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Capítulo 2 Eres mío.

Así fue como comenzó su historia de amor, o eso pensó Felipe, le gustaba su profesor, desde que lo había visto, su voz era suave, aun así, masculina, tenía a muchas alumnas suspirando por él, no podía creer que fuera gay, pero lo era, sus besos se lo decían, sus caricias, esas que aumentaban de intensidad con cada día que pasaban juntos, Felipe sentía que caminaba sobre las nubes, algo imposible y pronto lo sabría.

— ¿Con quién hablas? — la voz fría de Shun lo hizo pegar un salto, no lo había escuchado entrar en su departamento, pero allí estaba, ni siquiera recordaba haberle dado una llave.

— Hablaba con mi hermana, me estaba contando que ira a una boda de la familia de mi cuñada…

— ¿Y te tienes que despedirte con un “te amor hermosa”? — no era la primera vez en un mes que Shan le hacia un planteo como ese, era celoso y posesivo, Felipe ya lo sabía y no le gustaba, pero esta era la primera vez que lo hacía por su familia.

— Es mi hermana Ming. — respondió mientras quiso ir a la cocina, pero el hombre lo tomo del brazo y ya no lo dejo avanzar.

—¡Shun! Te he dicho que me digas Shun. — Felipe suspiro con molestia, aun no terminaba de entender esa manía que tenían en país X de nombrar a las personas por su primer nombre, segundo o su apellido según el afecto y confianza que se tenían.

— Esto es… no es fácil llamarte Ming en la universidad y luego Shun o Han si estamos fuera de mi departamento o en tu casa. — Ming lo sujeto con fuerza entres sus brazos y de forma suave lo recostó en el sofá, quedando arriba, asegurándose de mantenerlo sometido.

— Déjame facilitarte todo. — dijo al tiempo que sus labios repartían besos húmedos en la mejilla y cuello de Felipe. — Si estamos en la universidad, seré profesor Ming, o solo puedes verme de esa forma tan hermosa como cuando quieres que te bese e iré a tu lado de inmediato, y te ayudare con todo lo que necesites. — a los besos se le sumaron sus manos, acariciando el torso de Felipe, quien comenzaba a dejarse llevar por las sensaciones tan nuevas que eso le provocaba.

— Si estamos en un club, o Karaoke, puedes decirme Han, como si fuéramos grandes amigos, esos que se conocen desde siempre, porque así lo siento, ¿tú no? — preguntó mientras su mano descendía un poco más.

— Y cuando estemos solos, me dirás Shun, porque aquí solo quien te ama te puede llamar por tu segundo nombre, y sé que tú me amas como yo te amo, mi hermoso Felipe. — su voz era ronca y Felipe sabía que la razón era por lo excitado que estaba, podía sentir su erección rozar su pierna, quería decirle que se detuviera, que aún no estaba listo para aquello, pero sus palabras fueron sustituidas por un gemido en el momento que la mano de Shun ingreso en su pantalón y acaricio su pene por sobre su bóxer.

— Shun. — dijo con la voz temblorosa y el hombre sonrió satisfecho.

— Así es hermoso, Shun, tu Shun.

Las manos de Ming eran tan rápidas y convincentes como su lenga, mientras sus besos aturdían a Felipe, sus manos fueron las encargadas de despojarlo de su ropa, y Felipe ya no sentía vergüenza o miedo a lo desconocido, lo deseaba, lo quería, necesitaba dar ese paso o la tensión sexual entre ello terminaría haciendo estragos.

Ming sabía muy bien lo que hacía, aprovechando el aturdimiento de Felipe, lo tomo en brazos y lo llevo a la recamara, donde ya tenía todo preparado, Felipe se había olvidado del detalle de no saber cuándo Ming había ingresado en su hogar, no tenía como saber que este respetado profesor no era lo que aparentaba, y obtenía todo lo que quería y cuanto quería y en este momento quería a Felipe, lo había deseado desde que lo había visto el primer día de universidad, fue solo una coincidencia que Felipe fuera gay, ya que si ese no fuera el caso Ming lo hubiera reclamado de igual forma, y es que nadie le decía que no, Han Shun Ming, era el líder del dragón rojo, una de las principales mafias que había en aquel país, su poder solo se comparaba con el tigre blanco, su eterno rival. Lo que comenzó como un simple antojo de Ming, pronto se convirtió en obsesión, Felipe era un joven divertido y carismático, una joya exótica que Ming quería poseer por siempre, y no estaba dispuesto a compartirlo ni siquiera con su familia.

