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Capítulo 4; Corazones que sufren.

Zashirah, intentó mantener la compostura, se dijo que el hecho de que la vieran llorar solo le generaría problemas, la noticia llegaría a sus padres y de inmediato estarían haciendo un montón de preguntas, preguntas que no quería responder, así que haciendo acopio de todas las fuerzas que le quedaban, cerró los ojos para tranquilizarse y respiró varias veces, luego inicio el camino hacia su habitación, en donde podría echarse a llorar a sus anchas.

Sintió que el trayecto era eterno, mientras sus pasos eran pesados, pues sentía que su alma caía cada vez un poco más.

-Alteza- ella elevó el rostro para ver al hombre que le hablaba- ¿se encuentra usted bien?- preguntó uno de los guardias que caminaban haciendo rondas.

-Estoy bien- le aseguró- solo un dolor de cabeza.

-¿Puedo hacer algo por usted?, ¿le acompaño a sus aposentos?

-No hace falta- negó- estoy bien, continúa con tu trabajo.

-¿Está segura, Alteza?- parecía bastante preocupado.

-Por supuesto, sigue tu camino- se giró y continuó su camino, antes de que el hombre le dedicara una inclinación de su rostro. En cuanto llegó a sus aposentos, se aseguró de colocarle el seguro al pestillo de la puerta, y con el terrible nudo en su garganta, caminó hasta la cama, se sentó con la mirada fija en la nada mientras que sus ojos no paraban de producir lágrimas, abrió la boca para poder respirar.

-¡OH, ALÁ, OH, ALÁ!- sollozó, sintiendo que no soportaría el dolor en su pecho, era como si alguien hubiese incrustado una daga en su corazón, y estuviese haciendo giros constantes, asegurándose de que le causaba un daño mayor- ¡OH, ALÁ!, ¿POR QUÉ ESTE DOLOR?- se giró en su cama buscando una almohada a la que abrazó, se acostó colocándose en posición fetal, mientras intentaba ahogar sus sollozos.

La tarde había caído, decidió tomar un baño, y cuando la doncella llamó a su puerta, ella estaba terminando de vestirse, le quitó el seguro a la puerta, permitiéndole el acceso a la mujer.

-Alteza, he venido a ayudarla a prepararse para la cena. Veo que ya se ha duchado.

-Si, Leisha, no haré gran cosa con mi cabello, así que no te preocupes, puedes retirarte.

-¿Se encuentra usted bien, mi princesa?- la miró con preocupación.

-Sí, es solo que. . . una migrañas- odiaba tener que mentir- espero que para mañana esté mejor.

-Puedo untarle aceite de romero, después de la cena.

-Sí- asintió- te lo agradecería mucho.

-Aunque si así lo desea, puedo ir por el aceite ahora mismo- se ofreció al ver el desanimado rostro de la joven.

-No hace falta, después de la cena estará bien, ahora márchate, me peinaré sola.

-Como usted ordene, Alteza- inclinó levemente el rostro, antes de girar y marcharse. Solo peinó su cabello y lo dejó suelto para que se secara, no hizo mayor esfuerzo en su apariencia y al verse en el espejo comprendió que no podría evitar las preguntas aquella noche.

-¿Estás bien, Tesoro?- le preguntó su preocupada madre, llegando hasta ella, en cuánto se vio rodeada por aquellos tiernos brazos, sintió deseo de echarse a llorar.

-Estoy bien, madre, es solo que tengo dolor de cabeza.- respondió con una sonrisa.

-¿Quieres que mande a llamar al médico, mi amor?- su padre también la abrazó y le dio un beso en la frente.

-No es necesario, estoy bien, ya le he pedido a Leisha que después de la cena, me coloque aceite de romero, estaré bien mañana.- Besó a sus padres, saludó al resto de la familia presente, antes de tomar su lugar en la mesa.

-¿Seguro que estás bien, Zash?- preguntó Drew, con ceño fruncido.

-Lo estoy, de verdad, no se preocupen más, me avergüenza.

-De acuerdo.

-¡Tienes un aspecto terrible!- escuchó que su gemela le dijo sin vergüenza alguna ni reparos en cuánto Isabdiella entró al salón para la cena, ella no pudo evitar mirarla y descubrir en su rostro el reflejo de la pena.

-Gracias Zahiry, siempre tan dulce y amable- respondió su prima con sarcasmo.

-Zashirah y tu traen la misma expresión en sus caras, ¿se han enfermado de lo mismo?, supongo que también te duele la cabeza, tesoro- dijo Ivette preocupada, Zashirah, inmediatamente observó a Isabdiella, quien le devolvió la mirada, ninguna pudo comprender porqué la otra estaría en ese estado, al verse sus ojos brillaron de preocupación.

-Estoy bien- susurró Zashirah, débilmente, conteniendo las inmensas ganas de llorar.

-Tesoro, me preocupas.- Isabella miró a su hija llena de angustia.

-Estoy bien, madre- dijo Isabdiella- sólo son migrañas, últimamente no duermo bien.

-Esto ya es de preocuparse- Nael la miró severo- quizás necesites algún medicamento que te ayude a descansar.

-Estoy bien, Jamal. Les ruego a todos que no hagan comentarios, no es nada halagador saber que tengo un aspecto deplorable.

