2: Lo Que se Cree Necesitar
Después de haber conducido durante unos cuantos minutos, llego a la dirección que me ha enviado Santiago, y para mi sorpresa es una discoteca, aunque no sé porque me sorprende, a él le encanta las fiestas en grande. Si de por si no tenía ánimos de salir, ahora mucho menos quiero entrar allí, pero no puedo quedarle mal. Resignado completamente, bajo del auto, camino hacia la entrada, y pongo mi mejor cara para luego entrar a la discoteca. Afortunadamente la gente está muy pendiente de pasarla bien y por tal motivo paso de ser percibido, algo que de verdad me hace sentir un poco mejor. Camino entre la gente hasta que, al fondo del lugar, en las aéreas reservadas veo a mi amigo y de inmediato voy hacia allí.
—¡Xián, has venido!— Exclama feliz y me da un fuerte golpe en la espalda. —Pero ven que te presento a todos— Continua y hace que camine con él hacia donde hay un grupo de gente.
—Claro que he venido, te lo dije.— Respondo, aunque claro, por dentro todo esto es un reclamo.
—Contigo nunca se sabe. Ve, ella es Mariana, mi novia— Habla feliz «¿Novia?» Me cuestiono por dentro y solo puedo mirarlo confundido. —Te has perdido de muchas cosas estos días— Se explica como entendiendo lo que pasa por mi mente. —Él es Nicolás, su hermano. Ella es Daniela, una amiga de Mariana, y ella es la famosa Allegra— Concluye finalmente.
Los voy saludando uno por uno, pero cuando llego a ella me quedo paralizado. Es deslumbrante, cabello castaño oscuro, unos ojos azul cielo, y una figura que invita a recorrerla. «Ese vestido rojo pegado a su figura realmente hace que sea tentadora» pienso, aunque ni siquiera debería estar viéndola así.
—Mucho gusto— Me dice mientras que me saluda, y por alguna extraña razón me provocan ganas de besarla así de repente, casi como si fuese una atracción inmediata de esas que no crees que te puedan pasar.
«Definitivamente pasaría una noche con ella.» Admito por dentro.
—El gusto es mío— Le respondo con mi mejor sonrisa.
«Esto es justamente lo que necesitaba. Una mujer así de hermosa con quien pueda olvidarme de todo mi dolor sin compromiso alguno»
—¿Un trago prima?— Le pregunta Santiago a todo volumen a causa de la música.
—¡Deja, yo me encargo!— Intercedo y la vuelvo a mirar —¿Qué quieres tomar?— Le pregunto acercándome a ella, pudiendo inhalar el exquisito aroma de su perfume.
Esos ojos azules me miran sorprendidos —¿Una margarita?— Responde más como una pregunta, que como una afirmación.
«Esta es una excusa perfecta para alejarla de aquí e indagar más de ella, aunque honestamente no me interesa conocerla» —Ven conmigo y elijes— Le propongo y tomándola de la mano hago que venga conmigo a la barra. Sigue mi ritmo mientras vamos esquivando a la gente que baila sin parar en medio de la pista y según vamos pasando la mirada de varios se centran en ella. «Definitivamente quiero estar con ella» Grita mi cabeza.
Nos paramos frente a la barra, y esperamos a que nos atiendan, mientras que yo busco la excusa perfecta para acercarme a ella —¿Así que vives en Miami?— Inquiero tratando de entablar conversación.
—Si— Me responde casi al oído a causa del bullicio.
—¿Hace cuánto?—
—Diez años— Contesta entusiasmada.
«Esto es perfecto. Puedo pasar una noche espectacular con ella y después cada uno puede regresar a su vida» Pienso al escucharla.
—¿Por qué no me das tu número?— Le propongo
—De acuerdo, quizás podemos ser amigos— Menciona mirándome a los ojos.
«Oh no guapa, amigos no...» Pienso internamente.
—Claro por qué no— Miento.
—Dame tu móvil y lo anoto— Me pide y saco el móvil de mi bolsillo y se lo doy.
—Ahí tienes— Habla mientras que me entrega el móvil.
—Perfecto, ¿Entonces qué tomas?— Le pregunto al ver al barman quien viene a atendernos.
—¿Qué me recomiendas?— Le pregunta al barman inclinando su cuerpo de una manera muy provocativa contra la barra.
El hombre la mira casi como devorándosela con la mirada, y claro observando el pronunciado escote —¿Para ti guapa?— Le pregunta ignorándome por completo.
—Si, para ella— Intercedo un tanto molesto.
«Ni lo sueñes amigo...» Pienso.
