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Capítulo 6 Correr.

El corazón de Felipe latía desbocado, y aunque trataba de parecer que caminaba con suma tranquilidad, no podía evitar las gotas de sudor que adornaban su frente, algo que preocupo a Jerry, pero como siempre el joven disipo cualquier duda, estaba a punto de conseguirlo, solo unos pasos más y estaría arriba del avión, regresando a casa, con su familia y con una sorpresa esperando por él, Victoria tenía un novio y no solo eso, seria madre, una de sus mitades seria madre, estaba feliz, además de que al fin conocería a Lukyan, el príncipe ruso que un día tomaría el lugar de su padre y controlaría el clan Neizan, solo era cuestión de unos pasos más.

— Hermoso. — una palabra, siete letras, y Felipe quedo clavado al piso como si lo hubieran cubierto de cemento.

— ¿A dónde vas? — no se giró, no podía ni siquiera respirar, ¿Qué le había hecho Ming para que se comportara de forma tan cobarde? Lo sabía bien, lo había torturado, durante toda una anoche, lo había despojado de su dignidad, de su orgullo, lo había convertido en un ser que lloro y suplico hasta que al fin el líder del dragón rojo lo dejo ir, lo había roto en más de una forma.

— Ming. — susurro y Jerry clavo sus ojos en el asiático que estaba a la espalda de su joven jefe.

— Te hice una pregunta Felipe. — dijo con voz acerada y fue cuando Felipe dio la vuelta, descubriendo que Ming no estaba solo, al menos diez hombres estaban con él, y ninguno disimulaba lo que era, si el joven tuviera que adivinar qué lugar ocupaban en la organización del dragón rojo, estaba seguro de que eran el último escalón, el más bajo, los que no importaban si vivían o morían, pero aun así eran buenos, tanto como para llevar el tatuaje distintivo de la organización.

— ¡Felipe! — el grito de una mujer lo hizo pegar un salto, sus nervios iban a terminal con él, podía casi jurarlo, y entonces de la nada, la melena chocolate de Rosita apareció frente a él.

— ¡Rosita! — grito de la misma impresión, saliendo de su estupor, lo que menos quería era a su hermana adoptiva en aquel lugar.

— No puedo creer que vinieras por mí, te extrañe tanto Feli. — y mientras la morena lo abrazaba, Ming observaba con curiosidad, se le había informado que Felipe Zabet salió de su departamento con maletas, con destino al aeropuerto, y Ming dejo sus negocios botados para ir allí, si la intención de rubio era escapar, no lo dejaría, ya no le permitiría huir, esa nunca fue una opción para el rubio.

— ¿Quién es? — indago con verdadero odio hacia esa mujer, porque peor que Felipe quisiera escapar, sería que fuera por su amante al aeropuerto, si, amante, porque para Ming él sería todo de Felipe, y no había lugar para nada más.

— … — Felipe vio a su profesor, ese mismo que había llegado con casi una decena de hombres al aeropuerto, y sus ojos se humedecieron, aun así, no podía hablar, solo ver a su pesadilla andante y el rostro sorprendido de Rosita.

— No puedo creer que al fin te deje sin palabras hermanito. — Rosita escapaba de su propia pesadilla y ante la euforia que eso le causaba, confundió el miedo de su hermano, con sorpresa.

— ¿Hermano? — interrumpió Ming, ya que Felipe continuaba como una estatua, quieto, sin hablar, solo sus ojos mostraban el torbellino de emociones que sentía.

— Como un simple profesor… es demasiado curioso. — la voz molesta de Jerry, al fin hizo que Rosita viera al oriental.

— ¿Profesor? ¿Usted es profesor de mi hermano? Un gusto, soy Rosita Méndez— Zabet — y cuando la joven levanto su mano para saludar al hombre, Felipe al fin reacciono, tomo la mano de su hermana y la jalo al refugio de sus brazos, donde la apretó con tal fuerza que Rosita se quejó.

