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Capitulo 2.-

Él me miraba divertido al notar que yo aunque no lo dijera, no tenía ni la menor idea de lo que esa bebida era. Mantuvimos ese contacto visual por unos minutos y después él se atrevió a cuestionarme.

– ¿Qué pasa Ana Laura? – Contuvo la carcajada, mientras seguía mirando mí cara – Noto cómo que te has quedado pensativa ¿Te pasa algo?

–No es nada, no te preocupes – Respondí mientras el calor se acumuló en mí ser, haciéndome que me sonrojara.

Me sentía intimidada bajo su mirada y entonces él descaradamente se empezó a reír. Yo no entendía por qué ¿Acaso se estaba burlando de mí? El solo hecho de pensar que eso era en realidad, terminó por encenderme y entonces lo confronté.

– ¿De qué te ríes? – Cuestioné un poco irritada.

– De que no sabes lo que es un Alfonso XIII Ana Laura –Me guiñó un ojo e inmediatamente me puse a la defensiva –Sigo teniendo mi toque y no me equivoqué contigo.

– ¿Equivocarte? – Me reí con los dientes apretados – No me digas, no creo que me conozcas, apenas estamos hablando.

– Tienes razón, te conocí gracias a la foto que tu amigo me mostró – Respondió en voz baja, para que solo yo lo escuchara – Pero solo necesité éste tiempo para comprenderte. Sé que bebes, pero sé que no conoces las bebidas que se sirven en lugares como estos. Tu respiración es fuerte y pausada ¬–Miró mi pecho y sonrió – Me deseas.

–Eso no es cierto –Resoplé y miré hacia otro lado.

–Estás mojada –Eso me sorprendió y lo miré a los ojos – Veo tu lucha interna, estás moviendo tus piernas y apretando tus muslos para que se vaya el dolor –No podía dejar de verlo, me tenía hipnotizada – Te ves asustada –Su voz se volvió ronca y su mirada se oscureció –Pero estas intimidada y excitada por mí.

Me sorprendió su seguridad, sí en efecto, todo lo que dijo era cierto. Me tenía intimidada y excitada como nunca, pero yo no quería que pensara que estaba desesperada.

– ¿Eso para ti es conocerme? Pues déjame decirte que lo que has dicho es erróneo –Sentencié molesta.

– No lo creo –Me lanzó una sonrisa engreída  – En verdad te conozco, más allá de lo que te he dicho hasta el momento.

Fruncí el ceño, ¿Más allá? ¿A qué se refiere con eso? Pensé preguntándome ¿Cómo es que éste hombre al que apenas conocía me pudo leer tan fácilmente? Estaba a punto de decir algo cuando ví a la mesera acercarse con nuestras bebidas, así que permanecí callada.

– ¿Desean algo más? –Preguntó ella con una sonrisa.

– No, muchas gracias –Respondimos al unísono.

– Bueno, pues prueba y conoce un Alfonso XIII, Ana Laura.

–Ya lo conocía Marco Antonio.

–Sí, claro –Él buscaba mi mirada, pero yo lo evité a toda costa –Pues eso no te lo crees ni tú, salud Ana Laura –Me gustaba como pronunciaba mi nombre.

– Salud Marco Antonio.

Le di un trago a la bebida y quedé asombrada. Estaba delicioso, le di otro trago saboreándolo y dejé el vaso en la mesa. Cuando levanté la mirada, noté que él me miraba fijamente, con sus pupilas dilatadas, nunca había sentido algo similar, sentía que me quemaba, quería que me dejara de ver y al mismo tiempo que no lo hiciera. Quería que me tocara desesperadamente.

– Te daré el gusto Ana Laura – Se levantó y se acomodó a un lado de mi – No porque tú lo estés pidiendo, es porque yo quiero hacerlo.

