Capitulo 7.-
Marco Antonio y mi prima Catalina o "Julio" cómo él le decía se abrazaron, yo contuve el llanto y me disculpé, para ir al baño.
—Catalina es mi prima, disculpen, tengo que entrar al baño.
—Adelante ve, ahorita nos vemos Ana, estaré con Julio, quiero decir, con Catalina —dijo Marco Antonio cínicamente.
—Yo te lo cuido prima —me gritó Catalina.
Me metí a toda prisa, cruzando el patio de mi casa, entré al baño y ahí lloré, lloré cómo nunca, ¿por qué Marco Antonio, tuvo algo con Catalina?, ella y yo no éramos precisamente las primas más cercanas y ahora, resulta que ella era su "Julio" ¿acaso es de éste año?, no importaba, me dolía demasiado, seguí llorando, cuando alguien más entró al baño.
—Ana Laura, ¿qué tienes hermana?
—Nada Paula, sólo me sentí un poco mal.
—No te vi llegar, ¿quieres que te traiga algo?
—Si, por favor mi bolsa de mi maquillaje.
—Claro, espérame, subo por ella.
—Gracias Pau.
Después de unos minutos mi hermana llego con mi bolsa de maquillaje por lo que me retoque lo poco que se había arruinado con mis lágrimas para que Marco Antonio, no notara que había llorado, salí junto con mi hermana Paula del baño y llegamos a la mesa donde estaba Marco Antonio con Catalina.
—Listo, ya regresé Marco Antonio —los interrumpí, te presento a Paula, una de mis hermanas.
—Mucho gusto, Marco Antonio.
—El gusto es mío soy Paula, para servirte.
—Muchas gracias, ¿hermana mayor o hermana menor de Ana Laura?
—Mayor, bueno, lo dejo voy adentro, ¿me acompañas Cata?
—Claro, vamos Pau, un gusto verte Marco Antonio.
—Lo mismo te digo, Catalina.
Marco Antonio y yo quedamos a solas, pero él estaba raro y distante conmigo, yo quería preguntar algo de Catalina. Pero antes de poder preguntar él me dijo:
—Salgamos un momento Ana Laura —se levantó y empezó a caminar
—Claro, vamos —le seguí.
Salimos y nos sentamos en un jardín cercano a mi casa, entonces empezó a hablar.
—Catalina, fue mi Julio en el 2013, un Julio que duró 8 meses, terminando en febrero de este año, yo realmente sentí algo por ella —entonces me miró y tomo mi mano —y no tiene sentido que estés triste, Ana Laura, ya pasó ya fue, tu eres Noviembre de este año 2014.
—Sí lo soy, pero no puedo evitarlo. Estoy triste, me duele que la veas y como se abrazaron —mi voz se quebró —y temo que la sigas viendo. Ella y yo no nos llevamos bien y eso sería el colmo —entonces sentí un golpe en el estómago — ¿le dijiste que soy "Noviembre"?
—No me tomes, como un estúpido, por supuesto que no, pero déjame decirte, que me molesta mucho, que llores, y más por una estupidez, —él se levantó —este mes es de nosotros, así que deja de llorar y nos vemos mañana.
—Marco Antonio, espera....
—Dije mañana, Ana Laura.
Se alejó caminado del jardín donde estábamos, entonces las lágrimas que estuve deteniendo empezaron a caer. Después de un rato controlándome a mí misma, entre a mi casa, me metí a mi recámara sin ver a nadie y traté inútilmente de dormir, hasta que después de un mar de lágrimas, lo conseguí.
Al día siguiente, me levanté, desayuné rápido para irme al Tecnológico, no quería ver a nadie de mi familia. Llegué al Tecnológico, y después de varios días de ausencia, me encontré con mi amiga Dalia.
— ¡Ana Laura! —Corrió hacia mí y me abrazó —Te extrañé mucho.
