Capítulo 5. Miradas
Por Ivana
Traté de sonreír y festejar cada chiste de Agustín, en realidad esperaba que sean chistes, porque no tenía idea de lo que decía.
Willy quedó prácticamente enfrentado a mí.
Sentía su mirada penetrante hasta en mis huesos, no entendía por qué.
La chica alguna vez le habló y vio que me miraba, le puso mala cara, pero no dejaba de abrazarlo, besarle los labios, y colgarse de él.
Era como que quería que me quede en claro, que estaba con ella.
Yo trataba de ignorarlos.
Ludmila me hablaba de cualquier tema, siempre contaba con su apoyo y se lo agradecía.
Tampoco tenía que pensar que él seguiría soltero, es un monumento a la belleza y aunque me doliera, tenía que admitir que con esa mujer, hacían una pareja divina.
Eran hermosos los dos, tan imponentes, él con su estatura, su cara espectacular, esos ojos que acariciaban al mirar, esa sonrisa que pedía que le comiera la boca a besos…
Momento, no creo que su sonrisa me esté pidiendo eso.
Ella por su parte lucía perfecta, alta, si Willy medía 1,85 o tal vez más, ella mediría 1,80, era un poco más alta que mi exuberante amiga.
Con Ludmila parecía que estaban compitiendo quien tenía más atributos que mostrar.
Siempre le ganaría Ludmila, era perfecta mi amiga.
Aunque esa mujer...
Yo también estaba vestida llamativamente, pero no podía comparar mi belleza con la de esa mujer.
Sus pechos llamaban la atención de casi todos los hombres presentes, su altura impresionaba, su cuerpo era infartante, su cara perfecta.
Había nacido para humillar a las demás mujeres.
Y lo cumplía con ganas.
Sin embargo, a mí me miraba bastante mal y eso que yo le dediqué unas cuantas sonrisas, claro que falsas, pero eso lo sabía yo y por supuesto, Ludmila.
—¿Cómo estás llevando lo de tu hermana?
Me pregunta Willy de repente.
Creo que pensó varias veces la pregunta antes de hacerla.
—Más o menos, unos días mejor que otros, ¿Y vos, con lo de tu mamá?
—Igual, unos días mejor que otros, pero ese día, tus sobrinitos estaban destrozados, se me partió el alma.
—Sí, ellos llevan la peor parte, son chicos y es muy difícil contenerlos.
Todos nos escuchaban atentos charlar sobre lo que nos sucedió, incluso alguno de los chicos pasaron por el velatorio de mi hermana a saludarme, pero nadie hizo algún comentario.
—¿Hace mucho que se conocen ustedes?
Pregunta de repente Luana, la hermosa acompañante de Willy.
Todos nos miran, espero no haberme puesto colorada.
Trate de sonar indiferente cuando dije.
—No sé, ya saben, todos somos del barrio, hará 10 o 12 años.
—Es verdad, todos crecimos acá.
No sé quién acotó eso.
—Yo era la mejor amiga de Brisa cuando éramos chicas y también soy del barrio.
Demasiada información que a nadie le importa, pensé.
La conversación se hizo general, donde cada uno dijo más o menos donde vivía de chicos, aunque nos conocíamos y todos sabíamos donde vivía cada uno cuando éramos chicos, hasta Luana, claro, una vez que lo dijo, lo recordé.
Estábamos en el baño de damas, con Ludmila, parecería que es el lugar preferido de las mujeres, pero créanme, no es así, aunque debo admitir que es un lugar donde la mayoría nos sentíamos cómodas y eso no tiene lógica ni explicación.
Nos estamos retocando el maquillaje, el lápiz labial, para ser más exacta, cuando entra Luana.
—Sos más bajita de lo que pensé.
Buenoooo, ¿Qué estamos haciendo en el jardín de niños?
Es idiota, sera muy bella pero creo que es muy insegura, sino, no se entiende ese comentario, que en sí no tenía nada de malo, pero la forma en que lo dijo fue muy despectiva.
—Y vos sos más alta de lo que yo pensé.
Le respondí de la misma manera y luego me referí a Ludmi, hablando de algo personal, pero sin importancia.
