestro hermano…vos lo sabés.

—No sé quién va a sufrir más, si ella o vos.

Yo pienso igual que mi hermana, pero donde manda el corazón…

—Si Angy llega a venir, con algún plan, hacele pata.

Le digo para que ayude a mi amiga, yo sí soy más informal que mi hermano, cuando hablo.

—Por supuesto, eso no lo dudes pero Javi es igual a Leonardo y a Ricardo.

—El tema es que por ahora no puedo venir a trabajar con ustedes.

Le informo, aunque Gabriela lo dedujo.

—Está bien, pero en algún momento te vamos a necesitar, acá tenés tu oficina, sos jefa y dueña, allá sos una secretaria.

—Pero estoy al lado de Leonardo.

Estoy obsesionada con estar a lado de mi gran amor.

Se abre la puerta, yo estaba de espalda a ella.

—Perdón, no sabía que estabas ocupada.

Dice mi hermano, yo no me muevo, ni giro la cabeza.

No quiero que me vea.

—¿Tía?

Dice de repente.

¡Mierda!

Debe haber reconocido el vestido de alguna foto, o tal vez lo acuerde o reconoció el look de mi tía, aunque ahora ya no se vestía así.

Me di vuelta, mi hermano tardó unos segundos en reconocerme.

—¿Denís?

Preguntó asombrado.

Me reconoció bastante rápido.

Yo me reí.

—Sí, soy yo ¿Estoy fea?

—Vos nunca vas a ser fea, sos mi princesa.

Se acerca y me da un beso.

La opinión de mi hermano no cuenta, eso lo sé.

—¿Qué hacés vestida así?...Estás vestida como se vestía la tía y con esa peluca…mejor no quiero saber.

Debe pensar que estoy haciendo alguna travesura, él nunca se enteró que crecí y que soy una mujer, me ve como a su pequeña hermanita.

—No te lo pensaba decir, pero estoy trabajando de secretaria, bueno, comienzo mañana…

Le digo con seguridad, mientras sonrío.

—¿Qué?

En su cara se veía la confusión.

Mi ropa era tan ridícula que ninguna secretaria se vestiría así hoy en día.

Le conté mi plan y le confesé que estaba enamorada de Leonardo.

No le gustó lo que le dije.

—Esos dos hijos de putas, mujeriegos, misóginos, tienen el amor de mis hermanitas.

—Leo no sabe cómo soy físicamente, ni que lo amo.

—¿Cómo lo conociste?

—Es el hermano de Angy, mi mejor amiga, lo conozco desde siempre ¿Te acordás de ella?

Pone cara de no saber quién es, eso me molesta, él está pensando de quién se trata y a mí me enferma su actitud…

Es tan idiota como Leonardo y como Ricardo.

Nos miramos con Gabriela, ella rodó los ojos.

—Acordate, es mi amiga, la del cuerpo infartante y los ojos maravillosamente verdes, no podés verla y olvidarte de ella, es hermosa.

Trato de que se acuerde de Angy, pero él no la registra.

—Sí, creo que algo recuerdo, pero la belleza es relativa, vos así seguís siendo hermosa y Leonardo te contrató por fea.

No tiene idea de quien le estoy hablando y tengo ganas de darle un coscorrón…o mostrarle un foto de mi amiga, una donde estábamos haciendo toples en una playa nudista, pero creo que eso le jugaría en contra a Angy cuando con alguna excusa se acerque a la importadora.

—Si llaman o se encuentran con alguno de los socios, no le digan que fui a Europa con Angy, si que fui a China por las importaciones, ya que soy tan fea que ustedes dos se avergüenzan de mí y me quieren lejos.

—¿Qué?

Pregunta sin entender.

—Eso les dijo a sus nuevos jefes.

—Jefe, singular, soy la secretaría personal de Leonardo

—Estás loca.

Me dijo mi hermano y mi hermana asintió.

—Si te lastima, lo cago a trompadas.

—No vas a hacer nada, primero, pensá en la cantidad de mujeres que vos lastimás.

—Yo no le miento a ninguna.

—Leonardo no me mintió, ni sabe que existo.

—Eso es imposible.

—No, creo que nunca me prestó atención.

—Es imposible ver a una mujer hermosa y olvidarse, no digo alguna que te cruzas, sino alguna que tratás.

—Vos recién no sabías quién era Angy y ella es hermosa.

—No debe ser tan hermosa…

—Hablando de Angy…

Se me acaba de ocurrir una idea.

—Tenemos una fiesta de disfraces, si viene a buscar algunos, atendela vos.

—¿Yo?

Pregunta mi hermano.

—O Gaby, pero como necesitamos saber la reacción masculina, me parece mejor que agarre algunos de los disfraces hot, los que importamos la última vez, se los prueba y vos te fijás cúal le queda mejor, de paso, me separan uno para mí y viene bien, para que sepas como quedan puestos, por si algún cliente te pregunta.

—¿Hot?¿Te vestís como una vieja o vas vestida como una puta?

—Ahora son de puta, claro, eso si lo uso yo, que soy su hermanita.

Le digo, enojada a mi hermano.

—No son de puta, los elegimos con Angy en China, no me insultes, ni a ella.

—Perdón, pero no me parecen apropiados para señoritas.

—Decile a alguna de tus novias que no lo usen.

—Es diferente, ninguna es mi hermana.

—Pero son hermanas de alguien.

—Nunca lo había pensado así.

No quiero discutir sobre ese tema, en realidad sobre ningún tema, porque si se enojaba y me obligaba a trabajar en la importadora, chau mis planes.

—Ok, cuando venga Angy, hacete un tiempo para que se pruebe algunos, en tu oficina, por si de verdad son demasiados hot, así no la ve nadie.

Mi hermana no podía creer como estaba vendiendo a mi amiga, Gaby sabía lo hermosa que era Angy y lo que yo estaba haciendo.

Por suerte no dijo nada.

Últimamente empezamos a ser más compinches, porque de chicas ella tenía sus amigas y yo las mías, éramos de grupo diferentes, al igual que mi hermano.

Yo sabía que era compañero de secundaria de Leonardo y de Ricardo y creo que el enamoramiento de mi hermana con Ricardo debe haber sido en una época en que yo jugaba con muñecas y ella ya miraba a chicos.

Salí de las oficinas y llamé a Angy, le conté mi plan con los disfraces.

—No, me da vergüenza.

Dice Angy.

—Dale, si cuando vamos a bailar estamos más desnudas que con esos disfraces hot.

—Sí, pero tenerlo tan cerca a tu hermano…

—Fijate lo que estoy haciendo yo por el tuyo…es tu oportunidad de que te registre y volverlo loco.

Le conté lo de mi hermana con Ricardo, lo que le pasó.

—Ricardo es un hijo de puta, nunca me cayó muy bien.

—Pero apenas lo trataste…Contamos con Gaby que sabe el plan.

—¡Denis!

—Es la única forma de contar con ella cuando vayas, sino te ayudaría ella y no estarías a solas con Javi, te va a atender él.

—Ya estoy colorada.

—Dejalo bien caliente, haciendo siempre la inocente.

Nos reímos muchísimo.

—De todos modos, el plan es más sencillo que el mío.

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