—Yo igual —le devolví el abrazo — ¡ah! por cierto, tienes mucho que pasar de apuntes. Te tomé nota de todo.
—Gracias Ana Laura, eres la mejor
—No hay de que, vamos a clases.
Empecé a caminar hacia nuestra siguiente clase, pero fui detenida por el fuerte agarre en mi brazo.
—Ana Laura, -me gire hacia ella —a ti te pasa algo.
—Si —suspiré —mira...
Le conté todo, no deje nada sin contarle solo me ahorre los detalles. Ella se enojó.
—Ana Laura. Tú no eres así. No estás siendo racional, estas siendo infantil, no puedes ser sólo un mes, hay muchos hombres en el mundo.
—Pero él me encanta amiga, no he sentido jamás algo así y quiero intentarlo.
—Mira amiga, tú eres muy sensible y creo que él no es para ti.
—Veré que pasa cuando lo vea, ni siquiera me ha llamado hoy.
—Bueno, ven, vamos a clases.
—Vamos.
Entramos a clases y mi día transcurrió muy lento y tristemente, al salir del Tecnológico, fui a mi casa y me llevé una gran sorpresa.
—Hola buenas tardes, hija Ana Laura. Tu novio vino a esperarte- me dijo papá.
—Hola Ana Laura, te llevaré al trabajo —Marco Antonio, se paró del sofá y caminó hacia mí.
—Hola, papá —me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, girándome a Marco Antonio le contesté —Está bien.
—Bueno, vamos a comer —dijo mi papá.
Comimos en armonía, aunque yo no sabía ni que pensar de Marco Antonio. No sabía pues ayer, me deja ahí así, sola en la noche y hoy viene a mi casa a esperarme y a llevarme al trabajo. No entendía la situación. Después de comer, salimos de mi casa y me dijo:
—Ana Laura, ¿sigues enojada conmigo?
—No, no es enojo, es desilusión.
—Vine porque no quiero desperdiciar el mes, vamos a estar bien ¿sí?
—Sí.
Me abrió la puerta del auto y nos fuimos, llegando a la florería, me besó apasionadamente y quedó de pasar por mí en la noche.
—Ana Laura, te veo en la noche.
—Sí, Marco Antonio. En la noche.
Estuve en mi trabajo, muy concentrada, después de todo, no todo estaba perdido. Estaba muy concentrada con unos arreglos cuando Catalina se asomó.
—Ana Laura, pensé que ya no trabajabas aquí.
—Y ¿por qué no?
—Sólo decía, pensé que Marco Antonio, ya te daba todo.
—No tiene por qué darme nada, no es como si tuviera alguna responsabilidad sobre mí ¿que se te ofrece?
—Un ramo de girasoles por favor, son para mi madre, es su cumpleaños.
—Sí, déjame arreglarlo más bonito de lo normal, para mi tía —respondí.
—No te hagas la mensa Ana Laura, tú eres un mes más para Marco Antonio, eres su estúpido "Noviembre" y me pregunto, ¿mi tía Leticia, tu santa madre lo sabe?
—Con todo respeto Catalina. No es tu problema —le dije furiosa.
—Bueno, me quedo con que tus padres no estarán de acuerdo y haber que piensan de su adorada y santa hija.
Me quedé callada y le terminé de preparar el ramo y se lo di.
—Aquí tienes tu ramo, son $400.
—Toma y quédate con el cambio- me dio un billete de $500 y se fue furiosa.
Yo seguí con mi trabajo y después, a la hora de mi salida, ahí estaba Marco Antonio.
—Ana Laura, buenas noches.
—Buenas noches.
Me abrió la puerta del auto y subí. Me dio un apasionado beso y yo me sentía feliz, aunque no podía olvidar lo de Catalina y en general todo, pero decidí omitirlo y callar para no crear un mal ambiente entre nosotros. Marco Antonio, me condujo a un hermoso restaurante y me dijo:
—Cenaremos Ana Laura, antes de llevarte a casa.