——Yo me puse siliconas y Willy se vuelve loco con mis tetas.
No entiendo ese comentario, que hizo de la nada.
Definitivamente es imbécil.
Calmate Ivana, por favor, me digo a mí misma.
—Que... ¿Suerte?
Le contesto sin saber qué decir.
Ludmila, con una sonrisa, que quiso esconder sus pensamientos, aunque yo los diviné porque eran iguales a los míos, me habló del vestido de la novia.
Cuando llegamos a la mesa, escucho a Priscila, decir un comentario despectivo con respecto a Luana, se lo estaba diciendo a Fernando.
Se calló enseguida.
Willy llegaba del lado contrarió de los baños, Luana, que venía llegando, aprovechó que estaban los dos parados y se colgó de su cuello para besarlo, él le respondió con naturalidad, no fue apasionado, solo natural.
Ahora, ¿Por qué me pongo a analizar un beso que no tenía que ver conmigo? Ni tendría que prestarle atención.
Por suerte, una sonrisa a Agustín y ya lo tenía preguntándome cosas sobre mí.
—¿Viven juntas vos y Ludmi, no?
—Sí.
Willy está escuchando la conversación y también la estúpida de Luana, así que me voy a esmerar en mis contestaciones, al menos voy a parecer una mujer con una vida interesante, no la aburrida vida que llevaba éstos últimos meses.
—¿Tienen una empresa propia?¿Es una fábrica de ropa?
Agustín sabe de nuestras vidas, algunas veces hemos charlado cuándo nos encontramos en la casa de Ariel.
—Sí, tenemos nuestra propia marca de ropa, nos va bastante bien, aunque trabajamos mucho.
—¿Sos costurera?
Me pregunta Luana.
No soy clasista, las costureras nos hacen un gran trabajo, pero su pregunta me molestó, fue despectiva.
—No, soy la dueña de la fábrica y si te referís a mis estudios, soy Licenciada en relaciones públicas.
Le contesté con orgullo y bastante altanera.
—¿Vos a qué te dedicas?
Le pregunté, siguiendo la conversación y tratando de disimular todo lo que esa mujer me provocaba.
—Estoy estudiando para maestra, pensé que era más fácil, es una carrera muy difícil.
Ludmila, que es mi gran salvadora, le espetó.
—Pensé que tenías la misma edad que mi cuñada, ella se recibió hace tres años.
Agustín y Priscila sonrieron, era demasiado evidente su felicidad y se notaba que no la soportaban.
Luana no contestó nada.
Nos siguieron preguntando por el tipo de ropa que hacíamos.
Ludmila volvió a meter un bocadillo, cuando dijo que viajamos dos veces a Estados Unidos, por trabajo y que íbamos a ir a China por telas y prendas.
—Si necesitan algo en el tema importación, yo tengo una importadora, soy despachante de Aduana.
La voz de Willy sonó bastante alta.
—No sabía, que interesante, nos tenemos que juntar para decirte nuestras ideas y vos nos asesoras ¿Te parece Ivana?
La quiero matar, lo veía sostener a Luana por la cintura, ella acurrucarse en él, parecían una pareja sumamente feliz y yo no quería saber nada con él, ni siquiera un trato comercial, ni siquiera quería estar allí.
—¿Por qué viven juntas? ¿No les alcanza la plata para vivir solas?
A ésta la mató, pensé.
—Sí, pero somos tan amigas y nos conocemos tanto, que estamos muy acostumbradas a estar siempre juntas.
Le contesté como dándole una explicación a una criatura que no entiende las cosas.
—Ya te dije Ivana, cuando te quieras ir, te ato en una silla.
—Me muero el día que no tenga que lidiar con tus locuras, amiga.
—¿No compiten por los hombres?
—¿Qué?
Le preguntamos las dos a la vez.
—Hay demasiados hombres interesantes para competir por alguno.
Le contesté yo, dándole a entender que ella tenía a su lado a uno de tantos.
No soy de contestar, pero ésta chica me estaba cansando.
—Las espero en mi oficina cuando gusten, chicas.