Acarició mi rostro con sus manos, tiró de mi cabeza hacia él duro, pero sin lastimarme y me besó, su mano agarró un puñado de mi cabello asegurándose que no fuera a ningún lado que no fuera hacia él, en un exquisito movimiento, sus labios rozaban los míos con un hambre voraz, podía sentir la bebida en él, mordió mi labios forzándolos a abrirse, sentí su lengua dentro de mi boca excitándome, tuve que agarrar sus antebrazos para no irme hacía atrás. Quería que me besara más pero antes de poder devolverle el beso, él lo terminó. No sabía qué hacer, puse mis manos en mis piernas y el quitó sus manos de mí. No podía verlo a los ojos, tomé mi bebida y le di un largo trago mientras trataba de recuperar mi aliento.

– Y ¿Qué hace de su vida Ana Laura? –Me preguntó como si nada hubiera pasado, se estiró y acercó su bebida a él.

– Vivir, Marco Antonio, – Suspiré y lo miré rápidamente, él no parecía afectado por el beso.

– Dime – Demandó – ¿A qué te dedicas?

– Trabajo en una florería.

– Florista, muy interesante.

– ¿Tú a qué te dedicas? – Respondí ignorando su comentario.

– Soy periodista y algún día seré corresponsal de MVS.

– Bien por ti – Respondí pensando lo engreído que era –Aunque eso no es seguro.

– Lo es Ana Laura. Yo siempre consigo lo que me propongo y por cierto, ya es hora de retirarnos.

Se levantó para sacar unos billetes de su cartera. Después tomó mi mano y nos retiramos del lugar. Pensé que era el final de nuestra cita, pero él me sorprendió diciendo:

–Te llevaré a otro sitio, te encantará.

El valet parking llevó a la entrada del bar el auto de Marco Antonio y él me abrió la puerta para subir, yo me preguntaba, ¿A dónde iríamos?, Marco Antonio, iba callado y encendió el aire acondicionado, yo iba observando las luces de la calle y que casi no había gente a esa hora de la noche, después de un rato en el auto, Marco Antonio lo estacionó y nos bajamos. Caminamos a través de un parque pequeño, cuándo nos dimos cuenta de lo hermosa que estaba la luna esa noche, él me miraba con esos ojos que me gritaban mil cosas, me tomó de la mano, me besó, suavemente y después, me guió hacia dónde íbamos.

Llegamos a un bar, más relajado donde tocaban música en vivo, no cabía duda de que Marco Antonio, sí que era sorprendente, jamás pensé que alguien como él pudiera estar en un lugar como ese, un bar del tipo rodeo, con música norteña. Jamás encajar con él vestido así. Me dije en silencio.

Nos acercamos a la barra el pidió mezcal y yo whisky. Con nuestras bebidas en la mano buscamos una mesa donde pudiéramos estar tranquilos y donde podíamos conversar a gusto. Los músicos empezaron a tocar "Bandido" de Ana Bárbara. Me emocioné y empecé a cantar junto con ellos. Olvidando con quién estaba.

– Vaya, vaya, veo que te gusta éste ambiente. Eres una cumbianchera, Ana Laura.

– Por supuesto, me encanta Ana Bárbara.

– No cabe duda, mis gustos son extraños.

Fingí no escucharlo y tomamos las bebidas. Después de terminar nuestras bebidas se levantó y nos retiramos.

Caminamos al auto y en el camino, vimos una fuente que ambos ignoramos, cuando íbamos al bar, a la orilla de la fuente me senté y Marco Antonio me abrazó y era increíble cómo el sólo sentir su cercanía y su aroma delicioso envolviendo mis sentidos, me hacían desearlo, de una forma desmedida, en medio del abrazo, volteé al cielo, y vi las muchas estrellas y sólo pensaba, que romántico escenario, donde el único techo sobre nosotros eran las estrellas, después de unos momentos, Marco Antonio, rompió el encanto y llegamos al auto, nos subimos y nos dirigimos a otro sitio.

Ésta vez llegamos a un antro, entramos tomados de la mano y buscamos una mesa, no había muchas opciones ya que estaba lleno y terminamos en la barra.

– Mira Ana Laura, éste es más mi estilo.

– Que bien, me gusta ésta música, también.

– Y a mí me gustas tú –Me lanzó una sonrisa preciosa.

– Creo que ya estás ebrio Marco Antonio –Le devolví la sonrisa.