-Tu jamás tendrías un aspecto deplorable, mi amor- le dijo Zabdiel, acariciando su mejilla.

-Sólo te hace falta una buena cena- dijo Drew - ya sabes lo que dicen; barriga llena, corazón contento.

-Pues sí, espero sentirme mejor luego de la cena. Zash. . .¿Estás bien?— la miró angustiada, su rostro enrojecido, sus ojos y su nariz hinchada.

-Estoy bien, de verdad- intentó sonreír- ¿Y tu?

-Estoy bien, nada de que preocuparse- aseguró Isabdiella.

Aquella noche no soportaba el dolor, aunque dudaba que le quedaran lágrimas, alguien llamó con fuerza a la puerta de su habitación.

-Adelante- dijo con voz ahogada suponiendo que Isabdiella o, su gemela seguirían preocupadas.

-Vine a dormir contigo- dijo Isabdiella, apareciendo y cerrando la puerta tras ella, se metió bajo las sábanas y se abrazó su tembloroso cuerpo - no soporto el silencio y la soledad de mi habitación. Además, te extraño mucho.

-Yo también te he extrañado, me he sentido sola, ya sabes que Zahiry anda en su mundo- dijo con tristeza, admitiendo a viva voz, la soledad que la ahogaba.

-Si, lo sé- suspiró- ¿Me dirás lo que te ocurre?

-¿Me lo dirás tú?- le contrarrestó ella, Isabdiella suspiró pesadamente y se mantuvo en silencio por algunos minutos.

-No supe definir mis sentimientos a tiempo, ahora... siento que pierdo a Hassan y pierdo a Drew.

-¿Por qué dices eso?- preguntó asombrada para luego sorber por la nariz.

-Vi a Hassan besarse con Ahtziry- dijo con tristeza.

-¿Te dolió?- la miró frunciendo el ceño.

-Mucho, fue una tristeza horrible verlo entregado a otros labios.- reconoció la profunda tristeza en la voz de su prima.

-¿Y mi primo?- Zashirah, estaba realmente intrigada por conocer los verdaderos sentimientos de su prima.

-Creo que se trae algo con Mishah- susurró.

-¿De verdad?, pero si parecía muy enamorado de ti.- respondió la rubia, casi sin poder creerlo.

-Pues ya ves, quizás. .. quizás se cansó de que yo no decidiera- su voz era apenas audible.

-¿Y cómo te hace sentir eso?- quiso saber.

-Me tiene completamente destrozada, agonizando de dolor y a punto de estallar de celos. Extraño su compañía, sus besos, lo extraño por las noches cuando se colaba en mi habitación o yo en la suya. . . lo extraño mucho- gimió- y no sé como lidiar con todo lo que siento.

-¿Quieres decir que es a Drew, a quien amas realmente?- la miró fijamente esperando que confirmara lo que ella sabía hacia ya mucho.

-Sí- sollozó- todo ha sido tan claro hoy, al ver ese coqueteo entre ellos, es como si la confusión se hubiese ido. Una parte de mi ama a Hassan, pero... lo que siento por Drew, es indudablemente más fuerte y me genera más dolor, sabía que perder a cualquiera de los dos me destrozaría, de verdad quiero a Hassan, me dolió verlo en brazos de Ahtziry, pensé que no lo soportaría, pero al ver a Drew y a Mishah, entendí mis verdaderos sentimientos. ¡Amo a Drew!-gimió- quisiera que todo fuese como antes, pero ahora él solo piensa en Mishah, la llena de paseos y atenciones y lo peor de todo es que ella me cuenta todo, intentando compartir su felicidad conmigo, mientras yo me siento miserable. No es justo Zash- lloró amargamente- lo amo y no quiero perderlo, la sencilla idea de perderlo para siempre me destroza no puedo soportarlo.- La gemela la abrazó con fuerza mientras ella se deshacía de sollozos entre sus brazos y le permitía llorar a sus anchas. Cuando se hubo calmado un poco la gemela dijo;

-He confrontado a Shemir con la promesa que me hizo hace años y...- Sollozó- asegura que solo fueron palabras de dos niños, es una promesa que según él no puede ser cumplida- se ahogó en llanto.

-No puede ser- dijo Isabdiella abrazándola con fuerza- es un desconsiderado.

-Me siento miserable y estúpida, he esperado años por una promesa que jamás será cumplida- Sollozó con fuerza abrazándo a su prima- mi amor y mi palabra de esperarlo no valen nada Isa, no me quiere- dijo con voz ahogada.

Aquello no podía estar pasando, el amor las estaba volviendo miserable.

¿Por qué amar siempre tiene que doler tanto?

Se abrazó al cuerpo de su prima, compartiendo la desdicha del desamor, creyendo que quizás ninguna alcanzaría la dicha de ser correspondidas por los seres que amaban, y aquello era doloroso, tanto que las hacia sentir como si gran parte de todo hubiese perdido sentido.

-Saldremos adelante- le aseguró Isabidella- te prometo que lograremos reponernos a esto, el dolor no podrá vencernos Zash.

-¡Oh, Alá, ayudanos!- gimió Zashirah, contra el cuerpo de su prima.

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