—Sí, está bien gracias Marco Antonio.
—Un favor, ¿te podrías poner los tacones que están en esta caja?
—Está bien —respondí.
Abrí la caja, eran unos hermosos zapatos de Alexander McQueen, jamás había visto algo igual, menos tenido algo así honestamente no soy de tacones soy de tenis o zapatos planos, los tomé, me quité mis zapatos de piso y me los puse, me sentí incomoda con ellos, bajamos en el restaurante, un lugar hermoso, lleno de luz, música y detalles, tomamos asiento en una mesa, que Marco Antonio había reservado.
—Y, ¿qué te parece Ana?
—Muy bonito.
En eso llegó el mesero y Marco Antonio, ordenó una deliciosa pasta y un vino tinto, para brindar.
—Bueno, pues salud, por ti Ana, futura abogada.
—Gracias Marco Antonio, ¡salud!
Brindamos y cenamos en paz, saliendo del restaurante, nos fuimos a caminar por el centro de Guanajuato,
Marco Antonio, tomó mi mano y me besó apasionadamente, derritiéndome como siempre lo hacía y después me guio hacia un hotel, de ahí del centro de la ciudad.
Entramos, se registró en la recepción y pasamos a un cuarto, elegante y muy bonito, yo estaba preocupada pues tenía que llegar a mi casa, pero antes que yo pudiera decir nada, él de nuevo leyó mi mente.
—No te preocupes Ana Laura, te llevaré a tiempo.
—Sí lo sé.
—Quería estar a solas contigo, un momento.
Después empezó a besarme y a recorrer con sus manos mi cuerpo, a desvestirme lentamente, después él mismo, se quitó la camisa y me dijo:
—Dame tus manos, Ana Laura.
Se las di, estaba confundida pero lo hice, entonces me las amarró con la camisa con un nudo fuerte, yo estaba asustada, jamás nadie me hizo eso, después me besó fuertemente y me pidió que me pusiera boca abajo. No podía mover las manos, el me quitó las bragas y hice lo que me dijo, escuche cuando rasgo el condón y cuando se lo puso. Me tomo de las caderas y me penetró con suavidad, me dolió al principio, pero después fue siendo lo más placentero del mundo, me logró llevar al cielo con gran facilidad y él también llegó, después de ese mágico momento, me dijo:
—Bueno, Ana Laura, te llevo a tu casa, esto es un adelanto del fin de semana, tienes que irte conmigo.
—Vaya adelanto, sí me las arreglaré.
—Lo sé, que lo harás.
Salimos del hotel y nada podía salir mal, yo iba en las nubes, feliz, más que nunca, esto que paso me hizo olvidar lo malo, en querer ser su feliz "Noviembre", nos subimos al auto, rumbo a mi casa.
Mi madre estaba en la puerta cruzada de brazos, cheque la hora. Aún faltaban 15 min para mi toque de queda. Le fruncí el ceño a Marco Antonio y nos bajamos del auto. Caminamos hacia ella cautelosamente.
—Mamá, buenas noches, ¿por qué estás afuera?
Sin apartar la mirada de mi avanzo y me dio una cachetada.
—Entra —gruñó.
Entre rápidamente sin ver la cara de Marco Antonio, solo escuche que le grito algunas cosas a Marco Antonio y le cerró la puerta en la cara ya estando a solas con ella me dijo:
—Ana Laura, eres una prostituta. ¡No lo puedo creer de ti!
—Mamá, ¿Qué pasa? ¿Por qué me estás tratando así?
—Por esto —me lanzo el celular y lo atrape cuando golpeo mi pecho — ¿qué tienes que decir?
Alguien sin duda, me odiaba y se dio a la tarea de seguirme, yo creía ya saber quién, cuando vi en el teléfono de mi madre, fotos mías y de Marco Antonio, entrando al hotel...