Después de un largo rato, nos fuimos del antro. De pronto estábamos en el estacionamiento cuando él se detuvo al instante y me jaló hacia un callejón, me alzó y me sentó en una baranda que estaba en la pared.

– Estoy más sobrio que nunca. Me atraes Ana Laura, lo digo de verdad, desde que te vi en las fotos de Leo, me impresionaste –Levantó mi cara para que lo mirara.

– Gracias, pero soy solo una mujer – Le dije un poco triste.

– Exacto, una mujer simple, que usa zapatos de plumas, una mujer desaliñada, una mujer fascinante, que es ella misma y no tiene miedo a responderme. Por eso es que me gustas.

– Marco Antonio... –Quise decir pero él puso sus dedos encima de mis labios callándome.

– Apenas te vi, me sentí extraño, solo sabía que tenía que besarte – Declaró desarmándome por completo.

Él retiró sus dedos de mis labios y se acercó a ellos mirándome a los ojos en busca de mi consentimiento, cuando vio que yo quería eso igual que él me besó, esta vez más intenso que la primera vez, abrió mis piernas de un jalón se colocó entre ellas, me tomó por la cintura, lo rodeé con mis piernas y lo jalé hacia mí, estremeciendo centímetro a centímetro de mi piel. Lo quería dentro de mí. El rompió el contacto, me bajó y empezó a caminar.

– Te llevaré a tu casa Ana Laura, ¿Por dónde vives? – Preguntó cómo si no hubiera pasado nada.

Confundida por lo que acababa de pasar lo alcancé y le respondí.

– En el centro, es de aquí. Todo en línea recta.

Él se fue conduciendo a mi casa tan rápido que me tuve que agarrar al asiento, se detuvo a unas cuadras de mi casa y empezó a besarme de nuevo, como un loco desesperado, se pasó al asiento de atrás y le seguí, me recostó en el asiento y empezó a acariciarme las piernas, sus manos empezaron a subir acariciando mi cintura, me ayudó a alzarme para quitarme la blusa, una vez fuera él dejo salir un silbido de admiración y desabrochó mi sujetador dejando al descubierto mis pechos entonces empezó a masajearlos, dejé salir un gemido. A tientas empecé a desabrochar su camisa mientras él me besaba en todas partes, pero sin dejar de masajear mis pechos, empezó a succionarme el pezón jadeé, sin querer le clavé mis uñas en su pecho y el jadeó. Se acercó más y me empezó a besar mientras su mano empezaba a desabrochar mi pantalón.

Estaba tan excitada y mojada solo quería que él me tomara y me hiciera suya. Su mano estaba dentro de mis pantalones tocando mis bragas cuando alguien tocó, los vidrios del Volvo. Nos quedamos congelados, él me dejó de besar y me miró, se abrochó la camisa, se acomodó el cabello, se pasó al asiento del piloto y se bajó del auto.

Escuché que hablaba con alguien, era la policía, yo me puse mi blusa asustada, miré por la ventana y me sorprendió al verlo hablando tranquilamente con alguien por teléfono. Después de unos minutos el oficial nos dejó ir sin decir nada, ¿Quién era ese hombre?, ¿Cómo logró evadir la ley?, y cuando quise preguntarle me di cuenta que ya estábamos enfrente de mi casa.

–Buenas noches Ana Laura. Permíteme, te abriré – Se bajó y rodeo el auto para abrir mi puerta.

– Gracias Marco Antonio – Apenas me bajé, me besó apasionadamente.

– Hasta mañana. Paso por ti a las 5 pm, vamos a ir al cine –Entonces se alejó de mi mientras decía Buenas noches, más bien madrugadas, sin querer amanecimos juntos.

– Nos vemos mañana – Sonreí, me di la vuelta, abrí la puerta de mi casa y entré.

En la sala estaba mi madre furiosa, discutimos y por primera vez, no me importó. Subí a mi recámara, a soñar con él y con qué me hacía maravillas. Pero sin dejar de pensar si él, ¿Sería un error? O ¿Sería un acierto? Estaba a punto de irlo descubriendo.

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