Felipe observo cada movimiento que su profesor hacía, como lo dejo con delicadeza sobre la cómoda cama, y luego comenzó a desvestirse, se sorprendió de que, a pesar de ser muy delgado, sus músculos se marcaban en su abdomen, mientras que él solo era delgado, casi no tenía músculos que lucir, quien diga que un hombre no duda de su físico miente, ya que Felipe se preguntaba si Ming realmente lo veía hermoso, como tantas veces se lo dijo. Su profesor sonrió cuando el joven quedo con la vista fija en su pene, ese que de la misma excitación tenía una gota brillante en la punta, Ming tomo un pequeño frasco de la mesa de noche, y solo entonces Felipe se preguntó hacia cuanto tiempo que Shun estaba en su hogar, pero los besos de su profesor lo hicieron olvidar de todo una vez más.

— Abre tus piernas hermoso. — le susurro en el oído y Felipe obedeció, algo que a Ming le encantó, le fascinaba con la facilidad que Felipe lo obedecía.

— ¿Lo haremos? ¿realmente lo haremos? — pregunto con la garganta seca el rubio.

— Solo relájate y déjame todo a mí. — Han Shun sabia de sobra que él era el primero en todo con Felipe, una razón más para dejárselo y lucirlo, como una joya de su propiedad, aunque nunca le ofrecería otro lugar más que el de un acompañante, como muchos más que tenía, mientras que Felipe creía que Ming era gay al igual que él, la verdad era que Ming era bisexual.

— Realmente hermoso. — volvió a susurrar, admirando una vez más el cuerpo color crema de Felipe y como por momentos este enrojecía ante su hambrienta mirada.

Shun volvió a tomar sus labios, pero esta vez de manera dominante, lo deseaba, y lo tendría. Llevo sus manos a las piernas de Felipe y las elevo, dejando de esa forma su abertura expuesta, sus labios descendieron a los pequeños pezones del rubio y se dio a la tarea de lamerlos, mientras humectaba dos de sus dedos con lubricante, y sin perder más tiempo lo penetro, muy lentamente, primero con uno y luego sumo otro más, tomándose su tiempo para observar como el joven se retorcía bajo sus caricias, fue entonces cuando comenzó a girar sus dedos, dilatando aún más aquel estrecho lugar, hasta que al fin considero que era suficiente.

— Shun. — gimió fuerte el rubio y llevo sus manos al cuello delgado de su profesor, aferrándose a él.

— Tranquilo hermoso, solo disfruta. — respondió, pero al sentir la rigidez de su acompañante tomo el pene delgado y nada pequeño de Felipe y comenzó a masturbarlo, provocando que se agitara aún más, pero estaba vez de placer.

— Así hermoso, así. — le repitió en más de una ocasión mientras las estocadas se volvían más profundas y certeras encontrando el punto dulce del joven y provocando que gritara de placer.

— Shun… Dios…Si… ya casi. — dijo completamente rojo tanto de placer como de vergüenza, Felipe creía que era precoz, sin embargo, hacia varios minutos que Ming lo estaba penetrando y también estaba llegando a su punto máximo de placer.

— Si hermoso, así, recibe todo de mi… Libérate Felipe, hazlo conmigo.

Ming, apretó aún más el pene de Felipe, al mismo tiempo que se hundía al completo en él, provocado que el joven liberar su esperma en medio de ambos, y Ming se vaciara en su interior, definitivamente este hombre jamás se cansaría de Felipe, lo pensó y lo siguiente que dijo fue la sentencia del joven.

— Eres mío Felipe, solo mío hermoso.

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