— Feli, no me digas que ahora eres tan bruto como Stefano. —Rosita tenía 22 años, era quien resaltaba entre todo los Zabet, no solo por su color de piel, también por su cabello oscuro, en ella la sangre mexicana corría con orgullo.

— Tu hermano solo te está protegiendo. — la voz fría, surco el aire, y aunque fue un susurro, fue suficiente para que por primera vez desde que Felipe había cruzado mirada con Ming, este se mostrara sorprendido e incluso incomodo.

— La susurradora. — dijo con sorpresa el oriental.

— ¿Qué hace el líder del dragón rojo con mi sobrino? — la mirada negra como el carbón de Melody barrio el cuerpo del oriental, de pies a cabeza, no había emoción alguna reflejada en su rostro, pero sus ojos ardían con una clara advertencia, ella era Melody Ángel, esposa de Matt Ángel, ella era la susurradora, la última voz que escuchas, antes de que la muerte llegue, por su mano o la de su esposo, ellos eran los mejores asesinos del mundo.

— ¿Tu sobrino? — Ming parecía aturdido, creía saber todo de Felipe Zabet, joven estadounidense, rico como pocos, de 19 años recién cumplidos, soltero y por lo que había descubierto gay, pero ahora se preguntaba si debió indagar un poco más en la vida del joven rubio, el hecho de descubrir que era el cuñado de Neri Neizan, lo había sorprendido gratamente, creyendo que con eso tendría la llave para manipularlo, amenazarlo con iniciar una guerra con el ruso, aunque la verdad era que esa guerra se llevaría a cabo a como diera lugar, Arkady Neizan le había solicitado ayuda para derrocar a su primo y tomar el mando del clan Neizan.

— Han Shun Ming, ¿que pudo pasar en tu vida para que seas tan descuidado? — la sonrisa que mostro la pelinegra daba miedo, a todos, menos a sus sobrinos. — Felipe Zabet— Ángel, no vas a decirme que cualquier mortal puede portar tales apellidos. — ahora era Ming quien estaba en silencio, su pecho subía y bajaba, con una furia contenida que a Felipe lo hacía sudar.

— El señor se presentó como un profesor de Felipe. — dijo Jerry tras recibir una mirada de la asesina conocida como la susurradora.

— ¿Nueva técnica para manejar los negocios? — indago Melody y Ming, solo asintió con la cabeza.

— Sangre nueva, ideas nuevas. — felicito Mel, pero más que eso le estaba informando que ella sabía cómo manejaban el negocio y es que Melody había trabajado más de una vez con el padre de Han Shun. — Pero será mejor que recuerdes que… Felipe es mi sobrino, mantén a tu gente lejos, a no ser que quieras escuchar mi voz antes de cerrar tus ojos. — uno de los hombres que acompañaba a Ming se ofusco ante la amenaza y llevo su mano a la espalda, con la clara intención de sacar algo, quizás un arma y Melody toco una de sus pulseras de oro que llevaba, de ella salió un fino hilo, o eso parecía ya que en realidad era un fino cable con el cual no solo podía asfixiar a alguien, también lo podía decapitar.

— Alto. — ordeno Ming, reaccionando por primera vez desde que Mel había llegado a ellos. — Esta falta no será pasada por alto. — continúo hablando, y su hombre temblaba sin comprender, porque su jefe se veía tan sumiso. — La señora y sus sobrinos están bajo la protección del dragón rojo. — informo a sus hombre que lo veían con confusión.

— No te molestes pequeño Han, mientras yo esté aquí, soy más que suficiente para proteger a mis sobrinos, vamos niños.

Melody estaba confundida, se suponía que Felipe no sabía que ella llevaría a Rosita a país X, es más, Felipe desconocía que Rosita estaba escapando de Vincent Bach, entonces ¿qué hacía en el aeropuerto?

— ¿Qué haces aquí mi pequeño? — tuvo que preguntar una vez que todos subieron a la camioneta.

— Yo… regresaba a casa, mamá me dijo que Vicky tiene novio, no mejor aún, está embarazada y yo… — Felipe regreso a la normalidad, tener a su tía y Rosita con él era darle una bocanada de aire, era volver a vivir.

