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Capitulo 5.-

Marco Antonio y yo nos separamos inmediatamente y mi madre con tono molesto le dijo:

—Es el colmo, el colmo, lo siento, pero debe irse joven —lo fulminó con su mirada.

—Señora, disculpe —se levantó del sofá y se acercó a la puerta.

—Mamá, no es para tanto, calma —le lancé una mirada furtiva.

—Dije, largo Marco Antonio —gritó furiosa mi madre.

—Con permiso señora —abrió la puerta —y disculpe, preciosa ¿te llamo más tarde, sale? —y Salió a la calle sin esperar respuesta.

Me levanté y subí las escaleras rápidamente escuchando los pasos de mi madre detrás de mí. Entré a mi habitación seguida de ella mientras cerraba la puerta. Se acercó a mí y me dio una cachetada.

— ¿Quién demonios te sientes Ana Laura?, nunca te habías comportado así.

—Tú tampoco nunca me habías pegado —respondí mientras me agarraba mi mejilla adolorida.

— ¿Cómo esperas ser tratada?, si te comportas así. Te desconozco Ana Laura y por favor piensa las cosas, no tires a la basura, tu vida y tu carrera, es todo lo que te pido hija -suspiró molesta.

—Mamá, no es para tanto...

—Piensa las cosas Ana Laura, —me quedó mirando, abría su boca y la volvía a cerrar queriendo decirme algo, pero al final no dijo nada —buenas noches.

—Buenas noches mamá —le dije a su espalda.

Mi madre salió y cerró la puerta detrás de ella, yo me quedé pensando en algo que ella dijo, ni siquiera le había dicho a Marco Antonio, que yo iba al Tecnológico, el sólo sabía que trabajaba en la florería, por supuesto yo soy mayor de edad pero mi madre tenía razón en algo, éste hombre me tenía a sus pies en sólo un fin de semana, yo realmente sólo sabía su nombre y ya me había entregado a él, sin duda mi razón no estaba ahí, pero ese hombre me tenía totalmente loca, en ese momento su llamada interrumpió mis pensamientos.

—Ana Laura, estoy muy apenado —su voz se escuchaba triste —no quise causar problemas con tu madre.

—No te preocupes Marco Antonio, no pasó nada, sólo que, —suspiré —mi mamá me dijo algo y creo que tiene razón —cerré los ojos, no quería decirlo, pero tenía que- casi no nos conocemos yo ni siquiera conozco tus apellidos y...

—Ruiz-Castro Venegas, pero eso no tiene importancia Ana Laura.

—Si tienes razón, perdón —no sabía cómo explicárselo —me tiene mal lo de ahorita.

—Te entiendo preciosa ¿puedo pasar por ti mañana en la noche después de tu trabajo?

—Sí, salgo a las 9.

— ¿Pensarás en mí?

—Todo el día.

—Hasta mañana Ana Laura, sueña bonito.

—Tú también Marco Antonio.

Me fui a dormir, pensando en que mañana tendría que ver a Leo y decirle lo de nosotros, después de mucho dar vueltas en mi cama, me dormí. Al día siguiente, me levanté temprano para preparar el desayuno, después irme al Tecnológico. Esperé un rato y nadie apareció para desayunar conmigo, así que comí, levanté todo y me fui al Tecnológico,

Estaba subiendo las escaleras cuando escuché la voz de Leo.

—Ana Laura, hola ¿cómo estás?

—Bien, gracias Leo -estaba encantador con su camisa ajustada y sus jeans rasgados —tú te ves muy bien amigo.

—Gracias, ahora sí cuéntamelo todo —me agarró la mano y la puso en su brazo para que camináramos juntos — ¿Se divirtieron mi jefe y tú?

—Sí, estuvo genial.

—Qué bueno, que se divirtieron —me lanzó una sonrisa traviesa que me hizo sonreír —Lo veré al rato y lo confesaré.

—Antes que lo confieses —le dije mientras nos deteníamos en mi salón de clases —tengo algo que decirte.

—Más tarde Ana Laura —me dio un beso en la frente —tengo clases ahorita —y empezó a caminar.

—Está bien, ten un buen día —le grité a su espalda.

—Igual tú —gritó de vuelta y se había ido.

Entré a mis clases, Leo estudia para periodista y yo para abogada, así que íbamos a diferentes clases, pero nos veíamos diario en el Tecnológico.

Cuando terminaron mis clases, me despedí de mis amigos y me fui a buscar el autobús para irme a casa, cuándo desde atrás me tomaron de la cintura, me sobresalté, pero inmediatamente me relajé cuando escuché su voz.

—Buenas tardes, futura abogada.

—Marco Antonio —me giré hacia él mirándolo confundida — ¿cómo supiste?

—Leo todo el tiempo habla de ti, -se encogió de hombros —así que sabía que tú eras estudiante de derecho en las mañanas y trabajas en la florería en las tardes.

—Ah bueno. Leo y yo somos grandes amigos.

Marco Antonio, me atrajo hacia él para darme un apasionado beso mientras sus manos sujetaban deliciosamente mi cintura.

—De hecho, Ana Laura —me dijo separándome de él —Venía por Leo, tenemos que ir a cubrir un evento.

—Entiendo, sobre Leo, no le dije...

—Jefe, está aquí, salí tarde de clases —dijo Leo, mirando las manos de Marco Antonio, en mí cintura.

—Bueno, Ana Laura —se alejó de mí- Te dejo.

—Nos vemos. Bye Leo. —le dije sin mirarlo.