—Si te gustan los tragos dulces, te recomiendo un Valencia Peach Sunset— Le responde como el experto en tragos que es.
—Uno de esos entonces— Le pide sonriente, y se acomoda de una forma más apropiada contra la barra.
—Eres demasiado guapa, ¿Lo sabes?— Le pregunto sin apartar mi mirada de la suya.
—Gracias— Se limita a responderme con una sonrisa y luego acomoda un mechón de cabello detrás de su oreja.
«Bien, se ha puesto nerviosa.»
—¿A qué te dedicas?— Le pregunto dándole un giro a la conversación.
—Soy diseñadora de interiores, ahora trabajo en eso— Me cuenta con una gran sonrisa.
—Vaya, mi hermana también es diseñadora de interiores— Le cuento queriendo ganarme un poco su confianza.
Ella sonríe —¿De verdad?— Pregunta sorprendida.
—Si ¿Y cuántos años tienes?— Continuo.
—27.—
«Perfecto, ella es perfecta...»
—Aquí tienes guapa— Le dice el barman entregándole su trago y me mira —¿Tú qué quieres?— Me pregunta con un tono de voz totalmente diferente.
—Dry Martini— Le respondo de manera fria y no me importa si me ha reconocido o no.
—De acuerdo—
—¿Y qué tal esta?— Le pregunto al ver que ya ha probado su trago.
Ella esboza una sonrisa —¡Exquisito!— Me responde y luego mira al barman —¡Esta buenísimo!— Le deja saber y luego le guiña un ojo.
«¿Por qué ha hecho eso?» Me pregunto e intento no deconcentrarme.
—¿Puedo?— Le pregunto refiriéndome a probar el trago.
Allegra asiente —Claro— Dice sin problema y me da la copa.
Pruebo el trago y la verdad es que si está muy bueno —Aquí tienes— Vuelve a irrumpir el hombre dándome mi bebida.
—Gracias— Me limito a contestar y le pago los tragos para luego alejarnos de la barra. —¿Bailas?— Le pregunto llegando a la pista de baile y no es que esto sea lo mío, pero quiero estar cerca suyo.
—Está bien— Contesta un tanto nerviosa y sin dudarlo, la tomo de la mano y camino con ella al medio de la pista de baile que está en el área reservada. Junto mi cuerpo al suyo y la sujeto con mi mano libre, ella hace lo mismo y de esta manera nos comenzamos a mover al ritmo de la música. «¡Como se mueve!» Me grita mi cabeza, y es que cada movimiento en ella es sensual. Tan solo puedo imaginarme cómo debe de ser pasar una noche con ella.
Ya con nuestras copas vacías seguimos bailando, pero necesito sujetarla bien —Dame— Le digo al oído, tomo su copa y la dejo junto a la mía en una de las mesas. Regresó a ella y seguimos bailando, pero esta vez sus dos manos se sujetan de mí, al igual que lo hago yo de ella. —¿Te han dicho alguna vez lo bien que te mueves?— Le pregunto al oído pudiendo respirar ese perfume que es adictivo.
—Es que no te dije algo— Me dice pícaramente.
—¿Qué cosa guapa?— Le pregunto con mucha curiosidad.
—También soy bailarina profesional— Declara haciéndome sonreír.
«Vaya... esto se pone cada vez mejor»
—Ahora entiendo todo— Hablo sonriente. —Eres toda una caja de sorpresas— Continuo y aprovecho para alejarme un instante y poder mirarla.
—¿Y tú?— Me pregunta y yo solo puedo mirar sus labios.
—Prefiero no hablar de mí, ¿Para qué contigo aquí? Eres preciosa...— Le susurro y al ver la manera que nuestras miradas se cruzan aprovecho y acorto toda distancia para comenzar a besarla. Me he quedado corto con toda mi imaginación, sus labios saben a caramelo. «Necesito besarla con más intensidad» Me ruegan mis sentidos, y mi lengua le pide acceso a su boca y ella me lo concede. Besa como los dioses, sabe muy bien donde colocar sus manos para enloquecerme. «La necesito, pero, ya... » —¿Por qué tú y yo no nos vamos de aquí?— Le pregunto entrecortado a causa de la falta de aire y con una revolución en mi cuerpo que jamás me ha sucedido antes.
Su mirada se clava en la mía con dudas y puedo notar que ella también siente deseo por mi —Lo siento guapo, no soy una de esas. Además, regreso a Miami mañana.— Me dice como si nada.
«Ah no, esto no se quedará así. No me va a hacer esto...» Pienso y es que buscare la manera de convencerla.