— Escapabas de la universidad. — lo corto la pelinegra viéndolo con recelo.

— Solo serían unos días. — dijo como un niño pequeño y Melody comenzó a reír.

— Sabes que tu padre te cortara la cabeza si no sigues con tus estudios, Amir es muy bueno mi pequeño, pero no tientes tu suerte, sabes que quiere sus títulos adornando su oficina. — Felipe tenía ganas de decirle la verdad, pudo ver como Ming bajo su cabeza frente a la mirada de su tía, pero… el resultado sería el mismo que si le contara a Lucero, la guerra se desataría, no podía, claro que no.

— Dime algo, Ming te estaba molestando…

— No, a decir verdad, no sabía que era de la mafia del dragón, solo vi que estaba con esos hombres y me dio mala espina, por eso alejé a Rosita, pero… ¿Qué es lo que hacen ustedes aquí?

El joven no solo consiguió distrae a su tía de hacer más preguntas, también descubrió lo que sucedía con Rosita, ahora menos que antes podía decir nada.

Rosita se había enamorado de Vincent Bach, el hombre era familiar de Lucero, y si, era un hombre, uno de 42 años, que había jugado con el corazón de su hermana, y ahora que al fin la había desechado, la joven se encontraba embarazada, y con la calara idea que si Vincent lo descubría le quitaría a su hijo, si tan solo hubiera sido cualquier hombre, su familia ya lo habría matado, en especial su primo Hades que adora a la joven, pero el hecho de que era familiar de su cuñada Lucero, complicaba todo, a tal punto que Rosita hizo un trato con los Bach, con quien es la cabeza de la familia en este momento, ella le pidió a Kimberly Bach, que no ayuden a Vincent a dar con ella y a cambio, su joven hermana juro que el bebé llevaría el apellido Bach, un trato justo, aunque para Felipe no era así.

— ¿Como que ninguno sabe nada?

— Solo mamá, papá, los tíos, Lucero y Kimberly. — respondió en un susurro Rosita, que acababa de desempacar, ambas mujeres se quedarían con Felipe.

— Eros lo matará, no mejor aún Hades lo destrozará… ¡no espera! iremos por él Mateo, Stefano y yo, le voy a romper las pelotas y luego…

— Basta Feli, no lo hagas, no quiero, yo… — el silencio que siguió y las lágrimas que su hermana dejo caer le dejaron todo en claro al niño dorado.

— Lo amas. — dijo con desilusión, no quería a un hombre así en el corazón de su hermana.

— Creo que sí, creo…

— Si lo dudas, quizás no es amor, quizás lo mejor que pudo pasarte es esto, alejarte de él. — Felipe moría por decirle a su hermana que siempre era mejor hacerle caso al instinto que todo ser humano tiene, si tu corazón duda, corre, corre lejos, eso era lo que quería decir, pero solo pudo quedar en silencio.

En otro continente, Carlos Sandoval estaba terminando de desempacar en la pequeña mansión en Malba, que había comprado solo dos meses atrás, el hombre de 25 años veía su nuevo hogar y las ganas de pegarse un tiro en medio de la cabeza aumentaban, ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Se lo pregunto una y otra vez.

El mexicano había comprado aquella mansión a costa de vaciar sus cuentas, todo para complacer a su novia, la cual lo había abandonado en el altar, frente a todos, ¿la razón? Se había enterado de cómo se ganaba la vida el hombre.

— ¿Eres un sicario? — pregunto la joven al reconocer a los amigos de Sandoval.

— ¿Cuál es el problema? No te vi muy afligida cuando te dije que pertenecía a un cartel, ¿o te crees que jugamos a las muñecas?

— Dijiste que pertenecías al cartel de Cuervo y ese ya no existe porque los Bach se encargaron de eso.

— Y es por eso por lo que ahora soy un sicario, deja de hacer drama por todo.

— ¡No me voy a casar!

— ¿Qué?