Insiste Willy.
—Gracias.
Le digo y giro la cara, para decirle una tontería a Agustín, se lo dije en el oído.
—MM, que dulce es tu voz, vení Ivana, vamos a bailar.
Dijo Agustín.
Sin dudarlo me paré enseguida.
Era lo mio, lo mio y lo de Ludmila, lo de bailar, Ludmi no tardó en estar en la pista con Fernando.
Ya está, creo que nos sentamos solo cuando paraba la música, cuando servían otro plato plato y esas cosas.
Sentía la mirada de Willy, ¿Por qué me miraba, si tenía a la diosa de la belleza en sus brazos?
—Me gustaría verte otro día y tomar algo por ahí.
Dijo de repente Agustín.
Le iba a contestar que lo llamaba, para no decirle que no me interesaba delante de todos.
—Estamos en un casamiento, no en un boliche de levante.
Dice Willy.
Todos lo miraron.
Él no se inmutó.
—Vos quedate con Luana y dejame conquistar a ésta belleza.
—Claro, mira lo que tenés a tu lado.
Dice Luana con suficiencia.
La mirada de Priscila me hizo gracia.
Por suerte pasaron el video de cuando eran chicos, como fueron creciendo, etc.
Todos nos quedamos en silencio.
Aparecimos, con Ludmila, en algunas fotos de la época en que Willy y yo habíamos tenido ese affair.
Él se dio cuenta de la época y me guiñó un ojo.
No, no podía permitirme sentir nada, él estaba acompañado y de un monumento.
Había sido casualidad su guiño, solo de simpático.
Luego vino el carnaval carioca, con sombreros, silbatos y espantasuegras, collares coloridos, etc. y el famoso trencito humano, que hacíamos los más jóvenes recorriendo el lugar.
Sentí que unas manos agarraban mi cintura, era lo normal, estábamos todos agarrados de todos, pero se me acercó demasiado la persona que tenía atrás, cuando giré la cabeza para decirle que quería aire, era Willy el que me tenía agarrada.
La marcha del trencito comenzó a ir para atrás y él se quedó parado, lo sentí tan pegado a mí, que su respiración estaba en mi nuca, subió una mano por mi espalda, el vestido era con la espalda descubierta, largo, con un tajo por el costado de la pierna, que subía hasta bastante más arriba de la rodilla, me marcaba la cola a la perfección, yo eso lo sabía y él estaba muy cerquita, su mano se quedo en mi espalda, moviendo su dedo pulgar como formando un círculo, lo hacía disimuladamente, no creo que nadie lo haya notado, aparte estábamos demasiado pegados, el trencito volvió a ir para adelante y él se adelantó rápidamente, para no dejar espacio entre nosotros.
Cuando el trencito volvió a ir para atrás, sentí todo su cuerpo tan pegado a mí, que tenía miedo que alguien nos esté mirando, él no se inmuto, sentía su respiración casi en mi oreja, yo estaba incómoda y excitada, sí, eso también, pero no era posible tener una relación con él, porque parte de tener novia y voy a ser sincera conmigo, se debía estar divirtiendo, solo eso.
Nos fuimos todos a sentar, la cara larga de Luana era evidente, yo no le hice nada, así que no me mirara mal a mí.
Luego el novio nos puso una liga a cada soltera, yo con mi tajo tuve que subir un poco mi pierna, que quedó casi al descubierto y fue fácil, colocarme la liga.
En ese momento sentí que me quemaban con una mirada, cuando levanté la cabeza los ojos de Willy me devoraban las piernas.
Como son los hombres, ni con la mujer más bella a su lado dejan de mirar a otra, eso me halaga, porque era él y me decepciona por lo mismo, se nota que sigue siendo igual.
Es tan mujeriego como lo era de adolescente.
Tenía a miles de mujeres a sus pies, besando el suelo donde él pisaba.
Yo solo había sido un juguete insignificante con el que se divirtió solo una noche, eso seguía doliendo a pesar del tiempo que pasó.
Mierda… si tan solo no lo hubiese vuelto a ver.
Pero parecía que el destino nos enfrenta a cada rato.