—Nos vemos mañana Ana Laura. —respondió Leo con algo de recelo.

Los dos empezaron a caminar y se subieron al auto de Marco Antonio, supongo que él le dirá lo de nosotros a Leo.

Cuando llegué a mi casa, la comida estaba servida, así que subí a cambiarme y bajé para comer, mamá no me habló para nada. Menos mal que tenía que irme rápido a la florería, iba de salida cuando mi papá me alcanzó.

—Hija ¿Quieres que te lleve?

—Sí papá. —lo miré con alivio —Por favor, se me hizo tarde.

—No te preocupes vámonos.

—Gracias papá.

Subimos al auto y mientras el manejaba yo le lanzaba miradas furtivas hasta que me atrapó mirándole.

— ¿Qué pasa Ana Laura? —me dijo con una sonrisa.

— ¿Tú tampoco aceptas a Marco Antonio? —le pregunté.

—Hija —suspiró —no se trata de que yo lo acepte, se trata de lo que te haga feliz, sí tú lo eres yo lo seré. Confío en ti Ana Laura.

—Gracias papá —armándome de valor le pregunté —Marco Antonio pasará por mí en la noche, ¿puedo estar con él un rato?

—Ya veo, esa pregunta era una trampa —papa me sonrío —si hija, no te preocupes, yo calmare a tu madre.

—Gracias por entenderme papá —le sonreí.

—No hay de que hija —mientras doblaba en la calle de la florería —Alguna vez yo también tuve 20 años.

—Nos vemos en la noche papá —di un beso en la mejilla y me bajé de la camioneta.

—Que tengas un buen día de trabajo hija y diviértete con tu novio.

—Gracias, papá ve con cuidado.

Entré a mi trabajo y ahí permanecí el resto de la tarde, había pocas ventas por ser lunes y adelanté mi tarea, para poder ver a Marco Antonio, 15 minutos antes de salir, empecé a recoger las rosas que se habían caído al suelo cuando alguien hablo detrás de mí.

— ¿Me da un ramo con 27 rosas  señorita? -me levanté al oír su voz, me di la vuelta y le sonreí.

—Sí. Claro —miré a ver a mi jefe que tenía demasiado interés en nuestra conversación —tenemos la docena en descuento, si quiere le doy tres docenas.

—No —arrugó su nariz negando —exactamente 27 todas rojas por favor —me dijo como si estuviera hablando con una empleada.

—De acuerdo —le dije siguiéndole el juego — ¿alguna tarjeta?

—Sí, por favor escríbale: "Una rosa por 27 días que le quedan a este mes para pasarla contigo"

—Sí —fruncí el ceño mientras escribí el recado, fui a buscar el ramo de flores y se las entregué-, aquí está su ramo, son $340.

—Gracias señorita —me dio el dinero y me lanzo una sonrisa juguetona —Esperaré afuera a mi novia.

—De acuerdo joven —le di una de mis mejores sonrisas destinadas a mis clientes.

Cerré la florería me despedí de mi jefe. Apenas di un paso afuera Marco Antonio, me atrajo a sus brazos, me dio un beso muy apasionado y me dio el hermoso ramo.

—Muchas gracias por el ramo, pero hay algo que no entiendo.

—Lo sé y te lo explicaré, vamos Ana Laura.

—Claro.

Me abrió la puerta para entrar al auto y después nos dirigimos a un hermoso café donde me explicó todo.

—Me imagino que tienes muchas preguntas Ana Laura, y las contestaré. Antes ¿dime que día es hoy?

—Es lunes.

— ¿Qué fecha?

—3 de noviembre.

—El mes que vamos a estar juntos, Ana.

—Perdona, pero no entiendo.

—Es simple Ana Laura, cada mes elijo a alguien para compartir con ella. Todo, como una pareja normal, pienso que un mes, es el tiempo ideal, de vivir cosas increíbles y al mismo tiempo evitar lo feo de una relación, como pleitos, celos, es el tiempo perfecto para amar.

—Ya veo, y después del mes, tendrás otra mujer, supongo. —aun no sabía cómo reaccionar.

—Eso depende de ti Ana Laura, y de lo felices que estemos juntos.

—Ya entendí —le miré para luego tomar un sorbo de mi café y mirar hacia otro lado.

No lo entendía del todo, pero fingí que sí. Me disculpé y fui al baño. Llamé a Leo sin respuesta y después, le dejé un mensaje de texto y le pedí que me llamara a las 12 pm, que me urgía. Si alguien sabía de qué trataba todo esto, sin duda era Leo, lo conocía muy bien, salí del baño y volví a la mesa. Ahí Marco Antonio, me atrapó con besos, intensos, dulces y suaves al mismo tiempo, besos que hacían que me mojara toda, que deseara todo de él., pero me separé, tenía que volver a mi casa.

—Marco Antonio, me tengo que ir.

—Claro, te dejare pensar en lo que acabo de decirte, esperaré tu respuesta, pero no tardes mucho, —se levantó y luego me ayudo a levantarme —vamos Ana.

Me llevó a mi casa, estábamos realmente cerca y cuando bajó del auto, para abrirme me puso una cadena con un hermoso pendiente, en mi cuello y me dijo:

—Ana Laura, ¿quieres ser mi noviembre? —me quedé callada y al ver que no pensaba contestar —piénsalo por favor.

Se despidió de mí con un hermoso beso y entré a mi casa. Sin duda tenía mucho que pensar, ahora sólo quedaba esperar que Leo me llamara y contestara mis dudas...

   

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