— ¡Que no me caso!

Y así fue, ella salió corriendo como toda una actriz de telenovela de media tarde y el caimán quedo parado en medio de la maldita iglesia, a la cual él no quería ir en primer lugar, pero que esa pelirroja de grandes pechos lo había arrastrado y ahora… no tenía nada, más que esa pequeña mansión en Nueva york, ¿Qué se suponía que hiciera alguien como él en aquel lugar? Mejor dicho, alguien como ellos.

— Deja de lamentarte de una vez, mejor tarde que nunca, gracias a Dios que salió corriendo, esa mujer seria tu fin tarde o temprano, lo juro. — la voz de su amigo Fabian lo saco de su miseria.

— Tienes razón, esa loca estaba acabando conmigo. — reconoció sintiendo vergüenza de él mismo, por dejarse manipular por una buenas tetas.

— Uy, los hermanitos en desgracia están llorisqueando otra vez. — la joven de cabello Violeta los sacaba de quicio, pero eran sus amigos, su familia, la única que los Bach no le había podido sacar lo que quedaba del ex cartel del cuervo.

— Deja de molestar Azul, y disfruten un poco, que tendremos que salir a buscar trabajo en poco tiempo, el dinero ya casi se está terminando. — dijo al tiempo que limpiaba su arma, estaba seguro de que aun en un lugar como ese, alguien necesitaría sus servicios.

Si, Carlos Sandoval necesitaba ocupar su tiempo en cualquier cosa, algo que lo sacara de la miseria de ser rechazado por su novia de los últimos 5 años, pero de algo estaba seguro este hombre, él no volvería a enamorarse nunca más, estaba seguro de que el día que una mujer despertara algo más que su polla, saldría corriendo lo más lejos posible.

Felipe convenció a su tía de no dar aviso a su padre por su inasistencia a la universidad, alegando que se había arrepentido de la carrera que había elegido, Melody accedió a su pedido, pero no por estar convencida de la excusa que su sobrino le dio, esta asesina profesional había perdido a su hija hacia 7 años, su niña amada, de cabello negro y ojos color cielo, murió de amor, su corazón no soporto saber que perdería a quien amaba, entonces Melody y Candy, la madre de Felipe y quien crio a Dulce, juraron que nunca, jamás, interferirían en el corazón de sus hijos o sobrinos, ya sea que estuvieran o no de acuerdo con la persona que ellos amaran, y a Melody solo le basto con ver la mirada verde esmeralda de Felipe, para saber que sus problemas eran por un corazón herido, quería preguntarle quien fue, deseaba destrozar con sus propia manos a la “mujer” que se había atrevido a lastimar a su sobrino, el pequeño niño dorado bromista, y que siempre tenía una sonrisa adornando su rostro, pero que sin embargo, ahora pasaba las noche viendo por la ventana, y las tardes con la mirada perdida, como tratando de encontrar la solución a un problema de vital importancia, quería ayudarlo, pero si él no hablaba, ella no lo obligaría, y si lo que necesitaba para mejorar era estar lejos de la universidad, ella lo apoyaría, nunca más permitirían que un miembro de su familia muriera por amor.

Así, pasaron los días, lo que Melody no sabía era que Felipe pasaba la noche en vela viendo como la gente del dragón rojo custodiaba su departamento, cada día trataba de encontrar una solución que no generara muerte y más problemas de los que ya estaba enfrentando su familia, hasta que al fin Dios escucho sus plegarias, luego de meses, al fin veía un poco de luz, y era gracias a su hermana Victoria, quería una reunión familiar para presentar formalmente a su novio, ahora podía regresar, sin levantar sospecha y una vez allí pedir la ayuda de Lucero, pero no como familia, él le pediría un favor a los Bach, algo que ella no se podría negra y es que la familia Bach, se manejaba con favores, deudas a pagar cuando y con lo que ellos pidieran, ¿sería capaz de cargar con el peso de deberle a los Bach? Si, gustoso lo haría, solo quería correr, y correr muy lejos de Han Shun Ming.

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